Antes de “comprar” algo y más si necesitas pedir un crédito:
PARA, ESCUCHA, MIRA, PIENSA y solo después, ACTUA.
No firmes nunca nada sin haber hecho lo anterior. Las decisiones de compra por impulso suelen dar resultados nefastos y más las compras de productos de inversión/ahorro.
La situación que ha vivido nuestro país los últimos años en relación a comportamientos poco éticos del sector bancario con los consumidores han evidenciado como poco dos cosas.
La primera es que, cuando los bancos y otras entidades financieras te venden un producto, puede que no te estén explicando absolutamente todo lo que necesitas saber para no salir mal parado.
Y la segunda es que, de forma general, nuestra sociedad tiene muy poca cultura ya no solo financiera, sino económica. Pero los datos demuestran algo más terrible aún: tampoco se tiene el conocimiento mínimo o suficiente para afrontar correctamente las decisiones económicas del día a día o aquellas decisiones sobre adquisición de nuevos productos financieros que, al alcance de cualquiera, pueden mejorar la vida económica de todos.
Esto podríamos justificarlo en que la estratificación social de nuestro país hasta la actualidad había complicado el acceso de cualquiera a este tipo de conocimientos financieros, conceptos habitualmente asociados a productos financieros de lujo reservados para los más pudientes. La paradoja es que, en la actualidad, los cambios impulsados por las nuevas tecnologías han dado acceso universal a cualquier tipo de información y servicio, desde cualquier sitio y en cualquier momento a través de internet. Y, a pesar de ello, seguimos igual. Es cierto que a muchos, en concreto a nuestras personas mayores, explicarle ahora estos temas es difícil y posiblemente inútil. Pero la situación no mejora cuando se analiza a los jóvenes, nuestros futuros decisores económicos, los dueños de las nuevas tecnologías. Esto es preocupante.
El estudio Adolescentes
2013, elaborado por la Cátedra Keepunto-UCM, lo deja bien claro. Nuestros adolescentes manejan anualmente
8.000 millones de euros sin tener nociones básicas sobre las herramientas
financieras que les permitan gestionarlos adecuadamente. No comprenden el valor del dinero porque no se lo
ganan, lo reciben de sus padres, abuelos o familiares. De hecho, más del 80% de los
jóvenes en España no tienen claro ni siquiera qué es una tarjeta de débito, e
incluso aluden a la hipoteca como uno de los medios de pago que dicen conocer. La falta de recursos de nuestros mayores
hizo que supieran gestionar lo poco que tenían para sobrevivir. En la
actualidad, los padres facilitan al máximo la
vida económica y financiera de sus hijos y los abuelos ayudan, sin darse cuenta de que de esta forma
solamente están financiando el comportamiento laxo e irresponsable de sus
hijos-nietos, quienes solo tienen que pedir para recibir, sin que se les exija nada a
cambio.
Parecía que había terminado en nuestro país un periodo en que la vida se basaba en la supervivencia; después, perseguimos la eficiencia, hasta llegar a finales de la pasada década en que lo único que importaba era "conseguir placer".
La última gran crisis ha puesto de relevancia que es imprescindible
que los jóvenes asistan a iniciativas formativas similares a esta:
http://www.consum.cat/ecofin_webacc/AppJava/uploads/140213_Programa_Barcelona_CAT.pdf y mejor aún sería que en la escuela o instituto hubiera asignaturas obligatorias y comunes a todos los itinerarios formativos para estos temas.
http://www.consum.cat/ecofin_webacc/AppJava/uploads/140213_Programa_Barcelona_CAT.pdf y mejor aún sería que en la escuela o instituto hubiera asignaturas obligatorias y comunes a todos los itinerarios formativos para estos temas.
Pero más allá de
formar a nuestros futuros decisores desde el punto de vista económico-financiero,
es imprescindible que en las edades tempranas empiecen por aprender a consumir
de forma responsable, a gestionar sus recursos y a conseguir los bienes y
servicios que ansían a través de una cultura del esfuerzo.
https://www.saveup.com |
A través de la “ludificación”, varias
iniciativas permiten a los jóvenes conseguir dinero virtual y gestionarlo como
si se tratara de una cuenta bancaria, pero en un entorno de simulación seguro
que les permite adquirir bienes y servicios de forma responsable. De esta
manera, nuestros adolescentes adquieren, casi sin querer, los hábitos y conocimientos
necesarios para aprender a vivir en un ambiente de esfuerzo, de gestión responsable
de sus activos y de sus bienes y servicios. Un ejemplo es el juego Saveup que está ayudando a miles de americanos a ahorrar y reducir sus deudas al tiempo que pueden ganar atractivos premios al practicar el juego. Es un efecto similar a lo que sucedía cuando los bancos regalaban desde sartenes a cámaras de fotos por una aportación a un plazo fijo o un PP. Lo que incentivaba más a la gente era el regalo que la rentabilidad de la inversión. Saveup indica que la competencia entre "amigos" jugadores y la posibilidad de conseguir regalos motiva muchísimo más a la gente que el miedo que provocan las consecuencias de no poder pagar las deudas.
Valorar y practicar la "cultura del esfuerzo" prepararía a los jóvenes para su vida financiera
adulta, y debería ser inculcada por los padres, las instituciones educativas y
el conjunto de la sociedad en general.
El gran problema
es que muchos padres jóvenes, son incapaces de inculcar a sus hijos esta
cultura porque ellos mismos no solo no practican esta forma de vida sino que desconocen sus principios básicos. Han crecido en un ambiente de sobreconsumo
bastante irresponsable y ni siquiera la llegada de la crisis ha servido para
que despierten y reconduzcan sus hábitos de consumo. Se limitan a sobrevivir y
a esperar a que pase la mala racha para volver a hacer lo que hicieron y vieron
hacer en su adolescencia y juventud. Cuando alguien les explica, con
razonamientos técnicos, que hay una probabiliad muy remota de que puedan volver
a seguir nunca ese modo de vida, se niegan a escucharle. Cuando alguien les
dice que les puede enseñar a “vivir razonablemente bien con menos gasto”,
simplemente aprendiendo a ser conscientes de lo que es importante y lo que es
accesorio y prescindible, no tienen ningún interés por aprender el estilo de
vida que se les propone. Son incapaces de sustraerse a la presión consumista,
parar, escuchar y mirar, pensar y finalmente actuar de forma adecuada para
administrar bien sus ingresos.
Deberíamos todos ser conscientes que lo importante no es comprar una gran casa sino formar un buen hogar.
Lo importante no es comprar un reloj de lujo sino disfrutar de nuestro tiempo.
Lo importante no es comprar un libro por Sant Jordi, lo importante es adquirir conocimientos dia a día.
Lo importante no es tener mucho sexo, sino disfrutar del amor.
Lo importante no es tener la casa llena de juguetes a rebosar, sino dedicar tiempo a jugar con los niños y dar ejemplo a los menores de que para divertirse no se necesitan ni muchos juguetes caros sino imaginación ganas de divertirse.
Nuestro tiempo es limitado y lo importante no es tener un gran coche, unas costosas vacaciones en una playa exótica ni vestir a la última moda con ropas de marca. Es todo una cuestión de valores y prioridades.
¿Que es más importante tener una casa cara, vestir ropa de moda y un gran coche o no contraer deudas y procurarles la mejor educación a los hijos para que sean capaces de decidir por si mismos. Es una cuestión de valores.
Lo importante es tener imaginación, saber distinguir entre lo necesario y lo prescindible, saber prescindir de los dictados de la sociedad de consumo que intenta dictarnos como debemos vivir nuestra vida.
Este es un tema tan importante porque los adolescentes de hoy serán los decisores de mañana, las personas que en pocos años se convertirán en el motor de la sociedad. Todo lo que están asimilando en la actualidad les va a afectar para que se conviertan o no en buenos decisores, y eso nos afectará de una manera u otra a todos.
Cuando seamos viejos, nuestras vidas dependerán de las buenas o malas decisiones que ellos tomen respecto a nosotros o al menos respecto nuestras finanzas. Afectará a la sociedad en su conjunto tan solo dentro de dos décadas.
¿Como se puede esperar que en el futuro cuiden o decidan por sus mayores si no son capaces de cuidarse ni a si mismos sin ayuda de la familia?
Muchas veces sucede, sobre todo a los jóvenes, que los grandes ruidos de las opiniones de los demás silencian su propia voz interior. No deberíamos permitir que eso nos suceda. Cada uno en la faceta que le corresponda, padre adulto, abuelo, profesor o a nivel personal, debemos hacer un esfuerzo para aprender a ser nosotros mismos y culturizarnos económicamente. Siempre es mejor aprender algo cada día que no saber nada. Si nos vence la pereza y no aprendemos de los errores, si no mejoramos y damos ejemplo con nuestro proceder diario, será difícil conseguir que los jóvenes cambien su mentalidad y abracen un nuevo modo de vida, basado más en el ser que en el comprar y el tener. Si no tenemos éxito en buscar, propiciar y conseguir este cambio de mentalidad en los jóvenes, los adultos lo pasaremos mal y ellos peor.
No hay tiempo que perder.
¿Que ideas tienen para lograrlo?
Espero las compartan con nosotros. Por cierto, ¿Cuando empezarán a ponerlas en práctica?
©JuanJAS
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