martes, 4 de agosto de 2015

Pocas cosas son lo que parecen

Muchas veces no nos explicamos porqué los políticos y altos responsables de la administración hacen las cosas tan mal. Parece que la mayoría de los ciudadanos lo vemos más claro que ellos. ¿Tan tontos son? Si así fuera, ¿por qué los ha votado la gente?, ¿Tan fácil es engañar una y otra vez a la mayoría? 
Pienso que la respuesta no está en la cantidad de materia gris de los ciudadanos, sino en que no se toman la política ni la economía en serio. No dedican el tiempo necesario a analizar los titulares que leen en los periódicos y telediarios. No meditan sobre las verdaderas razones subyacentes a los mensajes, que los grupos de poder envían a las masas, a través de los políticos y los medios de comunicación. No son conscientes de la importancia de tomar una decisión y votar un candidato u otro.

Por ejemplo: ¿Por qué los padres de la Constitución de Estados Unidos no incorporaron la prohibición de la esclavitud en el redactado original de 1787?
En 1877 los antiguos esclavos eran ya libres, el antiguo Sur posibilitó la victoria del Partido Demócrata en el Congreso, y nadie en el Norte dijo ni pío a que en el Sur se aprobaran las leyes Jim Crow que impusieron el apartheid de los ya formalmente libres afroamericanos en los estados sureños.
No será que aquellos antiguos colonos y tras su guerra de liberación ya ciudadanos, necesitaban a los “negros” para cultivar sus extensísimas fincas, tanto en el entonces inexistente “Norte” como en el entonces también inexistente “Sur”.
Muchas personas siguen creyendo y describen la Guerra Civil americana como una cruzada de liberación emprendida por unas gentes buenas y angelicales –los Estados Unionistas del Norte– para abolir la horrenda práctica de la esclavitud vigente en los demoníacos trece Estados del Sur que configuraron una Confederación y se independizaron de los del Norte. 
Puede que haya algo de eso, pero el motivo principal es mucho más mundano y productivo y pone sobre la mesa un hecho casi siempre obviado: como todas las guerras, la Guerra Civil de Estados Unidos tuvo una causa principalmente económica.
En numerosas zonas de los Estados del Norte las manufacturas y una industria incipiente habían ido tomando forma desde el primer tercio del siglo, no así en el Sur donde la economía estaba basada en el monocultivo del algodón que, en gran medida era exportado a Inglaterra. El Norte industrial precisaba una zona donde expandirse así como mano de obra barata, y de ambas cosas había en abundancia en el Sur agrícola y esclavista. Además, el Sur había pedido préstamos al Norte. (Piensen en circunstancias similares en otros contextos geográficos) 
El Sur inició la guerra en una época en la que por pisar a alguien el ofendido podía retar a duelo al ofensor. Fue la salida lógica, aunque la tuviera perdida por la apabullante mayor capacidad económica del Norte.
Hoy en día, con un negro en la Casa Blanca, al menos en términos económicos, la segregación parece que está resuelta en USA, pero en términos sociales y convivenciales no pasa lo mismo. Queda mucho por resolver y colgar una bandera en el balcón va a contribuir muy poco a mejorar las carencias en esos ámbitos. Allí y aquí.
La historia siempre se repite: Cuando existe un enfrentamiento económico y de poder entre las élites, el que desea cambiar el statu quo diseña una campaña de difusión disfrazada de ideología, de forma que toque la fibra sensible de las gentes de bien y las implique emocionalmente en el proceso. ¡Engañados aunque contentos!, al final algo salen ganando, pero la razón principal por la que han luchado, discutido y votado, no es la que la mayoría piensa. 
Resumen: nada es lo que parece al leer los titulares. Hay que aprender a rascar la corteza antes de lanzarse al ruedo. Aprender a hacer las preguntas adecuadas y analizar las respuestas recibidas.
Aunque estamos en verano, pronto llegará el otoño y deberemos tomar importantes decisiones: en Catalunya y en España. 
¡Suerte! 
Por cierto, recuerden que los que están preparados y alerta para conquistarla cuando pasa por su lado, son los que finalmente la disfrutan. Por si acaso, me refiero a la "suerte".
©JuanJAS

2 comentarios:

Rosa M Torrent dijo...

Gracias, Juan, por encender un punto de luz. Falta nos hace.

JuanJAS dijo...

La luz, aunque sea pequeña, siempre es buena para encontrar el camino. Aunque con eso no basta. Cada uno debe buscar el suyo y andarlo sin pereza. "Pereza", palabra olvidada.
La pereza es el más «metafísico» de los pecados capitales, en cuanto está referido a la incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la existencia de uno mismo. Tal vez es también el que más problemas causa en las personas hoy en día, que tienen pereza hasta de buscar formas de divertirse.
La simple «pereza», más aún el «ocio», no parecen constituir una falta, pero causan en mucha gente una «tristeza de ánimo» que les aparta de sus obligaciones sociales, e incluso familiares o personales, a causa de los obstáculos y dificultades que en ellas se encuentran.
Esta pereza permanente, hace que lean críticamente y piensen cada vez menos y por tanto son terreno abonado para todo tipo de “engaños” que les impide formarse una opinión propia razonada. Aquellos que fueron educados en un ambiente cristiano recordarán aquello de “¡Contra pereza, diligencia!. Por tanto, incluso en verano, ¡Fuera pereza!.