Hace demasiado tiempo que la sociedad soberanista reclama a sus políticos “unidad”, para que hagan un gobierno soberanista que cese el 155. No hay forma de que se logre esa unidad y ese primer objetivo urgentísimo para que no se siga degradando la economía y la sociedad catalana.
Jordi Turull, en su discurso de investidura reclamó dialogo dentro del “bloque soberanista que no se pone de acuerdo” y “los otros”. Por muchas “razones” (algunas fuera de la ley) que atesoren los independentistas, si no dialogan con “los otros” no se podrán recuperar las instituciones ni tampoco ir más allá consiguiendo la libertad de los presos ni el autogobierno perdido. Que nadie repita que está en otra pantalla porque la “independencia” no se ha conseguido ni siquiera en modo virtual ni con “realidad aumentada”.
Los grupos soberanistas no logran un acuerdo ni siquiera en lo “urgente”; y el “todo o nada” pinta fatal.
Y por si no tuviéramos suficiente, entran en juego los “CDR” (Comités Defensa de la República) que producen imágenes que los “unionistas” presentan como “violentos Kaleborrroca” para asimilar a todos los millones de pacíficos independentistas como “violentos terroristas” que ponen en peligro la paz pública y el orden constitucional.
Recordemos que el PNV siempre ha buscado su propio beneficio y no ha fallado nunca al Gobierno Español. Los políticos del PNV están “quedando bien”, estéticamente, con los independentistas, sabiendo que antes de que “realmente tengan que mojarse” habrá gobierno autonómico catalán o nuevas elecciones.
Por mucho que nos enfademos los catalanes (unos más que otros), estas acciones de los CDR no afectan nada ni a los jueces españoles ni a los alemanes, ni al Gobierno central. Basta con ver las TV’s y la inmensa mayoría de los periódicos generalistas de gran difusión, para que los lectores y televidentes se creen la idea de que el “país está en jaque” y de que es un lugar peligroso para los turistas y para los que quieren trabajar en la Catalunya de orden y próspera que siempre había sido y que “parece” (porqué así lo dan a entender) que ya no es.
La mentira compulsiva y sistemática de los sectores afines a los “unionistas extremos” (quemar containers no presupone insurrección, rebelión o violencia) pretende crear el relato adecuado para asimilar independentismo con violencia. Los dirigentes unionistas extremos necesitan normalizar la imagen de que todos los independentistas son terroristas, para legitimar su actuación contra los que abrazan otra forma de pensamiento político que quiere huir de su dominación.
Mucha gente no entiende que los “actos de protesta” que organizan los CDR (y sus líderes políticos y sociales) (cortar carreteras por ejemplo) no se hagan donde puedan perjudicar a los “líderes unionistas extremos” y no aquí en Catalunya, donde perjudican, entre otros, a sus aliados y a la estabilidad económica catalana a la vez que dan armas a sus enemigos políticos. Una estrategia que cuesta mucho de entender y por no tildarla directamente de equivocada.
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