Las personas altruistas gastan mucho tiempo y energía tratando de ayudar a otros y a mejorar el equipo/sociedad (compartiendo conocimientos y brindando orientación). Consiguen que las organizaciones donde trabajan vayan mejor porque con su ayuda consiguen mayores beneficios, satisfacción del cliente, retención de empleados, menores costes operativos, etc. En cambio, suele suceder que sufren mucho en el camino porque no son los que obtienen los mejores resultados personales y por tanto se quedan con menos promociones y recompensas.
Estudios empíricos demuestran que los altruistas no son los que tienen el mejor desempeño ni éxito. Los mejores tampoco son los “listillos” ni los “oportunistas” porque a la larga, a la mayoría de ellos les llega su San Martín.
¡Curioso ¿verdad?!
¿Por qué nos cuesta tanto crear una relación, un grupo, una empresa, una sociedad, un mundo en el que sobresalgan y se valore y reconozca más a los “altruistas”?
Si nos esforzáramos en descubrir a los “oportunistas” y los alejamos de nuestras vidas, sólo tendríamos compañeros y altruistas a nuestro lado; y estos podrían ser generosos porque no tendrían que preocuparse de las consecuencias. Los compañeros seguirían la norma general de forma similar a lo que sucede en algunas sociedades en las que nadie tira papeles al suelo.
A primera vista nos cuesta identificar a los “oportunistas”. Hay un rasgo de su personalidad que nos despista: la amabilidad. Son siempre políticamente correctos, intentan agradar a todos, parecen tener la solución a todos los problemas y deslumbran a las masas con sus ideas brillantes. Las califico de “brillantes” por lo seductoras que son, por lo bien que suenan; no por su sensatez ni su plausibilidad.
Las personas desagradables hacen esto mucho menos a menudo. Son más críticas, escépticas, desafiantes, exploran las cuestiones desde varios ángulos aunque sean incómodos, tienen en cuenta los “derechos” y también los “deberes” que los populistas nunca explican…
Siempre es más fácil suponer que la gente agradable es altruista y que los desagradables son oportunistas, al igual que muchos suponen que los “trajeados”, altos y guapos vestidos a la moda son buenos trabajadores y altruistas. Al mismo tiempo solemos considerar a los bajos, gordos, vestidos con estilo demodé o “diferente” son malos y seguramente te van a robar o hacer daño. Solemos confundir la “amabilidad-apariencia-antipatía” (que son capas) con el “altruismo-oportunismo” que son motivaciones interiores de las personas.
Pocas veces nos preguntamos: ¿Cuáles son sus valores? ¿Cuáles son sus intenciones hacia los demás? ¿Cuales son sus comportamientos? (¡Hechos!, no deseos ni propagandas)
Si analizamos a estos dos grupos encontramos a los:
1.- Los altruistas agradables que son fáciles de detectar: ¡dicen que sí a todo!.
2.- Los oportunistas desagradables también se reconocen rápidamente.
3.- Hay altruistas desagradables, personas que parecen duras pero en su interior, están motivados por las mejores intenciones. Son los más infravalorados por la gente porque son los que dan el feedback negativo que nadie quiere oír pero todos necesitan hacerlo. Tenemos que valorar mucho mejor a estas personas en lugar de confundirlos con “oportunistas egoístas”.
4.- Los oportunistas agradables (los falsos), son las personas que de cara son agradables y luego no dudan en apuñalarte por la espalda. Si le preguntas por sus relaciones o a quien han ayudado, siempre te darán nombres de personajes más influyentes que ellos, porque los oportunistas saben engatusar.
Se puede aprender mucho sobre el carácter de una persona viendo cómo alguien trata a sus compañeros, a sus subalternos, a los que “son/tienen menos que ellos” o a los que “dependen de ellos”. Podemos usar esta habilidad, mejor si lo convertimos en hábito, para detectar a los “oportunistas” y demás personas tóxicas que sería conveniente alejar de nuestro entorno. Si consiguiéramos apartarlos lejos de nuestro círculo de relación, podríamos crear un entorno seguro donde se pueda pedir ayuda sin que se disparen todas las alarmas. Esto sería posible porque sin tener cerca a esos indeseables, engañando, confundiendo y aprovechándose de la buena fe de los “altruistas”, estos estarían protegidos del agotamiento que produce el dar sin recibir nada útil de los demás. Así los altruistas podrían perseguir sus propios objetivos y conseguir sus ambiciones al tiempo que ayudan a otras personas y colaborando con los compañeros, en lugar de competir con ellos.
Si están de acuerdo con esta tesis, difúndanla y practíquenla para aislar a los “oportunistas” (populistas incluidos). Tal vez podamos revertir la "pronoia" que crece en nuestro mundo. Tal vez podamos desactivar la creencia engañosa de que todos los demás están únicamente tramando su bienestar.
Ojalá pudiéramos vivir en un mundo en el que los “altruistas de verdad” (hechos y no sólo de palabra) tuvieran éxito.
¿Cuando empezamos a hablar claro y a desenmascarar a los “oportunistas” y a los populistas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario