Tengo edad de preocuparme por quién me ayudará a sostenerme en mi vejez con los impuestos que recauden los gobiernos futuros de mi pais. No quiero engañarme a mi mismo y reconozco he pagado siempre los impuestos que me corresponden y sigo pagándolos por miedo a que Hacienda me pille. Lo de la solidaridad lo dejo para los buenistas porque conozco a demasiadas personas que son muy solidarias de boquilla y defraudan todo lo que pueden en las cosas mas nimias.
Dicen que un país es lo que hacen de él sus impuestos, pero…
¿Para qué deberían servir los impuestos?
Los impuestos no son para que no haya ricos, sino para que no haya pobres.
Los impuestos no deberían ser para el Estado, un ente abstracto y perverso, que se apropia del esfuerzo de empresas y trabajadores. Los impuestos deberían emplearse en pagar pensiones, educación, sanidad, servicios sociales y demás servicios públicos. Esto que suena a obviedad fiscal no forma parte del pensamiento dominante. Explicaré mi punto de vista.
Por una parte los de izquierdas/progresistas/pobres opinan que se ha sacralizado la idea de que los impuestos van contra la actividad económica y dificultan la creación de empleo. Los de derechas/emprendedores/ricos demonizan los impuestos y si pudieran los eliminarían todos.
Actualmente muchas personas abominan de los ricos como a finales de la edad media se perseguía a los judíos. En nuestros días muchas personas aún siguen odiando a los ricos y cuentan pestes de ellos aunque regalen equipamiento médico a los hospitales públicos. También leemos entrevistas a super-ricos donde declaran que deberían pagar más impuestos de los que pagan, pero ninguno de ellos extiende un cheque adicional a Hacienda. ¿Se puede ser más cínico?. De forma igualmente cínica actúan muchas personas que piden más inmigrantes y más dinero público para ONG’s etc. mientras eluden personalmente todo lo que pueden en el pago de impuestos directos e indirectos. Si no entra en la caja difícilmente podrá salir y si se pide que paguen sólo los demás es totalmente injusto.
Pienso que nadie debería odiar a los ricos mientras paguen suficientes impuestos y el sistema fiscal sea lo suficientemente eficiente para que los ciudadanos tengamos cubiertas nuestras necesidades básicas (no haya pobres).
Tengamos en cuenta que los impuestos son un instrumento poderoso para modificar la cultura, el carácter, la vida de la gente y hasta la muerte...
Mirando hacia atrás sabemos que los impuestos nos han hecho como somos: la arquitectura en cada país es como es porque antaño se tributaba por la superficie que ocupaban sus cimientos (por ello las casas en el norte de Europa tienen más superficie en las plantas altas que en las bajas), o por cada chimenea o ventana, por ejemplo en RU. En los pueblos del sur de Marruecos se mantienen un altísimo porcentaje de casas durante décadas con las columnas y sus hierros al aire dando a entender que la casa no está terminada y así no pagar el impuesto correspondiente. En los coches se fiscalizan los caballos... Y hasta las barbas pagaban impuestos en la Rusia de Pedro el Grande. El zar admiraba la modernidad bien afeitada de París y abominaba de las piojosas barbas moscovitas. Así que creó un impuesto sobre cada barba y la obligación de que todo barbudo portara una medalla en la que por una cara se leía: “He pagado mi impuesto sobre la barba”. Y por la otra: “La barba es una carga innecesaria”.
Los filósofos, sociólogos, ideólogos y políticos deberían debatir si el objetivo del Estado debería ser diseñar unos impuestos para reducir la desigualdad o si la progresividad es verdaderamente progresista. Una vez llegado a un acuerdo, se deberían aplicar sistemas fiscales lo bastante eficientes como para proveer de recursos a nuestro Estado de Bienestar: sanidad, educación, infraestructuras, subsidios… que es lo que realmente nos interesa a los ciudadanos.
En principio los impuestos redistribuyen la riqueza que se genera en el país y los pagadores han intentado siempre sortearlos. En el siglo XVI, lo recaudado sólo era para la corte. El rey ordenó un impuesto por cada chimenea, porque las casas grandes tenían más; pero los propietarios empezaron a taparlas y a engañar al recaudador para no pagarlo. Así que entonces gravaron las ventanas… Por eso, los arquitectos empezaron a construir edificios con una sola ventana en la esquina que servía para dos habitaciones.
Para recaudar mas no basta con tener los votos y el poder para legislar y ordenar más impuestos hasta límites confiscatorios; es imprescindible dotar a la autoridad fiscal de los recursos para que pueda ser más eficiente recaudando.
El dinero no sale de la nada ni aparece por generación espontánea. Si existe el fraude y el robo es sencillamente porque los gobiernos lo permiten o no lo persiguen adecuadamente. Cualquier actividad que produzca dinero deja rastro. La gasolina que se desgrava un taxista, o los km de su taxi, la electricidad de una peluquería, o los botes de laca que compra. Los materiales que compra un autónomo para hacer obras, las cervezas que compra un bar… Hay mil forma de medir la actividad comercial sin ser muy creativo. Si ponemos medios para reducir la corrupción/malgasto y conseguimos que al que se le pille robando, devuelva lo robado más intereses, que al que malgaste o use mal el dinero público deba pagar la multa correspondiente y se inhabilite para cargo público se conseguirá que todos aceptemos mas fácilmente el pago de impuestos.
Cuanto más se quiera subir los impuestos y más se quiera recaudar, más recursos se deberían destinar a recaudarlos eficientemente. Si el Gobierno sube mucho los impuestos, incentiva también la evasión a paraísos fiscales y a asesorarse para eludirlos y entonces, o eres un paraíso fiscal o eres lo bastante poderoso para evitar que los contribuyentes evadan a uno. El resultado es que los ricos siguen sin pagar lo que deberían y sólo pagan las clases medias que trabajan y ahorran y no tienen suficientes recursos para eludir el pago de impuestos como si hacen los super-ricos y las grandes corporaciones. ¿Recuerdan la “Lista Falciani”? Teniendo la lista de las personas que están evadiendo impuestos, ¿Que han hecho las autoridades con esos delincuentes? ¿Se han hecho eco los periódicos?
Parece que está todo montado para que la carga impositiva directa recaiga sobre la clase media. Además, los impuestos indirectos no dependen de cuánto dinero tengas porque pagas los mismos impuestos seas rico o pobre.
Se habla mucho de que hay que pagar impuestos, y muy poco de que los gobiernos deben dar cuenta en qué y cómo se han gastado los impuestos recaudados. Quién defrauda debería pagar sanción y quien malgasta los impuestos, por ejemplo en aeropuertos vacíos, en subvenciones clientelares, en inversiones públicas inadecuadas, también. La mala gestión de los políticos ha hecho que todos nosotros debamos afrontar agujeros extraordinarios de deuda (por ejemplo 18.000 millones anuales en pensiones), que no pueden seguir cubriéndose de manera irresponsable con más deuda a cuenta de la próxima generación.
Sucede también que por un lado los Gobiernos de cada Estado no quieren pactar una verdadera unión política y fiscal dentro de la UE, para mantener su independencia, y por otro no pueden ejercerla porqué son cada vez más impotentes ante las grandes multinacionales que aprovechan los territorios de menor fiscalidad para no pagar impuestos. El resultado es que la lucha contra el fraude fiscal se mantiene completamente insuficiente e infructuosa mientras se estrangula a las pequeñas empresas, a los autónomos, trabajadores y pequeños ahorradores.
Es un tema que siempre se mira de forma sesgada y nunca se analiza de forma completa: ¿Cuál es la forma más justa y eficiente de recaudar impuestos y también de retornarlos en servicios y bienes públicos a la sociedad?
¡Piensen y cuéntenos!
El cuento completo por favor. No solo el de siempre que se resume en: ¡Que paguen “otros” sean quienes sean, para que yo viva mejor”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario