viernes, 5 de agosto de 2016

Educación obligatoria para adultos

Regularmente los medios nos dan a conocer el fantástico y deseable “Estado del bienestar” que disfrutan los ciudadanos de los 5 países nórdicos —Suecia, Dinamarca, Finlandia, Noruega o Islandia—, verdaderos faros socialdemócratas de todos los Estados occidentales. Al mismo tiempo casi nunca hablan de los “deberes” que tienen que atender los ciudadanos de esos países para ayudar a mantener ese nivel de bienestar.
El Consejo Nórdico de Ministros (una organización interparlamentaria de cooperación entre los cinco Estados nórdicos) ha publicado recientemente un informe sobre los retos a los que se enfrentarán los mercados de trabajo de los países desarrollados en las próximas décadas. Se titula “Working Life in the Nordic región – challenges and proposals” y ha sido elaborado por el ex ministro danés Poul Nielson.
Una de las amenazas, específicamente mencionada en ese informe, es la presión que los refugiados y la migración ha puesto en el modelo de mercado de trabajo nórdico. Los 5 países nórdicos no han seguido un modelo conjunto con la UE y estiman que lo mejor es proporcionar a los recién llegados la posibilidad de obtener rápidamente un empleo combinado con una formación de calibre, en lugar de que pasen varios años preparándose antes de poder entrar en la vida laboral. Parece que “Aprender haciendo” es un buen lema para el esfuerzo de integración necesario. Saliendo del “lema” y entrando en el terreno práctico: Si estamos abocados a cambiar de trabajo constantemente y a reinventarnos laboralmente cada cierto tiempo… ¿dejará de ser necesario tener título, licencia o similar para optar al mismo? ¿Optarán los empleadores por un trabajador que aprenda su trabajo trabajando o por uno que tenga la formación necesaria y precise un periodo de aclimatación mínimo?
Será interesante conocer… ¿cómo piensan repartir los costes del programa y regular los derechos individuales?
El ambiente de trabajo es otro gran desafío del mercado de trabajo. La tecnología se desarrolla cada vez más rápido y la competencia mundial crece. En este entorno se recomienda más reconocimiento, más investigación y más atención política, priorizando los proyectos de interés conjunto para la zona nórdica.
La fragmentación del mercado laboral es una tercera tendencia que ya representa un desafío para los mercados de trabajo nórdicos. Los  sindicatos cada vez tienen menos peso y los empleadores cada vez se afilian menos a las organizaciones empresariales al tener más acceso a trabajadores extranjeros y a la contratación a tiempo parcial.
Sin embargo, hay una propuesta (p. 5 a 8) que llama más la atención: “extender la educación obligatoria a toda la vida laboral”. Nielson piensa que este es un tema central para asegurar el modelo de mercado de trabajo nórdico para los próximos años. Argumenta: “Del mismo modo que los países nórdicos están a la vanguardia desde la creación de un mercado de trabajo nórdico conjunto en 1954, hoy tenemos que estar a la vanguardia en el cumplimiento de los retos del futuro y por ello los cinco países nórdicos deben hacer de la educación de adultos y la formación continuada, un elemento obligatorio en el mercado de trabajo, e introducir una verdadera cooperación en materia de migración”.
Parece que a los nórdicos ya no les basta con una buena enseñanza obligatoria hasta los 16 años para evitar que algunos padres irresponsables no formen a sus vástagos y éstos terminen siendo ciudadanos disfuncionales en el momento de su emancipación. Parece que detectan una cierta dejadez o abdicación de autorresponsabilidad en muchos adultos —tal vez algunos carecen de incentivos o de capacidad—  a la hora de mantenerse “empleables” mediante la formación continuada. Estos políticos piensan que si son ellos quienes diseñen el itinerario educativo de sus gobernados durante toda su vida, aquellos tendrán, en una economía globalizada, más probabilidad para formarse adecuadamente y conseguir más y mejores empleos.
¿Como ven esta novísima propuesta socialdemócrata?
¿Prefieren que su gobierno se limite a asesorar a los adultos sobre los pasos a seguir en su vida laboral o que utilice todo el poder del Estado para forzarlos, incluso en contra de su voluntad, a participar en aquellos cursos de formación que los burócratas estatales escojan para ellos?
Pienso que es imprescindible que los adultos actualicemos nuestros conocimientos permanentemente para mantenernos “empleables” y podamos convivir en la sociedad donde hayamos escogido vivir nuestra vida. También pienso que tras buscar el asesoramiento adecuado, público o privado, la decisión última de hacerlo, como, cuando y donde hacerlo corresponde únicamente a cada uno de nosotros y no es delegable, ni siquiera en el Estado. Si no ejerciéramos esta responsabilidad y delegáramos la decisión en el Estado, asumiríamos un peligro que no reside solamente en el más que evidente riesgo de adoctrinamiento o de corrupción, sino en la pérfida filosofía de fondo sobre la que se apoya: el tiempo vital de una persona adulta no es realmente suyo sino del Estado, quien puede moldearlo como crea conveniente en aras del ¿interés general?.
Cuanto más se prolongue la edad mínima de estudios obligatorios, más tiempo depende una persona de sus padres y menos de sí mismo. Para poder estudiar, necesitas permanecer más o menos dependiente de tus padres y más en España, donde conseguir un trabajo que te dé para vivir sin estudios y sin enchufe raya en lo imposible.
Cuanto menos dependa la gente de sí misma, menos legitimidad tiene para defender que “esto me lo he ganado yo con mi esfuerzo”. Menos legitimidad, por tanto, para defender la propiedad privada, el reparto de la riqueza que otros han producido y más expedito el campo para las envidias y los rencores.

Parece que estamos ante una trampa de la autobautizada “ideología progresista” que lo que intenta es que no observes, no pienses por ti mismo, no te pongas en acción, no prosperes…  para que sigas necesitando siempre la tutela del “Partido Progresista”; y naturalmente te indignarás que el dinero que tanto te ha costado ganar vaya a ser utilizado para que el Partido Progresista, muy poco democráticamente, compre los votos de la gente necesitada o damnificada por su mal gobierno.
Hay que diferenciar entre conocimiento teórico y conocimiento práctico producto de la observación real aplicado a la acción que produce prosperidad personal y riqueza comunitaria; siempre que el Gobierno legisle poco y adecuadamente para facilitar que los que quieran “prosperar”, lo puedan hacer sin trabas artificiales.
Y prosperar significa producir riqueza económica e intelectual haciendo algo bien hecho y que los individuos necesiten y pueda o esté dispuesto a pagar. Nunca se generará ese tipo de prosperidad cuando se gana más dinero siendo “enchufado público” que especula con el suelo, chantajea al empresario para ganar más sin dar nada a cambio o incluso poniendo trabas a los trabajadores y emprendedores o simplemente cobrando el sueldo dormitando en el despacho.

La mayoría de la gente se sienten deslumbrados cuando entran en un despacho con paredes llenas de “diplomas”. Equiparan “diplomas” a conocimiento y experiencia intelectual cuando no dicen casi nada de la habilidad que el propietario del despacho haya podido atesorar y poner en práctica a lo largo de su vida.
Ya dijo Aristóteles que “La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza para aplicar los conocimientos en la práctica”. 
A lo largo de la vida, los que aprenden, van haciendo acopio de conocimientos y habilidades. 
El adquirir conocimientos nos puede proporcionar un delicioso divertimento intelectual para nuestros momentos de ocio, pero para producir riqueza –ganarnos la vida– tenemos que emplear los conocimientos adecuados para analizar las informaciones que nos ayuden a entender el mundo que nos rodea, a tomar decisiones sensatas y no dejarnos engañar...
Cuando aplicamos nuestros conocimientos a un proyecto concreto, desarrollamos nuestras habilidades que nos sirven para ganar maestría en un campo determinado.
No es lo mismo saberse de memoria la disposición de las teclas de un ordenador, que tener la habilidad de escribir rápido con los diez dedos. No es lo mismo saberse de memoria toda la anatomía humana y toda la teoría quirúrgica que tener la habilidad de operar a un paciente. No es lo mismo saberse de memoria toda la biomecánica de todos los estilos de natación que tener la habilidad de nadar rápido o cubrir una gran distancia. No es lo mismo saberse de memoria todos los principios de la contabilidad y la legislación que puede ser aplicable a una empresa, que tener la habilidad de dirigirla.
No es lo mismo saberse de memoria miles de palabras, preposiciones y verbos, que tener la habilidad de hablar un idioma ajeno al materno.
Los conocimientos se pueden memorizar pero hay que aplicarlos para adquirir habilidades: haciendo, practicando, trabajando.

En general son pocas las habilidades que pueden adquirirse dentro de un aula mirando a una pizarra y escuchando pasivamente a un señor que nos cuenta algo que luego, en cualquier caso, tendremos que terminar de memorizar en casa.
Por eso es tan difícil encontrar un trabajo sin tener experiencia, por muchos títulos que se tengan. Por eso el paro juvenil occidental suele ser tan alto, por confundir los conocimientos que se pueden memorizar –hay quien los ha memorizado sólo para aprobar el examen y conseguir el “titulo” y no para “saber”–, con las habilidades que capacitan para desarrollar tareas útiles y productivas. Por eso cualquier estudiante español de secundaria que a los 16 años intente buscar trabajo, con su flamante título de ESO, descubre que tras tantos años de enseñanza obligatoria de planificación estatal centralizada, realmente su capacidad para ganarse la vida es completamente “nula”.
 Por cierto, en España ya hace muchos años que existen “planes de formación continua” de los trabajadores en activo y también para parados. Es un modelo formativo oficial dirigido a los trabajadores asalariados que pretende ayudarles a mejorar sus competencias o adquirir otras nuevas, de manera que su preparación profesional sea cada vez mejor. De los costes de ese modelo, corrupciones incluidas y de su efectividad, tanto para las empresas como para los trabajadores, mejor no hablar para no tener que llorar.
Espero que los nórdicos en conjunto cuando deliberen sobre la propuesta de Nielson diferencien conocimientos de las habilidades. Por cierto, en España ya hace muchos años que existe la formación continua de los trabajadores. Es un modelo formativo oficial dirigido a los trabajadores asalariados que pretende ayudarles a mejorar sus competencias o adquirir otras nuevas, de manera que su preparación profesional sea cada vez mejor. De los costes de ese modelo y de su efectividad tanto para las empresas como para los trabajadores, mejor no hablar para no tener que llorar.
De llevarse a cabo la recomendación de Nielson parecerá que el servicio militar/social obligatorio moderno se dará en las aulas en lugar de en los cuarteles como antaño.
¿Se declararán ustedes insumisos o reivindicarán con ardor la adopción de esa medida en nuestro país?
Los que prefieren la tutela del “estado burocrático” estarán deseosos de que llegue pronto esta medida, los más liberales seguramente preferirán que no se atente contra sus libertades y se les deje decidir que hacer con su vida, su formación, sus lecturas, sus ideas y su tiempo libre.

©JuanJAS

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