miércoles, 30 de diciembre de 2020

Deseos de felicidad para 2021


Muchos años he deseado que lo mejor del año que acababa de finalizar fuera lo peor del año que estaba por venir. ¡Por pedir que no quede!
Nunca se cumplió este deseo. Tampoco nadie me reclamó el incumplimiento porque la memoria reciente, por falta de práctica, cada vez se acorta más y la inmediatez en la que estamos instalados no deja tiempo para consultar la hemeroteca. Las palabras se las sigue llevando el viento y ahora se lleva hasta los escritos.
Siempre he intentado buscar un equilibrio entre el idealismo y el realismo, empezando por intentar conocer mis fortalezas y debilidades, aceptando dónde están mis límites, sin tirar la toalla ni desmoralizarme si los demás no se comportan cómo me gustaría que lo hicieran o si las cosas no salen a mi gusto. Confieso que no lo he conseguido y sigo esforzándome en ello.
La experiencia me recuerda siempre que es inútil  engañarse uno mismo. Hay que recordarse a menudo que la magia vive sólo en la ilusión y que del cielo sólo cae agua, en diferentes estados, sola o acompañada de alguna otra partícula. Aunque continuamente nos quieran convencer, y resulte fácil y placentero creerlo, que el dinero, la ayuda y la felicidad también caen del cielo cuando menos lo esperas, eso es una gran mentira. No hay ningún pan que no cueste una coca. Muchas veces parece que los que se autoengañan viven más tranquilos, pero a la larga no queda otra que aceptar la realidad y aceptar que la felicidad es una consecuencia de lo que hacemos y de cómo nos comportamos personal y socialmente cada día.
Casi todos, a final de año hamos hecho una lista de los deseos “concretos y sensatos”. Dejando aparcado por un momento lo mágico y extraordinario, pensamos en lo que más nos gustaría que se cumpliese el año próximo para ser felices: en el ámbito personal, en el  entorno familiar-amigos y para la sociedad en general.
Para no pasarnos con las expectativas, los más sensatos escogen cuatro o cinco cosas de la lista. Las que para ellos son súper importantes y que deberían lograr, si o si, el próximo año.
Este año no pretendo quitarles el hábito o la costumbre de hacer lo de todos los años. Hagan la lista, escojan, prioricen,… pero cuando terminen de hacerlo…. ¡rompan la lista en mil pedazos!. 
Les sugiero eso porque: Si se cumplen sus deseos escritos y seleccionados… ¡fantástico!. ¡Disfrútenlo!. ¡No seré yo quien les impida que tengan tantos sueños como necesiten y quieran!, pero les recomiendo que dejen de depender de los sueños para ser felices. No hagan del cumplimiento, o no, de sus deseos una condición sine qua non para ser felices, porque nadie sabe lo que va a ocurrir mañana y mucho menos el año que viene. ¿Quién pensó el año pasado por estas fechas que dentro de tres meses estaríamos como estuvimos?  Parece que sólo Bill Gates y algún otro visionario que ya lo había visto en la bola de cristal. Amantes de la conspiranoia, no se me exciten.
Sabemos que lo único que depende de nosotros es decidir cuál va a ser nuestra respuesta a lo que nos sucederá el resto de los días de nuestra vida. A pesar de ello, seguimos practicando el ritual que directa o indirectamente hemos venido haciendo siempre: hacer la lista de deseos cada fin de año y seleccionar los más importantes, aunque precisamente hacerlo (y no cumplirlos) nos impida ser felices por el sentimiento del no cumplimiento. Si yo me auto-impongo esas condiciones para ser feliz, quedo encorsetado; y ya saben lo que pasa si no tengo la capacidad o fuerza de voluntad suficiente para lograrlo… ¡Decepción!, ¡Enfado!, ¡Infelicidad!
Recuerden que “el hombre propone y Dios dispone”. Planifiquen, tengan objetivos, márquense metas e ilusiónense con conseguirlas, para no caer en el conformismo o el estancamiento; pero sin que su logro determine nuestra felicidad. Si no lo conseguimos no nos derrumbemos, deprimamos y sobre todo no nos auto-castiguemos. Variemos la estrategia, sigamos intentándolo y procuremos ser felices recorriendo el camino. Sobre todo, no pongamos nuestra vida a merced de algo que no podamos controlar.
Si les gusta la decoración navideña, pongan velitas, coman lentejas, turrones y polvorones, vean todas las películas ñoñas que les apetezca, pónganse ropa interior roja, procuren no atragantarse con las uvas y cámbienlas por trocitos de turrón o lo que más les guste y practiquen  cualquier otro ritual o costumbre navideña que les apetezca y satisfaga,… ¡Háganlo!. Disfruten, pero sean conscientes de que ello no es ninguna garantía para que el próximo año les traiga felicidad. Lo único seguro es que les costará trabajo y dinero practicar todos esos caprichos, tal vez una buena resaca, alguna discusión y la cuenta más vacía (cuesta de Enero), pero… ¿felicidad?.
Si estáis dispuestos a ser responsables y cuidaros, vuestro año tendrá más posibilidades de ser bueno que si os limitáis a hacer lo que os plazca y y esperáis tener suerte. Si dejáis de depender de que las cosas vayan de una forma concreta para que sea bueno viviréis mejor. 
Mas que en auto-engañarse, la felicidad se basa en un auto-conocerse y una de las cosas mas importantes para ser feliz es darse cuenta de que muchas de las cosas que deseamos se han convertido en cárceles que nos limitan y condicionan para explorar y seguir nuevos caminos.
Vivimos en un mundo donde la gente prefiere engañarse y creer que todo va a ir muy bien. Nuestros dirigentes nos repiten eslóganes del tipo “todos juntos venceremos”… Comprobamos día a día que eso es mentira.  Lo de juntos no existe; al menos no dan ejemplo de lo que predican, y los resultados no suelen llegar cuando yo quiera o cuando me convenga, por mucho que lo pida o exija.

Las cosas nos podrán ir mejor el día que nosotros no dependamos del exterior (en el sentido amplio del término) para ser felices. Y eso se aprende, y se consigue, dejando de autoengañarse, conociéndose a uno mismo cada día mejor, siendo observador y un buen oyente, aprendiendo de los demás, comportándonos ética y responsablemente, y poniendo en práctica una estrategia de muy largo plazo para adoptar un modo de vida que nos haga progresar en ese sentido.

Aunque nos hayan educado para ser productores y consumidores, recordemos que no es más rico quién más tiene sino quien menos necesita. Pongamos más énfasis en ser que en tener y dejemos de depender de todo y de los demás tanto como sea posible, para poder ser cada vez más libres y felices.
Waldo Emerson dijo: ”El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene”. El dinero nos dará comodidad, pero aquello que nos mueve las emociones es lo que puede darnos felicidad. 
¿Cómo se sentirán si consiguen no contraer el Covid-19 aunque tengan que pasar las navidades en “petit comité” recibiendo el apoyo sincero, incondicional y cercano de su familia conviviente? 
En casa nos sentiremos felices, al tiempo que estaremos orgullosos de aportar nuestro granito de arena en contener la pandemia. Espero que ustedes también logren disfrutar de su cuota de felicidad. Los abrazos físicos sinceros los guardaremos  para el año próximo y los postureos, si pasan a ser cosa del pasado, no habremos perdido demasiado.
Feliz fin de año a todos y que en el año próximo puedan recibir lo que han sembrado.

domingo, 27 de diciembre de 2020

Aquells Nadals d’infantesa



Aquest Nadal em recorda més que mai el de la meva infantesa i joventut, en un poblet al peu de Corbatera entre el Montsant i la Gritella. Un dia fred, a vegades nevat i en plena campanya de collir olives.
¡Qui, per Nadal, res no estrene, res no val! deia la padrina María amb els dits plens de penellons . Un calfred m'envaïa el cos quan hem posava la camisa blanca i la roba de muda per anar a missa i després a dinar convidat a ca la padrina. Tothom mudat, camisa blanca, sabates, la ­cara i les mans rentades en una ribella, l’aigua tèbia escalfada en una olla damunt la cuina econòmica...  
La missa de Nadal congregava tot el personal, homes i dones, nenes i nens, en una cerimònia en la que pocs estaven atents al que es deia. Es cantaven cançons populars catalanes i els no creients es mantenien en un discret segon terme. Alguns passaven l'estona al fons xiuxiuejant acudits arremolinats al voltant de les estufes que havien instal·lat feia poc a l'església de Santa Maria. El catolicisme oficial manava i s’havia de complir i fer el que tocava.
En sortir molta gent anava al bar de la Reneixença, els mes rics anaven a l’Intim, a fer el vermut. A més del BAR del Pla, encara hi havia dos ­cafès, el d’esquerres i el de dretes del temps de la república. O el dels rics y el de la resta, tan se val com se l’hi vulgui dir.
Nosaltres anavem a fer cagar la baga a ca la padrina María. El tiet Benjamí cada any posava al costat del foc una gran soca d’olivera revellida i quan pujàvem s’amagava al darrera i es tapava el rere mig cos amb una manta de pell d’ovella. 
La quitxalla cantàvem: Caga baga, caga tió, si no vols cagar et donaré un fort cop de bastó! i ens afanyàvem a colpejar la gran soca amb bastons adients a la mida de cada un. La gresca era impressionant. Crits i rialles sense parar.
El tiet arrugava fulls de diari i aquell soroll, juntament amb sons que feia am la boca, feia veure que la baga cagava i empenyia des de el darrera perquè per sota de la baga sortissin cap endavant torrons, duros daurats amb l’interior de xocolata, ampolletes de xocolata, caramels de café amb llet, ametlles i avellanes torrades o garapinyades, etc.. Tota la canalla cridàvem, réiem i ens afanyàvem a ajudar a cagar al tio, totes aquelles llaminadures.
Els que no tenien canalla a casa i havien anat al bar a fer el vermut tornaven a dinar a casa seva, sense hostes ni parents i menys amb amics o forasters. S'asseien a taula només els padrins, si encara vivien, els pares i els fills, i ningú mes que no visques a la mateixa casa. Tothom sabia que ¡Per Nadal cada ovella al seu corral! encara que sempre hi havia excepcions i el día 25 de desembre era un dels pocs dies a l’any, juntament amb el día de Pasqua i la Festa Major en que la padrina María ens feia el dinar per tota la família. 
La padrina preparava el dinar de Nadal. Era una petita-gran dona. Petita d’estatura, però amb un gran sentit del deure, gran capacitat de treball i amb un gran cor, que feia que tots l’estiméssim i que la recordem després de molts anys d’haver-nos deixat.
Al principi de la meva infantesa recordo anys sinó de misèria, sí de força privacions. Algún pollastre s’engreixava al corral. Ere un luxe gastronòmic del qual gaudíem cada Nadal. Els horts eren els tresors de supervivència en aquells anys grisos i el mes petit troç de terra, a la vora de qualsevol barranc o riuet, que tingues aigua per regar era molt cobdiciat. Nosaltres teníem la sort de tenir-ne i podíem conrear prou patates, fesols i altres verdures i fruites per poder-ne menjar tota la família, fresques o en conserva, durant tot l’any.  Sempre vam poder omplir la panxa, però “el tall, al dit”, perquè anava escás. Les gallines es manteníem tot el que podíem perquè ponguessin ous i no es mataven fins que eren velles i ja no ponien. La seva carn era fosca, dura i saborosa, però teníem bones dents i més gana. La padrina posava una gran olla al foc amb moltes verdures, la carcassa de la gallina i algun os que comprava a la carnisseria, i anava bollin el caldo poc a poc a la cuina econòmica. L’olla plena deixava escapar aquell rajolí d’aire amb l’aroma del caldo que per sempre recordaré.  de fet quan el fa la meva dona sempre hem venen records del caldo de la padrina María.
No es convidava mes que als familiars més directes perquè aquell dia es feia un “extraordinari” que era l’excepció que confirmava la regla d’austeritat perpetua. Només així, treballant molt i estalviant tot el que es podía era factible tirar endavant.
El menú que cada any ens feia la padrina era: entremesos, el caldo amb galets, “suquet” de vedella amb pésols  i bolets, préssec i pera amb almívar de l’hort i torrons de ametlla que feia a casa. També comprava una barra petita de torrons de Xixona que l’hi agradaven molt. El vi de la collita i per brindar, una ampolla de De la Pierre per tots.
La padrina es cansava molt en prepara-ho tot però també disfrutava en veure com gaudíem del que  aleshores qualificàvem con un menjar de reis. I aixó era el que érem per ella, els seus estimats reietons. I estava disposada a fer tots els sacrificis que calguessin per donar-nos aquestes hores de felicitat i compartir-la amb tots nosaltres. 
La meva tieta i la meva mare rentaven els plats en acabar i li deixaven tot net i col·locat a l’armari, per estalviar-li una mica de feina. També la mare preparava un gran pastis, jo la ajudava una mica a decorar-lo i al finalitzar l’apat ens el menjàvem gairebé tot. El tiet Benjami i el pare feien concurs per veure qui en menjava mes i el padrí Pep sempre els advertia del perill del «pecat de la gola»… i tots dos reien mentre no paraven d’engolir trossos del pastis amb crema,  xocolata, melmelada de préssec, nata, i fruites confitades. Finalment el padrí Pep els deixava per impossible i aixecava silenciosament de la taula sense que ens en adonéssim, distrets com estàvem amb l’espectacle dels dos gourmands. Al cab d’una estona tornava mudat amb trajo, encenia davant nostre un puro, com si fos un ritual, perquè no fumava mai llevat de les tres festes senyalades, i s’en anava al café. 
Les estufes donaven un escalf molt confortable. Quan entraves s’embafaven les ulleres y el fum dels caliquenyos, el tabac de picadura racionat o alguna pipa formaven un núvol tan espès com la boira, que empudegava la roba. 
En aquests temps tothom fumava en llocs tancats i quant s’entrava al cafè és respirava una boira inconfusible amb aromes de tabac, cafè i licors. Era costum prendre una sola consumició, mentre la majoría jugava a cartes. Alguns feien una partida de dominó i uns pocs als escacs. Un dels que millor o feien era el meu padrí Joan, per part de pare. El  padrí Pep l’hi agradava més conversar pausadament (tots escoltaven mentre un parlava) amb el seus amics, de temes variats. No hi faltaven les crítiques i els xafar-deixos.  D’una ràdio se sentia música ballable. Era el fil musical de l’época. en aquells anys no érem confinats sanitaris, amb les comarques isolades per decret, sinó reclosos per l’obligada austeritat i pel fred que feia al carrer.  Recordo que era normal que la neu ens visités cada any a l’hivern i que els pares ens deien que no jugàssim al costat de les cases per tal que no ens caigues un candeler i s’ens clavés al cap.
Mitja hora abans de que comences la sessió de cine, el padrí Pep pujava a buscar a la padrina que ja estava arreglada i tots dos de bracet s’en anaven al cine. La “sessió doble” acostumava a reposar un gran clàssic acompanyat d’una altra pel·lícula nova. 
En acabat, un sopar frugal i al llit que demà era Sant Esteve i la mare feia canelons gratinats amb formatge. I que bons que els trobàvem!.
Encara m’emociono al recordar aquells temps en que tots érem jóvens, plens de salut i en la distancia penso que molt feliços, a pesar de totes les dificultats que havíem passat i l’austeritat que ens envoltava. Tal vegada era per això mateix, perquè els avis havien aconseguit superar la tragèdia de la guerra, tirat la família endavant. Amb els anys, tots havíem aconseguit millorar notablement la situació i sabíem que era bo reconéixer l’esforç fet i disfrutar els resultats, sense oblidar que a la vida venen temps dolents per superar i també temps mès bons per gaudir, seguint treballant per millorar i sense dropejar ni oblidar, per no tornar a ensopegar.
Si be ho mirem, és el mateix que es recomana enguany. Que ningú es barregi, que per Nadal cadascú s’estigui a casa seva i s’ajunti només amb els que conviu normalment, per evitar possibles contagis. A diferencia d’aquells anys d’infantesa i encara que no ens ho sembli,  ara estem molt desentrenats amb l’exercici de palcigar dificultats.Tot i això hauríem esforçar-nos seguint pensant com podem sortir millor d’aquesta calamitat i com podem millorar perquè la pròxima vegada que vingui un altre virus puguem reaccionar millor i més efectivament que hem fet aquesta vegada.
Ves per on que recordant aquells nadals d’infantesa i joventut,  tan llunyans, má sortit un corol·lari valid per els temps actual.
Espero que hageu passat un bon Nadal i una bona estona recordant els nadals de la vostra infantesa tal com he fet jo aquesta tarda freda i reclosa de Sant Esteve.


martes, 15 de diciembre de 2020

La ilusionante Lotería de Navidad

¿Qué probabilidad hay de que esté en el Camp Nou lleno hasta los topes, viendo un partido de fútbol y te toque una copa justo a ti? La misma de que te toque el Gordo de la Lotería.

La ilusión de ganar el “Gordo de Navidad” es grande entre los jugadores de la Lotería Nacional, pero las posibilidades de que lo consiga uno de ellos es de uno entre cienmil y si además quieres acertar también la serie la probabilidad de que lo consigas es de uno entre 18 000 000. 

Ya sabemos que los españoles actúan más impulsivamente que los ciudadanos de otras comunidades y que no aprenden muchas matemáticas en el colegio, y menos estadística y cálculo de probabilidades, pero resulta que su desconocimiento no exime de que sirvan para calcular probabilidades de ganar que se tiene al participar en un juego de azar.

Vamos a explicarlo de modo muy sencillo. De los 100.000 números que participan en el juego, tan solo resultarán premiados 14.272 lo que nos deja un 14% de posibilidades de ser ganadores de cualquier premio (pedrea incluida). Los números no acompañan demasiado al optimismo y algo similar sucede en la Primitiva, en el Euromillón y en general en cualquier lotería. 

Todos estos sorteos son desfavorables para el jugador, de lo contrario, los casinos quebrarían o el Estado dejaría de celebrar sorteos de lotería. Además hay que tener en cuenta que porcentaje de dinero recaudado se dedica a repartir premios y cuántos impuestos se cobran a los pocos ganadores.

El Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad, que se celebra cada año el 22 de diciembre, es un acontecimiento de una gran importancia y arraigo histórico en España. Y es que sus premios, que son anunciados por los alumnos del Colegio de San Ildefonso, le han cambiado la vida a muchas personas desde que se comenzó con la tradición en diciembre de 1812.

Esto no es de extrañar si se considera que el 'Gordo', el premio de mayor valor, asigna al afortunado unas ganancias de 400.000 euros por décimo, de los que, desafortunadamente para él, se pagan impuestos. A este le sigue en cuantía el Segundo Premio (125.000 por décimo), el Tercero (50.000), Cuarto y Quinto (20.000 y 6.000, respectivamente). La pedrea, que será cantada este año hasta 1.749 veces, asciende a los 100 euros por billete. 

Hay que dividir entre diez para calcular el dinero que se lleva cada décimo en el caso de que el número sea premiado.
Hay que dividir entre diez para calcular el dinero que se lleva cada décimo en el caso de que el número sea premiado.
Ya sabemos cuales son los premios a los que podemos aspirar, pero... ¿Qué parte de lo recaudado por la compra de billetes se entrega en premios?

Cada uno de los 100.000 números tiene 180 series dividiéndose cada una de ellas en 10 décimos, por lo que en total, a 20 euros cada uno, se puede recaudar hasta 3.600 millones de euros. No se venden todas las series de cada número, pero en 2011 en plena crisis, se recaudaron más de 3.351 millones de euros y en el año 2010 se recaudaron más de 2.964 millones de euros. Una media de más de 71€ por cada español si dividimos la cifra total por el número de españoles.

En el caso de que todos los números que salen premiados se hubieran vendido (si no, no se repartiría el premio) el importe de los premios repartidos ( 11 300 000€) representaría menos del 32% de  lo recaudado. Esta retención implica un negocio para el fisco del 68% al que hay que añadir lo que recauda de los impuestos que deben pagar cuando hagan la declaración de renta los afortunados que hayan recibido más de 20000€. Pagarán más los que más hayan ingresado por su trabajo durante el año.

Los premios del sorteo navideño se pueden cobrar el mismo día del evento, es decir, el 22 de diciembre y a partir de las 18:00 horas. Eso sí, dependiendo de la cuantía tendremos que dirigirnos a lugares diferentes, si es inferior a 2.500 euros en cualquier administración de loterías; si es superior, se deberá acudir a entidades financieras concertadas (BBVA, Santander, CaixaBank, CECA). Si por el contrario prefiere acercarse a una delegación territorial de L.A.E, sólo necesitará su DNI y el décimo premiado, para realizar su cobro, sea cual sea la cantidad.

En cuanto a la dolorosa, los premios inferiores a 40.000 euros están exentos de tributación, pero si gana un premio superior si deberá pagar en el IRPF. Si su décimo gana el Gordo (400000€), deberá tributar por 360.000 €. Por ello el banco en el que presente el boleto premiado le retendrá el 20% (72.000€) y sólo ingresará en su cuenta  328.000 € en lugar de los 400000€ que esperaba recibir. 

El año próximo, en la declaración del IRPF, deberá presentar una declaración por este “gravamen especial”  y allí según sus ingresos y rentas se determinará el importe final de la deuda tributaria  y deberá ingresar el importe correspondiente. Por ello, si son afortunados, cuiden de no gastárselo todo con la euforia y guardar algo, porque la AEAT el año próximo les reclamará lo suyo y con ustedes si será implacable.

Si han comprado Lotería, ¡qué tengan suerte! y si no la han comprado, no se la deseo porque ya la han tenido por adelantado.

Si no han caído en el engañoso, por no decir manipulador, slogan de la Lotería Nacional de cada año que viene a recomendarles con diferentes variantes: "Cambia tu suerte, cambia tu vida" y en lugar de jugar a la lotería y otros juegos de azar durante todo el año, han invertido ese dinero en un plan de ahorro durante toda su vida, cuando se jubilen y vean lo que han conseguido, si darán un gran salto de alegría.