Recuerdo hace ya muchos años que, durante una convención de trabajo en Londres, la primera noche en la que no había programada ninguna actividad, unos compatriotas se afanaron a preguntar al recepcionista del hotel si les podía indicar donde encontrar un restaurante para comer una buena tortilla española acompañada de unos platitos de jamón ibérico y un buen Rioja. Está fuera de toda duda que mis paisanos tenían buen paladar a parte de la cartera llena, pero ¿padecían de una excesiva afición a lo patrio o de un insuficiente interés por conocer otras culturas?.
Parece que ninguna de las dos cosas, porqué cuando volvimos a Barcelona y quedamos para cenar, propusieron ir a un restaurante Japonés para comer pescado crudo y beber licor de arroz. Sirva esta anécdota lejana como ejemplo de lo que les sucede a muchas personas. Persiguen lo que no tienen e infravaloran lo que la suerte les brinda. Nunca he entendido a esta gente que se ufana por minusvalorar lo próximo o nacional y supervalorar lo lejano o extranjero, cuando en realidad lo único que saben de ello son los largos e incomprensibles nombres que muestran las etiquetas del producto y a menudo el alto coste que exhiben en los estantes de la boutique de delicatessens o en la carta de los restaurantes. Personalmente, siempre he preferido conocer lo cercano para poder compararlo con lo lejano cuando he tenido ocasión. Siempre he procurado disfrutar con lo que tengo a mi alrededor, esté donde esté y sacar el mejor partido de todo ello. Entiendo lógico conocer lo cercano, valorarlo en su justa medida y ampliar el círculo de conocimiento lo máximo posible con todo lo bueno que me puedan ofrecer los habitantes de otras regiones, países y culturas. Cuando digo bueno, como soy aprendiz de todo y maestro de nada, me refiero a lo que a mi me gusta y cuando lo he "consumido" me ha producido sensaciones agradables. De eso es de lo único que puedo hablar y estar seguro. Se que muchas personas les gusta pavonearse con nombres raros y complicados, que han leído y aprendido de memoria en la "guía de los mejores vinos" o visto en alguna carta inabordable, pero eso me parece que es hacerse trampas al solitario.
Quiero resaltar en esta entrada una apuesta por el consumo de variedades autóctonas, endémicas, propias, de proximidad, etc. Vaya por delante que en este tema de la gastronomía y del vino, como en tantos otros, cuando no se confunde la ciudadanía con sus dirigentes políticos y sus “medios de propaganda intoxicadora”, Cataluña y catalanes se puede intercambiar por España y españoles.
Volviendo al vino, aquí os dejo diez razones por las que es razonable degustar vinos catalanes (de proximidad). Espero que el tema nos haga meditar a todos y a actuar en consecuencia cuando vayamos al super, a la tienda especialiada, al restaurante, al bar o a la vinacoteca.
Por cierto, el vino catalán engancha.
©JuanJAS
1 . - Cataluña es tierra de grandes vinos
En Cataluña se producen vinos de altísima calidad que hace tiempo que
gozan de un gran reconocimiento internacional. Ya es hora de que aprendamos a
descubrir esta excelencia también en nuestra casa.
2 . - Por la gran variedad del producto
En Cataluña se producen anualmente más de 4000 referencias de vino
elaboradas con variedades propias y foráneas con las que se puede hacer cuentan
cualquier consumidor. Con esta riqueza tan amplia, sólo el desconocimiento
puede hacer que no encontremos un buen vino catalán para cada ocasión.
3 . - Es un producto de proximidad
Consumiendo productos de proximidad (producidos a poca distancia del
punto de consumo) realizamos un consumo más sostenible y responsable que al
consumir vinos que han tenido que transportarse desde puntos alejados con el
consiguiente coste repercutido en el precio y contaminación ambiental .
4 . - Reforzamos la economía local
Consumir vinos catalanes contribuye al mantenimiento del tejido
económico local, supone la creación de puestos de trabajo y genera riqueza.
5 . - Preservamos nuestro patrimonio agroecológico
En Cataluña poseemos más de 20 variedades de uvas autóctonas con las
que se ha trabajado tradicionalmente, además de un puñado considerable de
variedad foráneas . Garnacha, xarel · lo, macabeo , Samso, picapoll , trepat,
ull de llebra,... Un patrimonio diverso que forma parte de la nuestra cultura y
que es una impecable carta de presentación al mundo.
6 . - Crean un modelo turístico de calidad
El paisaje de las zonas vinícolas tiene un gran valor . Con el consumo
de vinos catalanes damos un valor económico a este paisaje, promovemos un
turismo de calidad y contribuimos a la viabilidad del mundo rural, respetando
el medio ambiente.
Con el consumo de vinos catalanes contribuimos a potenciar la
investigación y la innovación en el sector de la viña y el vino en nuestro país
y ayudamos a destinar nuevos recursos para la recuperación de viñedos antiguos
y variedades tradicional que, a menudo, están en grave peligro de desaparición.
8 . - El de fuera no siempre es mejor
Si analizamos los gastos repercutidos en el precio de un vino veremos
que, en una botella de vino hecha cerca de casa, hay que destinar menos dinero
en concepto de transporte, intermediarios, distribución y se pueden destinar
más a su elaboración. Es por ello que, en la misma banda de precios, un vino
catalán puede ser de mejor calidad que un vino extranjero.
9 . - Por una cuestión de lógica
A quién se le ocurriría ir a un restaurante de Burdeos y pedir allí
reiteradamente un vino que no fuera de aquellas tierras? . Si en casa tenemos
más de 12 denominaciones de origen, ¿qué sentido tiene que sólo se consuma un
30% de vinos catalanes y el resto sea de fuera?
10 . - Tenemos mucho que ganar y nada que perder
Con la colaboración de todos podremos hacer que los vinos catalanes
sean aún más protagonistas en nuestras mesas y, de rebote, enriquecer el país a
todos los niveles .
Si todos contribuimos, todos ganaremos .
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