Una de los peores efectos que han tenido las sucesivas crisis de la última década ha sido el incremento de la desigualdad. Las desigualdades entre ricos y pobres se han situado en su máximo nivel desde que la OCDE inició su medición hace 30 años. En los 34 países que forman este organismo el 10% de los más favorecidos posee el 50% de la riqueza. El 40% de los más pobres tan sólo el 3%.
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Cuando pensamos en la desigualdad de ingresos, lo hacemos en términos de no tener el lujo de comprar los mismos hogares, vivir en los mismos barrios y comprar los mismos bienes y servicios. Pero el hecho importante es que en USA con su sistema de salud, los más pobres tienen en promedio 10 o 15 años menos de vida.
Este estudio muestra que el 1% de los hombres más ricos viven de media 14,6 años más que el 1% de los más pobres. Entre las mujeres esta diferencia se reduce a 10,1 años.
Hasta ahora no se veía una correlación clara entre la longevidad y factores como el acceso a la asistencia sanitaria, problemas medioambientales, desigualdad de ingresos o mercado laboral. Las correlaciones más directas eran con factores como las tasas de tabaquismo o los ratios de obesidad. Sin embargo, un estudio del MIT muestra que esa correlación existe.
Las medidas de austeridad en sanidad y educación, que se están implantando en los principales países desarrollados, golpean indudablemente más a las personas con menos recursos . Cada mañana nos levantamos con noticias de personas con alto valor adquisitivo que han elaborado complejas arquitecturas fiscales para reducir sus cargas impositivas. Esto provoca que el Estado ingrese menos y como no se deja de “malgastar en temas que no son de primera necesidad, queda menos para dedicar a lo más importante que es sanidad, educación y bienestar social. Esto siempre afectará a los más desfavorecidos.
Si los niveles asistenciales, en calidad y cantidad siguen disminuyendo, cada vez será más cierto que la desigualdad afectará a la calidad de vida y mermará la esperanza de vida.
¿Podemos hacer algo nosotros para cambiar esta dinámica?
En primer lugar, algo que no es caro y está al alcance de todos.: Por supuesto, debemos mejorar la calidad de nuestra alimentación, comiendo menos "alimentos procesados" y realizar un mínimo de esfuerzo físico diario. Tampoco deberíamos dejar de presionar a los políticos para que dediquen los recursos a las cosas más necesarias y los recortes los apliquen a todo aquello que consume mucho dinero y no aporta nada fundamental. Todos sabemos que es cada cosa y no es momento de andarse por las ramas, porque los recortes "mal hechos" afectarán cada vez más a nuestra calidad de vida y a nuestra longevidad.
©JuanJAS
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