Cada época es diferente a la anterior, y a nosotros nos ha tocado vivir en aquella que aparecerá algún día en los libros de historia bajo el epígrafe: “La generación gris” En su acepción de insustancial, anodina, descafeinada, ineficaz y sin interés.
¡Cuida que tu "móvil" no sea más inteligente que tú! |
En las últimas décadas se ha desarrollado y divulgado un desprecio por el saber y por todas las expresiones de la cultura. ¿Porqué debería leer un libro, ver un documental o estudiar una lengua diferente a la mía?...repiten muchos padres, sin dejar de pulsar compulsivamente las teclas de su Smartphone que, a cambio, les devuelve sonidos e imágenes fácilmente asimilables. Como es natural, sus hijos nutriéndose de sus palabras y de sus actos aprenden a hacer lo mismo.
En nuestro país no sólo no se aborrece la mediocridad, sino que se la premia. Se ensalza a sus practicantes a la categoría de ídolos y se los convierte en auténticos iconos de seguimiento para la multitud.
Hemos creado una cultura en la que los alumnos que menos estudian y peores notas sacan, son los más populares en el colegio. A condición claro de que puedan presumir de vestir a la última moda y de que sus padres les puedan comprar el gadchet más “guay” que acaba de salir al mercado.
Los más tontos, caraduras y aprovechados son los primeros en ser ascendidos en la oficina, siempre que sean maestros de la adulación, sean la voz de su amo y se abstengan de criticar cualquier medida nefasta propuesta por la superioridad.
Los más gritones, mal educados e irrespetuosos con los colegas, son los más buscados para las tertulias en los medios de comunicación. Aunque no tengan ni un elegante discurso ni nada inteligente que decir ni útil que aportar a los escuchantes. Ya se sabe, el ruido acalla las ideas.
Por último, a los “políticos anodinos” son a los que más votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Tanto da que prometan cosas inverosímiles, -no perdemos ni un segundo analizando su discurso-, como que no cumplan sus promesas, -tenemos una memoria histórica de pulga. Y ¿porqué lo hacemos? Porque ¡Son de los nuestros!.
Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre, reducidas al deporte o a la cocina, amén de algún cardiólogo, psiquiatra o economista de prestigio, nos sirven para negar la evidencia. En nuestro país……
Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre, reducidas al deporte o a la cocina, amén de algún cardiólogo, psiquiatra o economista de prestigio, nos sirven para negar la evidencia. En nuestro país……
·En nuestro país solemos pasar casi cuatro horas al día frente a un televisor y lo peor es que durante este tiempo vemos anuncios y programas con muy poco valor cultural. Programas que no contribuyen lo más mínimo al mejoramiento o refinamiento del individuo, especialmente a través de la educación, y luego al logro de las aspiraciones o ideales.
· En nuestro país, en todos los años de democracia, no hemos tenido un presidente que hablara inglés para poder comunicarse adecuadamente con los demás mandatarios de su entorno o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional. Descontando algunos presidentes autonómicos, que son la excepción a la regla general.
·En nuestro país, su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo.
·En nuestro país nuestros políticos han reformado nuestro sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a nuestros estudiantes a la cola del mundo desarrollado.
·En nuestro país, exceptuando las escuelas de negocios, no hay una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir, porqué el saber ni los conocimientos no son valorados ni apreciados y por ello no se le dedican recursos ni se exige excelencia a los enseñantes..
· En nuestro país, una cuarta parte de su población activa y la mitad de su juventud está en paro. Pese a esta gravísima situación no encuentra motivos para manifestarse y si los encuentra, sin que nadie los convoque cuando gana su equipo local o nacional.
· En nuestro país, la envidia es el deporte nacional y la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada -cuando no robada impunemente- y la independencia perseguida y sancionada.
· En nuestro país, por desgracia, la vulgaridad es lisonjeada sin complejos por:
Miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso televisivo.
Políticos que, en lugar de colaborar con sus colegas para lograr el bien social, insultan sin aportar una idea mejor
Jefes que se rodean de aduladores para disimular su insuficiencia
Estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza estudiando, hace sus deberes en casa, habla con respeto a sus mayores y atiende a sus profesores.
Etc.
·En nuestro país, hemos permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los ladrones sin escrúpulos y de los trepas a cualquier precio. Al mismo tiempo hemos arrinconado a los inteligentes, trabajadores, ahorradores e inversores hasta dejarles dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad. Si mi vecino “roba”, yo más. Ya se sabe…. ¡Quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón!
La televisión es el referente por excelencia de la sociedad de hoy en día y la niñera-educadora virtual de la mayoría de los niños y no pone demasiado de su parte. Por suerte todavía queda alguna abuela con principios y valores pero, por desgracia, son pocas y por la noche vuelven a su casa y confirman la regla general. Hay que reconocer que hay pocas alternativas.
Pero.... ¿hasta qué punto puede o debe sentirse culpable la sociedad y cada uno de nosotros de su actitud?
¿Podemos hacer algo para salir del lodo gris y pintar nuestro futuro de color?
©JAS 2012
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