En España hay mucha gente que confunde la testosterona nacional con la soberanía nacional.
El Partido Popular es fuerte porque no tiene ningún competidor a la derecha. Prácticamente toda la derecha está en su interior. El PP tiene una enorme capacidad para fijar los marcos del debate político, en el tema catalán y también en otros muchos. El PP es una máquina política que ha demostrado su gran capacidad para fijar los marcos del discurso, para definir lo que es aceptable y lo que no, lo que está dentro y se puede discutir y lo que no en el tema catalán, en el del terrorismo, las víctimas, la reforma constitucional, incluso en el tema de la corrupción.
Frente a él, la oposición, los partidos que podrían construir un discurso alternativo, tienen serios problemas de liderazgo, y una gran aversión al riesgo de construir un discurso alternativo y a asumir el coste. Rajoy no llamó a Pedro Sánchez cuando ganó la secretaría general del PSOE pero Sánchez lo ha llamado a él para darle su apoyo en el tema de Cataluña. Parecía que Sánchez representaba un PSOE diferente, pero a la hora de la verdad…
Parece que los grandes partidos no acaban de percibir el tema catalán, tan grave y tan urgente como algunos lo consideramos. El PSOE es un partido en el que siempre han convivido dos almas: la federalista, que puede representar el PSC, una parte del socialismo gallego, una parte del socialismo vasco, y la jacobina centralista que en su momento representó el guerrismo, tras el buenismo... Una parte del PSOE está más cerca del PP que del discurso federalista que pueda hacer el PSC. Es un problema interno que deben resolver pero que aplazan permanentemente para intentar mantener una cierta unión. No olvidemos que la famosa LOAPA la aprobaron conjuntamente el PSOE y el PP. No fue un invento de la derecha mala, fueron la derecha mala y la izquierda mala. Al igual que el PP, significados barones del Partido Socialista han construido su poder territorial en buena medida demonizando el nacionalismo vasco y catalán. Pedro Sánchez deberá tomar una decisión: Seguir de monaguillo de Rajoy (a la hora de defender el discurso del no-referéndum, el Partido Popular es imbatible), o asumir el riesgo y construir un discurso alternativo. Por cierto, lo de la “nación cultural” suena como premio de consolación y no es necesario porqué la lengua, los escritores, pintores, arquitectos, actores, cantantes, etc. catalanes, y sus obras reconocidas mundialmente hablan por si solas. Lo que en todo caso podría servir para algunos es el reconocimiento de Cataluña como “nación política” seguido de una discusión bilateral de los términos de la relación futura.
El problema es que Rajoy ha construido su fortaleza electoral con un discurso y una pedagogía política, durante veinte años, presentándose como el garante de la unidad de España y como el gran fustigador de las 'perversiones' nacionalistas. Primero fueron las vascas y ahora las catalanas. Rajoy y su entorno parece que han empezado a entender que esto de Cataluña es muy grave, es terrible, es urgente, pero su proceder le delata, porque no tiene un minuto para llamar al líder de la oposición y hablar con él sobre el tema y menos de llamar al President de la Generalitat y hablar con el para intentar rebajar el suflé. Sí que tiene un minuto para poner un twitt felicitando a un ciclista por su heroica performance en el Giro.
Aún con todas las excentricidades del Sr. Rajoy, parece bastante menos agresivo que "Ciudadanos" con el tema catalán.
En Cataluña hay una parte de soufflé, azuzado por la crisis y las políticas de recortes, pero no es ni mucho menos el ingrediente fundamental. En Cataluña hay una demanda política y social muy mayoritaria que no está a gusto con el actual encaje en España. Unos quieren irse, otros quieren cambiarlo. La parte azuzada por la crisis es marginal y es la que ha bajado, un poquito.
¿Se han percatado de que a Junts pel Sí se les está aplicando la misma estrategia que se aplicó a Podemos de Pablo Iglesias y al PSOE de Pedro Sánchez? Dos organizaciones, dos liderazgos compitiendo por el mismo espacio. Basta con azuzarles un poquito para que se 'maten' entre ellos mientras el PP sigue cabalgando. En el pasado tuvo éxito la estrategia y ahora está intentando repetir la jugada por un lado con una Esquerra Republicana que se deja querer y que progresa según las encuestas que se publican, con un líder emergente al que no dejan de regalarle los oídos en los últimos meses desde Madrid, Oriol Junqueras, y, por otra, PdeCAT, una fuerza que atacan por todas partes, que ningunean, tratando de locos a sus líderes, desprestigiándolos con falsas acusaciones, demodé y despojándola de cualquier atractivo a los ojos del público que consume los medios de comunicación más poderosos. Enterrándolo antes de haber muerto. Esquerra Republicana sería el Podemos que iba como un tiro y la antigua Convergencia, el Partido Demócrata, sería ese PSOE descabezado que se tambalea y parecía no encontrar su lugar. No es descabezado pensar que la esperanza de Rajoy sea que los intereses electorales [de ERC y PDeCAT] lleguen a estar tan contrapuestos que sea imposible mantener la unión mucho más tiempo.
El pacto fiscal que propuso Artur Mas el año 2012 habría resuelto la cuestión o al menos habría encarrilado todo de otra manera pero Mariano Rajoy lo rechazó. También dice no a cualquier tipo de referéndum y eso no se legítimo, porque un referéndum consultivo cabe plenamente a la Constitución. No hace ninguna propuesta para resolver el conflicto que no sea la plena sumisión de Catalunya al Gobierno de España, ni siquiera ha propuesto restablecer el Estatut que se aprobó en Catalunya y en el Congreso de los diputados. Desde Cataluña, mucha gente pide la independencia, y es perfectamente legítimo intentar conseguirla, pero en caso de que el referéndum salga bien y se consiga un resultado favorable, se deberá abrir un proceso de negociación con el Estado español. Querrá negociar? ¿Quién reconocerá el nuevo Estado catalán? ¿Nos pelearemos entre nosotros y no conseguiremos nada? Va por largo.