sábado, 10 de mayo de 2014

Tiempo de confesiones

Como cada año, bien entrada la primavera y aunque ya hayamos olvidado la Cuaresma, nos vuelven a llamar a "confesión"; solo que esta vez, no desnudamos nuestra alma ante un sacerdote sino nuestras cuentas ante Hacienda. Una ceremonia que puede ser saludable y peligrosa al mismo tiempo. Cada uno la vive a su modo. Unos están nerviosos, otros indignados, otros temerosos. Muchos están inquietos y les cuesta conciliar el sueño hasta que no han pasado el examen.

Realizar la declaración cada vez es más difícil, tedioso y estresante. Hay que recopilar papeles, hay que estar al tanto de las novedades que aplican cada año, hay que ir a que te den cita para hacerla y por ello cada vez hay más contribuyentes que aprueban directamente el borrador sin preocuparse si están todos los datos que deberían y aun son menos los que comprueban si son correctos. Piensan que Hacienda lo sabe todo y además siempre tiene razón. Sin embargo no siempre el borrador contiene toda la información (casualmente siempre a favor de la administración) por lo que si lo confirmas, pagas más de lo que deberías. Bien es verdad que en estos momentos de crisis, uno puede ser más espléndido y tomárselo como una obra de caridad para con el Reino de España.
Actualmente cada vez está más extendido el SHDA (Síndrome de Hiperactividad y Déficit de Atención) y mucha gente, al recibir la carta de Hacienda, comprueban velozmente la última casilla, como si comprobaran el boleto de la Primitiva, para ver cuanto les "devuelven". Firman física o digitalmente y a esperar dinerito fresco, que hace mucha falta. Además, piensan, no sin cierta razón: ¡No es bueno contrariar a Hacienda!.
Los que tienen un pequeño negocio y los que consiguen mantener invertido algún ahorrillo, lo tienen un poco más complicado. Por ello, para no despertar al monstruo inquisidor, cada vez son más los que llevan el montón de papeles, que fueron guardando en una caja durante el año anterior, a la cita con un funcionario o contratado de la Agencia Tributaria. Otros los llevan a la gestoría para que sean sus empleados los que discutan con los números, las leyes y las normas, confiando en su profesionalidad y en que les ahorren unos dinerillos mientras ellos se dedican a lo que saben hacer para ganar dinero o a vivir la vida, que también es importante. No importa lo que cueste el encargo. Lo que sea por ahorrarse el sufrimiento y la ansiedad que provoca el mas conocido trámite anual con Hacienda.
A muchos, antes de las vacaciones ya les han devuelto el dinero y están contentos. Se lo toman como si recibieran un regalo del Estado, totalmente ajenos a que, con anterioridad y sin darse cuenta, algún “tercer actor” ya había tomado parte del dinero ganado y lo había puesto a disposición del Estado. Esta parte, que muchas veces es más grande que el todo, ya la tiene segura el Estado antes de que termine el año anterior. 
En este tiempo de confesión o examen es cuando a la vista de los datos aportados y que Hacienda puede comprobar, no sabemos si lo hace o no porqué los "procedimientos de Hacienda son inescrutables", conocemos la “Cuota líquida incrementada total” reflejada en la casilla 504. Una cifra en la que casi nadie se fija, pero que es la que indica la cantidad real de nuestros ingresos con la que finalmente, este año contribuiremos a las arcas del Estado. 
La Constitución Española nos recuerda que “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”. ¡Pues a veces no lo parece!
Si ustedes son de los que piensan que contribuyen mucho, miren la cifra que muestra la casilla 504 de su declaración de IRPF. Sueñen lo que podrían hacer con ella y se quejarán aún más. Todavía se enfadarán más cuando piensen que a pesar de los elevados tipos impositivos españoles, tanto directos como indirectos, la Hacienda española no consigue recaudar lo necesario para que el gobierno pueda llevar a cabo políticas de crecimiento o al menos aseguramiento del estado del bienestar.
¿Porqué pasa esto?
Porqué, a pesar de que cada año por estas fechas nos repiten como un mantra que “Hacienda somos todos”, todo el mundo sabe que no es verdad. Todos sabemos con más o menos conocimiento de causa que no todos contribuyen y que hay mucha economía sumergida y mucha evasión fiscal. Es una situación transversal que afecta tanto a ricos como a pobres.
Entonces, ¿porqué este déficit sistémico en la recaudación?
Se me ocurren varias razones para ello aunque sólo pondré las tres que considero más relevantes:

1ª  INEFICIENCIA
Tal vez en el cuerpo de políticos y funcionarios del Ministerio de Hacienda tenga contratadas personas inexpertas o ineficientes (cobrando el sueldo, por supuesto). Junto a los funcionarios de Carrera que estudiaron mucho y ganaron su oposición, cohabitan una pléyade de “funcionarios” amigos y afiliados a los partidos de turno que no suelen estar preparados para realizar su cometido y lo único que aportan son su propio voto seguro suyo y el de sus familiares e íntimos amigos.
Tal vez el “sistema” los tenga a los verdaderos profesionales atados de pies y manos y no los deje actuar. Siempre hay compromisos con ciertos "grupos empresariales, financieros o de poder y hay que mirar hacia otro lado.
Tal vez el sistema impositivo sea inadecuado o las políticas fiscales incorrectas.
Tal vez no se destinen los recursos suficientes ni adecuados a “inspeccionar” los posibles fraudes, principalmente a los importantes o no se legisla adecuadamente para que no sea tan fácil “escabullirse” o se llega siempre tarde o no se hacen cumplir las leyes o cuando se condena a un  "delincuente de cuello blanco" se le indulta dejándole libre para seguir delinquiendo...
Tal vez sea que, para disimular su ineficiencia, se desfogan persiguiendo las infracciones de pequeño importe o simples errores, amargando la vida al ciudadano de a pie. 
¡Señores políticos y altos funcionarios públicos!: Deberían saber que el propósito fundamental de su cargo es recaudar dinero para proveer de servicios públicos a los ciudadanos y ayudar a disfrutar de una vida digna a los menos capacitados para ayudarse a si mismos. Si no pueden cumplir con su mandato, al menos no nos causen sufrimiento y si no quieren hacerlo eficientemente no nos pidan el voto, porque no se lo daremos. 

2ª  RASGOS CULTURALES AUTOCTONOS
Los españoles tenemos, cada uno en su medida, una cultura arraigada desde hace cientos de años. Un escritor anónimo escribió una historia, que se publicó ya en el año 1554, ilustrando que la práctica del comportamiento pícaro era común en España. 
En otros países es más común no engañar con los productos que se venden o con sus servicios, porque piensan que es importante para ellos mantener una "reputación". Piensan que, si se puede confiar en su palabra, en la calidad de sus productos y en la eficiencia de sus servicios, se asegurarán las ventas y los beneficios a más largo plazo. 
Otros países piensan que la "confianza" es muy importante para el comercio. ¿Recuerdan la palabras “Precisión suiza”, “maquinaria alemana”, “puntualidad inglesa”?. 
¿Conocen algo similar referido a españa España?.
Salvo honrosas excepciones, que confirman la regla general, en la cultura española se ha intentado ganar lo máximo hoy, vivir a todo tren trabajando lo mínimo y "cuando se nos acabe el chollo", ya encontraremos a alguien a quien engatusar. 
Cada país, incluso cada comunidad, tiene su cultura secular que condiciona el comportamiento de sus ciudadanos en buena medida, aunque no esté totalmente de acuerdo con ella. No digo que sea mejor una o la otra. Lo que si es cierto es que en España, secularmente se ha  practicado esta forma de ver las cosas y esto tiene sus consecuencias a largo plazo. Aunque a corto queden disimuladas o incluso algunas veces, si hay suerte, ocultas o dispensadas.
Hoy en día se encuentra divertido evadir impuestos (diferente de hacer lo legalmente posible para eludirlos). Pongamos como ejemplo los vitoreados jugadores de “la Roja” que se presentaban como adalides de la "marca España" y cobraron sus primas en Sudáfrica en lugar de en España, el país al que representaban. Parece que nadie sabe o no se acuerda que dejaron de ingresar el impuesto correspondiente en la Hacienda española para el beneficio de todos los españoles.  En todo caso he oído a pocos afearles su conducta. 
También son pocos los que denuncian la conducta de celebridades del mundo del bel canto, las carreras de Fórmula 1, tenistas y futbolistas famosos, etc. Todos ellos mediáticos defensores de la marca España y que a la vez tienen su domicilios fiscales en otros países para evadir declarar a Hacienda sus ingresos, todo lo que pueden y más. 
Hasta que, muy de vez en cuando y siempre en la primavera, recuerden "tiempo de confesión", Hacienda llama  a su puerta y salen horrorizados por todas las TV’s tocando los corazones de sus fans al estilo del niño que llorando grita lastimeramente: "papa, mira que me hace Hacienda". 

¡Malos, mas que malos!
¡Perdón!, se me olvidaba. Se acuerdan de aquella parejita tan deportista él y tan mona y enamorada ella… 
No sólo va de famosos. Todos los demás españoles suelen hacer también todo lo que pueden para no cumplir con sus obligaciones tributarias:
  • Nadie critica socialmente a quien cobra el paro y esta trabajando en la economía sumergida.
  • Nadie ve mal comprar en establecimientos que no cumplen con la normativa ni comercial ni fiscal o en los "Top manta".
  • Nadie ve mal pagar servicios sin "IVA".
  • etc.
Es popular pensar que: ¡Hecha la ley, hecha la trampa!, en lugar de no dudar que “La ley echa a la trampa”. El ciudadano español ve políticamente incorrectos los comportamientos racistas y alardea de ser muy solidario, a la vez que usualmente hace lo posible para que sean “otros” los que corran con los costes que conlleva esa solidaridad. Cuando Robert Louis Stevenson escribió "El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde" parece que no sabía que este caso no era tan extraño.

3º   LEYES FISCALES INJUSTAS
Las leyes fiscales deberían permitir y asegurar que todos los ciudadanos contribuyéramos a las arcas públicas en función de nuestra capacidad de generar recursos y ganar dinero. Los métodos recaudatorios de Hacienda deberían ser públicos y transparentes. Hoy en día que los medios informáticos e Internet lo posibilitan, los ciudadanos deberíamos poder entrar en una Web y leer en ella la política de inversión de Hacienda, las investigaciones que ha completado y sus resultados. Esta transparencia informativa tendría además un efecto ejemplarizante. ¿Se imaginan poder acceder una lista con foto incluida de los defraudadores, importe de la defraudación, importe recuperado, pena impuesta, etc.?
Por cierto ¿Porqué no hay un registro publico de defraudadores de Hacienda que los ciudadanos podamos consultar, al estilo de las bases de datos que consultan proveedores y bancos, para restringir el crédito a empresas y particulares que figuren en dichos registros, como son: EXPERIAN, CIRBE, FIJ (Fichero de Incidencias Judiciales), ASNEF y RAI?
Dicho esto, como la historia se repite, aunque nos insistan con el mantra "Hacienda somos todos", sabemos que muchos contribuyen mucho de palabra y muy poco de hecho. Muchos ciudadanos estamos artos de ver que una buena parte de nuestras ganancias, ya sean producto del trabajo o del capital, se desperdicien en políticas que asignan muchos recursos a proyectos destinados a engrosar los bolsillos de algunos políticos/funcionarios corruptos, banqueros y empresarios que hacen negocio alrededor de los círculos de poder. Al mismo tiempo estos nos dicen que hay que "recortar" y lo único que recortan son recursos imprescindibles para la ciudadanía. No se si un profesional se lo diagnosticaría, pero sus actos son dignos de cualquier psicópata.
Hace pocos días los señores del PP han anunciado la investigación de una posible malversación de fondos en un tramo de obra del AVE. Aclaran convenientemente que fue   licitado durante el último gobierno del PSOE y que el PP no siguen en absoluto esas prácticas. Parece que están implicados la empresa constructora Corsán-Corviam y trabajadores de ADIF (sector público). ¡Ja, ja, ja!
Todo el que ha tenido algo que ver con licitaciones con el sector público sabe que la corrupción está super-extendida y es directamente proporcional al grado de poder que el funcionario/político tiene para adjudicar el concurso. Desde el boli para el conserje, a la cámara para la secretaria, al abono para el palco del fútbol,  el viaje para asistir a un "congreso", hasta el chalet en la costa o el maletín en el paraíso filial elegido, hay un ramillete de posibilidades. Aquí la creatividad es casi infinita. 
En el sector de la obra pública está muy extendida la práctica de la "oferta mínima con complemento futuro". Simplificando podríamos decir que funciona así:
La empresa que quiere adjudicarse el contrato, previo acuerdo con un "político/funcionario con poder de decisión", ofertará un precio bajísimo. Al ser tan bajo, barre a la competencia y  gana el concurso. 
Una vez adjudicado el contrato, el "político/funcionario con PD" queda bien porqué ha conseguido que se realice una gran obra a un coste muy bueno. Inmediatamente sale a pavonearse y en todos los medios de comunicación. Meses después la obra se empieza y ya nadie se preocupa de la forma en que se asignan los recursos cinerarios ni de la calidad de la obra ni del tiempo de ejecución. La empresa pide más dinero por múltiples motivos y el "P/F PD" aprueba con el mayor sigilo que se destinen más recursos a la misma. 
Resultado: La empresa contenta, el "P/F PD" corrupto contento, el contribuyente estafado y la competencia barrida en un concurso, legal pero no justo, buscando negocio por otro lado.
Los ciudadanos vemos que se evidencia una y otra vez la falta de control sobre los gastos del dinero público en actuaciones de este tipo. Salen a la luz continuamente noticias de corrupción, robo, enriquecimiento ilícito, desviación de fondos, etc. Constatamos que los dirigentes no hacen nada eficiente para resolverlo. No nos consta que dimita nadie de sus cargos y menos que se haya exigido alguna responsabilidad ni por supuesto recuperado el dinero “perdido”. Como mucho le cuelgan el muerto a algún “hombre de paja”. Siendo conscientes una y otra vez de este descontrol o mala fe y de este desprecio hacia la ciudadanía, el incentivo para no pagar a Hacienda es cada vez más grande.
De pequeño me enseñaron que mi trabajo era aprender de quien "sabía" y que “los que sabían” debían ser reconocidos por la sociedad con títulos académicos o sociales. Los más capacitados y voluntariosos debían conformar la jerarquía. Me enseñaron a mostrar respeto por los padres, por los abuelos, por los maestros, profesores y dirigentes en general. Me enseñaron que estos eran los que debían mostrar los valores que esta sociedad quería para si misma y debían ser los primeros en dar ejemplo en su ejercicio de los mismos ya que así se ganaban el respeto de los ciudadanos. De esta forma, siguiendo su ejemplo, los que no pudieran tener criterio propio cualificado, también ayudarían a conseguir una sociedad mejor. Pienso que la teoría sigue siendo buena, pero hace muchos años que falla su aplicación práctica. 
Hace muchos años que siento que nuestros gobernantes no se conducen adecuadamente para ganar nuestra confianza. En muchos casos la han perdido. 
Nos decían hace unos pocos años que en España había mucho dinero (lo gastaban a espuertas) y nos predicaban una mejora continua del estado del bienestar y de nuestra calidad de vida. ¡Había casi de todo para la mayoría!. Mas tarde, nos enteramos que malgastaban un dinero que no tenían y nos ponían a nosotros y a las generaciones venideras como avaladores. Los banqueros disfrutaban como locos prestado dinero a insolventes, tanto públicos con privados. Sabían que tenían patente de corso para actuar sin que les importaran las consecuencias de lo que hacían. Los políticos, que tanto les debían, nunca osarían pedirles responsabilidades y ellos seguirían cobrando su primas, incentivos, premios y pensiones millonarias.
¿El mundo al revés?. ¡No! 
¡España!
Los ciudadanos estamos artos de ver que los gobernantes nos recortan recursos de salud, de enseñanza, de bienestar social, etc. y todavía quieren recortar más. Eso sí, como siempre,   echándole la culpa a Europa.
Los ciudadanos estamos artos de ver que los gobernantes eligen gastar dinero en trenes, autopistas e infraestructuras muy caras y poco usados, aeropuertos vacíos; en financiar construcciones carísimas que sirven para poco, en viajes para no hablar con nadie porqué no conocen el idioma de sus interlocutores ni tienen ninguna preparación para negociar, en convenciones que acogen comisiones de trabajo donde lo único que hacen es comer mariscadas carísimas y estudiar la forma de exprimir más a la clase media, etc. 
Los ciudadanos estamos artos de que nos mientan. Recordemos que cuando la burbuja inmobiliaria había explotado en USA y habían caído incluso bancos importantes, nuestro presidente ZP no puso nuestras barbas a remojar, sino que nos decía que España iba bien y que nuestros bancos eran los mejores. Ahora tenemos otro gobierno y otro presidente, se acercan las elecciones europeas y nos vuelven a decir cosas similares. ¡Ya vamos saliendo de la crisis! ¡Los parados bajan! ¡La “herencia” era pésima y nos ha costado mucho arreglar el desaguisado, pero lo estamos consiguiendo! Siempre lo mismo. 
Algunas verdades no significativas y muchas, muchas mentiras. Es bueno recordarlo ahora que nos han empezado a pedir el voto para las elecciones europeas y siguientes. Sigue pareciendo que más que pedirnos el voto para servir a la ciudadanía, nos piden un cheque en blanco que les permita seguir ocupando la silla y depredándonos durante 4 años más.
Esta forma de actuar cada vez desencanta más, incluso a los más idealistas y positivos. 
Si esto es lo único que saben hacer estos gobernantes y Hacienda sigue siendo tan ineficiente, cada vez son más los que no quieren formar parte de ella. Si los políticos y los directivos de los bancos y grandes empresas son los únicos que van a poder vivir bien en nuestro país, sin tener ningún miramiento por el bienestar del resto de los ciudadanos, más tarde o más temprano, habrá revuelta social de uno u otro tipo.
La desigualdad entre las personas existe. No es discutible. No pasa nada porque seamos distintos. Sobre todo cuando esas diferencias parten de la expresión del potencial del individuo. Dentro de las elecciones y situaciones personales, las circunstancias económicas forman parte del dibujo de una sociedad. Lo que siempre se debería exigir es igualdad de oportunidades e igualdad de trato y responsabilidad para con la sociedad y el bien común. Cuando la diferencia hace referencia a la desigualdad entre el que más tiene y el que menos tiene, debe haber límites. La desigualdad extrema es inadecuada. Cuando la desigualdad crece hacia cotas extremas es momento de decir basta. Entre los años 1950 y 1990, el 0,1% de los americanos más ricos poseían alrededor del 10%. En 2003 no llegaban a poseer el 15% y hoy poseen el 22% de la riqueza del país. Cuando la tasa de retorno de los activos crece más que el PIB, la acumulación de riqueza se produce como consecuencia inevitable de la dinámica económica de nuestro sistema. Los ricos cada vez son más ricos. La desigualdad está creciendo y lo hace de forma continua desde hace algo más de 25 años. Esto es un hecho.
No podemos esconder más la cabeza debajo del ala. 
¿No piensan que ya es hora de asumirlo, de instruirse, de razonar, de criticar constructivamente, de intentar no dejarse engañar por los falsos profetas, de elegir una opción política que se comprometa con un cierto código ético y aporte unos méritos/garantías iniciales creibles de que quiere gobernar en beneficio de los ciudadanos, que permita una democracia continua, etc., para votarla en las próximas elecciones y en todas las que vengan?. Seguro que costará mucho, pero hay que comprometerse personalmente a ello. No debemos reirles más las gracias a los políticos que no respetamos. Nuestro voto es importante colectivamente. El no ir a votar o votar en blanco, nulo o votar como los que compran siempre el mismo número de la lotería de toda la vida ¡por si toca! ¡No es solución!.
Se acercan tiempos de “confesión”. Con Hacienda, con las urnas, con nosotros mismos. Dependiendo de nuestros pecados, más tarde, vendrá la penitencia.
©Juan JAS

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