"Ahorrar para jubilarse joven, es una tendencia que cada vez gana más adeptos en Europa". Esta noticia no sale nunca por las TV ni por los grandes medios de comunicación, porque no vende y parece que no interesa al gran público. Sin embargo puede que si le interese a usted.
El sueño de los "frugalistas", una corriente que aboga por una vida sencilla y gana adeptos en una Europa cada vez más envejecida, es “Jubilarse hacia los 40 años y vivir a su antojo” (aunque sea a costa de bastantes sacrificios en el inicio de su proyecto).
¿A quien no le gustaría dejar su trabajo a los 40 años porque no necesita ingresar un sueldo mensual para poder vivir? La mayoría responderá que si y empezará a imaginar planes de futuro…
El problema, para la mayoría, es asumir los importantes esfuerzos de pasar unos años (los primeros de su vida laboral) no gastando ni un céntimo en cosas no imprescindibles y comportarse ascéticamente en lo imprescindible. La única forma de conseguir el objetivo es ahorrar drásticamente (gastando lo mínimo imprescindible) y a la vez seguir una estrategia financiera acertada para que esos ahorros produzcan rendimientos. Con este tema pasa algo parecido a lo que pasaba en mis tiempos de estudiante con las “chuletas”: resumíamos amplios temarios y los escribíamos en papelitos minúsculos (algunos los grababan en bolis BIC con un punzón de compás). Era un arduo trabajo y la mayor parte de las veces no se llegaban a usar, porque lo que contenían ya te lo habías aprendido mientras hacías el resumen. Las personas que consiguen llevar una vida austera, con el tiempo adquieren el hábito y poco esfuerzo les cuesta mantenerlo cuando ya no lo necesitan.
Los "frugalistas" proceden a menudo de la clase media. Llevan una vida sencilla y sana. Los coches grandes, las viviendas espectaculares y la ropa de marca no tienen valor para ellos. Sus motivaciones son políticas, ecológicas o personales.
Para el que quiera zambullirse en el universo “frugalista”, una buena técnica para no malgastar y ahorrar consiste en preguntarse, antes de comprar algo:
"¿Necesito realmente todas esas cosas que la sociedad de consumo quiere a toda costa convencerme de que necesito?" ¿Qué satisfacción me producirá hacer ese “gasto” y que “servidumbres” deberé asumir? ¿Sufriré mucho si no “compro” ese producto o servicio en concreto y compro otro más barato?
Un “frugalista” vive durante unos años por debajo de sus posibilidades con el objetivo de alcanzar la suficiente “independencia financiera” que le permita cumplir un sueño o un deseo particular. En el fondo, se trata de que la gente se libere de "su miedo existencial vinculado al dinero", a la pérdida del trabajo o al estrés que pone enfermo.
Con los numerosos libros o fuentes de información disponibles sobre este tema, no se necesita ser un genio de las finanzas; pero si constancia para aprender y mucha determinación y prudencia para lograr: primero ahorrar y segundo administrar productivamente esos ahorros.
El que algo quiere algo le cuesta. Todos sabemos que la “sociedad de consumo” publicita muchas estrategias para conseguir “obtener placer inmediato y dejar de hacer todo lo que lo pospone”. La mayoría sólo sirven para adelgazar nuestro bolsillo. Si uno quiere perder peso y mejorar la salud, la única forma es comer de forma equilibrada y con menos calorías de las que perdemos sumando el metabolismo basal y el ejercicio físico. Algo similar sucede para conseguir la libertad financiera suficiente para poder dejar de trabajar. No hay soluciones mágicas.
La tendencia “frugalista” nació en Estados Unidos con el acrónimo inglés "FIRE" —"Financial Independence, Retire Early" (Independencia Financiera Jubilación Anticipada)— y se difundió gracias a blogueros influyentes. Como los “frugalistas” suelen ser discretos y no les gusta presumir de sus logros, no hay estadísticas que contabilicen el número de adeptos de este estilo de vida y pasan desapercibidos entre la multitud consumista.
En un momento en el que las economías europeas buscan soluciones para financiar las jubilaciones después de 2025 —cuando la generación nacida tras la Segunda Guerra Mundial empiece a jubilarse— y en el que parece inevitable un aumento de la edad de jubilación hasta los 69 o 70 años, los "frugalistas" luchan para solucionar el problema demográfico a su manera, sin esperar la posible, y cada vez más complicada, ayuda de “Papá Estado”. Esta elección suscita numerosas críticas, sobre todo de parte de los “envidiosos” consumistas que prefieren “vivir la vida” mientras pueden y cuando no, pedir ayuda a “papá Estado” para que obligue a que los que “todavía pueden” a que les ayuden. Suelen emplear el argumento: ¿Cómo puede seguir funcionando una sociedad solidaria si cada vez más personas, que aprovecharon el sistema yendo a la escuela o aprendiendo un oficio, dejan de pagar cotizaciones sociales? Aquí habría que preguntarse lo mismo respecto al gran número de personas que trabajan en la economía sumergida, que cotizan menos que los del “Régimen General” o que no cotizan nada o menos que otros colectivos. También habría que preguntarles a todos los que reciben ayuda continua de los servicios sociales, ONG’s, etc. y no aportan nada a la sociedad (los que pagan impuestos) que les ayuda. Es algo similar a lo que acontece con el Transporte Público: debido a la gran cantidad de personas que disfrutan indebidamente de abonos gratuitos o semigratuitos y de los que saltan las barreras de acceso, el que quiere ser justo y solidario y paga el ticket de trasporte, debe pagar más del doble de lo que costaría si todos pagaran.
Los “frugalistas” que consiguen ser independientes económicamente asumen que no recibirán una pensión del Estado cuando alcancen la edad de jubilación o la recibirán mermada. Aún así, cotizaron a la Seguridad Social durante sus años de trabajo y frugalidad (mucho más que otros que piden solidaridad durante toda su vida) y cuando dejan de hacerlo, pueden colaborar en labores de voluntariado y realizar actividades que les aportan mayor satisfacción que vestir a la última moda o comer en restaurantes caros. Además, al dejar su puesto de trabajo dan la oportunidad a otros más jóvenes para que entren en el mercado laboral sin tener que esperar 20 años más. Mayor rotación de puestos de trabajo.
Deberíamos pensar en la calidad de vida que ofrece hoy en día nuestra sociedad para que algunos jóvenes de 25 años lleguen a pensar: quiero dejar de trabajar dentro de 25 años y voy a esforzarme para conseguirlo.
Ustedes, ¿qué opinan de este tema?
EJEMPLO BASADO EN HECHOS REALES
Supongamos una pareja “frugalista”, que sabe lo que cuesta empezar de la nada, se preocupa no solo por colmar las necesidades básicas de su familia sino por facilitar la vida futura de sus hijos.
Para ello traza un plan: Al mes de nacer su hijo, le abre una “inversión” con 1000€ y cada mes le ingresa 500€ (pueden hacerlo, porque los dos trabajan y toda la familia viven “frugalmente”: gastan sólo lo necesario para vivir decentemente y muy poco dinero en “peluches”).
Cuando el hijo tenga 18 años los padres habrán invertido 109000€ (500€*12meses*18años). Además, esa inversión habrá dado su rendimiento. Nada más y nada menos que otros 100000€.
¿Se imaginan un joven de 18 años con más de 200000€ a su nombre?
Adivino su respuesta. ¡Peligro!
Sin embargo, supongo que abrá aprendido algo bueno del comportamiento de sus padres “frugales”.
Supongamos que conseguimos moderar las impetuosas ganas del joven de pulirse su hucha y le convencemos para que aguarde unos años más y mantenga su inversión al tiempo que sus padres le siguen aportando cada mes 500€ de regalo. Si “rompe la hucha”, por supuesto se acaban las aportaciones paternas.
¿Cuánto piensan que conseguiría acumular cuando cumpliera los 30 años?
La mayoría de la gente, que desconocen la “magia del interés compuesto”, seguro que habrán imaginado una cantidad menor de la que se ha conseguido.
¿Conocen a algunos padres que han conseguido que su hijo de 30 años tenga una “hucha” de más de medio millón de euros?
Lo más seguro es que si ha “aguantado la hucha” hasta su treinta cumpleaños, al ver lo que hay en ella le podrán ofrecer seguir con el regalo de sus aportaciones mensuales y mantener el global de la inversión sólo 10 años más. Hasta que cumpla los 40 años.
¿Cuánto piensan que habrá acumulado?
¿Será su “independencia financiera” suficiente para, con sólo 40 años, dejar de trabajar y ser dueño de su tiempo? ¿O para asegurar el bienestar material de la familia que haya formado debido a la importante red que sus padres le han procurado en vida?
Piensen, piensen…. y actúen.
¡Se puede conseguir!.
2 comentarios:
Fantástico artículo.
Yo ya he pasado los 40 pero creo que aún algo puede hacerse. Encontré este artículo porque hace poco que descubrí este movimiento y me interesa mucho. Y efectivamente, en el caso de España, he encontrado muchas reseñas y comentarios negativos con respecto al mismo, que entran en su descripción de "envidiosos" y "solidarios.. pero sólo conmigo porque yo llo valgo". Lo mío, mío y lo tuyo de los dos, vamos.
En eso EEUU todavía es diferente. Pero que no nos los cambien por favor, que los poderes fácticos y su ingeniería social ya andan en ello.
Seguro que somos muchos los que pensamos similar en estos temas, solo que no está de moda expresarlo en voz alta.
Es sólo sentido común, responsabilizarse de nuestra propia vida y respetar a los demás.
Todos los que sean capaces de dejar atrás los prejuicios, escuchar activa y empíricamente a aquellas personas "frugales" que han conseguido vivir en libertad y se ven felices viviendo como viven y estén dispuestos a aprender de sus errores, seguro que se adherirán al club de los fruglistas.
La meta no es conseguirlo a los 40, 30 o 50. Lo importante es tener las cosas claras cuanto antes y dejar de practicar la "carrera de la rata" lo antes posible.
Saludos y a por ello.
Publicar un comentario