Alicia y Leticia se conocen desde pequeñas y son amigas inseparables. Lo único que les separa es la diferencia entre cómo han gestionado cada una sus ahorros. Cada una ha seguido el ejemplo de sus respectivas familias, lo que ha visto hacer a sus padres y abuelos desde que nació.
Alicia empezó a invertir con 23 años. Cuando consiguió su primer trabajo, sus padres le regalaron 1.000 euros para que empezara a ahorrar. Desde su primer sueldo y aconsejada por sus padres, guardó 200€ cada mes para poder “invertir” 2400€ al año. Lo hizo durante los próximos 10 años. A los 33 formó una familia y aumentaron los gastos. No ahorró más pero mantuvo la inversión conseguida hasta el momento sin tocarla para tener un dinero adicional cuando se jubilara, previsiblemente a los 67 años.
Leticia también empezó a trabajar con 23 años y siguiendo el ejemplo de sus padres, al verse con el dinerito fresco de su sueldo, empezó a “vivir la vida” gastándolo en lo que le apetecía. El dinero era suyo y sus padres le permitían seguir viviendo en casa. A los 33 años, después de unos años de casada y a la vista de lo que tenía ahorrado su amiga Alicia —ella no tenía nada—, decidió invertir 1000€ y guardar 200€ cada mes para invertir 2400€ cada año (como había hecho su amiga Alicia, sólo que 10 años más tarde y costándole más llegar a fin de mes). Diez años después, cuando las dos amigas ya habían pasado a barrera de los 40 años, 43 para ser exactos, Leticia decidió seguir guardando 200€ cada mes y seguir invirtiendo 2400€ cada año hasta que se jubilara a los 67 años. Alicia siguió sin ahorrar nada, pero mantuvo la inversión acumulada en los diez primeros años y no tocó ni un céntimo de la misma.
Cuando las dos amigas se jubilen, Alicia habrá aportado 22.600€ a su plan de ahorro y Leticia 82.600€ (casi cuatro veces más). Como las dos han practicado estilos diferentes de inversión las dos amigas obtendrán resultados diferentes. Sin embargo, para hacer más fácil el ejemplo supongamos que han obtenido la misma rentabilidad anual y lo único que cambia es la cantidad separada de su sueldo cada mes para ahorrar y el “momento” y periodo en el que han ahorrado y mantenido dicho ahorro. En este supuesto…
¿Quién creen que tendrá más ahorros (una vez sumados los rendimientos de sus inversiones) cuando lleguen a los 67 años: Alicia o Leticia?
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¡Intenten hacer sus cálculos antes de seguir con la lectura para ver la respuesta!
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El dinero que invertimos genera intereses (también puede generar pérdidas, de ahí la necesidad de adquirir ciertos conocimientos sobre inversiones) y estos intereses, sumados al capital, generan más intereses mientras no retiremos las ganancias que vamos teniendo ni el capital. De ahí que cuanto antes empecemos a invertir y más tiempo mantengamos la inversión, mayor será el ahorro conseguido.
Aunque Leticia haya hecho un mayor esfuerzo ahorrando más dinero (casi cuatro veces más que Alicia), su dinero ha "trabajado" menos años.
Pero ¿y si en lugar de conseguir un 10% TAE anual hubieran conseguido sólo un 3% de rentabilidad?
Alicia conseguiría menos ahorro que Leticia (74703 frente a 145523). Pero si tenemos en cuenta lo que ha aportado cada una y cuando (2400€ durante los primeros 10 años y 2400€ durante los últimos 34 años) Alicia multiplicaría su aportación por 3,3 veces y Leticia sólo la multiplicaría por 1,76 veces.
Es solo un ejemplo ilustrativo, porqué en la vida real deberían tenerse en cuenta varios condicionantes adicionales: que demos con un buen producto que ofrezca rentabilidades de manera recurrente (no es lo mismo ahorrar en una CC, cuenta de ahorro a LP, FIM, Acciones, etc), que tengamos la voluntad de empezar pronto a invertir, los impuestos dependiendo de los políticos que gobiernen, etc...
Aún así este ejemplo puede servir como aliciente para empezar a ahorrar pronto para los que no conocen la gran importancia de mantener una inversión el mayor tiempo posible, aprovechándose de a magia del interés compuesto.
Adelantar el “momento del esfuerzo de ahorro” y mantenerlo en el tiempo es muy importante para que los ahorrillos nos ayuden a vivir mejor cuando nos falte el trabajo o nos jubilemos.
Esta afirmación se comprueba cierta con un sencillo cálculo (sólo sumas y multiplicaciones) y lo pueden atestiguar, si las estadísticas son ciertas, las pocas personas que lo han seguido. Porque, como muchas cosas simples que son muy fáciles de aconsejar, suele faltar la determinación y la falta de voluntad para seguirlo y llevarlo a la práctica.
Y si Alicia y Leticia convencen a sus parejas de que aporten también cada mes 300€ más...
Para muchos es muy difícil de entender que no sólo trabajamos las personas, el dinero (capital) bien invertido y mantenido en el tiempo, también puede trabajar para nosotros. Un consejo que todos los padres y los abuelos deberían dar a sus nietos y estimularles a que lo siguieran.
¿Cuanto piensan que podrían conseguir si cuando nace un niño, al tiempo que le hacen socio de su equipo de futbol preferido, les abrieran una inversión con la condición de que no la tocaran hasta el momento de la jubilación?
No sean perezosos, hagan el cálculo y sorpréndanse del legado que les pueden dejar en herencia. Tal vez eso les anime a cambiar su paradigma.
Respuesta:
Consiguiendo una rentabilidad anual media durante los 67 años, de sólo el 6%; cuando el niño se jubilara tendría más de un millón de euros, habiendo invertido sólo 100€ cada mes.
La magia del interés compuesto es la responsable de este sorprendente resultado. Bueno, también la fuerza de voluntad para aportar cada mes 100€ y mantener la inversión sin tocarla hasta los 67 años.
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