martes, 28 de junio de 2016

Dinero, ahorro y elecciones

“Dinero y ahorro”, dos conceptos que hemos mamado, que nos parecían a prueba de bomba, han muerto: los bancos centrales se los han cargado. 
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Al dinero se lo han cargado porque seguimos desconociendo la verdad de lo que esconden las tripas de los bancos: no sabemos cuál será el siguiente en caer o en fusionarse, pero sí estamos advertidos de que si tenemos la mala fortuna de ser impositores con sumas superiores a los 100.000 euros sólo tendremos acceso a esos 100.000 euros o tal vez ni eso. 
El “ahorro” es un concepto que en épocas de intervencionismo brutal como la actual sólo reporta problemas y dolores de cabeza, dada la avidez de los Estados y de los que malgastaron su dinero y por tanto carecen de cualquier ahorro que les ayude en estos momentos de crisis. Estos han puesto de moda demonizar el ahorro y a todos los que se han esforzado en guardar un poco de lo que ganaron, para que les ayudara a soportar una posible eventualidad futura. El viejo cuento de la cigarra y la hormiga. Las hormigas son solidarias, pero no hasta el punto de que las cigarras consigan vivir igual o incluso mejor que ellas. Si sucediera esto, ¿que incentivo tendría nadie para esforzarse? Es de sentido común pensar que los ahorradores deseen conservar lo que tanto esfuerzo les ha costado alcanzar, por esto la gran mayoría de personas que han conseguido una cierta independencia financiera se vuelven más conservadoras con la edad y son cautelosos ante cualquier amenaza de que puedan perder esa independencia.
La velocidad con que se suceden los hechos económicos y financieros impide la correcta valoración de los acontecimientos y fenómenos que vivimos. No hay tiempo para la reflexión. Los bancos centrales y los Gobiernos, todos cogidos de la mano, nos llevan en volandas y nos trasladan de un tren a otro sin que nos demos cuenta. Quizá cuando reparemos, cuando seamos conscientes dónde nos han dejado sea demasiado tarde. Es posible, llegado ese momento, que no tengamos capacidad de respuesta, capacidad de reacción, como tampoco la tenemos ahora. 
En el grupo de “previsores-ahorradores” hay quienes guardan dinero “debajo del colchón” porqué se fían menos de los políticos y banqueros que de los ladrones. Otros lo tienen repartido en varias cuentas bancarias. Algunos están “pillados” en posiciones de Renta Variable, compradas a precios muy altos, casi irrecuperables. Todos ellos, presa del desconcierto, se sienten acorralados. No saben qué hacer con su dinero, que ven mermar cada día y como se reduce su poder adquisitivo. Cuando oyen los discursos de los populistas sienten un gran desasosiego, porque les aseguran que subirán los impuestos a los ricos para “redistribuirlos” y conseguir una mejor calidad de vida para todos los que lo necesitan. Su experiencia les dice que en realidad, todos, el Estado y los “¿necesitados?” van a por sus ahorrillos. Los ricos pueden contratar los asesores fiscales adecuados para que les ayuden a eludir los impuestos y los pequeños ahorradores no y deben pasar por "caja".
Muchos de estos pequeños ahorradores, hace años hubieran intentado comprar un piso para alquilarlo y sacar unas rentas, pero ahora consideran que no es el mejor momento para comprar inmuebles, porque las cargas fiscales son cada vez más altas, la posibilidad de que no les paguen el alquiler aumenta y si lo tienen vacío esperando momentos mejores, puede suceder que les entren unos okupas y no los puedan ni echar de su propiedad. Rezan para que si eso sucede, no se queden mucho tiempo en su piso porqué algunas autoridades les den gratis la luz, el gas y el agua, y en ese caso, ¿para que esforzarse en pagar un alquiler y los servicios si los pueden tener gratis?
Muchos ahorradores piensan que vivimos en un país de pandereta aunque tienen miedo por la posibilidad de que los empoderados seguidores de coleta-colau dominen las instituciones. No han obtenido el resultado que vaticinaban las encuestas y esperaban ellos y no paran de despotricar, pierden los nervios, insultan y les desean las mayores plagas a los que no les han votado. Incluso hacen circular toda clase de bulos denunciando irregularidades en la votaciones. ¿Porqué no lo han denunciado durante las votaciones, impugnando las mesas y denunciándolo en los juzgados?. No sirve de nada quejarse o mentir en las redes. Puede que algunos se queden tranquilos compartiendo una queja para que todos sepan lo malos que son los otros, en vez de pensar:
¿Porqué hubo un índice de participación tan bajo en las elecciones del domingo? ¿Porqué la gente prefiere su comodidad, no mover el culo hasta el colegio electoral o directamente cree que un voto más o un voto menos no cuenta?. ¿Qué cosas pueden hacerse que tengan más impacto y ayuden a ese cambio que supuestamente queremos?.
Hay que reflexionar para intentar entender el porqué pasa lo que pasa.
Obviamente a los ahorradores no les gusta que les roben, no son malas personas ni están de acuerdo con la corrupción, pero la alternativa —esos partidos nuevos, con caras nuevas, sangre nueva, que denuncian la corrupción y prometen limpieza y transparencia— no les dan seguridad. No les gustan las discusiones banales que tachan de engominados, corruptos y extractivos a unos y de peludos o desaseados a otros. No les gustan las discusiones del tipo “y tú más", del chascarrillo, de la zancadilla al adversario solo porque es el adversario, al que tachan de radicales, perroflautas o antisistema. No les gusta la política de la pandereta, del show mediático, de la banalización de las instituciones. Les gustaría una política seria y responsable, que por desgracia no abunda, aunque algunos políticos concretos si parece que podrían practicarla.
Todos vivimos con cierto grado de contradicción porque los planteamientos absolutos en sociedad son casi imposibles. Los que estáis en contra del maltrato animal y de las corridas de toros, ¿Dejáis de comer carne de cerdo que ha sufrido en un matadero o de beber leche de una vaca que vive atada a una reja y conectada a los muñidores?
Aunque estemos enganchados a la inmediatez, cambiar la mentalidad de las gentes de un país y sus miedos, es tarea difícil y no se hace de la noche a la mañana. No se hace con discursos, se consigue con actuaciones responsables y aleccionadoras continuadas. Esto requiere inteligencia, pragmatismo, esfuerzo, ilusión y perseverancia. Hay que hacer mucha pedagogía, actuar con sentido común y de acuerdo con unos valores constructivos, comunicar lo que pensamos con sentido común y sin insultar a nadie, aclarar los malentendidos, mantener nuestra actitud más positiva. Si nos piden el voto con amplias sonrisas y grandes promesas y cuando las cosas no salen bien, recibimos insultos y descalificaciones es que algo no funciona bien.
Esta volatilidad de actuaciones no es buena para nadie. Los mercados se resienten y aunque muchos parezca que se alegran de que “las bolsas bajen” es porqué parece que no saben que, aunque sea indirectamente, también les afecta a ellos. 
Últimamente la Bolsa no da más que disgustos y los pequeños ahorradores no quieren oír hablar de ninguna inversión relacionada con ella. Desconfían de los movimientos orquestados por los bancos centrales y son conscientes de que es imposible competir con los dos o tres bancos anglosajones que dominan el cotarro y con las grandes gestoras de fondos del mundo que utilizan todo tipo de herramientas técnicas (potentes ordenadores) para comprar y vender acciones, petróleo, maíz, sorgo, zumo de naranja o algodón ¿Oro? Estalló la burbuja...
Los ahorradores tienen miedo a las regulaciones financieras, que se suceden cada día. Temen a la Represión Financiera. Si tienen más de 100.000 euros en un banco nadie les garantiza su devolución en caso de quiebra de un establecimiento financiero. Nadie quiere dividir su patrimonio en participaciones de 99.000 euros y abrir el mismo número de cuentas en entidades o establecimientos financieros distintos...
Estos ahorradores pagaron sus impuestos a Hacienda cuando ganaron su dinero y vuelven a pagarle por la parte que no malgastaron y guardaron para la vejez o para ayudar a sus hijos o nietos. Además pagan las comisiones de los bancos, la inflación (aunque ahora sea oficialmente moderada), los impuestos, etc. Los intereses mínimos que dan las entidades han convertido el ahorro en una fuente de pérdidas. ¿Qué pasará si el Banco Central Europeo decide poner en marcha la maquinaria de tipos negativos?...
A falta de reformas estructurales, nos estamos acercando a los límites de las políticas de los bancos centrales. Las políticas cada vez más experimentales están generando una mayor incertidumbre y unas valoraciones más exigentes. Los insostenibles niveles de deuda conllevan que los riesgos a largo plazo de deterioro del capital o inflación estén aumentando. La incertidumbre política se está agravando y la mayor regulación y la consecuente reducida liquidez operativa están acentuando la volatilidad en los mercados locales.
A los pequeños ahorradores no nos queda otra que tener paciencia, adoptar un enfoque táctico y flexible, evitar o infraponderar activos que dependan única o mayoritariamente de los bancos centrales para respaldar sus valoraciones, estar preparados para afrontar los puntos de inflexión en el mercado y protegerse frente a un escenario en el que la inflación exceda los objetivos de los bancos centrales.
Keep Calm and go ahead! o debería decir … Behalten Sie Ruhe und gehen Sie voran!
©JuanJAS

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