Para proteger la dignidad de las personas hay que creer en la importancia de valores como la libertad, la justicia y la solidaridad; y contribuir a la construcción de una sociedad más justa y favorable a la realización integral de las personas.
La sociedad es anterior al Estado y por ello los gobernantes, con verdadera vocación de servicio, tienen el deber de escuchar a los gobernados. Hace falta decirlo alto y claro.
Si queremos recuperar la dignidad de la cosa pública y hacer que nuestra democracia se convierta en algo real durante los 4 años que transcurren entre cada una de las elecciones, los ciudadanos debemos participar en la política desde nuestro desempeño diario.
Deberíamos preguntarnos si somos ventana o espejo…
Para ver a los demás, para poder posar nuestra mirada en ellos y poder empatizar con ellos intentando comprender las razones de sus actos, es preciso que nos decidamos a quitarnos el revestimiento de plata (tabúes, creencias, dogmas y hábitos) que hace que nuestros ojos no vean más que nuestro propio reflejo. Mas aún, una vez conseguido que nuestro espejo transparente al máximo, deberemos mantenerlo bien limpio e incluso aventurarnos a mirar sin cristal. Seguramente conseguiremos ver más claro.
Se trata de dialogar en confianza, sin intermediarios, con claridad y respeto; de proponer, de romper silencios -u omisiones- que equivocan o empobrecen.
¿No creen que a veces callamos, o buscamos un “perfil bajo”, calculada pero indebidamente, imprudentemente, inoportunamente?
Faltan librepensadores, pero escasean aún más los “libre-expresadores”. Y, quizá, sobran complejos y miedo a contradecir al que más grita.
Si somos sinceros con nosotros mismos, pese a todas las carencias, podemos entender que vivimos en una posición privilegiada que estamos perdiendo más rápido de lo que nos gustaría. Aún así, mas veces de las debidas, el “ambiente dominante” -y en ocasiones dominador- parece invitarnos al silencio, a la inacción, a no contradecir lo políticamente correcto, pero debemos espabilar.
Necesitamos un mayor protagonismo ciudadano. Necesitamos mas ciudadanos bien informados y participativos, ciudadanos productivos, con empuje e iniciativa, capaces de buscar y encontrar soluciones a sus problemas, en lugar de limitarse a pedir que los demás se los resuelvan. Faltan ciudadanos que se ganen el pan y sus libertades con el sudor de su frente, en lugar despedir y esperar que se las consiga el sudor del de enfrente.
Nadie debería aspirar a conservar su modus vivendi adueñándose del trabajo, de los bienes o de la sabiduría de otra gente, comportándose como un simple parásito de la sociedad. Y a quien quiera seguir actuando así, deberíamos denunciarlo y no permitir que siga medrando a expensas de los que se procuran su pan y colaboran a que la sociedad “progrese”; no de palabra sino con sus acciones del día a día.
Menos “representar” y más actuar. Menos lamentarse y preocuparse y más ocuparse.
¡Ya está dicho!
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