viernes, 24 de mayo de 2019

Pensando en voz alta

Los loros mediáticos saben que una mentira repetida muchas veces acaba por convertirse en verdad, especialmente para aquellas personas acríticas que sólo leen titulares de los periódicos o las informaciones que les llegan de los grupos de WhatsApp a los que están suscritos.

Hace unos tres cuartos de siglo Orwell usó políticamente palabras nobles para intereses que eran precisamente los antónimos del término en cuestión. Creó el “ministerio de la Paz” para ocuparse de la guerra, el “ministerio de la Verdad” para emitir propaganda y el “ministerio de la Abundancia” para gestionar la miseria. Poco ha cambiado hoy en día y muchos comentaristas e influencers nos lanzan juegos de palabras muy poco ingeniosos que tocan nuestros sentimientos y exaltan pasiones, pero que distan mucho de describir la realidad. Así mismo, los políticos usan grandilocuentes palabras para denunciar el comportamiento de los que defienden tesis opuestas a las suyas, mientras en su vida diaria, privada y pública, hacen lo contrario de lo que predican. Por supuesto, sus seguidores no se lo tienen en cuenta; posiblemente ni siquiera se aperciben de ello.
Luego están los activistas que han promocionado a políticos. Sus seguidores no entienden que un activista es como la cuchara que remueve el cocido. Si el cocido se hace con buenos ingredientes, criterio y sentido, el activista ayuda a difundirlo y la sociedad sale beneficiada; pero si el activista “remueve algo sin valor” el perjuicio es para todos. Lo más importante es la calidad del proyecto y el activista es solo una herramienta que ayuda a difundirlo y captar apoyos entre la ciudadanía para que el proyecto (bueno o malo) se materialice.
La convivencia es cosa de todos, pero hay que entender que no todos pueden dar lecciones; por falta de conocimiento unos y por falta de experiencia y maestría en su ejecución otros. Todo el mundo tiene derecho a hacer lo que quiera, pero no todos están igual de capacitados para hacerlo ni tienen las mismas posibilidades de conseguir buenos resultados. 
Algunos jóvenes activistas que defienden con vehemencia a las mujeres, a los homosexuales y LGTBI, a los negros, gitanos o musulmanes, a los discapacitados y a cualquier minoría vulnerable, y que sólo abominan del capital (los judíos modernos), en cambio se permiten atacar y lanzar toda clase de comentarios despreciativos y fuera de lugar contra los que pasan de cierta edad. La ignorancia es muy atrevida y parece que no se han enterado de que cuando las personas se hacen mayores les van fallando los músculos, pero no la inteligencia, ni las ganas de trabajar, ni la creatividad ni muchas otras cualidades que potencian con su sabiduría y experiencia acumuladas a lo largo de su vida. En nuestro entorno, se ha perdido el respeto a las personas mayores, incluso cuando han demostrado ser capaces de hacer grandes cosas a lo largo de su vida y están preparados y dispuestos a seguir haciéndolas. Parece que no comprendan que las buenas ideas son necesarias, y que las actitudes para materializarlas importan aún más. Algunos de esos viejos, como ellos les llaman con desdén, han dirigido proyectos y conseguido unos resultados que estos jovencitos, que se comunican por twit y las redes sociales con frases manidas y vocabulario exiguo, nunca han demostrado que son capaces de realizar. ¿Que éxitos demostrables pueden listar en su curriculum? Tal vez algún día lleguen a conseguir algo parecido a lo que han conseguido esas personas mayores que minusvaloran, pero por el momento harían bien en tratarles con respeto, aprender lo positivo que hayan logrado en sus carreras para poder emularlo y mejorarlo si son capaces. 
Es curioso que con lo expertos que son despreciando a otros y el gran ego que afloran no se ruboricen lo más mínimo a la hora de pedir/exigir a esos que desprecian, que repartan con ellos lo que han conseguido. Mayormente codician sus bienes materiales y supongo que como piensan que ya lo saben todo, no precisan pedir experiencia o consejo para aprender a crear riqueza por si mismos. 
El odio a los ricos siempre ha sido un sentimiento muy explotado por los populistas para hacerse con el poder, y con la disculpa de distribuir esa “riqueza robada” al resto de la comunidad, viven a cuerpo de rey como nunca habían logrado vivir en el pasado, con los medios que fueron capaces de generar, y hasta se hacen ricos. Demasiados incautos se creen sus cuentos y les votan, y con el tiempo los recursos que roban (perdón, redistribuyen) a los trabajadores y ahorradores se acaban y llevan a toda comunidad a la ruina completa. El punto de partida de tal odio a los ricos está en la concepción de que los ricos consiguen su riqueza quitándosela al resto de sus congéneres, y que por eso hay ricos y pobres. No se les ocurre pensar que con los mismos medios de partida e igualdad de oportunidades, dos personas, dependiendo de su inteligencia, de su capacidad de trabajo, de su creatividad y de cómo utilicen otras cualidades, llegarán a situaciones distintas a lo largo de su vida. No aciertan a comprender que gracias a Amancio Ortega (Inditex-Zara) podemos vestir variado, bonito y barato. Que gracias a Steve Jobs (Apple) podemos usar unos ordenadores robustos que se comunican eficientemente con unos smartphones fabulosos y podemos comunicarnos desde cualquier lugar del mundo. Que gracias a Larry Page y Sergey Brin (Google) podemos tener a nuestra disposición multitud de información gratuita cuando la necesitamos. Que gracias a John Deere (inventor del tractor) podemos comer más cereales y mas baratos… Así podríamos continuar con una gran lista de personas que han aportado mucho a la sociedad y por supuesto se han enriquecido muchísimo. ¿Podría alguien decirnos qué y cuánto han aportado estos activistas que se dedican a denostarlos? 
El intercambio económico no es un juego de suma cero, sino que todos los que producen e intercambian algo en un mercado de libre comercio pueden ganar. Otra cosa es lo que sucede cuando las transacciones están “reguladas injustamente” y cuando los que no producen nada sólo piden que otros les den bienes y dinero a cambio de nada. Por ejemplo, haber nacido donde lo hemos hecho es un privilegio que es posible porque nuestros padres, abuelos y antepasados trabajaron y colaboraron para posibilitar que nosotros y los que vienen desde otros países (cuyos antepasados no han hecho lo mismo que los nuestros) podamos disfrutar de este privilegio. Los que se benefician del estado de bienestar en nuestras comunidades y no pagan/contribuyen con nada (ni dinero, ni trabajo, ni nada valioso) por los privilegios que reciben, nunca los apreciarán y cada vez pedirán más y más. Todo les parecerá poco. Las personas que así actúen y las que les alienten a que sigan comportándose así, nunca se ganarán el respeto ni el aprecio de los que si han contribuido y siguen contribuyendo al mantenimiento público de nuestra sociedad. 
Si dejamos la envidia aparte y entendemos de una vez por todas que para consumir antes hay que producir, lo único que deberíamos pedir firmemente a nuestros políticos es que eliminaran todos los “privilegios legales” para que todas las transacciones fueran libres. Así podríamos asegurarnos de que los ricos fueran siempre ricos “justos” y por tanto queridos y respetados. Mientras no se eliminen TODOS esos “privilegios legales” que permite nuestra legislación vigente, seguiremos teniendo “ricos sospechosos y criminales”, indistinguibles de los ricos “justos” para la mayor parte de la gente, y caldo de cultivo para todos los populismos. Y, a la vista de los resultados de las últimas elecciones en España, parece que nos va llegando el turno de pagar el precio por los ricos sospechosos y políticos corruptos que tenemos. Porque, no nos engañemos, los ricos injustos nunca han redistribuido via impuestos su riqueza injusta y no veo porqué iban a cambiar ahora. Lo pagaremos los de siempre, los individuos normales y corrientes que trabajamos, consumimos y ahorramos. 
Elegir razonadamente a quién votamos es cada vez más difícil. Las personas cada vez pensamos menos, en parte porqué se nos repite machaconamente desde los medios que basta con sentir. Por doquier afloran innumerables sentimientos y muy pocas ideas o proyectos realizables. Basta ver los debates televisivos de los políticos. 
(Ignorancia es fuerza - Libertad es esclavitud - La guerra es paz) 
Los que hemos nacido aquí, sabemos que en este país nos gusta la polémica, pero resulta ridículo descubrir que la clase política se enreda en discusiones que sólo les benefician a ellos, al tiempo que la falta de proyectos realistas hace tiempo que causan un grave perjuicio a la sociedad, y peor será cuanto más se tarde en corregir esta situación. No podemos convertir España en una gran tertulia de bar, donde, en lugar de contribuir a solucionar los problemas de la gente (que tenemos muchos y necesitan resolverse a diario), los agravemos por consideraciones meramente ideológicas y sueños idílicos de futuro. 
Esta semana Isabel Serra, candidata de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid, criticaba las donaciones que la Fundación Amancio Ortega viene realizando a la sanidad pública, con el ar­gumento de que esta no debía aceptar ayudas porque se tendría que poder financiar con impuestos y que la sanidad pública no puede depender de la solidaridad de ningún millonario. ¡Cierto!. ¡Estoy totalmente de acuerdo! 
Los contribuyentes cumplimos la legalidad fiscal que nuestros políticos han legislado y pagamos religiosamente nuestros impuestos. Estos deberían servir para financiar la sanidad y también la educación y la investigación, los servicios sociales, el transporte, etc. Según esta tesis, estos mismos políticos y todos los contribuyentes deberíamos quejarnos de que parte de nuestros impuestos se dediquen a subvencionar a todas las ONG’s, asociaciones sin ánimo de lucro y otros organizaciones filantrópicas. Debería ser el propio Estado, a través de su red de funcionarios y empresas públicas, el encargado de garantizar a la sociedad sus necesidades de forma igualitaria sin que se dedicara recursos a financiar a terceros (subcontrats) para que hagan esta labor. Deberíamos repudiar las “maratones televisivas” para apoyar la investigación de enfermedades, los bancos de alimentos, medicinas, libros juguetes, etc. porque estas necesidades tan importantes deberían financiarse y dirigirse directamente desde el Estado y no subcontratarlas-externalizarlas en organizaciones paraestatales. De la misma forma que estos políticos critican las privatizaciones, las escuelas concertadas, las compras descentralizadas y todo lo que represente ceder poder del Estado, también deberían criticar al “tercer sector”. ¿Es que los intereses sociales de la ciudadanía y específicamente los de las personas en situación de pobreza o riesgo de exclusión, no tienen derecho a que el Estado se ocupe directamente de ellos? ¿Por qué no quieren limosnas o solidaridad de los muy ricos y si la quieren de todo el resto de ciudadanos?. Al menos en las grandes ciudades, todos podemos comprobar que no se puede andar diez metros en la calle sin que alguien te pida ayuda económica. 
El odio a los ricos ya nos viene en España, y en otros países europeos, de muchos siglos atrás y todo sigue igual. Si alguien no cumple con sus obligaciones tributarias o de cualquier otro tipo (no importa que sea rico o pobre) los inspectores de Hacienda y la ley deberían actuar con rapidez, eficiencia y firmeza. Si hay resquicios legales que permitan “eludir impuestos” los políticos deberían corregirlos, pero no debemos confundir las cosas. 
Ante esta situación que vivimos, las personas responsables, trabajadoras y ahorradoras, que también pueden ser sensibles y solidarias, sufren mucho; cada día comprobamos que la “clase media” es más clase pobre. A menudo envidian a la gente fría, egocéntrica, cínica o despreocupada que parece que saben disfrutar de la vida y ser felices en esta situación. Se “buscan la vida”, piden todo el día y a todo el mundo, se gastan todo lo que ganan o reciben y vuelven a quejarse y a pedir, sin que les importe lo más mínimo cuanto puedan hacer sufrir a los demás. Sabemos que la vida no es lo que parece y que no todas esas personas son tan felices como aparentan en sus redes sociales, y seguramente también deben sufrir o se preocupan a su manera; pero parece que demasiada gente solo reclama derechos sin querer oír hablar de deberes, obligaciones ni de responsabilizarse de su futuro. 
El verdadero coraje es ser honesto con uno mismo; el problema es que es difícil llevarlo a la práctica. Mucha gente, hastiada de tanta mentira y tanto postureo a su alrededor, han decidido o están a punto de decidir que prefieren no pensar, no sufrir, no expresar sus razonamientos y no actuar con sentido común. Cuando se comunican públicamente muchos han decidido auto-censurarse cada vez mas temas, no opinar o subirse al carro de lo políticamente correcto. Con el tiempo dejan de pensar y de actuar con sentido común. Se limitan a vivir el día a día y a manifestar su descontento por su mala suerte. Por suerte aún quedan personas incombustibles que se niegan a tirar la toalla y a aletargar su intelecto. Tienen curiosidad por aprender, por entender, por buscar la verdad y se hacen preguntas… 
Si es verdad que hay una verdad, ¿mejorará algo conocerla? ¿me va a doler cuando la encuentre?, ¿me va a costar demasiado esfuerzo y dinero buscarla?, ¿significa eso que cuando sepa la verdad comprenderé que estaba engañado? ¿Estoy equivocado? 
Espero que lo comentado anteriormente y estas últimas preguntas les hayan dejado con la mosca detrás de la oreja y les animen a salir fuera de su “círculo de comodidad”. Tal vez encuentren algo útil, interesante y hasta placentero hacerlo. Recuerden vigilar sus hábitos, porque con el tiempo estos se convertirán en su carácter y su carácter determinará su destino.





martes, 21 de mayo de 2019

Elecciones europeas 2019

El próximo domingo más de 400 millones de ciudadanos de 28 países podremos votar un nuevo Parlamento Europeo. Los medios hablan poco de las mismas. A lo sumo nos muestran los parlamentarios que presenta cada partido, pero no sabemos cual es su programa, a que grupo se adscribirán en el Parlamento europeo, que políticas defenderán y como nos afectará a los ciudadanos. Por no saber no sabemos ni que la UE, tal como la conocemos, puede variar mucho en los próximos años. Si son muchos los factores que amenazan la supervivencia de la UE tal como la conocemos. Por citar algunos:

FACTORES INTERNOS:
La inesperada decisión del Brexit en junio de 2016 no era sólo una cuestión que afectaba a los británicos sino que fue el comienzo de una corriente disgregadora que ha sido arraigando en todos los miembros de la UE. En países con España también hay esta corriente, pero se niega y ni siquiera se quiere hablar del tema. Aunque la Constitución española en su artículo 149-32 lo permite, el Estado central no se está por la labor ni siquiera de conceder la celebración de un Referéndum para decidir el futuro político separado del Estado central. 
A pesar de que los ingleses en Referéndum decidieron que UK saliera de la UE y el Gobierno de UK negociara con el Europeo la salida acordada de ls UE, el Gobierno del Reino Unido ha entrado en crisis y no ha podido ratificar la salida de la UE en la fecha acordada. Hay predicciones negativas sobre la economía del Reino Unido y cuesta entender como un pueblo que se ha guiado siempre más por el beneficio de las cosas concretas que por las ideologías de cualquier tipo haya entrado en un laberinto del que no sabe cómo salir .
El Brexit ha alertado al grueso de las sociedades europeas sobre posibles aventuras de ruptura con Europa. Sin embargo, los partidos euroescépticos ganando posiciones y empiezan a ser determinantes en el gobierno europeo. ¿Porqué?
La crisis económica y la entrada de inmigrantes ha provocado una fuerte corriente de insatisfacción en los ciudadanos que ha hecho reavivar los sentimientos nacionalistas en casi toda la UE. La política integradora que hizo caer fronteras económicas, comerciales, humanas y algunas políticas en los últimos treinta años se puede ver modificada si los partidos que muchos llaman xenofogos y populistas ganan votos y parlamentarios.

ACTORES EXTERNOS:
Los movimientos ultranacionalistas que surgen en prácticamente toda Europa convienen a Rusia, a Estados Unidos y a China. A cada uno por varias razones.
Vladimir Putin quiere una Europa débil y, a ser posible, lo más fragmentada posible para poder restablecer la influencia del Kremlin en las repúblicas independizadas tras el desmembramiento de la Unión Soviética en 1991 y así volver a ejercer su influencia sobre los estados que hasta hace unos años estaban bajo el paraguas protector de Rusia.
China tiene más intereses económicos y comerciales que políticos en Europa. En todo caso no le interesa un competidor industrial fuerte como la Unión Europea.
Estados Unidos y su actual presidente Donald Trump ha dejado de creer en la importancia de las relaciones transatlánticas que han condicionado la política internacional en los últimos setenta años. Trump ha hecho críticas a la Unión Europea y hasta felicitó a los británicos por la decisión de votar el Brexit. Su proteccionismo económico y un nacionalismo que rompe con la tradición abierta de los Estados Unidos es una amenaza para Europa aunque también para el resto del mundo.

¿PORQUE PASA ESTO?
Cuánto se creó la UE creo que no se pretendía que a la larga tan sólo fuera un “mercado comercial” ... (lo que es actualmente).
Adenauer y posteriormente otros como Mitterrand, quiero creer que pretendían una UE unida para ser más fuertes. Tal vez no contaban con la reunificación de las dos Alemanias que todos celebramos, y que ésta, Alemania aprovecharía para precipitarse y unificar de repente la Oriental con la Occidental ... con una mochila bien escondida y sin negociación.
Creo que todos eran conscientes de que hacía falta una UE POLÍTICA, que aún no se da, supongo porque ninguno de los Estados que la forman quiere perder poder y menos los Super Estados.
Paris es muy chauvinista y centralista (en Francia no hay ninguna gran capital que le haga ni tan solo una pequeña sombra a Paris. España (Borbones) ha querido siempre hacer lo mismo potenciando Madrid y poniendo palos en las ruedas al desarrollo de Barcelona y al arco Mediterráneo, aunque no lo haya conseguido tan bien como París. Alemania con Frankfurt, Hamburgo, Colonia, Milan a Italia o Porto en Portugal ya son otra cosa.
Si bien parte de la subida de las extremas derechas puede deberse a diferentes errores políticos de la UE, espero que los grandes estados se coman el ego y formen antes de que sea demasiado tarde la Unión Federal Europea. Es el único camino de supervivencia ante el imperialismo ruso, la superpotencia de los USA con aspiraciones de gendarme mundial y la “paciente" pero no menos peligrosa China ... que ya nos están invadiendo y nadie dice nada de nada. No sólo comprando deuda de todos los paises (incluida la de USA), copiando tecnología occidental y usando el Big Data que recopilan con los productos baratos que venden sus empresas tecnológicas a usuarios occidentales. Sus emigrantes son miles de hormiguitas que se auto abastecen allí donde se establecen y no tienen ningún interés por integrarse. Sólo hacen negocio con los locales, pagando los mínimos impuestos posibles al tiempo que se aprovechan de todos los servicios y bienestar que encuentran en Europa y no tenían en su país.
Y no he dicho nada de Sudamérica ni de África ...
Puede parecer que Europa nos queda muy lejos, pero sus decisiones nos influirán mucho y no sólo porque estamos endeudados con la UE con todo nuestro PIB. 
Nos quedan unos pocos días para informarse, pensar y tomar una decisión de voto.

lunes, 20 de mayo de 2019

La vida no es un viaje organizado, es una aventura

Hace tiempo que las autoridades decidieron que las ciudades ya no eran para sus habitantes, y la cosa va a más y más, a toda velocidad. Las han convertido en negocio, en decorado, en discoteca, en parque temático, en estadio para actividades “lúdicas” de una parte de la población, en terreno que el codicioso sector hostelero y de la restauración usa para su provecho. Las hordas de turistas invaden las calles sin freno y privan de espacio a los ciudadanos. Demasiados caseros, poco previsores, convierten sus pisos en “turísticos” alquilados temporalmente a una barahúnda de cambiantes grupos etílicos y sin sentido de la conservación y echan a los antiguos residentes fijos y cumplidores que cuidaban sus pisos como si fueran propios porque era en ellos donde vivían. Estas hordas “low cost” arrasan y destruyen nuestras ciudades como una plaga de langostas.

Los lugares turísticos de las ciudades están siempre llenos de incontables grupos de turistas en cualquier mes del año; nuestro excelente clima ayuda. Vienen de todas partes del mundo y de todas las edades (no sólo jubilados o estudiantes). ¿Cómo es que tantos disponen de tantos días libres en cualquier estación? ¿No trabajan?¿Cómo pueden permitírselo?. No queda rincón libre de esa invasión. En las principales ciudades españolas llevamos años agonizando de éxito y el turismo se ha convertido en nuestra principal industria. Nos hemos convertido en un país de camareros, pinches y kellys. ¿Cómo es que, si las clases medias están empobrecidas, nos desplazamos sin parar?. Es cierto que los vuelos son cada vez más baratos, pero hay que sumarles las comidas, los aperitivos, cervezas y refrescos en las terrazas (siempre están a reventar), el alojamiento, el transporte y la compra de “recuerdos” que ni siquiera son autóctonos. Muchos no saben más que el nombre del lugar que pisan (Si hoy es lunes, esto será Barcelona), y algunos ni eso.
¿De dónde salen el tiempo y el dinero que se dilapida en estas escapadas? Y, sobre todo, ¿de dónde proviene este enloquecido afán por moverse de aquí para allá? Será que como mucha gente no está a gusto en “su sitio” se quiere escapar a cualquier otro lugar.
Sería estupendo que los que viajan lo hicieran porque desean ver otros lugares, conocer y “adquirir cultura”, por mal que suene esta expresión. Pero no parece que sea el caso. Casi ninguna de estas “termitas” o “langostas” (según la edad y tamaños) se ha informado antes de viajar y cuando pisan el lugar de destino, pocos miran alrededor del “foto-spot”. Pocos se han documentado previamente sobre la historia del lugar, la forma de vida de sus residentes, sus costumbres; y si alguno lee/escucha algo durante la estancia, lo olvida pronto. La gran mayoría se afana en sacarse una selfie que retransmiten al momento y se pasan el resto de la excursión comprobando los likes que reciben. Parece que a pocos les interesa contemplar un paisaje, observar un cuadro o una escultura en un museo. Sólo les interesa hacerse la selfie con el famoso o en el lugar que les ha recomendado el influencer de turno. El objetivo es conseguir una foto posando delante de la Sagrada Familia, las Meninas o la Puerta de la Feria de abril. Una vez enviada la selfie con los “morritos de culo” y “dedos en V”, ya pueden tachar el ítem de la lista y partir hacia otra ciudad. Para alimentarse no hace falta pensar mucho: algo rápido, de pie, mientras se consulta el WhatsApp y mientras se hace la cola para el helado, se aprovecha para fardar de que “yo esto ya lo había hecho hace muchos años, cuando todavía era auténtico” y seguir presumiendo de que se ha estado en Madrid, se ha paseado al lado del Sena en París y por el Puente de Carlos en Praga, se ha bañado en Bali, ha tomado un estupendo café en Danieli de Venecia,… Se repite la manía de presumir ante los conocidos colgando selfies en las redes: “¡Mirad dónde estoy!”, como si nadie mas hubiera estado nunca en ese mismo sitio porqué lo acabamos de descubrir nosotros.
Las ordas de turistas destructores no se dan cuenta de que hoy en día nada de lo que hacen tiene ya ningún mérito, nada puede ya dar envidia a nadie; nada es raro ni insólito, todo está trillado. Si hasta mi abuela, cuando hace muchos años sólo había dos canales en la TV y le mostraba algo que ella no había visto nunca ni siquiera sabía que existía, me decía “ahora hacen de todo”. Que no dirán nuestros receptores ahora que estamos inundados de toda clase de material audiovisual al alcance de nuestra TV, tableta o móviles. 
Viajar ha perdido el aura que alguna vez tuvo y a pasado a ser lo más vulgar que hoy se puede hacer. Los diarios, en sus versiones digitales, están plagados de imbecilidades del tipo: “Los diez pueblos de España que no se debe usted perder”. Los diez restaurantes/tascas/libros/iglesias/cervezas/playas/senderos/puentes/cascadas que debe visitar antes de morir, y así hasta el infinito. Lo mejor de todo es que hay multitud de rebaños que apuntan religiosamente todas estas arbitrariedades, piden créditos para poder presumir de haberlas consumado. Tanto mejor cuanto más corta sea la estancia y lejano sea el lugar. La gente se agolpa en lugares “que no se puede usted perder” para hacerse selfies a codazo limpio. ¡Yo también he estado allí!. No importa la experiencia real (agobio de multitudes, horas de caravanas, largas colas de espera, etc.) porque muchas veces no recuerdan donde estuvieron ni que vieron o sintieron; solo saben que estuvieron porqué tacharon el nombre del lugar de la lista que tomaron a partir de las recomendaciones de los correspondientes “advisers” digitales. 
Lo último que deseo es la destrucción de las ciudades, los pueblos y los paisajes, de las playas, los monumentos, los parques y las obras de arte. Si por lo menos fuera para contemplarlos, disfrutar de ellos y llevarse un buen recuerdo… Pero no, eso es lo que pocos hacen. La mayoría tan sólo tacha mentalmente: una cosa menos en mi interminable lista de “obligaciones” para estar al día y poder presumir de “cool” y “fancy”. Y otra y otra y otra; y otra más. Y en cuanto puede, más y más (los lugares turísticos son prácticamente infinitos para visitarlos en una vida). Es curioso que con lo que les ha costado hipotecarse durante décadas para conseguir una casa donde vivir, haya tanta gente que haga lo que sea para poder salir de su casa aparentando lo que no son/tienen, dar envidia a los demás y buscar la diversión y felicidad que no saben encontrar en el día a día. Cuesta aprender que aunque cambien de lugar, no cambian de cultura, hábitos ni forma de pensar y eso es lo más importante: si no te gusta tu entorno, cámbiate a ti mismo.

Si no te gusta tu entorno, no viajes a otro lugar; cámbiate a ti mismo y mejóralo.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Trabajar menos para vivir mejor

¿Ha oído alguna vez?: "¡Solo vive para trabajar! Es mejor trabajar menos y vivir más". 
Tal vez sería mejor decir: "Trabajar menos y producir más". Porque no se es más feliz cuanto más tiempo libre se tiene sino cuando se vive el tiempo con mejor calidad. 
A todos se nos da el mismo tiempo gratuitamente y tal vez por ello no nos duele desperdiciarlo. Para algunos trabajar es horroroso, para otros una bendición y para la mayoría, trabajar es algo necesario para poder vivir y poder permitirse un ocio que le satisface.
Hay diferencias escandalosas entre número de horas trabajadas y el PIB per capita en cada país/región/comunidad porque la PRODUCTIVIDAD promedio de los ciudadanos de cada país/región/comunidad es diferente. Hay quien trabaja (o está en el trabajo leyendo el periódico o “arreglando el país/región/comunidad con los compañeros) un elevadísimo número de horas pero genera bienes y servicios de muy bajo valor, por lo que el PIB pc será reducido. Y al revés: el valor generado puede ser muy alto y obtenerse en un número de horas bajo porque la formación, la concentración y la productividad de los trabajadores es muy alta.

En el tema de la productividad influye el nivel de inversión con que se cuenta en cada país/región/comunidad y de la cualificación del personal productivo. También influye la estructura del PIB: si se sustenta en el bajo valor o el alto, y si el modelo productivo es muy intensivo en trabajo humano o en capital. También la tasa de actividad, la distribución del valor fabricado, el nivel de población y su concentración, la estructura del país y la distribución geográfica de sus unidades productivas.
El problema de España radica en que un español trabaja en promedio las mismas horas que un canadiense, pero en ese tiempo el canadiense genera por cada trabajador 1,5 veces más de PIB. Según esto podría pensarse que a los españoles, en promedio, no les sale a cuenta trabajar tantas horas. El problema es que si no lo hiciesen, su PIB sería aún menor de lo que es, porque su modelo es muy intensivo en factor trabajo.

Si seguimos pensando que “¡inventen los otros!” y sólo nos preocupamos por “captar recursos” esquilmando (via impuestos) a quienes los tienen (porqué se esfuerzan y trabajan para conseguirlos y guardarlos), para repartirlos entre los que menos tienen; cada vez iremos a peor. A nadie le gusta admitir que esto sea cierto y encuentra mil excusas para disimular, pero la realidad es que nos contentamos con decir “que me quiten lo bailado”, “a vivir que son dos días”, haber si consigo cobrar algo del Estado y… el que venga detrás ya se espabilará. 

Los recursos son finitos, cada vez las que se consideraban “clases medias” lo son menos y se van empobreciendo más, y por tanto, son menos los que contribuyen al erario público y más los que buscan su ayuda. Ningún político se atreve a afrontar los problemas reales (facilitar la labor a los que saben y pueden crear empleos y riqueza) y se dedican a sangrar a las mal llamadas clases medias que ya están quedando exhaustas. Al tiempo van engrosando la deuda internacional. Los acreedores avisan que si a alguien se le ocurre disminuir el pago mensual de los intereses de la deuda (¿se acuerdan de Varoufakis y Tsipras?), tomarán medidas.
Lo dicho, sigamos con lo nuestro (destrozando el planeta, poniendo todas las trabas inimaginables a los que saben y quieren generar empleo, aprovechándonos directa o indirectamente del trabajo de los que producen, no persiguiendo eficazmente el fraude ni a los monopolios, etc. ). Sigamos lamentando lo malos que son los otros y lo mal que se portan con nosotros. Dentro de poco, iremos otra vez a votar. Otra vez debates electorales y miles de opinadores a sueldo dando cada vez más circo a la audiencia. El pan, es otra cosa. Cada uno se lo deberá ganar como mejor sepa. Unos lo harán con el sudor de su frente y otros seguirán haciéndose las víctimas y votando al primero que les diga que van a hacer que los “ricos” paguen de una vez la fiesta. Todos sabemos que nunca lo han hecho, que defraudan todo lo que quieren y que los corruptos se lo permiten; pero la esperanza es lo último que se pierde y seguimos creyéndonos todas las mentiras que nos tocan el sentimiento y nos nubla la razón.