Hacía tiempo que un programa de TV tan prolongado no captaba mi atención de principio a fin casi sin pestañear. Mientras avanzaba el documental, no paraba de preguntarme como Jordi Évole, su equipo de guionistas y La Sexta había conseguido lo que no había conseguido ninguna otra cadena de TV: convencer a personajes tan principales como Iñaki Gabilondo, Federico Mayor Zaragoza, Fernando Onega, Anasagasti, Leguina, Luis María Ansón, Jorge Verstringe, Andreu Mayayo… para que se prestaran a revelar después de 33 años de silencio como se organizó y llevó a cabo un falso golpe de Estado el 23 de febrero de 1981.
En un país donde se ponen micrófonos en los floreros, donde todos los políticos se espían unos a otros, donde se filtran documentos oficiales, donde se filtran documentos de secretos sumariales y grabaciones-videos de vistas judiciales a puerta cerrada, etc., ¿Como era posible que no hubiera habido ni una sola filtración de un tema tan importante?. Más aún teniendo en cuenta la cantidad de intervinientes en el asunto y que, al no estar resuelto, está en permanente actualidad.
Aún con tantas preguntas, seguía pegado a la pantalla, expectante, totalmente cautivado por el desenlace del reportaje, hasta que llegó el final y…
¡La gran bomba! Nos habían proyectado un documental-ficción. El programa comentaba la imposibilidad de acceder a documentos que podrían dar una necesaria luz a un episodio tan esperpéntico como grave de nuestra historia democrática reciente.
Me quedó una gran curiosidad: ¿Porqué motivo se habían prestado, tan insignes personajes a participar en ese “Bluff”?
De esta banalización de un episodio muy triste, lamentable y muy peligroso de la historia reciente, me quedó una certeza: El asunto 23F, es otro tema más no resuelto, incompleto, nebuloso, “suspendido hasta nueva revisión”. Nada está claro y los documentos de que se dispone, se mantendrán en secreto durante unas décadas más generando toda clase de incertidumbres y temores a la ciudadanía.
Como al final del gran espectáculo todavía tenía mucha curiosidad, seguí sintonizando a Jordi Évole, Iñaki Gabilondo, Garbiñe Biurrun y Eduard Serra.
En un momento del debate se preguntaron sobre si hay que mantener la Monarquía o inclinarse por la República. Es un debate que, en todo caso, tendría que afrontarse sin estar precedida de una broma. No todo es válido para mantener una audiencia. La verdad es que la sociedad española no tiene la madurez democrática suficiente para tomar a broma un tema tan serio como el intento de acabar con una democracia recién estrenada.
El programa Salvados ha dado otra lección de que el medio más degradado puede todavía añadir imaginación, ganas y sorpresa. Fue una demostración palpable de como la televisión miente y lo bien que se puede hacer, tanto si se aclara al final como broma o si se deja a la audiencia, como seguro pasa en muchos casos, en la creencia de que todo lo dicho y visto es realidad.
Jordi Évole explica los motivos de 'Operación Palace: "Sé que en este momento habrá espectadores que estarán contentos con lo que han visto porque se lo han pasado bien y otros que se sentirán engañados y me querrán matar".
Yo no me lo pasé bien. Recordé el miedo que sentí cuando me enteré de lo sucedido el 23 de febrero de 1981 y sentí que para desgracia nuestra, todavía no estamos libres de peligro. Programas como este ayudan a desmitificar los “grandes medios de comunicación y a rasgar aquella aureola que tenían hace años cuando la multitud decía: “Lo han dicho por la tele”, por tanto será verdad. Ahora queda clarísimo que no por haberlo dicho por la tele es necesariamente verdad. No se si esto es bueno o malo, pero lo que si se es que es así.
©Juan JAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario