martes, 20 de octubre de 2015

Anuncios impertinentes

¿Les molestan estos anuncios que a veces se colocan impertinentes delante de los contenidos que desean leer en alguna web?. 

Si es así, puede librarse de ellos añadiendo la extensión AdBlock a su navegador. Está disponible para Android, Chrome, Firefox, Internet Explorer, Maxthon, Opera, Safari y Yandex. Esta extensión actúa como un “bloqueador de publicidad además de Malware, rastreadores de redes sociales, etc. Además es gratis, aunque puedes contribuir con una donación para que la empresa que lo ha creado en código abierto pueda seguir mejorando el programa. 
Es tan fácil hacerlo que algunas empresas han tomado la decisión de bloquear el acceso a sus contenidos a todo aquel que tenga instalado un “bloqueador de publicidad”, al que pasa a saludar con una página en la que le conmina a desactivarlo o a hacerse socio. 
Hay sitios en que la navegación es sencillamente insoportable: no es que vivan de la publicidad, es que se dedican a martirizar alevosamente con ella a todo aquel que se asoma a sus páginas. Los anuncios surgen de manera incesante por los laterales, en los fondos, en formatos de todo tipo, en intersticiales o incluso, en algunos casos, en modo pop-up, abriendo nuevas pestañas o ventanas que sobresaturan el escritorio. Navegar por estas web’s es como tener una pareja con tendencias sádicas: te puede gustar el contenido, pero tienes que aceptar leerlo mientras te pegan cada poco tiempo con un látigo. 
Si el "bloqueador de publicidad" está desactivado,
se mos permite ver el contenido.
Con el "Bloqueador de publicidad" desactivado
No hace falta decirlo: el editor puede hacer con su contenido lo que quiera y prohibir la entrada a quien le venga en gana. Pero plantar una prohibición en la puerta con un mensaje grandilocuente diciendo que “vivimos de esto, y sin publicidad no podríamos pagar a nuestros más de quinientos periodistas” supone una afirmación clara y evidente: no hemos entendido nada. Una cosa es tener un modelo de negocio, y otra faltar permanentemente al respeto a tus usuarios y creerte en el derecho de martirizarlos mientras consumen tu contenido. En mantener el equilibrio está el acierto. 
Simplemente, hubo algo que se perdió en el sentido común de algunas empresas editoriales cuando pasaron del papel a la pantalla: en el papel, la publicidad, por una limitación técnica derivada del soporte, se estaba quietecita en el lugar en el que estaba impresa. Nunca vimos, en el papel, un anuncio que se desplegase por encima del contenido impidiéndonos leerlo, que nos molestase y nos provocase estrabismo crónico moviéndose sin parar, y mucho menos que nos gritase. Sin embargo, por alguna razón difícil de comprender, todo eso, que sonaba completamente absurdo, pasó a ser aparentemente lícito en cuanto la tecnología lo permitió. En lugar de utilizar la tecnología para acercar al anunciante a su posible público, algunos la utilizan para una especie de guerra en la que si no molestan lo suficiente, tienen la impresión de que su publicidad no funciona. Y ahora, cuando, con toda la lógica del mundo, reaccionamos bloqueando aquello que nos molesta, se niegan a cambiar sus formatos, nos dicen que “es lo que hay”, y que si no queremos acepar este castigo nos podemos ir a leer a otro sitio. 
Si el "bloqueador de publicidad" está activado en
nuestro navegador, no nos deja ver ningún contenido
hasta que no lo desactivemos.
Con el "bloqueador de anuncios" activado, la web no te deja ver el contenido y te indica como desactivarlo.
El tiempo dirá quien está equivocado: los usuarios que reclaman sus derechos o las grandes corporaciones que quieren seguir implantando la ley del más fuerte. 
Ojalá los usuarios tomemos conciencia de que no debemos tragar con todo y aprendamos a utilizar los medios a nuestro alcance para defendernos de las injusticias. No debemos estar dispuestos a aceptar “castigos” infumables por consumir contenidos, No debemos estar dispuestos a que nos descarguen automáticamente decenas de trackers de todo tipo, ni a que nos ofrezcan opciones ni contenidos ni programitas que no hemos pedido ni queremos que se nos cuelen en nuestro ordenador. 
Nadie dice que no a la “buena publicidad” y todos entendemos que para pagar los sueldos de los empleados, hay que gestionar el negocio como es debido y no insultar la inteligencia ni poner a prueba el aguante de los usuarios. 
Si alguien quiere compartir o regalar algo colgándolo en las redes que lo haga, pero que no insulte a los usuarios diciéndoles que sus contenidos son gratuitos y luego machacándolos a anuncios y ofreciéndoles contenidos en abierto sólo los de dudosa calidad. ¡Las cosas claras! 
Vergüenza es la que debería tener a estos “mas medias”, cuando precisamente ha sido su conducta la que he llevado a que cada vez más usuarios se hayan instalado el bloqueador de publicidad para poder resistir aproximarse a sus páginas. No son “víctimas inocentes”. 
A los prepotentes que actúan de esa guisa, no les espera más que sus antiguos usuarios les den definitivamente la espalda y se vayan a consumir contenidos a otro sitio. ¡Que de haberlos, “ailos”! 
©JuanJAS

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