Hace unos años, si no te dejabas ver en los “lugares de moda” no existías. Los jóvenes se daban el teléfono para quedar y encontrarse en la plaza, en el paseo o en el centro de reunión y encuentro. La reputación se labraba en vivo y en directo interactuando con el grupo. En estos tiempos digitales, para existir tienes que tener un perfil social en alguna (o varias) redes sociales. Lo del contacto presencial ha pasado a un segundo plano y antes de quedar con nadie, todo el mundo investiga su perfil/ reputación en las Redes Sociales (RS).
Para los usuarios de las RS, “existir” significa:
- Tener una “Identidad” en la RS que les permita a los demás hacerse una idea (real o no) de quién eres. Si apareces con buen aspecto y derrochando felicidad, mejor que mejor.
- Buscar y obtener “Reconocimiento”: Que los otros sepan quién eres, que cualidades tienes o al menos que aparentas. Para muchos, aquí entra el márquetin personal y el “postureo”.
- Saber a donde vas: Tener un cuaderno de bitácora con tus pensamientos, algunas para recordatorio privado y otras compartidas con el grupo de amigos y la mayoría de acceso público.
Las Redes Sociales se caracterizan por ser:
- Un “Laboratorio de identidades”. Cada RS es un ecosistema diferente en el que cada uno se siente más o menos a gusto y en el que se comporta de forma diferente atendiendo a lo que quiere compartir, cotillear o “pescar”.
- Un “escaparate” permanente: Un espacio público, con una audiencia sin límites, donde controlar, comparar y hacer seguimiento de uno mismo o de los otros con diversos fines.
- Herramientas de información masiva que sirven para comunicar lo que se desea o interesa en directo y para todo el mundo.
- Un entorno donde se puede gozar de una cierta “intimidad pública”, ya que es posible decidir que compartir y con quien hacerlo. Incluso es posible utilizar unas normas de comportamiento o ciertos “argots” que te permitan pasar desapercibido para la mayoría y comunicarte de forma clarividente para una minoría escogida que conoce el “código” adecuado.
- Un ecosistema donde la “felicidad” es norma social en alza, que gana valor cuando los demás la ven en las redes y más aún, si le dan "Me gusta". Está comprobado estadísticamente que cuanto más morbo tienen las fotos o las publicaciones más gustan a los adictos a las RS.
Las Redes Sociales son "RECURSOS para visibilizar nuestras IDEAS" que unas empresas (con ánimo de lucro) ponen a nuestra disposición. Los usuarios podemos beneficiarnos de ello y lo que necesitamos son ideas INTERESANTES que visibilizar. Los KPI miden el nº de fans, de likes, comentarios, etc. y los gestores las RS tienen sus algoritmos para favorecer ciertos contenidos y ciertos perfiles de usuarios.
Es interesante ver como en la serie BLACK MIRROR (Netflix) describen un futuro en el que el valor reputacional de los individuos en las RS se utiliza para conseguir muchas cosas hoy impensables.
Las Redes Sociales se utilizan para relacionarse con otros individuos cercanos o lejanos geográficamente y que ni siquiera “conocemos” personalmente. Entre todos formamos un mundo hiperconectado donde podemos interactuar a cualquier hora, con cualquiera y en el que también podemos sentirnos muy solos. En realidad, podemos tener contactos razonables con un máximo de 150 "amigos virtuales”. Todo lo que supere esta cifra, sirve para poco más que para engordar la cifra de seguidores y crear la falsa impresión de “popularidad”.
Hablando de “falsas impresiones”. El postureo (felicidad impostada) es moda en las redes sociales; sobre todo para los que intentan maximizar su marketing personal aparentando histriónicamente ser muy exitosos y felices. Con el fin de conseguirlo suelen seguir estas reglas cuando publican fotos:
- #travelers: se muestran estando de viaje en lugares exóticos pasándoselo de maravilla.
- #foodie: Muestran fotos de comida: platos suculentos, exóticos o caros que se supone están disfrutando en el momento de la publicación. Si se junta con el punto anterior crecen los “likes”.
- #lovelypet: Se hinchan de publicar fotos de sus mascotas en las posturas y entornos lo más variados posibles. Como ellas no pueden quejarse de las perrerías que les hacen, no tienen ninguna excusa para experimentar…
- #selfie: Chic@s sonriendo mientras sacan la lengua o hacen morritos de culo, saltan, cruzan la cara con los dedos en forma de V, etc.
En “Instagram”, cada vez más masificado, se cumplen las cuatro reglas anteriores en más del 80% de las fotos publicadas. Los usuarios que se cansan de ver esta acumulación de fotos similares y de moda, les gustaría tener un “club digital” donde compartir “fotos más creativas”, mezcla de Pinterest e Instagram,sin lo malo de ninguna de las dos. Durante un tiempo pudieron usar la app VSCO que ayuda a obtener buenas fotografías y permite retocar/aplicar filtros con buenos resultados. No sabemos cuanto durará porque cuanto más eco se haga la gente de sus bondades y de sus diferencias con Instagram, se supone que más usuarios tendrá y peor contenido recalará en su comunidad de “fotógrafos y gente creativa”. Así es la vida, hay que estar siempre aprendiendo y renovándose si uno no quiere consumir siempre lo mismo que la mayoría.
Aprovechando las posibilidades que brindan las RS hay empresas que utilizan como prescriptores a gente que tiene una amplia comunidad creada que los utilizan como una especie de ídolos. Con el tiempo la gente hará cada vez menos caso de los “influencers”, pero mientras dure la moda o haya personas crédulas por vagancia o desconocimiento, seguirán haciendo su agosto.
Hay plataformas para compartir contenidos (como https://issuu.com) y allí podemos expresar nuestra creatividad, compartirla y aprender unos de otros. También hay que ser conscientes de que no todos los estudios son contrastados y de que hoy en día demasiada gente banaliza el engaño (fake news), a algunos se les permite mentir y delinquir con cierta impunidad y asistimos a una devaluación escandalosa del valor de la “palabra dada” y de la verdad. El deseo de escapar de la propia realidad siempre ha existido y por ello hay una moral aceptada mayoritariamente por nuestra comunidad latina que pronto olvida las mentiras y disculpa las irresponsabilidades. La intencionalidad y los límites que se traspasan en cada caso marcan la diferencia.
Otro tema que nos debe mantener alerta es la seguridad con la que las compañías propietarias de las RS guardan nuestros datos y la finalidad con la que las utilizan.
Los límites de las comunidades en las RS ya no son físicos y los usuarios podemos formar “Comunidades de interés” donde las personas podemos conectar, incluso si hablan diferentes lenguas. Por otra parte, los propietarios de las RS comercian con nuestros datos y utilizan algoritmos para decidir que tipo de información vemos en primer lugar, o si la vemos o no. Ello facilita un riesgo de polarización de los usuarios que recibimos noticias similares y obviamos contenidos que “supuestamente según los algoritmos” no son de nuestro interés. Como particularmente desconocemos que tienen en cuenta los algoritmos para facilitarnos los contenidos, se generan “cámaras de eco” donde sólo se habla de unos temas de interés (¿Para quién?) y se retroalimentan nuestros supuestos intereses o querencias. Le damos likes a los que comentan apoyando lo que pensamos y/o publicamos. Nos acomodamos tanto que, con el tiempo, perdemos la habilidad para contrastar ideas y dialogar con educación y respeto con quienes piensan diferente, y terminamos por discutir acaloradamente sin escuchar ni respetar las ideas de los demás.
Los gestores de las redes sociales también investigan sobre como manipularnos emocionalmente, crean algoritmos que refuerzan las “cámaras de eco” volviéndonos esclavos de nuestro propio yo. Nos segregamos social y digitalmente hasta llegar a pensar que no existen otros puntos de vista diferentes a los nuestros. Los usuarios de las RS debemos tener en cuenta esta circunstancia y tratar de identificar “amigos virtuales” con diferentes sensibilidades e intereses para intentar obtener la visión más real posible.
Como ni todo es sólo bueno ni totalmente malo, también las RS permiten que se formen “comunidades de interés” que son grupos de apoyo y funcionan como un club privado donde se controla el derecho de admisión, asegurando que los partícipes puedan hablar con libertad y a salvo de los temas que les interesan. Pensemos por ejemplo en “victimas de maltratos” que pueden dialogar y ayudarse a salvo de sus maltratadores…
No deberíamos despreciar herramientas como las RS que nos permiten crear y compartir, ni dejar de usarlas por miedo. Eso si debemos cuidarnos activa y continuamente de encontrar el “ecosistema” que ayude a colmar nuestras expectativas de relación, crecimiento, aprendizaje, diversión o lo que cada uno busquemos en las RS.
Os deseo todo el éxito en esta empresa, si os ponéis manos a la obra para emprenderla.
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