domingo, 31 de enero de 2021
Okupación de alquiler: Entrada buena y fácil, salida lenta y dolorosa
jueves, 28 de enero de 2021
¡Noticia de última hora! El SARS-Cov-2 es MUY inteligente
Un grupo de «analistas políticos» han descubierto lo que todos sospechábamos: Pese a que los políticos nos han repetido hasta la saciedad que «juntos venceremos al virus», el coronavirus es muy inteligente y nos costará mucho derrotarlo.
Han llegado a esta conclusión después de constatar, entre otros, los siguientes hechos:
- De 7 a 9 de la mañana pueden ir a los bares sin problema y sin mascarilla. No se preocupen, el virus sabe que allí no debe atacar nunca.
- De 9 a 13 no vayan a los bares, porque en ese intervalo el virus sabe que podrá atacarse a usted y contagiarle. Eso sí, pueden quedarse en sus inmediaciones fumando o charlando con sus amigos, haciendo cola para comprar la lotería, un paquete de tabaco en el estanco, delante de la farmacia o delante del cajero criticando las comisiones que nos cobran los bancos.
- Desde la una a las tres y media, los bares y restaurantes pondrán todas las medidas de seguridad a tope y por tanto podrán sentarse tranquilamente y disfrutar en sus instalaciones. Eso sí, tendrán que hacer el vermouth, comer y tomarse el carajillo en un máximo de dos horas. Pasado ese tiempo, salgan pitando como la Cenicienta. Si han llegado tarde y toca cierre, tendrán que pedir que le pongan la comida en el tupper y salgan pitando del recinto antes de las 15:30. Ahora bien, se la pueden comer en el banco de enfrente con todos los que se encuentren en su misma situación, aunque no los conozca de nada; pero nunca use las sillas o las mesas de la terraza.
- A las diez de la noche (en algunas comunidades a las ocho, porque son más temerosos de Dios, perdón del SARS-Cov-2) todos a casa, hasta las 6 de la madrugada. Son las horas más críticas para que el SARS les contagie. En este intervalo de tiempo deben dejar via libre a los basureros, a las ambulancias, a los bomberos, a los repartidores, a los que limpian las calles y a todos los que trabajan de noche para que puedan ir a toda pastilla y puedan escabullirse del virus, como si de un Gremlins invisible se tratara.
- Las grandes superficies llevan tiempo cerradas porque allí está toda la tribu esperando. Dan salvoconductos para ir a las tiendas de alimentación o estancos situados en sótanos de esas grandes superficies, pero no para que pueda comprar cualquier otra cosa en otras tiendas con fachada al aire libre. ¿Será una recomendación para que compre todo on-line? A este paso las tiendas físicas se extinguirán pronto, como los dinosaurios.
- Los fines de semana, «todo cerrado» menos servicios esenciales. Enciérrese en casa y consuma virtualmente.
- No podemos salir del municipio, pero no se preocupen porqué si lo hacen, nadie les controla. De todas formas si la conciencia les reconcome y quieren autojustificar su falta, siempre pueden llenar un impreso de "autorresponsabilidad", marcar la casilla que les venga en gana y ya está. Si tienen tan mala suerte que le ponen una multa, no hay constancia de que nadie la haya pagado.
- No se le ocurra pasear o correr por ningún parque sin mirar constantemente a su alrededor por si acaso les acecha algún virus. ¿Recuerdan que al principio del «def-con» permanecieron cerrados?. Las autoridades municipales debieron pensar que los espacios con árboles y matojos eran la guarida de los SARS. O, tal vez sentían vergüenza de eu descubriéramos el pésimo estado de conservación en el que estaban. Claro es que barrer al aire libre no puede hacerse teletrabajando. En cambio, los primeros días de desconfinamiento, nos hicieron caminar todos juntos en hilera y por la misma acera. Supongo que lo hicieron para que, después de tantos días encerrados, se nos quitara el miedo a salir y los virus no se meterían con nosotros.
- Un año después, no paramos de oír or la TV que cada día se infecta más gente y que las UCI's se están llenando y nos piden que seamos autoresponsables y no nos reunamos mas de dos personas no convivientes. Los tríos quedan prohibidos. Sin embargo, para no nos deprimamos del todo, los políticos permitirán que nos desfoguemos asistiendo a sus mítines.🖕 Allí podremos aplaudirles y jalearlos con mucho ánimo y por supuesto «con todas las medidas de seguridad. Como fin de fiesta, el próximo día 14 permitirán que nos juntemos, todos los que queramos, en interiores. Será un sólo día de aventuras, durante once horas con las puertas abiertas y no sé si las ventanas también. En el momento álgido de la fiesta podremos… «introducir un sobre por una ranura». Aprovechando que nos van a ver a todos, (bueno, a todos no, pero si a muchos) podrían aprovechar para vacunarnos, pero entonces el SARS, que es muy inteligente, no pactaría la tregua para que pudiéramos celebrar esta fiesta cuatrienal.
MRC, una entidad sin ánimo de lucro (abundan por todo el territorio) publicó en su muro de Facebook una entrada titulada « El coronavirus intel.ligent » que me ha inspirado este post. Estoy de acuerdo con ella en que los señores y señoras políticos y todas las autoridades, «V palito» a la cabeza, parece que nos toman por tontos o imbéciles. Nosotros sabemos que no somos ni lo uno ni lo otro pero ¿qué podemos hacer?
Asistiremos a su fiesta o nos quedarnos en casa. Cada uno tomará su propia decisión, salvo los que hayan sido premiados con el honor de ser presidentes o vocales de las mesas electorales, que echan fuego por los dietes y con toda la razón.
sábado, 16 de enero de 2021
El IPC, la inflación real y la percibida... nunca coinciden
viernes, 15 de enero de 2021
Un gran negocio regulado que todos los ciudadanos sufrimos y del que unos pocos se aprovechan
Por si a alguien se le escapa, no es lo mismo vender pan o poner un bar que vender petróleo o generar electricidad; por eso en España hay más de 15.000 panaderías, casi 300000 bares y menos de una decena de petroleras distribuyendo crudo. Por otra parte, tampoco es normal que sólo tres empresas eléctricas (Endesa, Iberdrola y Gas Natural Fenosa) acaparen casi el 90% de la producción eléctrica nacional y se repartan el 'pastel' energético entre las tres.
Debemos recordar que todas las compañías energéticas españolas Iberdrola, Gas Natural Fenosa, Endesa, Repsol fueron empresas públicas que con la democracia se privatizaron. Las propietarias de las redes de distribución (Enagás y Red Eléctrica de España) siguen siendo participadas mayoritariamente por el Estado, que permite por ley que operen en régimen de monopolio (transporte de gas y de electricidad, respectivamente) para garantizar que la energía pueda llegar a todos los españoles aunque en muchos casos el negocio no sea nada rentable y genere muchas pérdidas. El 80% de los dividendos que generan las eléctricas van a parar a fondos de inversión extranjeros o Bancos con participaciones industriales como CaixaBank.
Lo que alucina a cualquier ciudadano es que a pesar de vivir en uno de los países europeos con más horas de luz solar, el 'mix' energético español siga siendo adicto al gas natural y al petróleo, dos recursos que España importa de países como Argelia, Arabia Saudí, Libia o incluso Rusia. No hablemos de la energía nuclear, 21% de la generación eléctrica en España, porque tiene muy mala fama y preferimos comprar a Francia energía generada en centrales nucleares que generarla nosotros. España es uno de los países con más horas de sol del continente, alrededor de 3.000 horas de luz plena al año, pero la legislación sigue primando otras fuentes, como la nuclear el carbón (17% y los mineros lo agradecen) o los ciclos combinados (el 10%), que usan gas natural importado de países como Argelia, Nigeria o Rusia que lo extrae de zonas sensibles y protegidas del Ártico ruso. Al mismo tiempo, se penaliza a los ciudadanos que invierten sus ahorros en placas solares con el «impuesto al sol» que el Gobierno ecologista todavía NO ha derrogado. Al contrario, el Gobierno, la patronal del gas (Sedigas) y las grandes empresas del sector están promocionando el gas natural, un combustible fósil contaminante que no tiene España, para convertirlo en una importante fuente de generación eléctrica y en el nuevo combustible de vehículos y de industrias.
Los gobernantes muestran más preocupación por ganarse un lugar bien remunerado en una compañía energética cuando dejen su poltrona política que por conseguir un sector energético estable, autosuficiente en la medida de lo posible y respetuoso, en lo posible con el medio ambiente.
En España ha habido 175 ex altos cargos políticos en los consejos de administración y en equipos directivos de estas compañías. A los principales medios de comunicación, que cada año ingresan una parte de los presupuestos millonarios en publicidad de estas empresas, sin importar su ideología no les gusta remover el tema. El PSOE y el PP aglutinan la mayor parte de las 'puertas giratorias', aunque en el juego también entran el PNV, ERC, CiU e incluso líderes sindicales de UGT y de CCOO, entre otros. Ninguno fue vetado por la Oficina de Conflictos de Intereses (OCI), el ente público encargado de impedir los nombramientos que puedan incurrir en incompatibilidades.
La ley prevé que los altos cargos públicos sirvan con objetividad los intereses generales y subraya que deben evitar que sus intereses personales puedan influir indebidamente en el ejercicio de sus funciones y responsabilidades. La Oficina de Conflictos de Intereses (OCI) se encarga "con plena autonomía funcional" de verificar las declaraciones patrimoniales de los altos cargos y debería alertar si detecta posibles incompatibilidades con los asuntos sobre los que decidan. También debería denunciar si se han enriquecido de manera injustificada y supervisar su actividad en los dos años posteriores a su cese; pero una cosa es la ley y otra cosa es aplicarla bien.
Lo lógico es que se designara al director del OCI por concurso de méritos, con unos requisitos técnicos y tan transparente como fuera posible, pero la designa el Ministro de Hacienda y la ratifica el Consejo de Ministros. ¿Entienden?
Además, la OCI tiene sólo dos funcionarios en plantilla y revisa pero NO verifica las declaraciones patrimoniales que hacen los altos cargos de la a¡Administración Pública. De los políticos y funcionarios de segunda fila ya ni hablemos, campan a sus anchas. Si les parece raro comprueben las propiedades que declaran los principales políticos. Si tienen tiempo vayan a por los de las autonomías y lleguen a los alcaldes y concejales de los ayuntamientos y podrán comprobar que declaran menos propiedades de las que tiene cualquier mísero trabajador. TODO es una gran MENTIRA que se permite en tiempos de democracia y transparencia. Y sin que nadie haga nada por desenmascarar ni penalizar adecuadamente esas incorrecciones o infracciones.
¿Por qué España sigue siendo dependiente en materia energética?
¿Porque se consume demasiado y no se quieren asumir los costes y problemas colaterales que ello conlleva?
¿Entendemos «qué se está pagando realmente» cuando una compañía «altamente regulada» contrata un alto cargo sin experiencia ni estudios relevantes en el sector?
Resumiendo:
La ciudadanía, como en tantos aspectos que atañen a la economía, está desinformada o mal informada y ello la incapacita para demandar/reclamar lo que realmente le interesa de los proveedores de servicios regulados por el Gobierno.
Nos cuesta admitir que muchos dirigentes no trabajan para garantizar el bienestar de los ciudadanos sino para garantizar el suyo propio, y el de sus amiguetes o grupos que los apoyan. Por este motivo nadie puede garantizar que las leyes (mejor o peor redactadas) se apliquen adecuadamente.
Este círculo vicioso es extremadamente difícil de romper sin un cambio social profundo que nadie está interesado en organizar ni impulsar con unas mínimas posibilidades de éxito.
Si se les ocurre alguna posible solución a este círculo vicioso, por favor compártanla abiertamente.
sábado, 9 de enero de 2021
¿Cómo hemos llegado a esta atípica cuesta de enero?
Ya han terminado las fiestas navideñas y típicamente ahora venían las rebajas y la "cuesta de enero". En cambio, este año ha venido una gran nevada y una ola de frío que nos ha hecho permanecer en casa. Lo que no han conseguido las autoridades lo ha conseguido, una vez mas, el general invierno.
martes, 5 de enero de 2021
Deberíamos relajarnos
Deberíamos relajarnos porque si seguimos así, nuestra salud mental peligra.
El clima pandémico, por sus implicaciones sanitarias, económicas, sociales y especialmente humanitarias, provoca en las personas una sensación de descontrol y mucha incertidumbre; e inevitablemente afectará más a las personas vulnerables, temerosas o aprensivas respecto a la importancia que dan a la salud.
La mayoría manejamos mal las amenazas evidentes contra nuestro bienestar, y un virus ante el cual no tenemos tratamiento es una amenaza para nuestra sensación de seguridad y control sobre nuestro futuro.
Aunque no lo parezca, las amenazas víricas son bastante más letales que una guerra o un régimen totalitario depurando opositores, y por tanto es lógico que nos preocupe la enfermedad Covid-19. Si además hay una percepción de una gestión mal coordinada, desordenada e ineficaz, la sensación de incertidumbre aumenta. En estas circunstancias es normal que las personas nos sintamos en general raras, desubicadas e inseguras.
No es que seamos neuróticos o hipocondríacos sino que no podemos creer que después de los cientos de millones de vidas que se han cobrado los virus a lo largo de la historia moderna, no haya un plan perfectamente coordinado, meditado y estructurado para gestionar este tipo de problemas que se vienen repitiendo cíclicamente desde hace cientos de años con mayor o menor intensidad, y diferentes formas clínicas. ¿Tan poca memoria tenemos?
Actualmente a una persona preocupada, asustada, insegura, nerviosa o muy inquieta por la incertidumbre de la situación actual no se la puede acusar de neurótica. Ya tenemos más de 60.000 personas fallecidas en España y seguimos... Por el momento no parece que vaya a frenarse, a pesar de que los dirigentes han tenido casi 10 meses para trazar un plan efectivo o al menos copiar uno similar al que usan en países donde la pandemia si está más o menos controlada, en similares circunstancias demográficas, donde parece que han fallecido muchísimas menos personas. No hablo de China cuya información no es fiable sino de por ejemplo Corea del Sur.
El malestar social es frecuente en todas las pandemias y tampoco podemos negar la evidencia de que los seres humanos tendemos a buscar culpables cuando las cosas se ponen mal. No avanzaremos nada poniéndonos muy nerviosos ante esta situación, pero NO hay motivos tangibles externos a nosotros que nos ayuden a calmarnos. Hemos de ser muy comprensivos, respetuosos y tolerantes, con el malestar de quién piensa que no se está gestionando bien la situación.
Las personalidades más flexibles y adaptativas sufren menos y llevan la situación con más solvencia. Por supuesto el que no se haya visto implicado en la muerte o enfermedad de un familiar cercano, o un bache económico-laboral grave, lo pueden llevar mejor, aunque si son responsables y están informados les normar que tengan sus miedos.
Nuestras autoridades no nos han dado motivos para confiar ciegamente en las cifras que nos dan, pero parece que hay un sobre-fallecimiento estatal de más de 60.000 personas respecto a otros años. Es como si todos los días se hubiera estrellado un avión repleto de pasajeros. Muchos cientos de miles se han visto afectados por el virus y han tenido que pasar por la inquietud de no saber en que iba a derivar su sintomatología clínica ante el proceso vírico.
Todas esas personas tienen familiares y todo eso tiene un importante sobrecoste emocional en la población general, sin olvidar el desgaste de las medidas restrictivas sobre nuestras libertades de movimiento o los confinamientos, pues nuestras fuentes de presión permanecen estables o aumentan, mientras nuestras fuentes de evasión se ven seriamente disminuidas.
Cuando el cerebro pasa mucho tiempo en estado de alerta ante la alta incertidumbre, es normal que muchos personas se sientan sobrepasadas e incapaces de aguantar la presión sostenida en el tiempo. Muchos se encierran en su caparazón y no saben ni como buscar ayuda, aparte de los que no se atreven a ir al centro de Salud u hospital porque tienen miedo o simplemente les dan largas para ser atendidos.
Los problemas, más allá de la saturación informativa, la frustración por no poder llevar una vida normal o por la percepción de lo descoordinado e ineficaz de la gestión de las autoridades, son los mismos que tenían las personas antes de la pandemia, en ocasiones un tanto atenuadas por el clima social, económico, sanitario y humanitario. No podemos olvidar que a pesar que se intenta que los hospitales no se desborden y que hay que sostener mínimamente la economía para que no se produzca una gran depresión, han fallecido más de 60.000 seres humanos que han dejado a sus respectivas familias, parejas, hijos, hijas, amigos, amigas, nietas, nietos, abuelos y abuelas. Y más que fallecerán en los próximos meses porqué nada a terminado.
Estamos viviendo amenazados de muerte por el virus y debemos tener permisividad con nuestras sensaciones de frustración, ira, tristeza o miedo porque son totalmente normales. Además la gestión de esta gran crisis arroja uno de los peores resultados del planeta, si bien no muy diferente del resto de democracias occidentales exceptuando tal vez a Alemania, Grecia o Portugal. Para gestionar emocionalmente la incertidumbre, sólo nos queda aguantar, resistir, ver lo que está en nuestra mano resolver o en que podemos colaborar. También podemos denunciar las inoperancias con ánimo de que los "gestores" rectifiquen y mejoren. Además nunca sobra proponer ideas para reducir las pérdidas de todo tipo en lo posible.
Parece que ya tenemos varias vacunas a punto de ser aplicadas. Continuamente están saliendo mejoras en los tratamientos que aminoran la letalidad del virus, pero mejorar la funcionalidad de las vacunas o descubrir un tratamiento definitivo NO está en nuestras manos. El modo de gestionar el avance del virus NO está en nuestras manos, mas allá de seguir las restricciones que se nos impongan las autoridades, o nos auto-impongamos siendo responsables de nuestro comportamiento y acciones para lo que hay mucho gap de mejora.
Que se reduzca la tensión política, económica o social NO está en nuestras manos, más allá de procurar estar tranquilos, no echar más leña al fuego (sin que eso signifique no pedir responsabilidades a los gestores públicos que no hacen bien su trabajo, ni a los grupos de personas que no se comportan bien), hacer nuestros números o procurar tener cuidado de no dañar nuestras relaciones familiares y sociales cercanas con discusiones insidiosas y cansinas que no conducen a nada.
Sin embargo, lo que sí está en nuestra mano es ahondar en la percepción del proceso, que será la herramienta que nos permitirá aguantar y ser más pacientes.
La pandemia es un virus que se ha extendido por el mundo haciendo un enorme daño humanitario, sanitario, social, político y económico. El que se resuelva y podamos continuar con nuestras vidas (no con la anterior que ya era muy mejorable) inevitablemente será un proceso de duración indeterminada, que dependerá mucho de la ciencia, de las industrias farmacéuticas y asociadas a la salud y a los gestores públicos. Eso llevará mucho tiempo, más cuanto menos colaboremos todos y peor se gestionen los recursos. Por ello debemos estar mentalmente preparados por si ese tiempo se alarga más de lo que deseamos o surjen inconvenientes durante el proceso que lo puedan entorpecer.
Debemos procurar permanecer lo más calmados posible e intentar tener perspectiva para no decaer anímicamente o agotarnos antes de que todo esto se resuelva positivamente, como así será. Es esencial estar correctamente informados visitando sitios científicos contrastados o escuchando a profesionales de valía y ética contrastada, ser realistas, ajustar las expectativas a la realidad y ajustar los gastos evitando despilfarrar. Ahora se ha podido comprobar lo útil que es planificar y «guardar algo» de lo ganado para subsistir durante las crisis.
Para que tengamos en cuenta a nivel particular los expertos recomiendan y parece razonable hacerles caso, lo siguiente:
— Procurar regularizar el sueño ayudándonos de lo que a cada uno nos funcione. Desde bajar el ritmo de procesamiento de información antes de irnos a la cama hasta el medicamento que recete el médico si no nos basta con otras medidas más simples para conciliar el sueño. De ese modo al día siguiente nos podremos sentir más “preparados” para afrontar lo que venga.
— Procurar mantener hábitos alimenticios mas o menos saludables, de cara a fortalecer nuestro sistema inmune, así como hacer algo de ejercicio aeróbico o anaeróbico moderado y sin brusquedades, porque sino ls agujetas nos impedirán ser regulares. Siempre escuchando al cuerpo y sin forzar en exceso. Evitar lesiones y en definitiva hacernos el menor daño posible es una manera en que podemos ayudar a gestionar el colapso de los centros de salud/hospitales y no poner en riesgo nuestra salud.
— Procurar estar en espacios ventilados, con distancia de 2-3 metros entre personas (tres siempre mejor que dos), cuidar nuestra higiene de manos (siempre limpias antes de tocarnos boca, nariz, ojos), así como usar mascarilla donde se recomiende. Así mismo, nos hará sentir mejor buscar espacios donde no haya gente alrededor y donde podamos respirar sin mascarilla para oxigenar nuestro cerebro adecuadamente. Pasear o correr por parques, montes o playas nos darán un aporte de energía extra.
— Restringir lo más posible la cantidad de "información no especializada", por ejemplo las soporíferas intervenciones de los políticos vía televisión, Internet, periódicos o radio acerca de la pandemia. Siempre y cuando observemos que nos saturamos o nos siente mal debemos hacer un "apagón digital" porque nuestro cerebro se agota de procesar toneladas de información desordenada, confusa, difícil de entender, repetitiva, rayando a veces la obsesión. En Catalunya sabemos mucho de eso.
— Mantener la calma y trasmitir positividad a las personas de alrededor y no únicamente quejas, críticas y preocupaciones, que en definitiva son “energía negativa”. Conviene que cada uno procuremos gestionar nuestro malestar. Si notamos que nos desbordamos o descompensamos, hagámonos cargo de nuestro malestar y no lo volquemos en nuestras relaciones cercanas de un modo crónico. Si nos sentimos desbordados, podemos consultar a profesionales de psiquiatría o psicología clínica. Ellos son expertos y se les puede exigir lo que no se puede exigir a parejas, familiares, hijos, amigos…
— Pese a la gestión mas o menos deficiente que hagan las autoridades nacionales y autonómicas, y a la poca colaboración de muchas personas, las vías de solución están en camino. Son los científicos los que van a descubrir la solución, que otros tendrán que desarrollar y debemos confiar en que todo va a ir bien; pero debemos mantener la calma y tener percepción de proceso a medio-largo plazo. Debemos ayudar a que las cosas vayan como únicamente pueden ir. Lo que tenga que suceder, sucederá cuando tenga que suceder, no cuando cada uno de nosotros deseamos, por más frustrados, nerviosos e indignados que nos sintamos. Por tanto calma y procuremos no entorpecer a los que trabajan para salvarnos o ayudarnos.
— Si bien expresar nuestra opinión o como nos sentimos en las redes sociales puede ser de ayuda para los que nos sentimos/pensamos de forma similar y aunque tengamos sobrados motivos, sólo deberíamos canalizar la ira en su debido momento y democráticamente. Si no estamos a gusto con como se están llevando las cosas, no nos queda otra que actuar cívicamente, con calma, tener presente los hechos (apuntarlos si la memoria reciente no es muy buena) y ya llegará el momento de expresar nuestro malestar colocando un voto en alguna urna. Cualquier otra actitud difícilmente va a redundar en un beneficio directo personal ni familiar.
— Si alguien entiende que la actitud de los gobernantes en esta pandemia se puede tildar de negligencia criminal, de imprudencia temeraria, o de impericia, debería denunciarlo en los tribunales. Cargar las tintas más de lo necesario sólo redundará en una cronificación o sostenimiento de la frustración en el tiempo, lo cual nos terminará agotando, sin que nada cambie. Nadie oye el ruido ensordecedor de las cacerolas mas que el que la toca, pero el que debería oírlas no las oye.
— Debemos ser permisivos con las emociones que sintamos en cada momento, pero siendo responsables con la gestión de estas para no hacernos daño más allá de lo normal o necesario, ni a nosotros ni a los de nuestro alrededor. Tenemos que intentar ser apoyos en lugar de cargas.
— En la vida diaria debemos organizar rutinas con las que nos sintamos cómodos. Así no nos preocuparemos tanto, pues ya nos hemos ocupado de qué hacer para estar ocupados y distraídos. Si solo nos preocupamos en lugar de ocuparnos en resolver lo que nos preocupa acabaremos mal de la cabeza.
— Cuando vienen crisis de este tipo, tenemos esperanza de que sean una oportunidad de crecimiento social. No tengamos grandes expectativas de que ello vaya a ser así. En realidad hay personas avispadas, que aprovechando el desconcierto usan estas crisis como una oportunidad para satisfacer determinados deseos personales. Actúan de forma oportunista para aprovecharse instrumentalizando a los demás para satisfacer determinados caprichos, que únicamente suelen redundar en beneficio del que los promueve y hace reaccionar a las masas a costa del perjuicio de la mayoría. Hemos de tener esto en cuenta y alejarnos del tumulto, intentando ver con claridad y espíritu crítico los acontecimientos que están sucediendo, huyendo de las «opiniones interesadas» que nos intentan vender como «información veraz» lo que es opinión manipuladora. Hemos de procurar no perder el temple y la moderación, aunque nos acusen de poco claros y equidistantes. Sin calma, sin saber estar y sin respeto por las opiniones de los demás pronto se empiezan a crear gigantes en lugar de molinos de viento y las profecías se autocumplen. Ver gigantes asusta, intimida, pone a las personas a la defensiva y definitivamente les sienta mal. La realidad es siempre compleja, se puede ver desde muchos puntos de vista, y reducirla únicamente a dos polos suele ser un trabajo que la propaganda de los populistas y extremistas realiza eficazmente. Deberíamos procurar que estos polarizadores no usen la situación de miedo, enfado y la incertidumbre producida por la pandemia para acrecentar nuestro malestar. En cuanto empecemos a sentir que nuestros contactos próximos o en las Redes sociales se exceden en su intento de «polarizarnos» y atraernos hacia «su extremo», debemos parar y calmarnos. Intentar detectar falsedades, analizar quién gana con el mensaje, relativizar y redimensionar los inputs a su adecuada dimensión. Así podremos relajarnos, sentirnos mejor y podremos observar las cosas con más perspectiva y espíritu crítico.
Cuando detectemos algún aumento de «conflictividad intrafamiliar» provocada por las fuentes de presión externas, debemos procurar atajarla inmediatamente. Todos estamos más presionados por lo mucho que se alarga la situación molesta, por la incertidumbre y por todo lo que nos «ata y nos impide actuar con libertad». Solo nos queda respirar hondo, calmarnos, ser mucho más pacientes de lo que somos habitualmente y tratar de que las cosas no se desborden.
También podemos hacer planes e ilusionarnos con ellos para ponerlos en marcha en cuanto podamos. Si finalmente podemos desarrollarlos, ya tendremos trabajo adelantado y si no, pues nos habremos distraído en el proceso.
Ánimo! Tenemos el resto de nuestra vida por delante. Aprovechémosla de la mejor forma posible.
lunes, 4 de enero de 2021
¿Inútiles o maléficos?
ANTICIPAR es tan importante que es lo más básico que deberíamos haber aprendido en esta crisis, y parece que los políticos-dirigentes ni mucha gente no lo han hecho.
He leído una entrevista a Belén Garijo que en mayo será Consejera delegada de Merck (multinacional Farmacéutica con 57.000 empleados) . Dice lo siguiente:
“Fui al partido Real Madrid-Barcelona con mascarilla. La gente me miraba como si fuera un marciano. El 27 de febrero lanzamos la primera guía para que la gente dejara de viajar. En marzo empezamos a hacer test a nuestros empleados en Alemania y a donar parte de nuestra capacidad diagnóstica a los entornos locales de las fábricas. Y con dos obsesiones: proteger a nuestros empleados y mantener la producción para que no hubiera desabastecimiento de medicamentos en ningún punto del mundo. Hemos visto lo mejor de nosotros mismos, la gente trabajando para otros, la colaboración entre competidores para liberar capacidad de producción para fabricar anticuerpos y vacunas. Hemos visto una industria que ha crecido enormemente.
A las farmacéuticas les pondría una matrícula de honor. También a los sanitarios. Máximo reconocimiento por la integridad, la profesionalidad y este compromiso que han demostrado la mayoría.
En cambio los Gobiernos han funcionado a diferentes niveles. En un momento cómo este nadie se debería distraerse mirándose el ombligo. Deberían tener una misión común, algo compartido que va más allá de sus intereses partidistas y particulares.”
Los políticos no han estado y siguen sin estar a la altura de lo que se precisa de ellos.
La gente de nuestra generación nunca se ha visto en unas circunstancias como las que hemos vivido en estos últimos meses. Muchos han colaborado y se han esforzado en sus trabajos mucho mas allá de lo exigible y han servido a sus conciudadanos. Otros han sacado lo peor de si mismos y han perjudicado la confianza necesaria que debemos tener los unos con los otros para hacer que la sociedad progrese.
Seguramente muchos que se dedican profesionalmente al mundo de la política entienden que progresar es subirse el sueldo, prometer muchas cosas que nunca cumplen y medrar en su silla el mayor tiempo posible porque fuera de su entorno nunca han demostrado ser capaces de ganarse la vida ni de subsistir por méritos propios y honestos. Se rodean de personas que les dicen “SI”, viven muy cómodos, cobran buenos sueldos, dietas, beneficios extras. Todos pillan algo y siguen extrayendo pero los resultados de su gestión son mediocres o malos. Están muy lejos de encontrar el equilibrio entre las aspiraciones personales y la eficiencia de liderazgo y servicio que requieren los cargos para los que fueron elegidos. No predican con el ejemplo. No se marcan objetivos claros ni se hacen cumplir con firmeza. No hay transparencia ni integridad en su gestión. No entiende que “progresar” es hacer “cosas buenas” para la sociedad, no solo para si mismos.
En lugar de poner trabas e intentar igualar por abajo los políticos deberían potenciar el talento y facilitar el progreso de la ciudadanía. Los votantes deberían salir menos a la calle a protestar y deberían instruirse y razonar más, trabajar, aportar, involucrarse en las soluciones y colaborar de forma constructiva y adecuada.
Si los políticos dejaran de mirar atrás y echarse la culpa unos a otros, y tomaran decisiones apoyándose en sus colaboradores mas inteligentes y no en los aduladores de los que suelen rodearse) podrían arrogarse parte del mérito y los ciudadanos se lo agradeceríamos en lugar de despreciarles.
Las circunstancias que nos rodean son volátiles, impredecibles, y todos somos enormemente vulnerables. Por ello deberemos estar todos preparados. Los mejores en cada campo al frente y los demás apoyándoles y haciendo nuestro trabajo, o al menos no estorbando.
Los sanitarios han hecho lo que han podido desde el primer momento de pandemia. Diez meses después todavía se ven faltos de apoyo y de medios. Están cansados y artos de tanta incompetencia directiva. Algunos han tirado la toalla y otros resisten por convicción propia pero enfadados con los que les dificultan su trabajo y no los apoyan como deberían.
Los científicos han creado unas vacunas en tiempo récord. Las multinacionales farmacéuticas las han producido. Los políticos y los gestores públicos deberían cuidar de que lleguen a la mayor parte de la población cuanto antes para que todos tengamos más probabilidades de inmunizarnos contra el virus y poder seguir con nuestra vida cuando antes.
Los políticos y gestores públicos sabían que las vacunas iban a llegar en algún momento. Tuvieron muchos meses para prepararse, para hacer planes, para organizar…
Las farmacéuticas ya van enviando vacunas. Pronto enviarán muchas más. ¿Ya tienen suficientes “congeladores” para almacenarlas?
¿Han previsto los medios logísticos?
Hace un mes, cuando informaron de que las vacunas ya estaban en camino y hubo una gran alegría mundial y las bolsas subieron algunos chistosos advirtieron de que no se olvidaran de las jeringuillas. Parece que no iban desencaminados en su falta de confianza.
¿Ya tienen suficientes profesionales ENTRENADOS para inyectar las vacunas?
Si pretenden inmunizar al 80% de la población (6 M de personas en Catalunya) antes de que llegue el siguiente otoño (9 meses) deberían poner más de 44000 vacunas al día (dos dosis decaladas por persona).
¿Ya tienen previsto cuanto personal preparado debe vacunar? A grosso nodo se precisarían unos 1000 vacunadores por día trabajando ocho horas y sin fallos.
¿Ya tienen bien organizado a quién, cuándo, y donde vacunar?
Por desgracia para nosotros parece que NO.
He leído que el ministro de Sanidad ha subcontratado el plan de vacunación en España por 1,5 millones de euros a las multinacionales Indra y Accenture como coordinadores. Mientras, se presenta como candidato a unas elecciones en plena pandemia y habla de su apuesta por lo público.
Por ahora se han puesto sólo el 6% de las vacunas recibidas. En Madrid y en Barcelona han sido igual de ineficaces.
Llevábamos 10 meses esperando una vacuna. Ya la tenemos y ahora no las ponemos. ¿Porqué?
¿No hay profesionales entrenados para ponerlas? ¿Porqué?
La transparencia sigue ausente. Nunca informaron sobre los infectados o los muertos reales y ahora siguen sin informar sobre cuántas personas se vacunan.
Valdría más que los políticos se ahorraran tantas comparecencias soporíferas, diseñaran mejor los protocolos y planificaran mejor.