Los catalanes tenemos valores cívicos y culturales compartidos y variables con muchos pueblos y naciones occidentales. Es una pluralidad que empezó con la expansión de la Roma imperial y que fueron incorporando las potencias europeas, como la de los Austrias, que impedía a los señores feudales maltratar al campesino y a las nacionalidades fuertes oprimir a las débiles. Aún así, no hay dos países iguales, cada país, como cada persona, tiene sus propias circunstancias, su propia historia, con sus errores y sus aciertos. Culpar a los de fuera de nuestros errores es propio de populismos baratos. Apropiarnos de todos los aciertos es propio de fanatismos trasnochados.
Toda situación es propia y genuina, pero lo que nos iguala a todos los españoles es que todas las persones éticas y honradas soportamos, convivimos y sufrimos una tasa de paro altísima, una alta corrupción y una impunidad de los grandes delincuentes.
Mucha gente piensa que en Catalunya estamos sometidos al “fanatismo trasnochado” de los dirigentes d ellos grandes partidos estatales, que nos dicen y dirigen a su conveniencia, intentando cargarse nuestra lengua, cultura y economía….”todo por la patria española”, puesto que no cabe en sus cabezas que pueda existir otra distinta.
Parece que les molestamos mucho. A mi me disgusta molestar a alguien. Prefiero irme a otro sitio y a otra tertulia para no molestar. Y estos dirigentes, que no los españoles a los cuales pretenden representar, piensan que los catalanes somos tan “cargantes”, ¿Porqué no nos dejan marchar?
En estos tiempos y con esta casta política, lo tenemos mal tanto si somos separatistas, independentistas, soberanistas, federalistas, unionistas o medio-pensionistas.
Algunas castas políticas españolas son o al menos se comportan como gente cerril. Ni siquiera dejan que decidamos si queremos marchar ni nos dejan estar tranquilos dentro de España.
España es una estado compuesto de múltiples nacionalidades. Somos distintos, ni siquiera somos complementarios, tampoco nadie es mejor que el otro. El problema es esta casta extractiva de políticos. Los mismos que azuzan los enfrentamientos para calentar los ánimos de todos los españoles, al tiempo que no aciertan una. Ni entrenando.
No hay soluciones mágicas para las grandes causas, los grandes destinos y las grandes historias. Más prudente y mas fácil sería mejorar lo que tenemos a mano: que la justicia funcione y de manera equitativa, que la educación no sea un tobogán según la fobia del mandamás de turno, que los que se llenan la boca de Constitución, se preocupen de interpretarla en sentido amplio y que se cumpla y por fin, una limpieza a fondo de la ineptitud y corrupción en todo el sector publico.
Me da igual si todo esto se hace en catalán o en castellano, se impulsa desde la plaça de Sant Jaume o desde la carrera de San Jerónimo. Lo que me gustaría es que se trabajara para que las cosas funcionen y que no nos tomaran por tontos cada vez que lanzan sus grandilocuentes comparecencias semanales, tanto aquí como allá en la meseta donde cada viernes salen sonrientes a contarnos una milonga. ¡Que desvergüenza!. Pero ¿de que o de quien se ríen?
Lo nuestro, en Catalunya y en España lo tenemos que resolver nosotros con valentía, respeto y civismo. Construir un discurso en el que suene la misma música para todos no significa que el mensaje deba ser homogéneo.
No vale presuponer que Catalunya es así y España es asá. No ha habido nunca uniformidad política en España y menos en Catalunya. La historia lo confirma y el momento presente lo corrobora, si tenemos en cuenta la dificultad para consensuar una pregunta de referéndum clara y la imposibilidad de conseguir pactar una lista única soberanista para las europeas. Si para esto tan fácil los partidos y sus cúpulas tienen problemas, no me quiero ni imaginar lo que pasará, si en un futuro nos encontramos en la tesitura de pactar una constitución, unas leyes mas justas y diseñar y poner en funcionamiento unas estructuras de estado mejor gestionadas que las actuales.
A falta de nuevas incorporaciones, necesitaremos grandes dosis de paciencia y asertividad para con los políticos que ocupan los escaños de nuestros parlamentos, más preocupados por su puesto en el partido y sus objetivos a corto plazo, que por el futuro bien común de la sociedad catalana y española.
©JuanJAS
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