Sí, incluso en estos tiempos en que los noticiarios nos deprimen con sus titulares de paro, hay gente que tiene un puesto de trabajo. Algunos incluso consiguen gastar cada mes menos de lo que ingresan. También es verdad que muchos de estos héroes se sienten solos. Sus únicos conocimientos son consejos que les han dado sus padres o que han visto en casa. La verdad es que la generación de nuestros padres ha sacado adelante este país, pero en lo referente a las finanzas arrastra una serie de deficiencias importante, con brillantes excepciones, eso sí.
¿Cómo ahorrar? ¿Qué hacemos con este dinero extra? ¿Cómo invertir para conservarlo?
Aquí tenéis 5 ideas básicas:
1. Tener un mínimo plan
Mis conocidos me suelen preguntar "Oye, ¿Donde me recomiendas invertir un dinerillo que estoy ahorrando?" Mi respuesta suele ser "¿Qué quieres hacer con ese dinero?" Y la respuesta más habitual es "No lo sé, yo lo único que quiero es sacarle rentabilidad".
Si no sabes dónde quieres ir, da igual el camino que elijas. A mucha gente le da un poco de pereza ponerse a pensar, pero es el tiempo mejor invertido.
¿Qué necesidades o aspiraciones tienes?:
¿Hacerte un colchoncito por si pierdes el trabajo para seguir pagando el alquiler o la hipoteca? ¿Para montar un negocio? ¿Por si caes enfermo y no puedes trabajar? ¿Para tu jubilación? ¿Para los estudios de tus hijos? ¿Por si tienes que ayudar pagar a alguien que cuide a tus padres u una residencia? ¿Comprarte una moto? ¿Comprarte un coche? ¿Ahorrar para comprar una casa? ¿Para tus próximas vacaciones?, etc.
En función de la respuesta a esta pregunta, tendrás que buscar unos productos u otros. Por ejemplo, si lo que quieres es el colchón por si acaso, lo suyo es optar por inversiones de muy bajo riesgo y en los que haya inmediata disposición del dinero.
Si es para unas vacaciones, puedes asumir más volatilidad, a cambio de buscar una mejor rentabilidad invirtiendo en bolsa. Si puedes hacer tu viaje soñado a Australia, perfecto; pero si sólo te da para irte a una casa rural. Tampoco es un drama si te quedas a pasar las vacaciones en tu ciudad, si no sales a cenar los sábados a algún restaurante o si evitas pagar las salas de fiesta el triple de caras en festividades señaladas.
Si quieres montar un negocio para autoemplearte y obtener mejores ingresos, debes gastar sólo lo imprescindible para sobrevivir y reunir un capital mínimo que te permita afrontar el despegue del negocio. También mentalizarte que, al menos los primeros años serán de sacrificio extremo y olvídate de vacaciones, ropa de marca, fumar, cafés, smartphones caros, ni nada que no sea estrictamente necesario para sobrevivir. ¡Quien algo quiere, algo le cuesta! Y nadie regala nada a nadie. Negocios se abren muchos cada día, pero triunfar lo hacen muy pocos. Sólo los más inteligentes, entusiastas, perseverantes y esforzados.
2. Todo tiene riesgo... Y tienes que saber cuál es
Nadie da duros a cuatro pesetas. Si nos presentan un producto aparentemente conservador con una alta rentabilidad, hay que poner las orejas tiesas. ¿Por qué me pagan más cuando podrían pagarme menos?
Esto ha pasado con las preferentes, que se colocaron como productos muy parecidos a los depósitos pero que ofrecían más intereses. Pero ¿Por qué dan más intereses? ¿Por mi cara bonita? No, cuanto más nos paguen, más riesgo estamos asumiendo.
Si no eres capaz de identificar ese riesgo, pregunta en páginas especializadas en Internet o en redes de inversionistas como
Unience por el producto que te han ofrecido. Si a pesar de todos tus esfuerzos, no lo ves claro, mejor deja pasar la oportunidad. Ya vendrán otras.
Si quieres montar un negocio es fácil deslumbrarse por el aparente éxito de otros.
Los jóvenes suelen tener mucho ímpetu, se lo da la edad, pero poca experiencia. Piensan que son más listos y saben más que sus padres y los de la generación anterior y no se dan cuenta que el primer paso hacia la ignorancia es no darte cuenta que te falta mucho por aprender y que puedes aprender mucho, hasta de los mayores. No tienen ninguna duda que ellos son capaces de hacer más, mejor y más rápidamente cualquier cosa que aquellos hicieron. Lo que normalmente no saben son las circunstancias en las que crearon y desarrollaron su negocio, cuáles eran sus capacidades, los sacrificios que tuvieron que hacer para desarrollarlo y durante cuánto tiempo.
Aparte del plan de negocio y como los pensamientos se olvidan y las palabras se las lleva el viento, será bueno que escribas en una hoja todos los retos-problemas que preveas te puedan surgir, antes y durante el desarrollo del negocio. Pide a tus familiares, amigos, mentores, etc. que, haciendo de “abogado del diablo”, te pongan con sinceridad, todas las pegas que se les ocurran. Tu primera labor es buscar soluciones a todos esos posibles problemas con los medios que cuentas tú (conocimientos sobre el negocio que quieres montar, capacidad de financiación, capacidad de trabajo, capacidad de respuesta ante emergencias, cargas familiares, etc.). Si no eres capaz de resolver virtualmente estos problemas, hay pocas razones para pensar que cuando te encuentres en medio del “fragor de la batalla”, cuando estés desarrollando el negocio, podrás resolverlos.
Una última prueba: Si alguien te propusiera que tú invirtieras en un negocio como el que tú propones… ¡¿Le darías tus ahorros?! Si tienes dudas, ¿Por qué piensas que alguien arriesgará su tiempo o dinero por ti?
3. El tiempo importa más que el tamaño
Otro error común es pensar que "ahora tengo todavía poco dinero para empezar a invertir"... El problema es precisamente que pensando así tardarás mucho en tenerlo.
Warren Buffet, el mejor inversor de todos los tiempos, se arrepiente de no haber aprendido a invertir antes. Y lo hizo a los 11 años. Cuanto antes empecemos, mejor. Con la cantidad que sea. Si elegimos bien, la rentabilidad de cada año irá acumulándose y haciendo más grande la bola. El interés compuesto juega a favor.
Conozco a un abuelo que no privándose de nada necesario, se esforzaba por ahorrar algo cada día. Un año por navidades decidió que en lugar de comprar regalos para todos sus familiares, en las múltiples ocasiones que se suceden a lo largo del año, ahorraría este dinero invirtiéndolo. Así, sus nietos, cuando fueran mayores, podrían emplear eses dinero no ahorrado, en montar su propio negocio o en mejorar su autonomía financiera. Cada semestre invertía alrededor de 3000€. Cuando sus nietos tuvieron 24 años había invertido alrededor de 150000€ y la inversión ya acumulaba más de medio millón. La magia del interés compuesto ayudó, pero más, de la perseverancia en ahorrar cada día, por poco que sea, de estrujarse el cerebro para descubrir de qué puedo prescindir para poder ahorrar para con el tiempo conseguir lo que deseo.
Actualmente está muy de moda el desear el éxito con el mínimo inmediato. La paciencia y la cultura del esfuerzo no son virtudes muy de moda. Los jóvenes están acostumbrados a vivir en una época de abundancia de liquidez monetaria, a pedir cosas a sus padres y que estos se las proporcionaran. Para ellos es normal pedir y recibir. Este comportamiento familiar lo han exportado al comportamiento social y se enfadan cuando no se atienden sus demandas, aunque sea lo lógico y lo deseable. Pueden llegar a coger rabietas como niños. Si cada vez que queremos algo y lo pedimos, alguien nos lo concediera, por qué razón deberíamos esforzarnos. Nos volveríamos unos inútiles incapaces de desarrollar nada por notros mismos.
Es fundamental que dejemos de echar las culpas a los demás y busquemos que debemos hacer nosotros mismos para conseguir lo que deseamos. ¡Sacrificios incluidos!
4. Tu primer gasto mensual, tu futuro
Estoy seguro que muchas veces has oído la frase que popularizó Robert Kiyosaki. “Primero págate a ti primero”. Lo que no es tan seguro es que hayas entendido bien lo que significa y menos que lo practiques. Asumiendo que eres una persona responsable, lo que normalmente haces es: trabajar, ganar dinero, pagar tus facturas, gastar el dinero y finalmente, si le sobra algo, ahorrar.
Si tienes un empleo por cuenta ajena, te habrás fijado que antes de que puedas siquiera ver el dinero de tu sueldo, el estado ya te ha quitado su parte. ¿Porqué no haces tú lo mismo?: “Antes de gastar tu dinero pagando tus facturas o en cosas que queramos, etc., deberías guardar una parte para ti”. No te estoy diciendo que no pagues tus deudas, solo te estoy diciendo que primero cubras tus necesidades después de haber hecho todo lo posible por reducir gastos innecesarios.
-Haz un listado de tus responsabilidades y necesidades.
-Pregúntate… ¿Cuáles de mis necesidades puedo reducir? (todas las que no sean imprescindibles para mantener nuestro cuerpo productivo)
-Presupuesta una estimación de tus ingresos para el siguiente mes
-Después de pagarte a ti primero, por ejemplo un 10% de tu sueldo, ¿Cuánto dinero te quedó para pagar tus responsabilidades?
¿Cuál de estas responsabilidades es más importante?
¿Cuánto dinero te falta para cubrir todas tus necesidades?
-Si ya redujiste lo mas que podías tus necesidades ¿Qué puedo hacer ahora para conseguir lo que me falta de dinero para cubrir mis responsabilidades sin dejar de cubrir mis necesidades?
Si este proceder se convierte en hábito, desarrollado en edades tempranas, puede ayudar mucho a una persona a construir riqueza.
· Cuando te pagas a ti mismo primero, mentalmente estableces que el ahorro es una prioridad. Ahorrar motiva mucho y te hace sentir capaz.
· Pagarte a ti mismo primero potencia buenos hábitos financieros. La mayoría de la gente gasta su dinero en el siguiente orden: facturas, diversión, y ahorro. No es muy sorprendente que siempre les quede poco dinero para ahorrar. Colocar el ahorro delante -ahorro, facturas, y diversión- te permite apartar ese dinero antes de que racionalices alguna buena excusa para despilfarrarlo.
· Pagándote a ti mismo primero estás construyendo una defensa económica con aplicaciones en el mundo real. Hacer aportes regulares al ahorro es una excelente forma de conseguir un buen colchón financiero. Luego podrás usar ese dinero para hacer frente a emergencias, o para poner los cimientos de un negocio o una inversión
La mejor forma de desarrollar el hábito del ahorro es hacer el proceso lo menos doloroso posible. Hazlo automáticamente. Haz que sea invisible. Organízalo para que un 10% de todos los ingresos sea transferido de tu cuenta nada más llegar a un Fondo de Inversión o Cuenta especial de ahorro. Si no ves el dinero no lo vas a echar de menos. Esta factura debe ser la más importante para ti cada mes.
5. Aprende, pregunta y compara
Pasaron los tiempos en los que estaba mal visto hablar de dinero. Nadie puede permitirse el lujo de estar ocioso y mucho menos el dinero. Hay que pensar la manera de hacer que el dinero trabaje para ti. Hay infinidad de particulares y profesionales en las redes de los que puedes aprender y a quienes puedes preguntar. Puedes encontrar inversores expertos en fondos de inversión, en bolsa, comparadores de cuentas corrientes, de depósitos... Aprovecha toda la información a tu alrededor. A sí. Selecciona bien las fuentes de información. ¡Cuidado con los impostores y con los que te ofrecen fantásticas rentabilidades!
Siempre que te ofrezcan un producto en tu banco, pide la información por escrito o por email. Busca en Google el nombre del producto, abre un post en Unience y pregunta a otros inversores sobre el producto. Para comprar un coche o incluso un móvil o una lavadora, sueles preguntar a varias personas, lees revistas especializadas y visitas varias tiendas buscando el mejor precio. ¿Por qué no suele hacerse lo mismo cuando se trata de “productos de ahorro”?. Máxime cuando lo que está en juego son tus ahorros que tanto te han costado ganar y conservar.
Sobre todo, evita siempre los regalos. Nunca elijas un producto de inversión por el “regalo” que te ofrecen en la entidad. De un modo u otro, lo acabarás pagando y muy caro. Normalmente, con mayores comisiones en el producto que estás contratando o con menor rentabilidad.
Seguro que alguno tendrá alguna duda, sugerencia o consejo que aportar sobre este tema. Este blog está abierto a todos para que todos aportéis vuestra experiencia.
©JAS2013