lunes, 29 de julio de 2013

Vacaciones de verano y Slow Life



Estamos a punto de entrar en el mes de agosto y mucha gente empezará su periodo más largo de vacaciones. Un tiempo de descanso, que sirve para cargar pilas, para repensar, para redescubrir lo que aún estando cerca, no le hemos prestado la atención debida durante todo el año; para reencontrarnos con aquellos que no vemos desde hace tiempo, para leer los libros que se nos han ido acumulando en la mesilla de noche, tiempo para nosotros y para nuestros sueños... 
El problema es que dejamos tantas cosas par hacer durante las vacaciones que muchas veces nos agobiamos tanto que no tenemos tiempo para hacer y menos para concluir nada. Las grandes expectativas que nos formamos para esos quince días de vacaciones o lo que duren nuestras vacaciones que a menudo nos decepcionan. 
Aspiramos con ilusión a que en tan pocos días recargaremos nuestras pilas vitales y además nos liberaremos del yugo del trabajo, de las obligaciones y responsabilidades cotidianas. 
El verano es un tiempo en el que nos asaltan dos fantasías: la fantasía del descanso y el de la libertad. 
La fantasía del descanso exige aparcar en una especie de oasis (playa paradisíaca, montaña fresquita) sumidos en una especie de rutina para huir de la cruda realidad. Algunos aspiran a disfrutar de refrescantes aperitivos al lado del mar, a mantener largas y serenas conversaciones con personas queridas alrededor de una mesa después de degustar deliciosos manjares, disfrutar de largas siestas… 
La fantasía de la libertad suele requerir una movilidad extrema para hacer todas aquellas cosas que no hemos conseguido hacer durante todo el año por falta de tiempo, tal vez, organización o voluntad. Algunos se montan en aviones y vuelan a otros continentes para visitar lugares cuanto más lejanos mejor. Se embarcan en lujosos cruceros para descansar cuando en realidad siguen sujetos a un horario y una programación frenética de actividades que les mantienen en contínuo movimiento. 
Se enrolan en viajes organizados que visitan múltiples capitales en sólo ocho días. Una especie de huida hacia delante para procurar encontrar una libertad que no han podido disfrutar en su vida diaria. 
Unos reposan y otros corren. Unos disfrutan contemplando paisajes los paisajes que les vieron crecer y otros se enamoran de geografías y voces extrañas aunque no las entiendan. Ya se sabe, todo lo extranjero y desconocido suele parecer mejor. Estos dos comportamientos antagónicos que nos esperan al comenzar las vacaciones son muy antiguos. Ya los encontramos en La Odisea y en La Eneida con el mismo objetivo del retorno. 
Este año, como en los cuatro anteriores, las circunstancias económicas juegan un factor determinante. Si hay dinero suficiente es más fácil tomar la opción de la libertad. Si nos cuesta llegar a fin de mes, el mundo aparece muy lejano e inhóspito. Muchos querrían huir hacia delante pero no pueden, querrían hacer grandes viajes pero la falta de dinero no se lo permite. Es más factible abrazar la fantasía del descanso. Así, no sólo ahorramos dinero sino que ahorramos energía. 

La mayoría ha olvidado que todo cambia. En épocas pasadas sólo los campesinos lucían una piel morena porque estaban obligados a trabajar expuestos a las inclemencias del ambiente. Cuando cambió el tipo de trabajo imperante para las masas, los empleados del sector servicios y de las fábricas, todo el año encerrados sin poder tomar el aire y el sol libremente, abrazaron gustosos la moda de exponerse al Sol o a los rayos UVA y ponerse morenos a pesar de las contraindicaciones que cualquier galeno informa para tal práctica. Del mismo modo, hace unas décadas, la vida ociosa y relajada, la indolencia, la agradable holganza, el placer de no hacer nada, el “dolce far niente” que popularizaron los italianos, era atributo exclusivo de la aristocracia; actualmente, parece que la mayoría tolera mal estar sin hacer nada, no tener un gadget entre las manos que manipular o una pantalla a la que mirar. 
El desarrollo tecnológico-informático ha contribuido en gran manera a impregnar “todo” de una velocidad que no deja saborear el sentido de las cosas y nos aboca a una sociedad neurótica y despersonalizada. 
Sin embargo, cuando razonamos sobre este tema, no es difícil entender que “más, antes y más rápido” no son sinónimos de “mejor”. 
Está de moda la velocidad, el querer abarcar muchas cosas a la vez, el querer lograr todo rápido, conseguir la máxima satisfacción con el mínimo esfuerzo y en realidad, este "estilo de vida rápido" nos aleja cada vez más de nuestros más íntimos deseos: 
¿A quien no le gustaría tener tiempo para todo?. Para disfrutar de la luz, ampliar las facultades perceptivas de sus sentidos, disfrutar de la suficiente fortaleza y control para poder sentir las emociones equilibradamente, comunicarse satisfactoriamente con los demás, estar llenos de creatividad y vitalidad para disfrutar de los placeres a nuestro alcance con seguridad y estabilidad, etc. Todo esto difícilmente puede conseguirse practicando un estilo de vida “Quick Life”. 
Os propongo un experimento para estas vacaciones estivales. Dejemos en casa los ordenadores y apaguemos los smartphones. Aunque sólo sea durante una semana. 
Este año en el que las deudas siguen atenazando y el dinero no corre con facilidad, ¿Porqué no disfrutar de unos días de descanso en un lugar perdido, extrañamente atrapados por una ilusión irreal, pasando las páginas de un libro cualquiera con mundanal abandono, conscientes de que en el próximo capítulo el mundo continuará igual: estático, quieto, por siempre jamás?. Ya habrá tiempo de despertar y volver a la realidad. 
No es fácil dejar que el tiempo pase sin hacer nada más que contemplar las nubes en el cielo o el movimiento de las hojas de los árboles acariciadas por el viento. Reducir drásticamente el ritmo de actividad, “desengancharse” requiere entrenamiento y perseverancia, pero alternar periodos de actividad y descanso es imprescindible para la buena salud mental. 
Tal vez nos guste lo que aprendamos al seguir un estilo de vida “Slow” (Lento). No hace falta ir a las antípodas para encontrar un lugar en el que podamos descansar y relajarnos. A pesar de la oposición pertinaz de los adalides de la sociedad de consumo o tal vez como reacción a los mismos, hace años que aumentan los mensajes para revalorizar el estilo de vida “Slow”(Lento). Los movimientos de la “lentitud” plantean alternativas a la aceleración que condiciona nuestras vidas: comida, desplazamientos, relaciones personales… Son reacciones naturales contra el stress que provoca el estilo de vida rápido imperante. 
Read Slow: Lee despacio porque si lees algo rápido, de pasada o sólo los titulares, es que no estás muy interesado en el tema. 
Walk Slow: Anda para evitar todas las consecuencias negativas de la vida sedentaria. Al menos 30 minutos cada día. 
Cook & Eat Slow: Al cocinar y comer despacio favoreces la educación del gusto. 
Slow Dance… Bueno, toda regla tiene su excepción y este tipo de baile no representa exactamente a lo que me refiero… http://www.youtube.com/watch?v=koGu9P4uIVM
Etc. 
De vez en cuando no queda más remedio que pisar el freno, pararse y pensar. 
Antes de que nos llegue la hora de abandonar este mundo, nunca es tarde para empezar a seguir un estilo de vida diferente. ¡Mejor si es “Slow”!. 
Ante las situaciones estresantes de la vida diaria, guarda la calma y sigue adelante (Keep Calm & carry on se ha puesto de moda últimamente). 
Como antídoto al consumo masivo provocado por la producción en serie, cada vez son más los amantes del buen diseño, pensado lentamente hasta desarrollar artilugios creados desde el corazón. A muchos nos gusta buscar y descubrir cosas hechas a mano, encontrar productos orgánicos; nos gusta tocar, sentir el aroma, la calidad de los materiales, saber donde y como están hechas las cosas. Nos gusta bailar, reír, soñar, las tradiciones, los regalos (aunque no siempre deban de ser tangibles). Nos encanta visitar lugares nuevos y diferentes que nos asombren y despierten sensaciones sorprendentes y placenteras…. Parece que hemos descrito unos gustos sofisticados que sólo pueden satisfacerse viajando a lugares exóticos o asociándose a un club de wellness de alto standing y por tanto fuera de las posibilidades de la mayoría de los mortales. ¡Nada más alejado de la realidad!. 
Por ejemplo, cuando regresamos a casa después de un viaje o simplemente al finalizar una jornada de trabajo, podemos desconectar y disfrutar de estilos Slow en nuestro hogar. ¿Qué nos impide transformar nuestra casa en un entorno inigualable concebido como un oasis de bienestar y relax para nuestro cuerpo y mente, adaptado a nuestros gustos personales?. 
De nosotros depende que nuestros sueños se tornen reales, al menos en la intimidad de nuestro hogar, a través del equilibrio, encontrando la armonía interior: sentido, transparencia y control. Esto no se consigue con un chasquido de dedos. Eso sería “Quick”. Es necesario tomarnos nuestro tiempo para educarnos y pensar. 
Mi monitora de gimnasia, al final de las sesiones, dedica unos minutos a estirar los músculos trabajados durante la clase y a relajarnos. Siempre me dice que es mucho más difícil relajarse que tensionarse. Para mi al menos sus palabras son una verdad como un templo. ¡Totalmente cierto!. 
Regularmente, después del ejercicio, consigo estirar razonablemente bien los músculos y también relajar el cuerpo. Pero, ¡la mente!…. Esto es dificilísimo. Parece que mi cerebro se empeña en no desconectar y por más que lo intento, no consigo bloquear los pensamientos que sin cesar me asaltan. ¡Hay que perseverar! me animo a mi mismo. 
Mercè, mi monitora me repite con voz suave, como si recitara un mantra que intente encontrar una postura cómoda, relajar mi cuerpo y vaciar la mente. No pensar absolutamente en nada que no sea mi propio cuerpo y mente relajados. Muy fácil de expresar y a la vez muy difícil de conseguir. 
Respirar bien, haciendo uso del diafragma requiere de un buen entrenamiento. La clave está en la exhalación ya que cuanto más aire viciado exhalemos, más células de deshecho eliminamos y más aire fresco podremos inhalar. Es necesario aprender a respirar de manera consciente y relajada donde no haya ruidos o nada que nos moleste. Nuestra mente atenta sólo en la respiración para mantenerla armoniosa. 
Podemos empezar con un simple ejercicio de respiración de 30” 
1. Inspirar poco a poco durante 10 segundos por la nariz. 
2. Retener la respiración durante 10 segundos. 
3. Espirar gradualmente durante 10 segundos por la nariz. 
4. Repetir el ejercicio. 
Vamos aumentando progresivamente la duración de la espiración hasta los 20 s. Empleando tanto la respiración pulmonar como la diafragmática, conseguiremos un aumento de la circulación sanguínea, de la energía cognitiva y de la tranquilidad y sensación de paz, de armonía y al mismo tiempo nos proporcionaremos más energía para ser más vitales. Eso es la salud, ser vitales. 
Si creemos que esta forma “Slow” de vivir es buena para nuestro cuerpo y nuestra mente, al menos en la intimidad de nuestro hogar, ¿porqué no empezar a practicarla desde ahora mismo?. Tal vez con nuestro ejemplo, ayudemos a contagiar el estilo Slow a los niños y jóvenes de nuestro alrededor; algunos tan hiperactivos.
Hablando de niños y jóvenes. La corriente “Slow” se puede aplicar a todos los ámbitos, incluso a la educación. 
La educación lenta es un paradigma que además de pretender saber encontrar el tiempo justo para cada uno y aplicarlo en cada actividad pedagógica, tiene en cuenta la diversidad de ritmos de aprendizaje. Educar para la lentitud significa ajustar la velocidad al momento y a la persona para humanizar la sociedad. El tiempo no puede colonizar nuestras vidas sino que hay que devolverlo a los niños, a los profesores, a los padres, abuelos y a la sociedad en general, para que pueda ser un tiempo vivido plenamente y completamente eficiente. 
Para los que viven su vida a tope, “very fast”, llega un momento en que se vuelve imprescindible encontrar al menos un tiempo en el que vivir relajados, “very slow”. No esperen a que sea demasiado tarde y el stress y demás enfermedades psicosomáticas, afecten su cuerpo. 
Si este año se van a disfrutar sus vacaciones en casa o cerca, pueden empezar a probar el estilo “Slow”. Procuren convertir su hogar en el centro donde sus sueños se hacen realidad y todo cobra sentido. Ya se que muchos incondicionales de las “terrazas” y “reinas de la noche” les sonará a "aburrido", pero “la felicidad, más que en ningún otro sitio, suele encontrarse en el interior”. 
Debido al piloto automático que llevamos dentro, al caminar por la vida caemos en muchas trampas. La principal suele ser “ganar más dinero”. Para ello nos auto-imponemos metas y obligaciones que realmente no nos satisfacen y además nos limitan la visión. Unos trabajan demasiado (workhalcoholics) y se auto justifican en que lo hacen para que no les falte nada a los hijos o a los padres dependientes y paradójicamente eso les quita tiempo esencial para disfrutar de ellos y con ellos tiempo de calidad. Algunos viven una vida auto entregada a los demás sin preocuparse por lo que realmente ellos desean. A otros les cuesta encontrar tiempo para expresar sus sentimientos y afectos reales a los seres queridos o apreciados. También existen las personas extra responsables que en realidad no viven la vida que quieren, sino la que piensan que las personas que quieren, esperan que lleven; aun cuando muchas veces ese pensamiento es erróneo. 
Olvidamos que lo “esencial” para cada uno de nosotros sólo somos capaces de de verlo con nuestro propio corazón. 
Hay que detener el piloto automático y preguntarse ¿Por qué hago lo que hago?. 
¿Porque realmente quiero?, ¿porque realmente necesito más dinero para algo tangible, necesario e importante?, ¿por miedo a lo que pueda pasarme en el futuro?, ¿para quedar bien con los demás y así me acepten en el grupo?, etc. 
Es muy importante que averigüemos que es lo que realmente nos hace felices a cada uno de nosotros y luchar por conseguirlo, desechando lo demás que realmente es accesorio. 
Si estas vacaciones no os apetece dedicaros sólo al dolce far niente, podéis dedicar algo de tiempo al autoanálisis y a pensar en lo que para vosotros es “esencial”. 
©JAS2013

Anexos:

Música para relajarse:
Para volver a la realidad con buen humor:  http://www.youtube.com/watch?v=YIjfexkdiZM
Una foto congela un instante de la vida, pero miles de ellas tomadas a intervalos regulares y proyectadas en rapidísima sucesión, permiten ver en pocos minutos lo que se tardó cientos de horas en tomar y otro tanto en producir el producto acabado. ¡Da vértigo!
Necesito parar.  ¡Slow!

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