jueves, 25 de abril de 2019

¿Qué es peor, DESIGUALDAD o POBREZA?

¿Saben que Singapur es una sociedad mucho más desigual que España? ¿Saben que tiene una renta per capita mayor para todos los quintiles de la distribución de la renta?. En Singapur también hay pobres y ricos, pero “sus pobres” (muchos menos en porcentaje) son mucho menos pobres que “nuestros pobres”.
Los españoles nos enorgullecemos de ser muy solidarios y acogedores, sin embargo olvidamos que el objetivo primordial de cualquier persona preocupada por el bienestar ajeno debería ser el de incrementar los ingresos del conjunto de la población, no el de reducir los diferenciales entre esos ingresos. El bienestar de un individuo sabemos que sí está estrechamente relacionado con su nivel de renta: a mayor renta, mejor alimentación, mejor sanidad, mejor educación, mayor tiempo de ocio, etc.; El bienestar de las personas no debería guardar relación alguna con el grado de desigualdad de la sociedad en la que residen pero si lo hace. ¿Será porqué la “envidia” nos hace codiciar lo ajeno y en lugar de trabajar para superarnos, nos enfada que nuestro vecino tenga mas “XXX” que nosotros.
La evidencia apunta a que la desigualdad no perjudica al crecimiento económico y, por consiguiente, al aumento de los ingresos de todas las personas. Por ello, resulta claramente preferible una sociedad de rentas desigualmente elevadas a una sociedad de ingresos igualmente míseros. La política económica prioritaria debería ser la de relanzar el crecimiento económico inclusivo (un crecimiento que nos beneficie a todos, aunque lo haga en proporciones desiguales), no la de redistribuir la renta cada vez más mínima. Y esto no se consigue por decreto ley.
El principal problema económico al que se enfrenta una sociedad no es la desigualdad sino la pobreza. Es decir, el desempleo y el subempleo; los salarios estancados; el sobreendeudamiento familiar; la obsolescencia del capital humano en relación con las necesidades del mercado; el encarecimiento de los alquileres y del restante coste de la vida, etc. Todos ellos son factores que nos empobrecen y, sobre todo, que mantienen en la pobreza a una parte de los ciudadanos, pero no son factores que necesariamente generen desigualdad. Estos factores deberían evolucionar a mejor (más empleo; salarios crecientes; coste de la vida decreciente…), de tal manera que el conjunto de los ciudadanos se enriqueciera, pero ese enriquecimiento podría a su vez distribuirse de manera desigualitaria (de modo que unos se enriquecerían más que otros). Desde un punto de vista económico y social lo ideal es reducir la pobreza en lugar de empobrecer a la clase media para que todos seamos más igualmente pobres. Recordemos que las guerras o las epidemias devastan a toda la sociedad y sin embargo aumentan la igualdad.
La desigualdad se reduce si se crea empleo aunque no sea de optima calidad. Lo que no ayuda a reducir la pobreza es tomar medidas regresivas que además aumentan la desigualdad, como: 
-Aumento generalizado de las pensiones (los pensionistas son en términos medios el colectivo que ha mantenido su poder adquisitivo durante la crisis (a los pensionistas se les ha subido un poquito y a los trabajadores se les ha bajado mucho), de modo que aumentar sus ingresos a costa del resto de la población aumenta la desigualdad); 
-Incremento del salario mínimo y de las regulaciones laborales (que contribuyen a destruir empleo y por tanto a aumentar la desigualdad); 
-Aumentar los ingresos de los empleados públicos (al hallarse estos en la parte alta de la distribución de la renta, concentrar más renta en sus manos hace crecer la desigualdad), sin contar a los empleados públicos de libre designación que cobran mucho y producen poco; 
-Converger hacia el promedio de recaudación de la Unión Europea (lo que supone introducir figuras fiscales más regresivas dentro del sistema fiscal español), 
-Gratuidad del primer año de las matrículas universitarias (que supone transferir ingresos del conjunto de los contribuyentes no solo a los hijos de familias pobres sino también de familias de renta alta).
-etc.
Se que leer esto no habrá sido agradable para muchos. Se que a todos nos gusta recibir “regalos” o que nos “traten favorablemente” y por ello cuando algún político nos dice que nos tratará favorablemente o nos regalará algo nos alegra el día; pero deberíamos recordar que "el que regala y bien vende el que lo toma lo entiende” y pensar que recibir “prebendas” (injustas para los que tienen que pagarlas y no se benefician de las mismas) no resolverá nuestro problema de fondo: la pobreza.
Si queremos ser justos deberíamos entender que el principal problema de los españoles NO es la desigualdad y que cebar el tamaño del Estado a costa de la clase media, solo significará más poder para los políticos y menos para los ciudadanos, y no ayudará a reducir la desigualdad sino todo lo contrario. El Estado debería facilitar que los ciudadanos puedan ganarse la vida dignamente y no convertirse en un mal empresario en todas las facetas de la vida, fomentando el enchufismo y el despilfarro improductivo. Algunos insisten en que se crea riqueza de sobra pero se reparte injustamente. Es cierto que se crea riqueza, menos de lo que sería ideal, y que se puede repartir más justamente. Habría que empezar por eliminar muchos políticos insuficientemente preparados, algunos corruptos, burócratas, lobistas y resto de vagos y parásitos subvencionados con carné, a costa del expolio generalizado de quienes se desloman trabajando y se sacrifican ahorrando.
Quieren hacernos creer que la virtud es un vicio, que la aplicación, el esfuerzo y la austeridad generan envidias y desigualdades intolerables, pues nadie debe sobresalir de la mediocridad y hay que igualar por abajo, pero no es cierto. Las perversas sanguijuelas políticas que se nutren de provocar malestar y enfrentamiento también provocan diferencias y causan desigualdades.
Cuando se respeta el fruto del trabajo de las personas más honradas y diligentes sin arrebatárselo ni esclavizarlas, todo el mundo trata de emularlas y el éxito se generaliza en un entorno de sinergia, colaboración, mutuo apoyo, felicidad y recompensa. La fórmula es bien sencilla: escrupuloso respeto a las personas y a sus creaciones, a su propiedad, mediante iguales normas simétricas para todos sin ninguna clase de privilegio o discriminación falsamente positiva. Así es más probable que la riqueza general se dispare y se reduzca la desigualdad material, pues por un proceso de simple ejemplaridad e imitación, la sociedad tendería a homogeneizarse en la prosperidad de manera espontánea. Por el contrario, si nos afamamos deliberadamente en dividir la sociedad en ricos y pobres, solo conseguiremos un autosostenido círculo vicioso de rencillas y odios. 
Todos los que interfieren los acuerdos libres y voluntarios, frustran beneficiosos negocios para todos generando monopolios abusivos en exclusivo beneficio de unos pocos relativamente favorecidos por el poder, que, en medio de un empobrecimiento general, y merced a dicho monopolio logran vivir mejor que el resto. Al destruir los precios de libre mercado, eliminan la información indispensable para una eficaz coordinación productiva. Al confiscar buena parte de las ganancias, desincentivan el empeño y la laboriosidad, pero estimulan la molicie y la dependencia; al baremar méritos y ponderar derechos en función de clases e identidades colectivas y no de responsabilidades personales, nos retrotraen a épocas oscuras que parecían superadas pero a la vista está que no lo están en absoluto. Toda esa maldad está perfectamente estudiada y diseñada a fin de causar agravios, miseria y malestar de la que culpar a otros, a los chivos expiatorios oficiales -utilizando el control de medios y el totalitarismo de la corrección política- para justificar renovadas intervenciones que sostengan el malestar y sus poltronas, porque ellos sí que viven muy bien con sueldos astronómicos y prebendas variadas mientras los demás cada vez hemos de trabajar más, ahorrar y aguantar calificativos de insolidarios, para que ellos se lo gasten alegremente.
Lamentablemente, muchos políticos no han trabajado en su via en el sector privado y no tienen ni idea de cómo crear riqueza. En cambio, saben perfectamente cómo meter la mano en el bolsillo de los trabajadores de las clases medias en busca de “recursos” y, para ello, no dejan de inventar argumentos más o menos ramplones o torticeros. No tienen ningún escrúpulo en mentir, no se rinden ante la evidencia y aman tanto a los pobres que no cejan de aumentar su número para expandir su amor fraterno.
Si atendemos a las finanzas personales que declaran, demasiados políticos no saben nada acerca de la riqueza y por tanto son incapaces de establecer las bases para crearla y para que ésta empape y mejore las condiciones de todos los ciudadanos. Desgraciadamente son expertos en “buscar recursos” que otros han generado con su esfuerzo, dilapidarlos y repartírselos entre sus amigos próximos. Si este proceder se probara en ciudadanos normales seguramente irían a la cárcel por ladrones o serían despedidos de su trabajo por inútiles. Pero se han metido en política y lo enmascaran con el manto legal de la cosa publica. Como se da el caso de que somos un país con mucho vago, envidioso y poca formación económica, las palabras de estos aprovechados caen en terreno abonado y hacen las delicias de muchos que ya se ven viviendo a costa del sudor ajeno.
Después de haber metido el sobre en la urna, los políticos se aprestan a repartirse las poltronas y a ver que pueden con su cargo. Lo prometido queda rápidamente olvidado y los ciudadanos con un palmo de narices, no les queda otra que lamentarse y volver a preocuparse por lo suyo. 
Ya lo dicen, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra y es que no aprendemos… Recuérdenlo el domingo que viene.

domingo, 21 de abril de 2019

La semana que viene… Debates electorales en las TV

La semana próxima, algunas TV nos obsequiarán con programas que llaman debates electorales. Tal vez nos hablarán sobre el fraude fiscal, la insuficiente productividad, la estructura del PIB sustentado en bajo valor añadido, la insostenibilidad de la deuda pública y de los compromisos de déficit que el nuevo gobierno habrá que cumplir si o si porqué lo impondrá la UE…. Mucho me temo que NO va a ser así. Más bien supongo que en lugar de Programas, propuestas y argumentaciones sobre política económica, fiscal, empleo, social, estado del bienestar, pensiones e igualdad y regeneración democrática nos machacarán con descalificaciones cruzadas e insultos a los que no están representados en el debate.
Dado que los “convencidos” ya saben a quién votarán y que para ayudar a que los indecisos o escépticos se decidan a ir a votar estos debates sirven poco, se podrían ahorrar estas emisiones y todos los minutos que ya llevan hablando de ellos los últimos días.

Como todos sabemos que para excitar los sentimientos de los ciudadanos los partidos políticos ya tienen los mítines, la propaganda electoral y multitud de sondeos precocinados, a mi me gustaría ver dos Grupos de “programas electorales”:

1er. grupo de programas sobre el “pasado reciente”.

El conductor del programa leería preguntas formuladas por todos los medios que quisieran formularlas, los representantes de los grupos políticos en el Parlamento saliente las responderían y un “sistema de Inteligencia Artificial” valoraría la veracidad de las respuestas y si cumplieron con las propuestas electorales que hicieron antes de ser elegidos. El sistema de IA daría una nota a cada participante. Los televidentes y escuchantes tendrían más claro quién gana o pierde el debate y la credibilidad de cada cual.

2º grupo de programas sobre las “Propuestas para el futuro”.

Participarían en el debate varias ternas representando cada una de ellas a cada una de las diferentes formaciones políticas que se presentarán a las próximas elecciones. Se formularían, a cada terna, las preguntas de los medios y de los ciudadanos y deberían explicar cómo y con que medios pensaban ejecutar sus programas. Un “Sistema de IA” analizaría la posibilidad de cumplimiento y detectaría posibles incongruencias.

¿Que les parece a ustedes?

lunes, 8 de abril de 2019

BREXIT, Catexit,... ¿Son galgos o podencos?

El Brexit responde a un movimiento supremacista y nacionalista de las élites conservadoras británicas que han influido en Europa y en el mundo durante más de dos siglos. Son una minoría que ha estudiado en las mejores escuelas y univer­sidades, es viajada, bien conectada entre ellos y con trabajo asegurado tanto si se dedican a la política, a las finanzas, al periodismo o a la empresa. Muchos pueden vivir de renta. Son cultos y hablan inglés académico y elitista.

Hay que abandonar la esperanza de que Gran Bretaña se comporte como un socio fiable de una Unión Europea que no puede controlar pero sí dividir y fragmentar, como siempre, para el servicio de sus propios intereses. 
Es lógico que la paciencia se vaya agotando en las instituciones europeas y que se exija a los británicos qué quieren exactamente, porque ni ellos, con las inacabables y lúcidas discusiones en la Cámara de los ­Comunes, acaban de ponerse de acuerdo.
Es insólito que un pueblo que pone por delante sus intereses, su sentido práctico de la vida y de la política, se encuentre ahora en un callejón sin salida que mantiene en vilo a las democracias liberales.
Todos los altos funcionarios de Bruselas admiten que los británicos son excelentes funcionarios y saben cómo administrar sus intereses en debates abiertos y civilizados.
Los sucesivos gobiernos de Londres no entraron en el euro ni tampoco en la libertad de fronteras establecida en el tratado de Schengen. Han estado en Europa a la carta, como han querido, se les han permitido todos sus caprichos y peticiones. Pensaban que la City seguiría siendo hegemónica y que el BCE, con sede en Frankfurt, no constituiría una amenaza al centro financiero de Londres.
La prensa popular, con millones de ejemplares vendidos, y los diarios de más calidad, a excepción del Financial Times, pusieron la proa contra Bruselas desde el comienzo. Sin embargo, la mayoría de los primeros mi­nistros británicos se han estrellado en los arrecifes de Europa.
Cameron no cumplió su promesa electoral de limitar la inmigración y tuvo la ocurrencia de convocar un referéndum. Pensaba que lo ganaría como el de Escocia y no contó con las sutiles y sibilinas prácticas de sus correligionarios, que recurrieron a mentiras gruesas para convencer a una mayoría de británicos de que la Pompa y circunstancia era acatada por todo el mundo.
Para convencer a casi un 52% de los británicos de la necesidad del Brexit no fueron a las ciudades y a los centros de la modernidad. Acudieron a la vieja Inglaterra, conservadora y rural, miedosa del futuro, nacionalista y tradicionalista, populista y puritana, más pobre también, exhausta y vencida de las guerras que ganó.
Los ingleses nunca han querido formar una familia europea y dotarla de una estructura bajo la que podamos todos prosperar en paz, en seguridad y en libertad. Nunca han querido ayudar a construir algo parecido a los Estados Unidos de Europa, ni siquiera para conseguir mantener a los americanos dentro, a los soviéticos fuera, y a los alemanes abajo. Los ingleses se siguen creyendo superiores a los continentales, sin querer admitir que las relaciones de poder han cambiado, que USA tiene otros socios y otros competidores más allá de Europa, que sus antiguas colonias en Asia miran más hacia la Asia Emergente que a la antigua Inglaterra y que por si solos ya no pueden seguir imponiendo su ley aprovechándose del gran mercado europeo sin corresponder con las ayudas pertinentes.
"LOS DOS CONEJOS" - Tomas de Iriarte .
Europa debería dar un paso hacia el futuro. Estamos anclados en las disputas de los siglos XVII y XVIII sobre las naciones y estados que forman Europa. Ahora, la pregunta podría ser: que países, regiones, naciones o estados quieren formar parte de una Federación Europea en la que la soberanía no resida en ningún antiguo pueblo europeo sino en los europeos, con un gobierno federal, leyes fiscales comunes, ejército común, impuestos a empresas comunes, sin paraísos fiscales internos y las mismas oportunidades sociales para todos sus ciudadanos. No me parece lógico que no comprendamos que los pequeños estado europeos, y me refiero a Alemania también, van a tener voz en el mundo actual. Cómo podemos fomentar un mundo más ético si hemos perdido la ética por disputas internas que desean volver a siglos pasados.
El continente está amenazado desde el punto de vista demográfico y, por tanto, abocado a un crecimiento lento. A medida que decaiga la cuota de Europa del PIB global, menos capacidad tendrá esta de determinar la naturaleza de las relaciones internacionales. Lo que deja a China como el candidato obvio a ocupar el espacio desalojado por Estados Unidos. Mientras Europa tiene que batallar en cien frentes, China avanza en sus alianzas, con sus proyectos de ferrocarril, su ruta de la seda, sus acuerdos con Italia (tela Italia como pasa de Europa, esto ya le pasara factura) no queremos aprender del pragmatismo y de la unión de los chinos(que duplican todo lo que inventa Silicon Valle, con su copia de Facebook controlado, su copia de Twiter , su copia de Amazon, su copia de tecnología de móviles, de WS, de satélites etc. 
China, en tanto principal socio comercial y fuente de inversión extranjera en un número creciente de países, ya posee cierta capacidad de influir en el orden económico internacional. La cuestión es ¿qué clase de orden tiene China en mente?.
Mientras, Londres sigue discutiendo con Bruselas si son galgos o podencos. El gobierno Catalán sigue haciendo algo similar a mucha menor escala con el Gobierno de España. Mientras, la ciudadanía seguimos absortos mirando nuestro ombliguito, sin ser conscientes de que estamos en un pequeño cascarón en medio de un amplísimo océano de intereses y que nos podemos ahogar en cualquier momento si no buscamos un socio-comunidad que nos permita enderezar el rumbo aleatorio con el que hace años que nos movemos.


domingo, 7 de abril de 2019

Antes de usar masivamente la inteligencia artificial hay que dotarla de responsabilidad ética

La inteligencia artificial (IA) y, en general, todas las nuevas tecnologías, son algo formidable. Son fruto de la inventiva de los seres humanos que, trabajando en red, hemos conseguido capacidades casi ilimitadas. Sirven para mejorar nuestro nivel de vida, cubrir muchas de nuestras necesidades, servir mejor a los demás…
También es cierto que los humanos, con todos nuestros defectos y debilidades, la hemos usado también para hacer cosas malas contra otros seres humanos, y contra otros seres vivos. Por ello es fundamental estudiar cómo aplicar la ética a las nuevas tecnologías.
Los problemas morales los tenemos las personas, no las máquinas ni el software. La ética ayuda a identificar los problemas, proporciona criterios para la valoración de las alternativas, para tomar la decisión mejor en cada caso y para implementarla. La ética también se preocupa de los efectos que las decisiones tienen sobre las personas. Porque los humanos aprendemos de nuestras acciones y de las de los demás… y esto nos cambia, y cambia nuestra manera de actuar. 
El diseñador, fabricante o usuario de, por ejemplo, un automóvil autónomo, debería preguntarse: ¿qué voy a hacer con él?, ¿cuál es el objeto de mi acción?, ¿qué pretendo o espero conseguir?, ¿cuál es mi intención o mi fin?, ¿qué consecuencias puede tener mi acción?, etc.
Lógicamente, esas preguntas necesitan respuestas sinceras, profundas y bien pensadas, entre otras razones porque el que se siente al volante de ese automóvil (si es que tiene volante) no tendrá mucho tiempo para hacerse esas preguntas cuando llegue el momento y menos para buscar una respuesta acertada.
El coche autónomo va a tomar, en milisegundos, decisiones por mí (su propietario/usuario), que tienen contenido ético y sin contar conmigo: cambiar de carril, elegir la velocidad, dejar pasar a otro vehículo más rápido, detenerse cuando hay un accidentado en la cuneta, hacer señales a un coche que lleva las luces largas, no respetar la limitación de velocidad…). ¿De quién será la responsabilidad ética por esas decisiones? ¿Del diseñador, fabricante, programador…, del conductor, pasajero, propietario…,? Obviamente, cada uno tendrá una responsabilidad, menos la máquina, que no puede ser responsable de nada, aunque sí trasladará la responsabilidad a otra persona, en la cadena de decisiones.
Las máquinas, los robots, la IA estará pronto técnicamente disponible: instrumentos de identificación de voz o de rasgos faciales, coches autónomos, armas que eligen sus objetivos y disparan sin preguntar al centro de control, robots cirujanos, robots que cuidan a niños, ancianos o enfermos, etc. Lo que caracteriza a esas máquinas es que recogen información y la procesan, sacan conclusiones y llevan a cabo acciones sin intervención o guía humana. Sin embargo para poder usar con mínimas garantías estos productos es imprescindible trabajar urgentemente en la elaboración de un conjunto de principios o normas éticas, que deben tener en cuenta los diseñadores y fabricantes, los que introducen esas máquinas en otros aparatos, los que las usan, los que regulan esos procesos, los que los controlan y supervisan…
  • Seguridad “razonable” del resultado, ahora y en el futuro 
  • Transparencia de los procesos 
  • Asunción de la responsabilidad de diseñadores, constructores y usuarios 
  • Alineados con valores (sociales, personales, de la empresa): dignidad, derechos humanos, libertad, diversidad cultural 
  • Privacidad en el acceso, uso y control de los datos 
  • Libertad protegida, ausencia de discriminación 
  • Abierta: beneficios compartidos 
  • Control de la capacidad futura de la IA 
  • No desestabilización de los procesos sociales y cívicos 
  • Prudencia en la planificación y gestión de los riesgos 
  • Cultura de cooperación, confianza y transparencia 
  • Evitar una carrera competitiva, con perjuicio de la seguridad 
  • Líneas rojas que no deben trasparsarse 
  • Compromiso de no desarrollar superinteligencias, si no es por ideales éticos compartidos, en beneficio de toda la humanidad 
  • No uso en la carrera de armamentos 
  • Control por los humanos: no hay inteligencia sin dirección
Hay que tener en cuenta que los principios no serán suficientes porque son generales y abstractos, no siempre se adaptan bien a las situaciones concretas y, a veces, se presentan conflictos entre principios. El ser humano (unos mejor que otros) puede entender los matices y llevar a cabo decisiones en situaciones confusas; esto se aprende a lo largo de la vida, y se va modificando con el aprendizaje. Pero el robot no puede hacer esto. Por eso, al final de todo el proceso, estará siempre la libertad y responsabilidad de la persona.
La ética no es opcional; es voluntaria y una exigencia de la excelencia. El directivo ético procura tener en cuenta todas las consecuencias relevantes de sus acciones, para los demás y para él mismo; sabe ponerse en la piel del otro, no omite la consideración de ninguna persona relevante interesada en el negocio; puede llevar a cabo una adecuada gestión del riesgo por los impactos y prácticas de la empresa; desarrolla una cultura de diálogo; se anticipa a los problemas; huye del cortoplacismo en la obtención de resultados (si le dejan sus accionistas)… Esas son las razones por las que los directivos/dirigentes deberían ser éticos: porque es la condición de excelencia: si no son éticos, no serán nunca unos excelentes directivos/dirigentes, aunque obtengan grandes beneficios y reconocimientos, porque estarán ciegos para una parte de la realidad, que es muy importante.
La empatía está en la esencia de nuestra humanidad. Sin empatía no existiríamos. Gracias a la empatía se desarrollan todas las Humanidades. Sobre todo la Ética. Porque sentimos, creemos y amamos a nuestros semejantes. Los robots hacen y harán cosas excepcionales, increíbles, y decidirán entre infinitas posibilidades. Pero, por ahora, no serán otra cosa que el producto del proceso de infinidad de datos, de programas, de ordenes que se den quizás a ellos mismos. 
¿Podremos, algún día, programar a los robots para que “sientan” empatía? Mientras ese día llega, ¿Porqué no limpiamos un poquito nuestras neuronas “espejo” y con ello podríamos ser también un poquito más éticos?
La ciencia y las técnicas avanzan cada vez más rápidamente. Por ello es urgente formar a los jóvenes como seres humanos responsables y éticos y asegurarse que aprendan a desarrollar planes consistentes, eficientes y eficaces.