miércoles, 28 de febrero de 2018

La adrenalina gana la batalla

El peligro, el riesgo, nos acompaña desde siempre y llevamos miles de años gestionándolo. Cuando olemos “peligro” a nuestro alrededor, nuestros instintos toman el control. Estamos programados para responder, nuestros actos se tornan “reflejos”. El problema es que ni los riesgos son hoy tan evidentes como antaño ni la respuesta correcta es tan intuitiva. Ya no se trata de huir para salvar la piel o luchar cuando estamos acorralados.
Hoy en día, vivimos en sociedades estructuradas, organizadas, donde los riesgos físicos se han eliminado casi en su totalidad, donde otros se la juegan por nosotros (Policía, Bomberos, Ejército…) y otros toman decisiones que nos correspondería tomar personalmente, asumiendo la responsabilidad correspondiente. Diversas normas nos protegen de nosotros mismos, como los límites de velocidad, los semáforos, la regulación farmacéutica, las normas de construcción, la protección al consumidor… Incluso nos auto-avisamos de riesgos evidentes… el “Mind the Gap” de los ingleses. Bueno, tal vez no tan evidente ahora que muchos van absortos mirando su móvil y aislados del mundo con sus auriculares.
¿Cuál puede ser esa respuesta no tan intuitiva? ¿Cuál es la advertencia, el “Mind the Gap” verdaderamente crítico, a día de hoy? Pensemos en las intervenciones médicas, en la inversión de nuestros ahorros, en las decisiones políticas que debemos tomar.
A todos se nos presenta, antes o después, la toma de una decisión médica: ¿Me opero o no me opero?. La operación o el tratamiento puede salir bien, regular o mal. Igual que la inversión de nuestros ahorros o las decisiones que toman los políticos que hemos votado.
En medicina la incertidumbre se debe a que no hay dos pacientes iguales, ni la enfermedad o lesión será exactamente igual en diferentes pacientes. Seguimos dependiendo en gran medida de las probabilidades.
En inversión están el dinamismo de los negocios en que invertimos y el factor humano del mercado. Cuanto mejor sea nuestra calidad de vida antes de la operación, o cuantos más ahorros invirtamos, más podemos perder y más riesgo asumimos.
Podemos definir “riesgo” como “la posibilidad de un RESULTADO NEGATIVO PERMANENTE”; y la medida del riesgo que asumimos es “CUÁNTO SE PUEDE PERDER”. El secreto está en trazar un plan, anticiparse a los acontecimientos; nada que ver con predecir el futuro.
Lo primero que debemos preguntarnos, y tal vez lo más importante, es: ¿qué pasa si no invierto, si no me opero o si no sigo votando lo mismo que antes? Nuestro refranero es sabio…y dice que “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Tal vez se pueda esperar a que en el futuro surjan mejores técnicas, mejores oportunidades de inversión y mejores tiempos con una sociedad más proclive a ciertos cambios sociales. A menudo, lo más difícil es precisamente ¡no hacer nada!
El problema es que algunos piden más adrenalina. No se si por diversión, por alcanzar la gloria, por orgullo, por simple cabezonería o por irresponsabilidad.
La siguiente pregunta que deberíamos hacernos es: ¿qué es lo peor que puede ocurrir si me opero, si invierto o si sigo adelante con mi plan? Y la última, debería ser: ¿qué es lo que dicen que va a suceder si me opero/invierto/sigo con mi plan, y cómo es de probable que suceda? (Evidencias pasadas de sucesos en circunstancias similares)
A veces la respuesta es evidente: si no me opero mi vida corre peligro, y si me opero viviré. O, si no invierto y mantengo los ahorros debajo del colchón o en la libreta de ahorros pierdo con la inflación, y si invierto es una “apuesta segura”. O si “suspendo” mi plan inicial, parece que mi honor queda mancillado, aunque la verdad es que asumo que no estaba preparado y debo reorganizarme y acumular más fuerza y apoyos; y si sigo adelante ¿puedo llegar a conseguir el objetivo (¿el soñado?) con un coste asumible?.
En base a lo anterior trazaremos un plan A, y siempre un plan B. Tal vez algunos más. Casi todos los casos reales no son blancos o negros puros, tienen facetas grises. Lo que siempre deberíamos asegurar es reducir a la mínima expresión el riesgo de las pérdidas permanentes.
En medicina sólo los casos desesperados justificarían riesgos de pérdida permanente –la apuesta es sobre la “vida”, el 100%. Y como mucho se puede alargar la vida, pero no ganar otra. No hay plan B posible.
En inversión el riesgo puede ser una unidad, el 100%, y la recompensa puede ser el 20%, 50%, o tal vez más… Como regla general tampoco en inversión se debería aceptar el riesgo de pérdidas permanentes. El mercado suele ser eficiente y ganancias extremas a menudo serán una lotería (o un fraude).
En los cambios sociales forzados puede haber avances, pero también retrocesos. Tenemos ejemplos recientes cercanos.
Una vez tomada la decisión llegamos a otro momento crítico: el postoperatorio. Días buenos y días malos… A veces parece que todo salió bien, como dice el médico, como defiende el gestor de la inversión o como vocean los políticos en sus discursos-propaganda. Otros días son muy malos, nos duele todo, el progreso es tan lento y desesperante… Nuestra inversión baja, o parece estancada. En vez de avanzar hacia la tierra prometida parece que hayamos retrocedidos varios años y muchos kilómetros. Sería ideal que el médico, el gestor y el político nos hubieran explicado también esta parte: la VOLATILIDAD, las posibles consecuencias adversas del proceso y del camino a recorrer hasta llegar a la tierra prometida.
Si hay “datos objetivos, contrastados y probados” y el médico o el inversor piensan que todo sigue en su sitio, entonces el resultado final debería ser el esperado, todavía se estaría cumpliendo el plan A. En este caso favorable, la volatilidad a corto plazo es molesta, pero no afectaría al resultado final. A no ser que el PACIENTE “pierda la paciencia” y abandone la fisioterapia/tratamiento/inversión/ilusión, antes de tiempo. De ahí lo del “largo plazo”, hay que saber (y poder) perseverar si hace falta. Lo que no se debe bajo ningún concepto es perder el “capital” ni la respetabilidad ni la confianza en el camino, porque si así sucediera ya no habría nada que mejorar y ningún “paraíso” al que llegar.
Para soportar la volatilidad, el postoperatorio, la travesía del desierto, hacen falta dos cosas: PACIENCIA Y CONFIANZA de que se sigue en el buen camino. Algunos son mejores que otros en esto, tienen mejor carácter. Pero no es fácil, y toda ayuda es bienvenida. Igual que los futbolistas que se rompen un tendón y vuelven a jugar en 6 meses gracias a sus médicos y sus fisioterapeutas. También en inversión —¿qué inversión colectiva es mayor que la del futuro de tu país?— hay que intentar rodearse de los mejores, los que tienen carácter y sentido común, los que trazan un buen plan, miden los riesgos (las pérdidas potenciales) y aceptan sólo los que son razonables y mayoritariamente asumibles. ¿Tenemos en nuestro entorno ese tipo de políticos y dirigentes? ¿Podemos elegir a los mejores? ¿Lo hemos hecho? ¿Podemos confiar en ellos?
¿Han trazado un buen plan, en base a riesgos medidos antes de aceptarlos, rechazando en lo posible pérdidas permanentes para el país y para la mayoría de la ciudadanía?.
¿Hemos entendido todos (los dirigentes antes que nadie) que “volatilidad” (altos y bajos) no es lo mismo que riesgo?.
¿Tienen los dirigentes, y tenemos la mayoría, suficiente paciencia y confianza para continuar con el plan trazado?. ¿Se ha buscado, encontrado y conservado la ayuda de “gente capaz, sensata y de confianza” (ganada a lo largo de sus trayectorias profesionales pasadas)? 
Si se evita tomar decisiones equivocadas (y letales) en medicina. Si se evita, en el mundo de la inversión, perder el capital o endeudarse irresponsablemente. Si se consigue mantener un amplio porcentaje de la población entusiasmada con un proyecto social, se puede intentar continuar desarrollando el proyecto con otro plan B. De otro modo es dirigirse irresponsablemente hacia el abismo. No sólo por la incompetencia técnica de los líderes del proyecto, sino también porque incompetencia es no valorar adecuadamente la “potencia de las fuerzas antagónicas” que harán “todo lo que esté en su mano para hacer fracasar ese proyecto”. La culpa puede que sea de “los contrarios”, pero hay que valorar y tener en cuenta el impacto de esas fuerzas.
Veamos el “ejemplo del MWC”. El Gobierno emitió un comunicado en el que decía que “el hecho de que las autoridades catalanas no saludaran el rey a la puerta del Palau de la Música pone en riesgo que Barcelona pueda seguir albergando en el futuro un evento global de tanta importancia". Es verdad que los operadores internacionales de cualquier evento quieren estabilidad, pero si alguien tiene poca credibilidad para exhibirse como garantía de estabilidad en Cataluña es el gobierno español. Recuerden las imágenes que ha visto todo el mundo sobre las cargas del 1/Oct, el corredor Mediterráneo aprobado por Europa y que se resisten a construir si no pasa por Madrid, la negativa a permitir conexiones internacionales en el aeropuerto del Prat, etc. Todas estas políticas del Gobierno de España son ejemplos de cómo el Gobierno de España pone trabas al desarrollo de la economía catalana, aunque a pesar de ello, Catalunya siga siendo todavía la locomotora que más tira de las exportaciones internacionales de toda España.
Siempre que los “símbolos” (rey, Gobierno, bandera, himno,…) son contestados, las instituciones sufren. Por ello es obligación de los que representan las instituciones, sobre todo si presumen de demócratas, preguntarse cuales son las razones de la contestación; sobre todo si esta es persistente en el tiempo y ampliamente secundada. 
Por supuesto que deben defenderse y respetarse las leyes democráticamente redactadas hasta que no se legisle otra que la sustituya, pero las leyes son interpretables y las medidas que un gobierno toma para intentar resolver un problema a veces sólo consiguen empeorarlo o cronificarlo. 
Para defender la Constitución y mantener unida España, el Gobierno estimó adecuado enviar diez mil policías a Catalunya para “mantener el orden” e impedir que votaran democráticamente más de dos millones de personas que llevan años manifestándose pacíficamente. Estas personas no sólo no fueron escuchadas sino que fueron despreciadas. ¿Cómo puede comparar el golpe militar (23F), donde guardias civiles entraron en el Congreso con metralletas y pistolas, tanques en las calles de Valencia y tropas acuarteladas, con más de dos millones de ciudadanos pacíficos intentando votar en un referéndum, con urnas y papeletas en las manos? Hacer un discurso excepcional con la imagen de Carlos III agarrando un bastón, sin una sola palabra de empatía para esas personas, ¿es una defensa inteligente de la Constitución?. 
El Col.lectiu Praga ha denunciado al comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, vulneración de derechos humanos en Catalunya por parte del Estado español durante la jornada del referéndum del 1-O. Seiscientos cincuenta juristas de toda España han suscrito la denuncia. Aún así parece que los miembros del Gobierno y muchos políticos creen que han actuado conforme a la ley y están dispuestos hacer todo lo que esté en su mano para lograrlo. Han dado pruebas reales de que están dispuestos a todo y del poder que tienen para hacerlo.
Todos y más los catalanes deberíamos recordar la desgraciada historia del Estatut de Catalunya votado por todos los catalanes pero “cepillado” por el Tribunal Constitucional. No se puede decir que los dirigentes catalanes, al menos hasta los últimos meses, no hayan hecho las cosas de acuerdo con la ley. ¿Porqué algunos dirigentes unionistas ponen tanto empeño en no valorar ni respetar la plurinacionalidad en España? Su histeria anticatalana siempre se termina volviendo contra España, haciéndola más pequeña. Todos saben lo que significa Catalunya y su capital Barcelona desde hace siglos: por Barcelona entraron en España la prensa, la radio, la televisión, el ferrocarril, las autopistas y, desde hace años, las novedades relacionadas con la telefonía móvil. Algunos quieren que entre también la República. No lo han conseguido aún pero no olvidan su empeño. Otros se resisten con todas sus fuerzas y el poder que controlan.
Así las cosas parece lógico concluir que si alguien quiere comprar un boleto de lotería, ponerse un piercing, comprar dos o tres bitcoins, o hacer algún experimento con gaseosa, no pasa nada; eso es diversión. En cambio, si se quiere emprender una “empresa importante” que precise tomar decisiones transcendentes y más si afectan a millones de personas, hay que tener mucho cuidado, ser muy responsables y haber diseñado más de un plan… y más de dos, para llevarlo a cabo. No hacerlo así es una grave irresponsabilidad por parte de los dirigentes y de sus seguidores.
No necesitamos “más de lo mismo”. No necesitamos más peleas fratricidas ni confrontación. Necesitamos líderes auténticos, singulares, empáticos que sepan y quieran dialogar, capaces de formar equipos que trabajen honestamente para provocar el cambio a mejor en una gran mayoría de ciudadanos y por extensión en la nación. Si los políticos que se presentaron a las elecciones y salieron elegidos no son capaces de recuperar la confianza de la mayoría de la ciudadanía en la clase política, seguiremos empantanados por los siglos de los siglos y cada vez será más difícil recomponer los platos rotos.

lunes, 19 de febrero de 2018

La ley de Parkinson

Os habéis fijado que muchas personas son más productivas trabajando para otros que para ellos mismos. No es sólo la presión social que les impulsa, también influye autoestablecerse un objetivo claro y una fecha límite para alcanzarlo.
Hay personas en la Universidad que estudian libros en una noche, pero luego se pasan años completos intentando terminar su doctorado (lo hacen poco a poco sin imponerse plazos estrictos).
En todas las empresas hay empleados hiper-productivos, pero no logran empezar su propio negocio. En el primer caso, para conseguir sus objetivos o cobrar su plus, el jefe les pone una fecha límete y les da recursos limitados. En el segundo, piensan que “ya empezarán cuando salga una buena oportunidad”. Y… no sale nunca.
Cuando hay recursos limitados encontramos creatividad, energía, recursos y foco. Eso implica fechas límites y también presupuestos límite.
Una derivada de la Ley de Parkinson dice: “El trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para que se termine”. Muchos trabajadores-burócratas la practican superlativamente. Una cultura burocrática fomenta la creación de subordinados y de trabajo de forma innecesaria.
Aún mirándolo por el lado bueno, el trabajo y los plazos d entrega se alargan debido a nuestra tendencia a procrastinar y a complejizar las tareas cuando más tiempo tenemos para completarlas. Veamos dos escenarios para visualizar lo comentado.
Administración del tiempo-Escenario 1:
Supongamos que se nos asigna una tarea, y tenemos toda una semana disponible para completarla. Los primeros dos o tres días damos algunas vueltas. Queremos hacerlo bien, así que googleamos bastante y nos empapamos del tema. Luego empezamos a esbozar cómo se va a ver; pero no nos convence, así que le hacemos cambios. O borramos y volvemos a empezar.
Si darnos cuenta, nos encontramos con que nos falta un día, y recién tenemos la estructura. Completamos rápidamente la estructura, solucionamos las dudas y terminamos. No tenemos tiempo para más. Nos lamentamos de lo rápido que ha pasado el tiempo.
Administración del tiempo-Escenario 2:
Se nos asigna una tarea de igual complejidad a la del escenario 1, pero se nos da un solo día (1/5 del escenario 1) para completarla. 
Investigamos rápido, buscando lo esencial. Dos horas después estamos armando una estructura. Aunque no es perfecta, pensamos “¿qué es perfecto en esta vida?” y seguimos adelante. Empezamos a completarla, salteamos las dudas innecesarias y terminamos.
En la práctica, en el segundo escenario hemos conseguido aproximadamente el mismo resultado que en el primero, solo que en una quinta parte del tiempo. ¡Hemos multiplicado nuestra productividad por 5!.

¿Os ha pasado alguna vez que aparcáis el coche peor cuanto más espacio tenéis disponible en el parking?.
¿Os habéis fijado que a la mayoría de personas con salarios altos también les es difícil llegar a fin de mes y que tienen pocas propiedades e incluso deudas? Os recomiendo que miréis las declaraciones de los principales políticos y veréis las pocas propiedades que declaran a pesar de sus sueldos. Parece que a los que tienen buenos sueldos  les es más complicado ahorrar para intentar conseguir su “libertad financiera”. 
Pues aunque parezca extraño, eso es normal. Según la Ley de Parkinson el gasto siempre tiende a expandirse hasta que alcanza la totalidad de los ingresos. Por ello, los que ingresan 5000€ podrían ahorrar más fácilmente que los que ingresan 1000€, pero en la práctica, no sucede así. (No se alarmen, la solución no es aumentarles el sueldo).
Para entender mejor esta paradoja y otras podemos tener en cuenta otras derivaciones de la “Ley de Parkinson”: 
“El trabajo se expande hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización”. 
“Los gastos aumentan hasta cubrir todos los ingresos”. 
“El tiempo dedicado a cualquier tema de la agenda es inversamente proporcional a su importancia” (o ley de la trivialidad).  (Si han asistido a alguna reunión de la comunidad de vecinos verán el tiempo que se pierde en discutir temas triviales)
Si queremos disparar nuestra creatividad y nuestra productividad, lo mejor es auto limitarnos responsablemente la cantidad de tiempo y de recursos disponibles para completar cada tarea.
La Ley de Parkinson es una herramienta para analizar nuestras tendencias naturales y contrarrestarlas responsablemente. Es una forma de ser más inteligentes en el manejo de los recursos disponibles y optimizar nuestro tiempo.
¿Tendrás en cuenta la "Ley de Parkinson" a partir de ahora?

martes, 6 de febrero de 2018

Todo el mundo puede ahorrar…

… aunque la mayoría no sabe como hacerlo y prefiere negar que es posible hacerlo incluso con su sueldo siempre insuficiente. 
¿Cuántas veces hemos oído excusas como… el dinero no me alcanza, tengo muchos gastos, la vida está muy cara, las mensualidades del colegio subieron, con el sueldo pírrico que cobro es imposible ahorrar nada…? 
Primero de todo debemos entender que la libertad siempre suele ir asociada, de forma inseparable, a la responsabilidad. El reconocimiento de la incertidumbre en la vida no es agradable. Hoy estamos bien, mañana no se sabe… Como las personas necesitamos un cierto grado de seguridad, la incertidumbre nos produce miedo. Cuando aparece alguien que nos inspira confianza (aunque sea ficticia) porque parece que entiende nuestros anhelos o nuestros miedos, tenemos tendencia a seguirle. Los políticos lo saben muy bien y nos suelen decir lo que queremos oír para que les “sigamos” automáticamente. 
Tenemos tantas ganas de que lo que nos prometen sea cierto, que a pesar de saber que nadie nos puede asegurar el futuro individual y muy poco el colectivo, a menudo nos dejamos subyugar por sus cantos de sirena. Cuando chocamos con las rocas, le echamos la culpa a lo que sea y seguimos atentos a sus cantos tan cautivadores como falsos. 
La naturaleza es incierta y azarosa, nos gusta porque venimos de ella y formamos parte de la misma, pero no tiene ni voluntad ni ningún plan conocido… Ocurren hechos sin que los humanos podamos controlar eficazmente su desarrollo. 
Nuestra fragilidad solo puede ser aliviada por la solidaridad y el amor entre las personas, empezando por las cercanas; sin olvidar que nuestra actitud personal y responsable es fundamental para conseguir nuestros objetivos. Si esta falla o disminuye, entonces estamos a merced del azar en su forma más escalofriante. 
Todos conocemos a personas que se lamentan de que no pueden llegar a fin de mes; más en el ultimo decenio en el que la crisis económica nos ha visitado después de unos años de boom inmobiliario en el que la mayoría de los españoles nos considerábamos millonarios por el echo de haber comprado una casa (a pesar de que muchos la tenían hipotecada y en realidad la casa era del banco). 
A la mayoría nos gustaría ser libres financieramente y para conseguirlo compramos lotería de Navidad, cupones de la ONCE, boletos de la Primitiva y más si el bote está lleno. Sabemos que de esta forma es muy difícil conseguirlo, pero nos aferramos a esa ilusión. Lo de ahorrar es una palabra que, desde pequeños, siempre hemos oído pero que dejamos de hacerlo cuando rompimos la hucha. 
La mayoría de las personas, cuando cobran su salario, salen disparados hacia la “gran superficie” para realizar la compra mensual, pagan el alquiler/cuota mensual de la hipoteca, luz, agua, gas teléfono electricidad, los pagos de las tarjetas de crédito, etc. Si sobra algo, tal vez lo ahorran. Casi nunca queda nada para ahorrar, eso si la cuenta no está en números rojos. 
Si de verdad quieres ahorrar cada año, el secreto es empezar a “preahorrar”. Kiyosaky en sus bestsellers recomendaba: “págate primero a ti mismo”. Es la misma idea que preahorrar. Para ello basta que abras una cuenta de ahorro y el mismo día que te ingresen la nómina, ordenes una transferencia de la cantidad mensual que quieres ahorrar a tu cuenta de ahorros. De esta forma ahorrarás de manera automática a principio de mes y el hecho de tener menos dinero disponible en tu Cuenta Corriente, te motivará a encontrar los mejores trucos para optimizar tus gastos. 
Lo mismo deberías hacer cuando recibes un aumento de sueldo en el trabajo, cobras un plus, una paga doble o un ingreso extra con el que no contabas. 
A la mayoría de personas les pasa que, al encontrarse con más dinero en el bolsillo, su nivel de gasto sube inmediatamente y se adapta al nuevo nivel de ingresos. Empiezan a “necesitar” cosas que antes ni imaginaban poseer: un coche nuevo, una cena en ese restaurante de moda, la suscripción al gimnasio... Una lista interminable. Esta espiral del gasto creciente les atrapa independientemente de si tienen un nivel de sueldo alto o bajo. Cuanto más altos son los ingresos la “lista de deseos” sube de valor. 
Una forma muy sencilla de romper la espiral del gasto creciente es preahorrar las subidas de sueldo. Como el dinero de la subida no llega a tu bolsillo, nunca tienes la tentación de aumentar tu nivel de gasto y ahorras sin precisar ningún esfuerzo de voluntad. 
Durante los diez primeros años de vida la laboral de las personas es frecuente que su sueldo llegue a doblar lo que recibía cuando empezó. Utilizando el truco de preahorrar las subidas de sueldo te resultará muy fácil llegar a ahorrar todos los meses una cantidad considerable sin ningún esfuerzo. 
Si te llega una una subida de sueldo o mayores comisiones de ventas, como estás acostumbrado a vivir con el nivel de salario anterior, puedes utilizar el incremento para pagar por adelantado un préstamo personal y la hipoteca de tu casa. 
Si tienes tus necesidades básicas cubiertas, los caprichos que te puedas permitir con el nuevo sueldo no te compensan frente a la satisfacción de quitarte todas tus deudas con mayor rapidez.
Si has tenido la buena idea de no endeudarte, invierte tus ahorros (los de tu libreta de "preahorro") para que el dinero trabaje para ti. Hazlo con prudencia y busca el mejor asesoramiento independiente que puedas encontrar y permitirte. No busques gangas y huye de las promesas de alto rendimiento. Nunca han existido duros a cuatro pesetas, ni ahora existen negocios espectaculares de alto rendimiento esperando a que alguien los comparta contigo gratuitamente. 
Cuando pensamos en gente millonaria, a nuestra mente llegan imágenes de Ferraris, champagne, yates con pista de aterrizaje para helicóptero y relojes de oro. Esta imagen proviene de las películas tipo “50 sombras de Grey”, ¿cuál es el motivo? La gente corriente, con hábitos comunes, no suele interesarnos y son estos “personajes” histriónicos los que nos llaman la atención y hasta nos deslumbra soñar con sus excentricidades. 
De vez en cuando oímos hablar de algún millonario un poco extraño, como es el caso de Warren Buffett, una de las mayores fortunas del mundo, que, sin embargo, conduce un viejo coche al trabajo. Lo mismo pasa con Carlos Slim, durante años el hombre más rico del mundo y que se ha negado a vestir un reloj de lujo y es autor de célebres frases como “Soy sobrio y mis hijos también, por gusto, por convicción, no por disciplina”. ¿Saben que el propietario de Ikea que se pasa todo el día trabajando en los almacenes de sus fábricas como un empleado más?. Cuando oímos hablar a personas así creemos que son una rareza: ¿Millonarios y espartanos? ¡Eso no puede ser verdad! 
La mayoría de los millonarios siguen el modelo de Warren Buffett: beben cerveza, no champagne; lucen relojes de cuarzo y conducen coches sencillos, nada que ver con Ferraris o BMW último modelo. Es más, el estudio de Stanley y Danko concluyó que un nada desdeñable 37% de ellos conduce coches de segunda mano. Las personas que conducen coches de lujo o últimos modelos necesitan mostrar su estatus a los demás. “¡Fíjate, he tenido éxito en la vida!”. Salvo raras excepciones, las personas que conducen estos coches tienen altos salarios pero baja libertad económica. 
Muchas veces nuestra sociedad de consumo nos intenta convencer de que para ser felices tenemos que comprarnos una casa más grande, un coche más lujoso o viajar a un destino más exótico. En el fondo todos sabemos que es una gran mentira, pero a demasiadas veces nos dejamos arrastrar por lo que hacen los demás. El truco “Ten peor coche que tu vecino” te ayuda a no dejarte engañar y a utilizar tu dinero en lo que “de verdad” te hace feliz a ti. 
Un consejo para ponerlo en práctica es que cuando vayas a comprar cualquier artículo por encima de 100 euros párate un segundo, ¡Olvídate de lo que tienen los demás! y pregúntate a ti mismo: 
. ¿De verdad lo necesito y comprármelo me hará mucho más feliz? 
. ¿Necesitas un “XXXXXXX” así tan caro para usarla un par de veces al año? 
. Si la respuesta es sí, entonces pregúntate: ¿No es mejor comprarlo de segunda mano? 
. Si finalmente decido “comprar” ¿Puedo pagarlo al contado o necesito un crédito personal o pagarlo a plazos? ¿Sabes cuáles son los riesgos de endeudarte? 
Todos los días la televisión, la radio, los periódicos, Internet... en todos los medios de comunicación imaginables nos bombardean con mensajes publicitarios ofreciéndonos facilidades de pago: “Compra ahora y no pagues hasta septiembre” o “Te lo financiamos al 0% de interés durante los seis primeros meses”. Puede parecer que todo son ventajas pero hay que tener en cuenta los tres grandes peligros de endeudarte: 
 Gastas más de lo que necesitas. Con esas financiaciones consiguen hacer que compres más cosas de las necesarias. 
 Te cuesta mucho más dinero que pagar al contado, ya que tienes que pagar los intereses. 
 Te conviertes en esclavo del dinero por la necesidad de hacer frente a los pagos mensuales… 

¡Adiós a tu libertad financiera!

Una forma fácil de saber cuan libre eres, financieramente hablando, es calculando el número de meses que puedes vivir sin reducir tu nivel de gasto si hoy mismo dejaras de ingresar por tu trabajo. Es una cifra sencilla y, sin embargo, tiene una gran importancia. Tu libertad financiera mide el tamaño de tu “red de seguridad”, de tu colchón financiero si hay imprevistos, si las cosas van mal o si quieres emprender una nueva aventura profesional. 
Si tu libertad financiera es de sólo 6 meses, tu red de seguridad es muy pequeña. Es como tener una Espada de Damocles sobre tu cabeza en todo momento. Sabes que si te equivocas, si un día tu empresa va mal y te echan, o si tienes cualquier problema de salud, las cosas se pondrán muy negras. Si tu libertad financiera es de varios años, puedes ver la vida desde una perspectiva muy diferente. Si tu libertad financiera es de por ejemplo 120 meses, puedes tomarte catorce años sabáticos antes de tener la necesidad de volver a ganar un sueldo. 

Tener mucha libertad financiera tiene tres grandes ventajas: 
- Permite lanzarte a cumplir tus sueños: como tienes una red de seguridad grande, no tienes miedo a asumir riesgos y lanzarte a hacer realidad tus sueños profesionales. 
- Tienes más éxito profesional: cuanto más eres tú mismo en el trabajo, más éxito alcanzas. El miedo al fracaso o a perder tu empleo inhiben tu creatividad en el trabajo y te impiden estar al nivel que te gustaría. Cuando eres libre financieramente desaparece por completo el miedo a que te despidan o al qué dirá de ti tu jefe, y te concentras sólo en dar lo mejor de ti. Curiosamente, en el momento que dejas de preocuparte de si pueden despedirte, empiezan a llegar los ascensos. Todos, incluidos tus jefes, queremos trabajar con gente segura de sí misma, que da lo mejor de sí y que se atreve a tomar riesgos calculados. 
- Vives feliz y tranquilo: como dice Eduardo Punset, “el principal obstáculo para ser feliz es el miedo”. Cuando vives con una red de seguridad debajo no tienes miedo a caerte o a equivocarte. Vives tranquilo y feliz. Puedes trabajar en un puesto que a otras personas les causa un estrés enorme pero que, sin embargo, a ti te parece una oportunidad de aprender y crecer. En definitiva: cambia totalmente tu perspectiva de la vida y empiezas a disfrutar cada momento. 
Ser libre financieramente no es lo mismo que ganar mucho dinero; es mucho mejor. Es dejar de vivir con estrés, con miedo a equivocarse y a fracasar en el trabajo. Te permite estar relajado, ir cada mañana a trabajar con una sonrisa en la cara e incluso dejarlo para dedicarte a otras actividades o a tu familia cuando te apetezca. ¡Así da gusto vivir! 
¿Les seduce la idea? 
¿Cuándo dejan de endeudarse y empiezan a preahorrar?

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Para aprender un poco más, pueden ver estos vídeos en el que se dan consejos de sentido común, pero que pocos aplican en sus vidas…

Tres errores típicos al ahorrar:
Ahorrar a fin de mes, confundir ahorrar con cazar gangas y ahorrar sólo para el corto plazo y para objetivos puntuales de gasto.

Tres errores típicos al invertir:
Concentrar la inversión en el corto plazo, concentrar la inversión en España e invertir siguiendo los consejos del vecino o de un “comercial” de una empresa financiera (asesor no independiente).

Tres errores de los “profesionales” con su dinero:
Trampa del gasto creciente, endeudamiento e invertir sin un buen asesoramiento independiente:

Cinco errores típicos al preparar la jubilación:
Ahorrar poco y depender de la pensión pública, empezar demasiado tarde, pensar que sólo existen los Planes de pensiones para ahorrar para la Jubilación, pensar que comprando tu vivienda habitual ya tienes mucho resuelto y planificar una jubilación gris en lugar de una dorada para disfrutar del “penúltimo” tramo de tu vida.