domingo, 10 de mayo de 2020

Evolucionar o sufrir

Esta pandemia nos ha quitado a todos, cada persona a su nivel, el miedo a usar las nuevas tecnologías, el miedo a que nos espíen, o el miedo a pensar en recuperar parte de la industria que dejó nuestro país para deslocalizarse a otros con mano de obra e infraestructura más barata y mejores condiciones fiscales. Algunas cosas serán buenas, otras malas, pero son las que nos tocará vivir y habrá que evolucionar, cambiar de negocios, de trabajos y de formas de divertirse. Ayer compartí en mi blog mis impresiones sobre los cambios que seguramente viviríamos en los próximos años.
Las previsiones económicas que se vienen haciendo de caídas del PIB del 10% y paros del 20% o de cualquier otro valor son solo proyecciones con datos del pasado hacia el futuro y tienen valor relativo. Es como si tuvieras que conducir un coche mirando hacia atrás por el retrovisor y eso sólo funciona mientras la carretera sea recta. Si el camino se curva (ahora circulamos por la curva más grande de la historia reciente) y pasan cosas que no han pasado nunca lo más seguro es que nos equivoquemos como los han hecho el FMI y el Banco de España en sus previsiones para las últimas recesiones que ha habido en el mundo. No han adivinado ni una.  Cuanto más tardemos en encontrar un remedio o una vacuna, mayor será la catástrofe económica, porque el confinamiento es como caer desde un acantilado al mar. Si no sabes nadar, estás muerto. Si sabes nadar, cuanto más tarde el salvamento marítimo en sacarte del agua, en peores condiciones saldrás.
Mientras estemos confinados los gobernantes nos tienen que facilitar herramientas para sobrevivir. Unos lo tendrán más fácil que otros porque han prevenido antes por si venían mal dadas y otros lo tendrán fatal porque vivieron alegremente la vida y olvidaron que en tiempos de bonanza hay que privarse de algunas cosas superfluas y guardar por si sucede algún accidente; y este covid-19 es un gran accidente. A pesar de todo, es cierto que las autoridades son quienes nos privan de la libertad de trabajar (por lo menos a algunos, porque estos días vemos que aunque hay trabajo, quedan puestos sin cubrir) y por tanto debe intervenir para ayudar a esas personas que quieren trabajar y no pueden por obligárseles a confinarse. Este se uno de los pocos casos en que tanto Trabajadores y Empresarios o socialistas y liberales están de acuerdo. En lo que no están de acuerdo es en dar dinero, comida y hasta posibilidades de ocio a quienes no aceptan los trabajos disponibles, simplemente porque han decidido no trabajar y prefieren que otros les ayuden en lugar de esforzarse ellos mismos.
En USA tanto demócratas como republicanos tardaron 10 minutos a aprobar un plan de rescate de 2 billones de dólares. En Europa los diferentes países, al igual que los políticos a nivel nacional, pierden el tiempo discutiendo cuanto dinero ponen en circulación y cuanto le toca a cada uno repartirse, por tanto las repercusiones económicas serán mucho más graves aquí que en USA.
Tenemos que volver a priorizar los riesgos, en todas las cosas y principalmente en el transporte. Tenemos interiorizado que el terrorismo ha matado mucha gente y que debemos asumir cualquier “esfuerzo” colectivo y personal para contenerlo. Con este criterio se gastaron billones de dólares/euros en perseguir a Bin Laden y a otros terroristas, y hemos perdido miles de millones de horas a los controles de los aeropuertos para subir a un avión. Ahora aparece el virus y reaccionamos tardísimo en aplicar medidas mucho menos contundentes que cuando perseguíamos terroristas con gasto militar incluido. Parece que el sistema de evaluación de riesgos lo tenemos bastante equivocado.
Recordemos que en el 11-S del 2001 en EEUU murieron cerca de 3.000 personas. ¿Cuántas ha matado el virus? En Estados Unidos van por los 80000 (casi 27 veces más) y casi 300000 en todo el mundo en 3 meses. En Madrid los atentados de Atocha provocaron 193 muertos, que es menos de lo que hay ahora cada día en España (han muerto 134 veces más). Hay que poner las cosas en perspectiva. Siempre lo más reciente o lo más cercano es lo que mas nos afecta pero hay que poner las cosas en perspectiva. La inflación nos preocupa mucho, pero comparado con lo que puede pasar a medio plazo no es nada. Nos puede preocupar los 8 euros que nos cobrarán por traernos la compra semanal a casa pero no es nada por ahorrarnos un posible contagio.
Aumentar la gran deuda de España es grave, pero mucho menos que perder la mitad de las empresas y los puestos de trabajo. Que aumente la inflación es malo (más cuanto más aumente), pero si la UE se hunde los grandes perjudicados seremos nosotros mismos y también los alemanes, holandeses, austríacos, suecos, etc. 
Cuando Draghi dijo lo del "Whatever it takes" y el BCE imprimió miles de millones de euros y compró deuda a montones, no se hundió el mundo. Es el mal menor. Es mucho peor que se hundan muchas empresas. 
El norte europeo dice que España no ha controlado el déficit y es verdad. España no ha cumplido ni un solo año los términos del trato que hizo para recibir el crédito del rescate encubierto del 2012. Los países del centro-norte europeo tienen razón cuando dice que los PIGS no son serios. A las personas responsables les produce mucho resquemor que las hormiguitas siempre tengan que ayudar a las cigarras y que estas, una y otra vez hagan chantaje emocional y no quieran aprender a trabajar productivamente, a no despilfarrar y a ahorrar, pero en estos momentos no queda otra, porque todos vamos en el mismo barco. Eso si, la ayuda debería ser con condiciones y controles estrictos para que esta se emplee en lo que se debe: ayudar a la sanidad y en las empresas para que no quiebren, mantengan los puestos de trabajo y la economía siga rodando.
El virus ha acelerado los fenómenos que ya estaban existiendo. El mas evidente es que hemos comprobado lo que ya intuíamos que era necesario, pero no hacíamos: el teletrabajo, la teleconferencia, teleformación, etc. No hacen falta tantas ferias, convenciones, congresos, restaurantes, hoteles, aviones, coches, viajes... Mucha gente verá que no hay que vivir en ls grandes ciudades y pagar alquileres estrafalarios pudiendo teletrabajar desde el campo. Las ciudades se vaciarán, habrá menos coches. Esto ya empezaba a pasar, pero se acelerará.
También quiere decir que usar más app’s y más conexión a Internet significa más control de nuestras vidas. Los grandes ganadores de esta pandemia están siendo las grandes tecnológicas estadounidenses: Amazon, Facebook, Google, Apple, Netflix, etc. no paran de subir en bolsa,… No sólo porque tenían un montón de “caja” (gran lección sobre tener una empresa sin deudas), sino porque "lo que le dices a los asistentes virtuales (Siri, Alexa, Cortana, Google now, Bixby, etc.) queda grabado, y las grandes empresas que los patrocinan saben lo que usas, como y cuando lo usas, lo que deseas y lo que vas a comprar próximamente.
El debate sobre la privacidad se ha terminado y han ganado estas grandes corporaciones. Ahora ya todos firmamos (no sabemos el que) para usar Whatsapp, Facebook, Twitter, Google, etc. y ni nos planteamos no firmarlo y dejar de usar esas apps. El día que el Gobierno te diga “no puedes salir de casa porque tienes fiebre”  no podrás negarte. De echo supongo que nos siguen mandando que hagamos las declaraciones de impuestos para dar trabajo a los gestores y abogados, etc., porque con las tecnologías existentes, bastaría con que la AEAT nos girara el recibo  directamente y ya que tenemos que pagar, nos ahorraríamos el trabajo. 
Pronto nos dirán: pasa el “test” y autoriza a tal “app” para que te haga el seguimiento si quieres entrar a este local, evento, practicar este deporte, etc.” Esta invasión de la privacidad que hace dos meses no habríamos imaginado ni tolerado está muy cerca de hacerse realidad y cuando nos la planteen privadamente la aceptaremos sin demasiados remilgos.
Los estados aprovecharán exponencialmente el miedo creado en esta pandemia para espiar a los ciudadanos, y no hay nada más permanente que una política temporal del gobierno. Recuerden que USA, un país super capitalista, liberal y nada amante de los impuestos inventaron el IRPF en 1860, (temporalmente para pagar la guerra civil), y todavía lo siguen aplicando. Cuando los gobiernos catan un poder es difícil que lo cedan o que los ciudadanos se lo puedan arrebatar. Encontrarán mil excusas, dirán que el control va muy bien para el terrorismo o cualquier otra cosa…
Seguramente se pondrán límites a la globalización asimétrica de los últimos años. El virus agrava las sospechas que todos tenemos de lo que es extranjero.  Unos se acusan a otros y al comienzo de la crisis los países se comportaron incívicamente. Lo hemos visto en la UE cuando todos los países intentaban acaparar el material de protección que podían fabricar o conseguir. Repentinamente se olvidó todo signo de hermandad y  solidaridad. Lo del America first se vio aquí. Incluso dentro de la España re-centralizada por el “estado de alarma” cada comunidad autónoma, ciudad y hospital se buscaba la vida por si misma. La muralla que Trump quería hacer en la frontera de México pronto dirá que no es para parar delincuentes o gente que te quite el trabajo sino para parar el virus, y más gente lo aceptará. Y con los africanos que vienen en pateras haremos lo mismo. Entraremos en una dinámica humanamente espantosa. 
Tal vez volvamos a una especie de mundo bipolar, con guerra fría incluida. Todo el mundo nos querrá espiar pero cada uno con su sistema. Los chinos han creado la versión china de todas las tecnológicas americanas, y el mundo se dividirá entre la influencia china y la americana. Será una globalización dual pro-china / pro-americana.
En la parte positiva, las cadenas de producción no estarán tan fraccionadas como ahora, cuando cualquier producto tiene componentes fabricados en muchos países diferentes. Tal vez la industria nacional  podrá repatriar muchas empresas deslocalizadas. Se protegerá la nacionalización de muchas industrias esenciales porqué ya hemos descubierto que no fabricábamos mascarillas, ni batas, ni tests, y los hemos tenido que comprar en China. Esperemos que esto no nos vuelva a pasar, y tal como nos espabilamos en fabricar respiradores lo hagamos también con el textil o con la industria alimentaria, y favorezcamos cada vez mas la fabricación y el consumo de productos de km.0. 
No volveremos a una autarquía donde todo el mundo lo hará todo, pero se crearán dos grupos: el asiático y el occidental. Seguirá habiendo comercio internacional y los países tendrán que especializarse. No todo el mundo hará smartphones o Porches. Tampoco todos harán AOVE, vino o calçots. Los europeos supongo que estaremos en el grupo occidental, aunque con el 5G íbamos con China. Las empresas que anticipen el retorno de la industria a Sabadell, Igualada o Terrassa saldrán ganando. El sector que mas sufrirá será el turismo porque requiere contacto. Sobre todo el de bajo coste masificado. 
Esperemos que aunque dentro de dos años acabe el miedo al virus quede algo en la memoria. Años atrás se nos hacía raro ver chinos con mascarilla en los aeropuertos y nos reíamos. Ellos habían aprendido la lección del SARS del 2003 y les quedó el miedo en la interacción. Ahora que hemos padecido el horror del Covid-19 seguramente también nos quedará  también a nosotros, y se notará en las costumbres que teníamos que ir a restaurantes, hoteles y en países lejanos. 
Aunque nos resistimos a admitirlo, no volveremos a vivir como lo hacíamos el año pasado. Se ha acelerado el cambio desde una la sociedad sólida (seguridad, contenidos, valores) a una sociedad líquida (movilidad, incertidumbre, relatividad de valores) y lo inteligente será pensar hacia dónde va la tendencia principal y ser de los primeros en seguirla. ¿Recuerdan la famosa frase “Be water, my friend” de Bruce Lee?  La capacidad de “fluir” y ser “flexible” y “adaptable” como el agua en un mundo en constante cambio. La adaptación, la anticipación, el uso correcto de las fuerzas tanto propias como del contrario, serán muy necesarias en el futuro próximo..
Los maestros se tendrán que espabilar para aprender a dar clase a través de videoconferencia y aprender a editar sobre vídeos, etc. porque se han terminado las clases magistrales o las clases en aulas reducidas con muchos jóvenes interactuando a cortas distancias continuamente. La escuela se deberá digitalizar rápidamente y para ello no basta con que todos los jóvenes tengan un iPAD o un ordenador, hace falta crear buenos contenidos y facilitar la interacción porque Tener un escuela conectada no es lo mismo que tener una escuela inteligente. Los conferenciantes y tertulianos habrán de aprender a hacerlo vía telemática y a responder las preguntas que les llegan desde miles de kilómetros. Por ejemplo, las juntas de accionistas hace tiempo que ya no son presenciales y se hacen telemáticamente. Son más prácticas, más baratas y más cómodas para los asistentes y organizadores pero se pierde negocio para las salas de congresos, los hoteles, restaurantes y todo el ocio asociado a este tipo de actos multitudinarios. Sólo queda adaptarse, renovarse o desaparecer.
En algún momento la vacuna llegará y temeremos al Covid-19 igual que tememos a una gripe que también produce miles de muertes cada año, pero lo tenemos asumido. La humanidad siempre ha solucionado los grandes problemas porqué, a pesar de que a muchos les paraliza el miedo, aún quedan muchos millones de cerebros pensando para encontrar soluciones, y mas si comparten información útil y trabajan en red. Por desgracia siguen existiendo muchas personas que, en lugar de esforzarse en buscar soluciones creativas nuevas, siguen empeñándose en repartirse la miseria o priorizar lo que llaman defensa de sus derechos y libertades (no las de los demás). Esa tendencia es la que habría que controlar. Como siempre, todo en su justa medida. Necesitamos atender lo urgente en momentos puntuales para asegurar la supervivencia, pero sin dejar de tener en cuenta lo más importante, porque eso es lo que nos permitirá sobrevivir como comunidad y como especie.

¿Qué puede pasar en el futuro próximo?

Nadie sabe lo que va a pasar en el futuro, pero todos podemos pensar qué es lo que podría pasar o lo que nos gustaría que pasase.
Aquí van mis sugerencias:
1.- Desaparecerá la TV en abierto, los teléfonos fijos, la radio por ondas y toda la comunicación será principalmente a través de Internet. Se crearán plataformas tecnológicas donde la conexión básica será gratuita para la mayoría de la gente y permitirá a los estudiantes conectarse con la escuela por videoconferencia. Los gestores de la plataforma aprovecharán la información que le entregamos voluntariamente para ofrecernos un producto de valor añadido cada vez mayor. Se podrá mejorar la capacidad y los contenidos via demanda, pagando la cuota correspondiente.
2.- Se generalizará el “horario variable” de entrada al trabajo para evitar atascos de tráfico y concentraciones en transporte público. Lo mismo con los periodos vacacionales.
3.- El transporte público desaparecerá gradualmente y solo tendrá utilidad para los viajes interprovinciales o entre países. Para el transporte diario y de pequeña distancia cada vez se utilizarán mas VPPE (Vehículos particulares portátiles eléctricos) a precios razonables que no requieren un lugar para aparcar y con un consumo energético pequeño.
4.- Dejarán de aumentar las zonas asfaltadas y aumentarán las veredas. Se favorecerán los vehículos eléctricos portátiles personales, que generarán mucho menos ruido, menos contaminación y dejarán más espacio para más áreas verdes y pistas para caminar.
5.- Se implantará un “SSU” (Seguro de salud universal) supervisado por la OMS con las mismas reglas para todos los países.
6.- Los ChSIA (Chequeos de salud integral anuales) serán obligatorios y gratuitos, para prevenir enfermedades en vez de gastar mucho más intentando curar cuando ya se ha desarrollado la enfermedad o extendido la pandemia.
7.- Se utilizarán los datos sanitarios centralizados para, con ayuda de programas de IA, identificar riesgos de contagio o de enfermedades, aislar a los individuos de alto riesgo, poner tratamientos preventivos que deberían recibir cada paciente o reducir el impacto en caso de enfermedades o contagios. Bastaría que los distintos sistemas de salud dieran acceso a sus datos de los pacientes. Algo sencillo pero que en algunos países podría ser políticamente muy complicado y muy retador a nivel privacidad para otros. Hay que poner en una balanza seguridad-prevención y en la otra privacidad.
8.- Se extenderá el teletrabajo para todos los trabajos que no requieran contacto físico con el cliente o para producción. Los pisos nuevos tendrá una habitación preparada para hacer teletrabajo (los antiguos despachos). Las empresas subvencionarán el acondicionamiento de despachos personales en viviendas antiguas y también la compra de material informático-comunicación. Esto aumentará la empleabilidad de mucha gente capacitada para hacer trabajos de despacho pero que no pueden perder tiempo trasladándose cada día al lugar de trabajo. También dará la posibilidad de comprar o alquilar vivienda en lugares (campo) con menor coste que en la gran ciudad.
9.- Se generalizará la Teleasistencia.  Muchas consultas pueden hacerse desde el propio domicilio y según que enfermedades menores sería mejor atenderlas en casa. El chequeo virtual puede analizar datos de sensores o test rápidos que puede hacerse el mismo paciente en su casa y, en caso necesario el médico podría mandar un mensajero que recogiera la muestra en domicilio y trasladarla al laboratorio para su análisis. Mientras, el paciente podría quedar aislado en casa sin necesidad de desplazarse al CAP y sin contagiarse o contagiar a otros en las salas de espera que reducirán su tamaño.
10.- Guardia para control sanitario. Un nuevo tipo de policía-educadores sociales que con ayuda de App’s de seguimiento de salud y programas de inteligencia artificial podría dar recomendaciones para circular por la calle, usar adecuadamente el mobiliario público, para vivir más saludablemente a los que tengan una enfermedad y para controlar a los incívicos. Por ejemplo, si a alguien le han prescrito “aislamiento en casa” para descanso, cura o para no contagiar a otros, la aplicación también tendría que ser capaz de reportar a las autoridades si has roto el aislamiento de forma irresponsable o si no cumples las prescripciones, porque ello no solo es problema tuyo sino que afecta al resto de la sociedad. El que cumple con sus deberes cívicos-sociales no tiene nada que temer y el que no lo hace debería ser detectado y corregido.
11.- El medico podrá dar PDMS (Permiso de descanso médico por salud) a distancia. Si uno va al médico puede agravar su enfermedad o contagiar a otros. En caso de necesidad podría permitirse al paciente quedarse en su domicilio (hay sistemas digitales para controlar que sea así) durante unos pocos días hasta que esté a punto para volver al trabajo.
12.- Se generalizarán las CC (citas concertadas) para casi todo. Las “colas”, síntoma de deficiencia institucional, se reducirán y si son imprescindibles se conservarán las medidas de distanciamiento físico con metro y medio de distancia entre personas, ya que no por pegarte más a la persona de enfrente te te van a atender más rápido. La digitalización se extenderá a todos los servicios. Por ejemplo, en  los restaurantes será necesario reservar y pagar online, las cartas serán electrónicas y con el tiempo hasta los camareros.
13.- Se dejarán de usar guantes u otros elementos de plástico desechables porque si respetamos el distanciamiento físico, cuidamos de no toser o estornudar al aire y de no “tocarnos” como acto social, no seria necesario emplear y contaminar con todos estos plásticos. Y sobre todo los incívicos no ensuciarían las calles, los campos y los mares con ellos.
14.- Se masificará el servicio de incineración y se estatalizará; o al menos se regulará públicamente, estableciendo un servicio de decesos mínimo asequible para todos. Evitaría que los cementerios se desbordaran de cadáveres, como su momento ocurrió con las iglesias; permitiría disponer de un entierro de forma asequible para todos, al tiempo que se permite que, el que quiera y pueda costeárselo, pueda despedir al difunto con una gran fiesta y todo tipo de lujos.
15.- Se generalizará la compra por Internet de todos los artículos de supermercados, parafarmacia, electrónica, ropa y calzado con los correspondientes probadores virtuales de Realidadad Aumentada, etc.
16.- Desaparecerá el dinero físico y se generalizará el uso del teléfono móvil para los pagos in situ.
17.- Los espectáculos públicos serán más caros y con público más reducido. Algo similar pasará con los restaurantes, coctelerías o bares de diseño.
18.- Se popularizará el “teatro en casa”. Via plataformas de video-comunicación u holográficas, la gente podrá disfrutar de las obras de teatro que tienen lugar en directo en la sala del teatro, las conferencias (a la que asistirán pocos invitados), visitas a exposiciones temporales en museos, etc. desde su propia casa, pagando la entrada correspondiente, siempre a un precio mucho más económico.
19.- El gimnasio virtual cada vez tendrá más usuarios que el gimnasio presencial. Ya se está comprobando estos días de pandemia. Todas las personas que simplemente quieran mantenerse en forma, y no asistan a los gimnasios por otras motivaciones, tienen múltiples posibilidades de seguir ejercicios dirigidos por internet, de todos los tipos y para todas las edades. Siempre quedará la posibilidad de contratar los servicios de un entrenador personal-fisioterapeuta para que te corrija personalmente y puntualmente e tu casa o en un centro y los gimnasios quedarán reservados para las personas que deseen usar equipamiento hiper-especializado que solo puede permitirse un buen centro deportivo.
20.- Aumentarán los impuestos. Algo que no gusta a nadie, pero con todo lo endeudados que estamos no quedará otro remedio. La parte buena es que tal vez hayamos aprendido a prescindir de algunas cosas y el dinero que podamos ahorrar lo podremos dedicar a pagar estos impuestos. Esperemos que establezcamos algún tipo de control para intentar que no se despilfarren y se utilicen adecuadamente para que se puedan dar lo servicios estatalizados.
Estas son mis sugerencias. Seguro que a ustedes se les ocurren muchas más y podrían compartirlas. Tal vez se las podamos sugerir a algún político para que las incluya en su próximo programa electoral…

jueves, 7 de mayo de 2020

Cuento de la covid-19


Cuéntame lo del virus otra vez y me iré a la cama.
- Pero hijo estás cansado y ya medio dormido.
- ¡Por favor papa!, esta historia me gusta mucho. Prometo que será solo una vez más.
-Vale hijo, acurrúcate y escucha...
Esta historia sucedió hace años, en un mundo en el que yo habité...
Era un mundo de deshechos y maravillas, de pobreza y riqueza, mucho antes de que entendiésemos lo que sucedería en el año 2020...
Verás, hace ya muchas décadas que la gente abandonó sus pueblos y buscó trabajo en empresas que comerciaban por todos los países del mundo. Estas se hincharon y crecieron mucho mas de lo que nadie hubiera podido prever. Las ciudades se llenaron más y mas mientras los campos y los pueblos se vaciaban. Siempre teníamos lo que queríamos, todo era rápido, cualquier cosa que imaginases te la podían llevar a tu casa en solo un día y con un sólo click en tu móvil.
Con el tiempo nos dimos cuenta que las familias se dejaban de hablar; incluso las personas que vivían juntas en un mismo piso se hablaban poco. Vivían conectadas a otras, que llamaban amigos, aunque nunca se hubieran visto ni abrazado, ni se hubieran hecho confidencias personales, ni hecho ni recibido favores entre ellos. El significado del habla hacía tiempo que se había perdido y nadie consultaba los diccionarios para averiguarlo y hablar con propiedad. Se perdió el equilibrio entre el trabajo y la vida. 
Los niños crecían sin pensar y sus ojos se volvieron cada día mas cuadrados, quizá debido a que miraban casi ininterrumpidamente su teléfono móvil con el que podían mostrarse perfectos ante los demás. Pero a pesar de vivir conectados a tanta gente en medio de tanto ruido, de postureos y reacciones, se sentían solos e insatisfechos.
Los cielos se volvieron mas densos y grises, lo que contribuía a que las personas se sintieran tristes. Por las noches ya no podías ver las estrellas. Volábamos en aviones para encontrarlas, mientras debajo del manto de nubes y contaminación conducíamos nuestros coches. Tomábamos el coche para ir a todas partes y estábamos todo el día dando vueltas.  No disfrutábamos haciéndolo pero nos manteníamos en movimiento continuo buscando algo o huyendo de algo. A pesar de que todos sabíamos que era malo para nuestra salud, fumábamos, bebíamos (hacer el botellón lo llamaban los jóvenes) y hacíamos apuestas por si teníamos suerte y nos podíamos ir a vivir a la Tierra Prometida que nadie había visto rodeados de lujos. La mayoría ansiaban vivir como ricos aunque no sabían como realmente vivían los ricos ni que hacían para conseguir serlo y mantener su estatus, sólo lo imaginaban en su libre imaginación. La mayoría los despreciaba publicamente, pero todos querían sus bienes.  Nuestros lideres nos enseñaban que era mejor no enfadar a los lobbies y dictaban leyes y decretos para que no hiciéramos nada inconveniente,  porque nos aseguraban que era más fácil aceptar una muerte lenta que plantarles cara.
Olvidamos como correr y casi como andar, cortamos los árboles, pisoteamos la hierba y cubrimos los campos y ls calles de alquitrán. Escaseaban los árboles en las plazas y parques para darnos sombra durante los veranos, cada vez más cálidos y bochornosos. Como no cesábamos de arrojar basura, llenamos el mar con plástico; hasta que llegó un día en que cuando ibas a pescar, al sacarlos del agua, los peces ya iban precintados.
Pero entonces, a principios de 2020 un nuevo virus se interpuso en nuestro camino. Los científicos lo bautizaron como SARS-CoV-2 y los gobernantes nos dijeron que la covid-19 (su nombre popular) era sólo como una gripe, aunque se contagiaba más rapidamente. Algunas empresas declinaron venir al MWC que se celebraba cada año en Barcelona; poco a poco se sumaron más y finalmente suspendieron el gran congreso mundial. Algunos políticos de otra autonomía se postularon para acoger el MWC y los políticos regionales y locales intentaron montar un congreso paralelo para no perjudicar a la economía. La mayoría de ciudadanos, desinformados e incautos, especulábamos mientras seguíamos haciendo lo de siempre: vivir la vida. 
Nos llegaban noticias de países lejanos, donde siempre sucedían desgracias que nunca llegaban hasta nosotros, y nos empezamos a preocupar, porque parecía que no era como otras veces. Un día encontramos las persianas de las tiendas de los asiáticos bajadas. Un cartel explicaba que volverían dentro de un mes y medio. ¡Qué raro! pensamos. ¡Pero si los asiáticos nunca habían cerrado ni por fiestas ni por vacaciones!. Nos empezamos a preocupar. Un día las malas noticias llegaron de Italia y ya no pudimos más. El Gobierno finalmente nos dijo que dentro de unos días nos mandaría que nos quedáramos confinados en nuestras casas. Mucha gente empaquetaron cuatro cosas, fueron a despedirse de sus padres ancianos en las residencias, cogieron sus coches y abandonaron las ciudades, como pollos sin cabeza, para refugiarse del desconocido e innombrable mal en los pueblos que abandonaron hace ya muchos años. Pensaban que allí no les alcanzaría el virus y, sorpresas nos da la vida, fueron ellos los que se lo llevaron a sus padres ancianos y a los lugareños porque algunos, viajados como eran, se lo habían traído consigo del extranjero.
Mientras todos nos escondíamos del miedo y muchos abuelos morían indignamente en las residencias donde esperaban el final de sus días, la gente confinada en sus hogares despertaban sus instintos olvidados y recordaban cosas que hacían de pequeños con sus padres. Los más abuelos, les explicaban a sus hijos acostumbrados a comer fuera de casa, que productos debían comprar y como podían hacer de comer con ellos para que comieran variado y sano durante los días que durara el confinamiento. También les recordaban cómo se sonría antes, nada que ver con las muecas que habían aprendido a hacer desde que se popularizaron las selfies, sino con sinceridad. Y sobre todo, les recomendaban que aprovecharan el hecho de estar juntos para abrazarse mucho con sus hijos pequeños. Los abuelos se conformaban con oír su voz a través del teléfono y no les quebaba más remedio para dejar los abrazos para cuando pudieran verse en persona y hacer una gran fiesta para celebrar el reencuentro.
Las familias, padres e hijos, empezaron a salir a los balcones, junto con sus vecinos que no veían hacía meses, para aplaudir y dar las gracias a tantas personas que trabajaban para salvar vidas en los hospitales y para llenar las tiendas de alimentos. También aprovechaban para poner música, tocar instrumentos y cantar para alegrarse con los vecinos. Pasados diez minutos volvían a encerrarse en sus casas un poco mas aliviados, aunque seguían sin dar crédito a la situación totalmente impensable que les había tocado vivir.
Mientras, las llaves del coche empezaban a empolvarse y los niños ansiaban salir a corretear por la plaza y los parques cercanos como veían que hacían las mascotas, pero no ellos. Y con cielos vacíos de viajeros la tierra empezaba a respirar. Celebramos el día de la Naturaleza y la que mas lo celebró fue ella misma; porque el cielo era azul, los pajarillos volaban y nos regalaban sus trinos desde las copas de los árboles cercanos, y se respiraba un aire tan puro que ya no nos acordábamos de cuando pudimos disfrutarlo por última vez. Y en las playas, los pescadores contaban que nacían nuevas criaturas que se escabullían hacia los mares.
Algunas personas empezaron a bailar, algunos cantaban, otros cocinaban y hasta hacían pan, pasteles y muchas cosas que nunca hubieran imaginado. La mayoría se acostumbraron a vivir confinados en sus casas.
Como el Gobierno prorrogaba nuestro aislamiento cada quince días, “estado de alarma” lo llamaban, nos fuimos acostumbrando a las malas noticias, pero no todas eran malas. Durante el tiempo de confinamiento muchos se dieron cuenta de la cantidad de cosas que no necesitaban y se sorprendieron agradablemente de cuánto habían ahorrado. De hecho habían terminado el primer mes con la cuenta sin números rojos como era habitual. Aprendieron a administrar sus recursos, aprendieron a distinguir entre lo necesario y lo accesorio y comprobaron que adoptando esos nuevos hábitos de consumo y sacándole todo el partido a lo que tenían no necesitaban comprar cosas nuevas y podían ahorrar. Viviendo con lo necesario eran aún más felices que antes.  Descubrieron que bastaba con  un solo producto para mantener su casa limpia y que se podía desinfectar simplemente con un poco de lejía diluida en agua. Nunca más jurarían en vano que no era posible ahorrar.
Durante el confinamiento también comprobaron que habían podido trabajar desde casa. Habían aprendido a planificar actividades, a organizar su tiempo y a trabajar por objetivos. También descubrieron que en sus ratos libres podían estudiar cosas nuevas, aprender cosas nuevas y recuperaron antiguos hobbys y a hacer cosas con las manos y con el resto de la familia.
Aunque seguían añorando salir a hacer deporte en exteriores y reunirse con los amigos, cada día le sacaban más provecho a la “nueva normalidad”. Trabajadores y empresas le descubrían más ventajas al teletrabajo, los colegios se formaban para extender la teleformación y todos aprendimos que estar en casa no era sinónimo de sedentarismo y aburrimiento. Los científicos no habían parado de investigar y de buscar una vacuna que funcionara. También probaban medicamentos con efectos secundarios aceptables que pudieran contener al Covid-19 y llegó in día en que….
¡EUREKA!… ¡Encontraron la cura!.
Mientras fabricaban medicamentos y vacunas para todos, empezamos a salir del confinamiento poco a poco y, unos antes y otros más tarde.
Al principio salíamos con temor. Algunos parecía que habían adquirido el síndrome de Estocolmo y se quedaban voluntariamente en casa. Los jóvenes son los primeros que salieron a hacer deporte, a pasear por la calle y a entrar en las tiendas y lugares cerrados. Algunos no usaban mascarilla, como si la cosa no fuera con ellos. No pensaban que podían ser portadores asintomáticos y podían contaminar a los demás. Los mayores, los más afectados por la covid-19, les recriminaban con su mirada, aunque en silencio, su actitud incívica. Algunos abuelos incluso amenazaron con retirarles la paga. La mayoría reemprendió sus actividades fuera del domicilio con prudencia, incorporaron las mascarillas, algunas de diseño, a sus actividades sociales y guardaban la distancia de seguridad.
A las pocas semanas nos dimos cuenta de que había sucedido algo extraordinario. La mayoría preferimos el nuevo mundo que encontramos al que habíamos dejado atrás, hacía unos meses. Muchos de nuestros viejos hábitos se habían extinguido y dieron paso a otros nuevos. Cada pequeño gesto de amabilidad era ahora algo normal y querido y no hacía falta pedirlo o buscarlo. Salía del interior de la mayoría. Nos comportamos más cívicamente, no tirábamos basuras al suelo, andábamos por nuestra derecha, siempre había asientos libres en los transportes para quien lo necesitara...
- Pero… ¿porqué tuvo que venir un virus para que la gente se volviese a juntar y a pensar en los demás, además de en ellos mismos?
- Bueno, a veces hijo mío, tienes que enfermar para poder regenerarte y darte la oportunidad de empezar a sentirte mejor...
Anda hijo, acuéstate y sueña con mañana y todas las cosas que podemos hacer. Y quién sabe, quizá si sueñas con ganas muchas de esas cosas bonitas, que te hacen verdaderamente feliz, puedan volverse realidad.
Desde entonces celebramos aquella época y las Naciones Unidas establecieron un día para celebrar lo que llamaron “el Gran Descubrimiento”. Y sí, desde entonces, ha habido muchos descubrimientos, pero esa es la historia de cómo empezó todo a principios del año 2020.
                                                                                                      ********
Narración redactada a partir del poema visual "The Great Realisation" del artista y poeta "Probably Tomfoolery” y adaptado para nuestro país.

martes, 5 de mayo de 2020

¿Es imposible prever una pandemia?

Los gobernantes, Trump a la cabeza, se quejan de que lo critican usando bulos. En España un alto cargo de la Guardia Civil dijo mandó que se vigilara las redes sociales para que no se difundieran mensajes  que generaran “estrés social”. No se trata de criticar todo lo que hace el gobierno, o la oposición. Se trata de analizar las medidas que toman nuestros dirigentes para que puedan mejorar día a día. 
Si este es el plan, no interesa
Empecemos por Europa. Somos europeos y quisimos ser europeos y pertenecer a la UE en cuanto nos admitieron en el club. Los hicimos por nuestro interés y el resto de países también salieron beneficiados de nuestra adhesión. La pregunta es: como europeos, ¿hemos hecho todo lo que deberíamos? ¿Nos hemos implicado en su gobernanza? ¿Sabemos lo que se hace en los centros de decisión europeos? ¿Qué queremos que hagan los dirigentes europeos y como queremos que evoluciones las políticas europeas?
Federica Mogherini, Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad Vicepresidenta de la Comisión Europea decía en el prólogo de el informe “Estrategia global para la política exterior y de seguridad de la Unión Europea” de 2016: Es indudable que vamos a tener que replantearnos el funcionamiento de nuestra Unión, pero sabemos perfectamente para qué trabajamos. Sabemos cuáles son nuestros principios, nuestros intereses y nuestras prioridades. No es momento de indecisiones: nuestra Unión necesita una estrategia. Necesitamos una visión compartida y una acción común.
Ninguno de nuestros países tiene ni el poder ni los recursos necesarios para dar respuesta por sí solo a las amenazas ni para aprovechar por si solo las oportunidades que brindan estos tiempos. Pero como una Unión de casi quinientos millones de ciudadanos, nuestro potencial no tiene parangón. Nuestra red diplomática está extendida y enraizada en todos los rincones del planeta. La nuestra es una de las tres primeras economías del mundo. Somos el primer socio comercial y el primer inversor extranjero de casi todos los países del globo. Juntos, invertimos más en cooperación para el desarrollo que todo el resto del mundo. Pero también es evidente que todavía no estamos utilizando plenamente este potencial. La gran mayoría de nuestros ciudadanos entiende que debemos asumir la responsabilidad de nuestro papel en el mundo de forma colectiva. Y, allá donde voy, nuestros socios esperan que la Unión Europea desempeñe un papel principal, en particular como proveedor mundial de seguridad. Solo actuando de manera conjunta y unida podremos atender a las necesidades de nuestros ciudadanos y hacer que nuestra asociación funcione. Este es precisamente el objetivo de la estrategia global para la política exterior y de seguridad europea. «Global» no debe entenderse únicamente en el sentido geográfico. Para Europa, el poder no coactivo y el poder coercitivo van de la mano.
La estrategia alimenta la ambición de una autonomía estratégica para la Unión Europea. Ello es necesario para promover los intereses comunes de nuestros ciudadanos, así como nuestros principios y valores. Pero somos conscientes de que estas prioridades se defienden mejor si no estamos solos. Y se defienden mejor en un sistema internacional basado en normas y en el multilateralismo. No es momento de policías globales ni de guerreros solitarios. Nuestra política exterior y de seguridad ha de gestionar las presiones globales y las dinámicas locales, debe enfrentarse a superpotencias y a identidades cada vez más fracturadas. 
Invertiremos en órdenes regionales, y en la cooperación entre las regiones y dentro de ellas. Y vamos a promover una gobernanza mundial reformada, que pueda hacer frente a los retos de este siglo XXI. Vamos a implicarnos de forma práctica y ejemplar, a compartir responsabilidades a escala mundial con nuestros socios y a contribuir a su fortaleza. Hemos aprendido la lección: LAS CARENCIAS DE MI VECINO Y DE MI SOCIO SON MIS PROPIAS CARENCIAS. Por eso vamos a invertir en soluciones beneficiosas para todos, y a superar la ilusión de que la política internacional puede ser un juego en el que cuando se gana es a costa del otro.
Todo ello beneficiará a cada uno de nuestros Estados miembros y a cada ciudadano de la Unión. Solo con una Europa verdaderamente unida y comprometida pueden alcanzarse todos estos objetivos. Aunar todas nuestras culturas para alcanzar nuestros objetivos compartidos y favorecer nuestros intereses comunes es un desafío diario, pero también es nuestra mayor baza: la diversidad es lo que nos hace fuertes.
SÍ, NUESTROS INTERESES SON EFECTIVAMENTE LOS INTERESES COMUNES DE EUROPA: LA ÚNICA MANERA DE SERVIRLOS ES CON MEDIOS COMUNES. Por eso tenemos la responsabilidad colectiva de hacer de nuestra Unión una Unión más fuerte. LOS CIUDADANOS DE EUROPA NECESITAN UNIDAD DE OBJETIVOS ENTRE LOS ESTADOS MIEMBROS Y UNIDAD DE ACTUACIÓN ENTRE NUESTRAS POLÍTICAS. Un mundo frágil requiere una mayor confianza y responsabilidad de la Unión Europea, requiere una política exterior y de seguridad europea abierta al exterior y que mire al futuro. Esta estrategia global nos guiará en nuestra labor cotidiana hacia una Unión que satisfaga realmente las necesidades de los ciudadanos, que cumpla sus esperanzas y aspiraciones; una Unión que se asiente en el éxito de 70 años de paz; una Unión con la fuerza para contribuir a la paz y la seguridad en la región y en todo el mundo.
La UE dijo que trabajaría en aquellos asuntos mundiales que se encuentran en los confines de la reglamentación multilateral para seguir formulando normas que garanticen la seguridad y el acceso sostenible al patrimonio común universal: “La UE será un ciberactor con visión de futuro que protegerá nuestros activos y valores en el mundo digital, en particular mediante la promoción de una Internet mundial gratuita y segura. Participaremos en acciones de ciberdiplomacia y de capacitación con nuestros socios y trataremos de celebrar acuerdos de comportamiento responsable en el ciberespacio basados en el Derecho internacional existente. Apoyaremos la gobernanza digital multilateral y un marco de cooperación mundial en materia de ciberseguridad, respetando la libre circulación de la información. En el ámbito espacial, promoveremos la autonomía y la seguridad de nuestros servicios espaciales y trabajaremos en la formulación de principios de comportamiento espacial responsable, que podría dar lugar a la adopción de un código de conducta internacional de carácter voluntario. En el sector energético, impulsaremos mecanismos multilaterales cuyo objeto sea garantizar patrones energéticos sostenibles, tanto mediante la formulación de nuestras propias políticas sostenibles como mediante el establecimiento de un diálogo más estrecho con los principales consumidores y productores de energía. En lo que respecta a la salud, TRABAJAREMOS PARA LOGRAR UNA MAYOR EFICACIA EN LA PREVENCIÓN Y DETECCIÓN DE LAS PANDEMIAS MUNDIALES Y EN LA MANERA DE RESPONDER A LAS MISMAS. También es necesario disponer de normas mundiales en ámbitos tales como la biotecnología, la inteligencia artificial, la robótica y los aparatos pilotados a distancia, con el fin de evitar riesgos de seguridad y aprovechar sus beneficios económicos. En todos estos ámbitos, la UE promoverá los intercambios en los foros multilaterales pertinentes con el fin de encabezar la formulación de normas y crear asociaciones en aquellos ámbitos que se encuentran en los confines de la reglamentación multilateral.
Fantástico proyecto el descrito por Moguerini, pero... ¿QUÉ SE HA HECHO REALMENTE?
En un informe especial también de 2016 se escribe que en el combate contra las amenazas transfronterizas graves para la salud en la UE se han dado pasos importantes, pero que hay que seguir avanzando. Las amenazas para la salud pública pueden tener diversos orígenes. Se reconoce que además de sus repercusiones en la salud, estas amenazas pueden acarrear unos costes económicos significativos, en especial cuando una situación de emergencia se mantiene durante un período de tiempo prolongado y afecta no solo a los desplazamientos y el comercio, sino también a la sociedad en general. Los últimos episodios han puesto de relieve igualmente que a menudo las amenazas para la salud son problemas transfronterizos, por lo que puede ser necesaria una respuesta multisectorial y multilateral

¿QUÉ SE HA HECHO EN LOS ÚLTIMOS 4 AÑOS desde que se presentaron estos informes?
Muchos presupuestos, mucho hablar, mucho gasto en cosas varias (armas y ejércitos incluidos) pero poco en educación y salud y por tanto pocos resultados útiles para la ciudadanía en general.
¿QUÉ RAZÓN TENEMOS PARA PENSAR que nuestro GOBIERNO VA A HACER LAS COSAS MEJOR, Y VA PEDIR A LA UE ALGO MÁS QUE LIMOSNAS?
A muchos nos da más miedo la crisis económica que se acrecentará en los próximos meses que el propio virus. Por ello hay que preguntarles a los dirigentes cuales son sus propuestas para utilizar racionalmente los medios disponibles, para  cortar los despilfarros, para perseguir el fraude y poder aumentar los recursos destinados a sanidad, investigación y servicios sociales, y en facilitar que las pequeñas empresas y los autónomos generen empleo.
Tal vez alguien me lo podría explicar, pero gastar miles de millones en comprar tanques mientras vemos como manadas de inmigrantes asaltan las vallas fronterizas de Ceuta o Melilla y se permite que echen cal viva a los pobres guardia civiles que la custodian es denigrante. Como denigrante es que se construyan tantos AVES y aeropuertos sin necesitad para atender el transporte
Menos cosas y empleos que benefician a los amiguetes y clientes (pero no al global de la sociedad) y más personal sanitario, investigadores, bomberos, personal de salvamento, personal para cuidar a personas de la tercera edad, etc. esto genera empleo, añade valor a la economía y hace la vida  mejor al global de la población.
Nada va a cambiar por sí solo, como mucho los políticos harán cambios cosméticos para que se sigan beneficiando siempre los mismos. Que no nos engañen ni nos engañemos a nosotros mismos. Hay que pedir responsabilidades para que los dirigentes se acostumbren a trabajar bien y con responsabilidad. Hay que exigirles que administren bien y con transparencia el dinero que aportan los contribuyentes. Hay que exigirles que rindan cuentas, que expliquen cómo van a hacer lo que pretenden y prometen y que presenten las facturas (figurado).

lunes, 4 de mayo de 2020

Covid-19. Hasta aquí hemos llegado

Empezamos el desconfinamiento en periodo de prueba. A falta de test ni de diálogo, los otros partidos desojan la margarita para decidir si apoyan una nueva prórroga del estado de alarma. 
Fuera de estas peleas de salón, parece que se ha confirmado que NO hay re-contagio de coronavirus. Las historias de que en Corea la gente podía curarse y volverse a infectar varias veces parece que no son ciertas. Lo que se detectaron fueron falsos positivos.
Seguimos sin tener datos de cuántas personas realmente han pasado el Covid-19, pero son claramente insuficientes para que podamos pensar que hemos conseguido una inmunidad de grupo. Por tanto, el virus sigue activo, sin cura y sin vacuna y no se sabe cuándo la habrá, por tanto…¡precaución en las salidas!
Parece que en los primeros días de confinamiento los españoles nos movimos poco y que si suben ls temperaturas y pasa algo similar a otros virus (SARS, gripe, etc) el calor lo debilitará (no lo anula) y la radiación ultravioleta puede que lo mate en superficie. Seguramente en verano podremos estar más juntos aunque no “pegados”.
Ojalá que el clima ayude a reducir el contagio del virus y esperemos que el Gobierno (y resto de gobernantes) aprendan de errores pasados que tuvieron nefastas consecuencias:
El Gobierno (y gobernantes) aguardaron varias semanas antes de alertar a la población, prohibir congresos, ferias, manifestaciones. Tampoco cuidaron de que hubieran medidas de control e higiene en sitios públicos, etc.; incluso cuando algunos ciudadanos estábamos preocupados porque los medios de comunicación daban informaciones de que la epidemia se estaba extendiendo por el mundo y los países asiáticos tomaban medidas que nos parecían de ficción, aquí nos decían que era “menos que una gripe”. Luego empezaron a decirnos que no era grave, pero que se contagiaba y extendía muy rápido.
Dos meses después sabemos que reaccionar pronto (como hicieron Nueva Zelanda, Portugal y hasta Grecia) es clave. Nuestros dirigentes no vieron o no quisieron ver. El caso es que reaccionaron tarde y, cuando lo hicieron el virus ya paseaba por residencias de ancianos, y rondaba Madrid y varias zonas de España.
Nos avisaron que nos confinarían dentro de tres días y en este intervalo muchos ciudadanos mal informados y otros directamente incívicos (de los de “yo hago lo que quiero y los demás que se aguanten”) salieron como pollos sin cabeza hacia las segundas residencias y a expandir el virus de las capitales hacia los pueblos de la España vaciada y olvidada. Bastantes alcaldes tuvieron que salir por TV para pedirles que “precisamente ahora NO tocaba” que vinieran a sus pueblos envejecidos y aislados.
Finalmente nos confinaron a casi todos cuando el virus ya estaba extendido por España y las UCI’s de los principales hospitales se iban llenando rápidamente. Los ciudadanos no teníamos acceso a mascarillas ni hidroalcohol y nos decían que “no nos preocupáramos” porque no eran necesarias. Lo más denigrante era que ni el personal sanitario tenía material para protegerse. Menos aún lo tenían el resto de personal de abastecimiento de productos básicos y los ciudadanos tuvieron que autofabricarse sus propios sistemas protectores. Mejor algo que nada.
El Gobierno realizó compras fallidas de mascarillas y tests que resultaron ser pocos y defectuosos, o poco fiables. Parece que tenían mucha experiencia en montar manifestaciones contra los dirigentes o el “kapital”, pero, ahora que ellos eran el Gobierno y tenían que “gestionar” y decidir, no sabían como “gestionar” ni la fabricación local, ni las importaciones de Tests, ni el Seguimiento de Contactos que todavía no hemos visto, ni los datos, ni dialogar con los gobiernos autonómicos y sus asesores científico-medicos, ni… 
Eso si, centralizaron el mando. En tiempos de grandes crisis está muy bien que haya directrices coordinadas por un gran líder. Ello implica que se analizan todas las propuestas locales y se tienen en cuneta para armonizar lo que es de todos y para el bien de todos, aunque sea “confinar por zonas”. 
La información que han suministrado a la ciudadanía ha sido caótica, inexacta y en ocasiones se ha querido controlar o dirigir. La verdad ha sufrido mucho y la información ha sido modulada sea con advertencias de mandos militares o con subvenciones adicionales a algunos medios de comunicación que han suministrados datos inexactos o sesgados. Por ejemplo han informado regularmente de número de fallecidos y no de Nº de fallecidos por cada millón de habitantes dando una falsa impresión de lo sucedido.
España es país con mayor tasa de muertes por habitante y esto no es ningún honor, sino todo lo contrario. Las autoridades disimularon la gravedad de la epidemia del Covid-19, no aprovisionaron de mascarillas, hidrogeles, test para detectar infectados y poderlos confinar (no en su casa en contacto con otras familiares que no sabían ni podían protegerse por si solos), no había suficientes EPI para el personal sanitario ni respiradores para los infectados, etc. No se tuvo prevención ni tampoco capacidad ni agilidad de gestión. 
La catástrofe en las residencias de ancianos ha sido mayúsculo y requiere que se asuman responsabilidades políticas y también penales. 
Por falta de previsión primero y de diligencia y eficiencia después, se han producido hasta el momento más de 25000 muertos y esperemos que el desconfinamiento no conduzca a una segunda ola de contagios. Además se ha parado la economía y se mantendrá parada mucho más tiempo del necesario por no haber reaccionado ágilmente (como por ejemplo nuestro vecino Portugal). Cuando no hay medios disponibles para combatir algo, lo menos malo que puede hacerse es esconderse (confinados) hasta que alguien te consiga y facilite medios defensivos (vacuna) o curativos (medicamentos).
Por los datos que se conocen (si se han tomado bien) el 86,5% de los muertos tiene más de 70 años (90% de 6543 mujeres muertas y el 84% de 9221 hombres muertos). Si miramos los que han muerto en edad laboral efectiva (20 a 60 años) solo representan el 5,49% de los hombres muertos y el 3,59% de las mujeres muertas. Está claro que toda muerte es un drama, y más si es la mía, pero estadísticamente es otra cosa.
Si estos datos son ciertos, el sentido común parece indicar que todas las personas que tienen trabajo (y no pueden teletrabajar) deberían acudir a sus puestos de trabajo, controlando higiene, temperatura, test y app’s que avisen de peligro de contagio o contactos peligrosos, etc. porque esperando a que tengamos una cura o una vacuna no se puede tener parado el país, ni el mundo. Si en lugar de adquirir test (incluso empresas nacionales pueden fabricarlos) y aplicar app’s de control nos mantenemos escondidos durante muchos meses, la debacle económica sería peor que la enfermedad.
Todos juntos NO podemos hacer lo mismo. Los niños y jóvenes deberían ir a las guarderías, colegios, institutos y universidades. Si este año solo hay un mes de vacaciones para recuperar los dos meses lectivos perdidos, pues hay que hacer el sacrificio. El mismo sacrificio que tendrán que hacer los trabajadores afortunados que puedan volver a su lugar de trabajo porque su empresa no ha cerrado. 
Los padres tendrán que ir a trabajar, y cuando terminen su jornada, a buscar a sus hijos y todos a sus casas. Si no se puede salir cada día a tomar la cerveza con los amigos, pues nos aguantamos, porque tenemos que superar una gran pandemia real (no virtual como en los viedojuegos) y el sol y los rayos UVA no harán todo el trabajo por nosotros. Puede que el Covid-19 hiberne durante el verano, pero en otoño nos revisitará.
Los mayores de 60 años deberán procurar mantenerse activos en sus casas (hay muchos voluntarios altruistas que a través de internet se lo ponen fácil), confinados, y estorbando lo mínimo posible en las calles y lugares públicos, y cuidándose para no contagiarse ni contagiar a nadie cuando sea imprescindible salir. Por supuesto nada de “terracitas” porque ¿han pensado cómo se puede guardar la distancia de seguridad en una terraza o en un “corrillo de tertulia” o en su propia casa si les visitan los amigos?. Si no tienen una mansión de 30m2, claro.
Es momento de gestionar bien la crisis, de analizar y de prevenir para que nos nos pille el repunte del virus otra vez desprevenidos. Porque hemos llegado al impás veraniego con decenas de miles de muertos que podían haber sido menos, nos hemos endeudado en miles de millones de euros y hemos dejado de producir cientos de miles de millones de euros que podían haber sido muchos menos. Y no es la primera vez que pasa: ¿recuerdan que en 2007 nos decían que los bancos españoles eran robustos, que crecíamos más que Europa y que nosotros no teníamos de esas cosas que llamaban subprimes? Recordemos lo mal que se gestionó la crisis económica del 2008. El Gobierno consiguió que los hombres de negro nos pusieran pocos deberes y aunque nos dieron a conocer la “prima de riesgo”, el país fue perdiendo nivel de renta y bienestar respecto al entorno. A cada crisis, nuestro país ha demostrado su mala capacidad de respuesta y eso no es por que somos los más desafortunados del mundo y los demás tienen toda la culpa. Nosotros tenemos también alguna y nuestros dirigentes más.
Es urgente mejorar nuestra gestión pública y personal, favorecer, escuchar y conservar el talento autóctono, y atraer el extranjero que podamos, para fomentar la excelencia y la inversión productiva en nuestro país. Necesitamos mejores dirigentes porque ¿qué se puede esperar de personas que tienen todo el derecho del mundo a ser elegidos, pero que no han demostrado nunca ni saber dirigir su propia casa? Personas que no han producido nunca ningún valor añadido en el área de la empresa o del conocimiento, de la enseñanza o de la medicina, ni en nigún ramo de la ciencia, la técnica o las humanidades. Personas que no han sido capaces ni siquiera de ganarse el pan por si mismos, de comprarse una vivienda, de generar y conservar una mínima posición económica con su trabajo… ¿Cómo se puede cometer la gran imprudencia de dejar en sus manos un presupuesto de miles de millones, no para que lo “repartan” alegremente , sino para que lo gestionen adecuadamente?
Veremos lo que deciden nuestros dirigentes, ocupados como están en disputas partidistas y en ver qué cantidad de pastel pueden repartir cada uno de ellos. Individualmente solo nos queda quejarnos, hacer lo que podamos por nosotros mismos y no olvidar lo sucedido, para no repetir los mismos errores una y otra vez.

viernes, 1 de mayo de 2020

Los nuevos inmigrantes


Nos informan los periódicos que ha aumentado el paro en nuestro país y que al mismo tiempo hay muchos puestos de trabajo para recolección de alimentos en el campo sin cubrir. También hacen falta para limpiar los bosques, las calles o el mobiliario público. Así mismo, muchos servicios públicos faltan administrativos, por ejemplo en salud donde muchos médicos parece que hagan más de mecanógrafos que de médicos, en justicia, etc. Nunca oigo ninguna propuesta política para resolver estos problemas y a la vez reducir parte del paro estructural que tenemos en nuestro país y mejorar el PIB y la recaudación fiscal. No se como van a cumplir su promesa de que los inmigrantes jóvenes, sanos y robustos que iban a sostener nuestro estado del bienestar futuro, porque parece que lo único que hacen es ampliar la base de la curva de longevidad pero más que aportar al erario público, extraen mucho del mismo, en sanidad, educación, subvenciones y ayudas varias. 

A menudo se habla de los inmigrantes, de las penalidades que tienen que pasar y no se para de pedir mucha solidaridad “para los necesitados”. En España somos campeones en el arte de “pedir que otros den o hagan”.
Por supuesto nadie se acuerda de los emigrantes de otras regiones de España que vinieron a Catalunya durante la primera mitad del siglo pasado, de los emigrantes de pueblos de Catalunya que vinieron a Barcelona, de los emigrantes que tuvieron que salir de España e ir a otros países del centro de Europa o a América. Nadie piensa en las penalidades que tuvieron que pasar y que fueron muchísimo peores que las que pasan los actuales inmigrantes que recibimos en la última década en nuestro país. Sí, mucho peores, porque esos inmigrantes no tenían una pléyade de ONG’s que les esperaran con mantas y anoraks, ni que les hicieran revisiones médicas, ni que los llevaran a centros de acogida (por muy indignos que algunos los califican). No tenían un Gobierno que les diera una paga ni les proporcionara acceso a la sanidad completa y gratuita. No tenían viviendas sociales. Paro no vivir a la intemperie tenían que realquilar alguna habitación y si no tenían medios, construirse una chabola cerca de la playa o en las laderas de Montjuic. Sólo cuando, después de unos años de trabajo, podían ahorrar para dar una entrada, podían aspirar a vivir bajo techo en un pisito. Un piso que ahora no se consideraría digno porque no tenía ni ascensor, ni agua caliente, ni TV, ni calefacción, ni internet, ni nevera, ni lavadora, ni…. 

Esos inmigrantes no tenían “bancos de alimentos ni de medicinas” que les alimentaran y cuidaran de su salud. No tenían enseñanza gratuita para sus hijos, ni becas comedor, ni ayudas para libros, ni móviles, ni tablets, ni bonos gratis para conectarse a Internet, ni ordenadores para teleformación; los educaban como podían en familia: con refranes y fábulas que contaba la abuela, y aprendían las cuatro reglas contando con piedrecitas y haciendo montoncitos, y aún con tan pocos medios, pocos jóvenes se quedaban analfabetos. Y mientras los padres asistían a la escuela de adultos, para sacarse el graduado escolar o mejorar sus conocimientos, esos jóvenes ayudaban a que sus abuelos aprendiera a leer y escribir mejor.

Esos inmigrantes no tenían NADA en comparación con los actuales. Lo que sí tenían eran muchas ganas de superarse, muchas ganas de trabajar, tantas, que se llagaban los pies de tanto andar buscando trabajo, para ganar algo que llevarse a la boca y alimentar a su prole. Tenían mucha voluntad de progresar y mucho amor propio para no tener que “pedir” salvo en caso de extrema necesidad (necesidad de la de verdad) y procurar devolver lo pedido lo antes posible. También tenían mucha voluntad de integrarse en la sociedad de acogida, haciéndola progresar al ritmo que ellos también progresaban.

Por favor, que nadie hable ahora de pobrecitos inmigrantes y dejen de pedir que los demás sean solidarios mientras ellos se las arreglan para dar muy poco… (algunos hasta dejan que se pierda algo de lo recaudado). 

Dejen de argumentar que tenemos que conseguir entre todos (siempre los demás) que los inmigrantes puedan llevar una “vida digna”. Porque DIGNOS fueron los inmigrantes de mediados del siglo pasado. Fueron dignos por no mendigar continuamente. Fueron dignos para trabajar en lo que podían y si no sabían cómo hacerlo, se esforzaban poniendo horas y lo aprendían. Lo de si el trabajo que les salía les gustaba o no, ni se lo planteaban. Lo cogían trabajaban y seguían buscando algo mejor. Fueron dignos por colaborar con la sociedad de acogida sin actitudes incívicas y por favorecer su crecimiento; no para solo extraer todo el beneficio personal que podían de la misma o para robar a los que tenían algo que les gustaba. 

De esos inmigrantes que llegaron en la primera mitad del siglo pasado a Catalunya y cuyos descendientes forman una gran parte de mi país, sí podemos estar orgullosos. No así los inmigrantes que algunos reclaman acoger y que luego permiten que mendiguen por nuestras calles y en las puertas de los supermercados (incluso en pleno confinamiento), que vendan productos ilegales por los paseos o que desprecien las ofertas de trabajo (digno y honrado) que les ofrecen en nuestros campos. De solidaridad para con las gentes de su sociedad de acogida ya ni hablemos, porque de reclamar “derechos” saben mucho, pero de “deberes” y de solidaridad directa saben poquísimo. 

Dejen de hablar de “pobrecitos desfavorecidos” y pónganse/pónganlos a trabajar, porque cuando una persona no tiene que esforzarse para ganarse la subsistencia, nunca aprenderá a entender el valor de los productos ni de los servicios que recibe gratuitamente y que alguien ha tenido que producir y pagar para que ellos puedan disfrutarlo. Cuando alguien no tiene que esforzarse por lo que quiere y recibe perderá la dignidad, la honestidad, la integridad y hasta el respeto por si mismo y por los demás. Y esto es de las peores cosas que le puede pasar a una persona y a la sociedad en la que vive.