Es aceptado como políticamente correcto que España es uno de los países más pro-EU, lo cual es cierto, pero solo en parte. Durante muchos años muchos anhelamos que España dejara de ser una dictadura y progresivamente se fuera acercando a Europa, por su condición democrática y su sensibilidad social.
¿Se ha cumplido el sueño?
Las expectativas eran muy altas y la realidad nos ha hecho “mayores”. Se lo hemos oído decir recientemente a un líder político español.
El sueño —nos llegamos a pensar que lo podíamos tener todo con poco esfuerzo y en muchos los particulares y muchísimo más los políticos, abusaron del sistema— se ha convertido en una pesadilla para las clases populares. Las reformas laborales que han dañado el estándar de vida de estas clases y los recortes de gasto público, con el debilitamiento de la protección social y del estado del bienestar, así como la desregulación en la movilidad del capital y del trabajo, han sido un ataque frontal a la democracia y al bienestar de las clases trabajadoras.
En estos días, el establishment político-mediático europeo se emplea a fondo en divulgar que los votantes del Brexit ha rechazado a la UE como consecuencia de un retraso cultural de las clases populares, todavía estancadas en un nacionalismo retrógrado, que incluye un chauvinismo anti-inmigrante que merece ser denunciado. Difunden que los motivos del voto Brexit ha sido el resultado de la mezquindad, carácter retrógrado, xenofobia y tribal de los “viejos ignorantes” que han votado salir de la UE. Puede que la mayoría de xenófobos votaran a favor de la salida del Reino Unido de la UE, pero seguro que no todos los que así votaron eran xenófobos.
En esta manipulación mediática, están participando poderes de la socialdemocracia europea que no han entendido todavía lo que está ocurriendo entre lo que solían ser sus bases. No quieren entender que el rechazo que está ocurriendo es hacia esta Europa que la socialdemocracia ha contribuido a crear, una Europa que carece de vocación democrática y sensibilidad social. El maridaje de los aparatos dirigentes de las socialdemocracias con los intereses financieros y económicos dominantes en la UE (y en cada país miembro) ha sido la causa de su gran declive, que todavía no entienden porque no quieren entenderlo. Lo que pasa en Francia, dónde hay un gobierno socialdemócrata que está intentando destruir a los sindicatos (como la señora Thatcher hizo en el Reino Unido), o en España, dónde el PSOE fue el que inició las políticas de austeridad, son indicadores de esta falta de comprensión de lo que está ocurriendo en la UE, y que es el fracaso de las izquierdas para atender a las necesidades de las clases populares.
Es lógico y predecible que las políticas neoliberales y los partidos que las aplican sean rechazados por las clases populares, pues son éstas las que sufren más cada una de estas políticas, incluyendo la desregulación de la movilidad de capitales y del trabajo. Regiones enteras en el Reino Unido han sido devastadas, siendo sus industrias trasladadas al este de Europa, creando un gran desempleo en las regiones. Lo mismo pasó con la industria en Catalunya.
La desregulación del mundo del trabajo, acompañada de la dilución, cuando no destrucción, de la protección social, ha creado una gran inestabilidad y falta de seguridad laboral. En realidad, fueron las políticas del gobierno Blair y del gobierno Brown (1997-2010) las que sentaron las bases para este rechazo generalizado hacia la UE. Tales gobiernos de la Tercera Vía facilitaron la llegada de inmigrantes a los que los empresarios contrataron con salarios más bajos. Y así se inició el desapego con la Unión Europea (ver “Don’t blame Corbyn if Brexit wins”, Denis McShane).
En España, frente al descrédito del partido socialdemócrata (PSOE) debido, entre otras razones a su participación en la construcción de esta Europa, han aparecido una serie de fuerzas políticas, tanto en la periferia como en el centro (Unidos Podemos y confluencias), que están canalizando todos los "desencantos" y este por la UE en particular. Está claro que esta Europa no es la que soñábamos cuando estábamos huérfanos de democracia y que se requieren cambios profundos para conseguirla. El problema es como pretenden esos partidos -que se hacen mayores con celeridad- recorrer este camino, de forma que el “dolor” para estas clases populares y medias bajas, sea soportable y no sea peor el "posible remedio" que la enfermedad. El papel y los discursos aguantan muchas teorías pero para materializarlas en la vida real se precisa mucha inteligencia, honestidad, equidad, trabajo y perseverancia, cualidades de las que no estamos nada surtidos. Así de claro.
©Juan JAS
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