jueves, 19 de julio de 2018

Con la inmigración, tanto el racista como el utópico se verán pronto desbordados por la realidad

Los debates televisivos entorno a la inmigración (la que llega de África, porque de la que llega de otros lugares ni se habla) se reducen a cómo gestionar las pateras que van llegando, y a retransmitir los “grandes recibimientos” que se ofrecen a algunos subsaharianos para mostrar lo buenos y solidarios que son algunos, totalmente ajenos a que no hay posibilidad alguna de que ese tipo de políticas pueda acabar bien. Los gobiernos débiles, y en muchísimos casos supercorruptos, de los países africanos poco o nada colaboran en frenar el éxodo masivo de sus gentes. Ni siquiera persiguen a las mafias que se enriquecen con el tema y esclavizan a las familias de los que consiguen una plaza en la caravana/patera.
¿Cuántos españoles son conscientes de que sólo en África viven 1500 millones de personas (en Europa menos de 550 millones)  y que la explosión demográfica de África está aún por llegar?
¿Cuántas veces y durante cuánto tiempo puede estar España, por ejemplo, acogiendo buques como el Aquarius? Dicen que  sólo entre Libia y Marruecos hay casi un millón de personas esperando su turno para ser recogidos pos los barcos de las ONG’s.
¿Dónde se pondrá el límite para los ‘centros de desembarco’, en cuántos cientos de miles o millones de inmigrantes? 
El problema de África no se puede solucionar trayendo a todos los africanos e inmigrantes de otras partes del mundo a Europa.
De la misma forma que a finales del siglo XIX se celebró una conferencia europea para pactar el reparto de África, ahora se debería pactar la responsabilidad mundial del desarrollo africano (y del tercer mundo) dirigido por la ONU. De la misma forma que hubo un protectorado europeo, se debería establecerse ahora un ‘protectorado solidario del primer mundo para con el tercer mundo’.
Primero Grecia, después Italia y ahora España no pueden seguir siendo el patio trasero de la UE. Tapándonos los ojos sin encarar la raíz del problema y colgándonos medallas de más buenos, solidarios y acogedores que nadie, solo empeoraremos cada día las cosas y seguirán creciendo los partidos populistas-xenófobos hasta que sea imposible arreglar el follón y explote el tema. Tanto el racista como el utópico se verán desbordados por la realidad, que ninguno de los dos habrá sabido afrontar.

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