martes, 14 de noviembre de 2017

El sueño se ha esfumado. ¿Y la confianza?

Algunos mitos de los nacionalismos mágicos son: un enemigo exterior, la supuesta voluntad mayoritaria del pueblo (en realidad la población suele está dividida sin mayorías suficientes) y la fantasía de que liberarse del antiguo Estado opresor nos se supone dará herramientas propias para desarrollar el pleno potencial del nuevo pueblo libre. 

Sin obviar la desafección que muchos catalanes sienten por el comportamiento del Gobierno de España con Catalunya, podemos reconocer estos mitos en el problema Catalunya-España. En este caso, ni el Gobierno de España está en condiciones de “imponer su ley sin acuerdo y con coerción indefinida” a Catalunya, ni los independentistas tienen el apoyo de la mayoría suficiente de catalanes para llevar al desastre económico y social a Catalunya, por mucho que España salga también tocada. El “cuanto peor, mejor” es inaceptable.
Los medios nos siguen informando sobre las “estrategias electorales” de las diferentes formaciones y políticos que se presentarán a las elecciones autonómicas del 21-D. La mayoría repetirán, salvo algunos que han quedado desubicados en este ambiente tensionado hacia los extremismos. Los actores dominantes en el conflicto catalán reducen las opciones a dos casillas: o con el Gobierno y su inmovilismo legalista, o con el Govern y por la independencia. Parece que seguimos condenados a repetir un bucle interminable y sin querer entender que: 
A menos que los del “SI” sean abrumadora mayoría, tengan medios suficientes para hacer efectiva la independencia y subsistir aislados en Europa (esperando entrar algún día), no queda más que negociar pactos puntuales con concesiones mutuas entre Govern de la Generalitat (apoyado por una gran mayoría para cada “pacto concreto”) y Gobierno español. 
Está claro que los “apaños imperfectos” no gustan a nadie, pero siempre son mejores que ciertos “saltos al vacío” que suelen llevar al desastre. A las pruebas me remito: Hace unos años teníamos una autonomía imperfecta y después de haber intentado una “empresa ilusionante” resulta que hemos perdido, e Gobierno, el Parlamento, un buena parte del atractivo inversor (vamos camino de perder factores productivos importantes)… y no tenemos mucha menos autonomía que antes.
Puede que si Catalunya lograra ser una República pudiera lograr una “apariencia” de independencia, pero seguramente tendría menos soberanía efectiva que hoy. Ahora, (perdón, hace 5 años) los ciudadanos y partidos catalanes tenían una cierta influencia en el Banco de España y, a través de él, en el BCE. Se ha visto claro que la UE no apoya (mientras sea un club de Estados no la apoyará nunca porqué no quiere facilitar el contagio separatista de algunas de sus regiones) a la República catalana y por tanto esa influencia la perderíamos. En la Europa de hoy, estar fuera de la UE supone parecer más independiente, pero en la práctica es ser mucho más dependiente que dentro. Fuera del euro, lo que daría más estabilidad al sistema financiero de la Catalunya independiente sería que todos sus bancos fueran extranjeros –también españoles– para así tener el apoyo del BCE u otro banco central fuerte. Somos conscientes que los poquitos bancos que teníamos en Catalunya han trasladado sus Sedes Sociales —si sigue la inestabilidad tal vez trasladarán también sus domicilios fiscales— para seguir contando con el apoyo (préstamos) del BCE. ¿Quién garantizará, sin este apoyo, los ahorrillos en las cuentas bancarias de los catalanes? ¿Han pensado cuan arriesgada sería cualquier inversión en Catalunya?. Por supuesto que los “antisistema” no les importan estos temas. Parece que a la mayoría que viven al día tampoco les importa mucho y debería importarles, porqué al raso hace mucho frío.
¿Qué pasaría tras la euforia inicial de las banderas y los himnos?. Piensen en ello. No sueñen con lo que les gustaría que sucediera, piensen como variarían las cosas realmente para ustedes al menos durante los años que se tardaría en ¿normalizarse? todo. 
Después del chasco, supongo que ya no pensarán que nuestros dirigentes lo tendrán todo previsto, porque ya hemos comprobado que no es verdad. Por no prever, ni siquiera previeron que el Gobierno español estaría dispuesto a TODO con tal de que no pudieran cumplir con el mandato que le dieron una mayoría en escaños aunque no en votos. Y mira que se lo repitieron veces. Todos lo oímos y todos sabíamos que Catalunya no tenía ejército, para controlar fronteras, aduanas, aeropuertos, puertos, etc. Todos sabíamos que no controlábamos las finanzas. Todos sabíamos que no controlábamos prácticamente nada, pero aún así muchos tenían la esperanza de que los “sabios y astutos” dirigentes tenían pensado los diferentes escenarios y, con ayuda de todos los millones de seguidores conseguirían formar un nuevo Estado y ante los hechos consumados Europa nos apoyaría. Ese era el relato y la esperanza y el sueño se esfumó. Si se esfumó, y también se perdió la confianza en estos dirigentes. No lo olvidemos. 
Hasta la fecha, los independentistas no han conseguido nunca mayoría de votos legalmente. Aún así, es cierto que son aproximadamente el 50% de catalanes y el Gobierno de España no puede gobernar desoyendo sus propuestas. Será un temerario si sigue haciéndolo, porqué las cosas podrían acabar mal para todos.
Tampoco el Govern de la Generalitat puede gobernar desoyendo al otro 50% de catalanes que no están por la independencia. Si uno de los dos gobiernos sigue haciéndolo, perderá apoyos de la ciudadanía y con el tiempo dejará de ser mayoría. Esto reza para el Gobierno de España y para el Govern de la Generalitat. El problema es que la red clientelar en España y en Catalunya es tan grande que esa transición de mayorías puede requerir decenios. ¿Recuerdan que a algunos les parecían demasiado “18 meses”? ¿Eran unos grandes ilusos o nos mintieron descaradamente?
Visto lo visto, no queda más que reconocer que siempre son mejores ciertos “apaños imperfectos” que “saltos al vacío” que suelen llevar al desastre. Cuando se juega al “cobarde el que abandone-rectifique antes” se corre el peligro de perder la vida y la hacienda. ¿Acaso su testarudez les impide reconocer los hechos y les lleva a despeñarse por el acantilado?
Hay que explicar bien, para que todos los españoles moderados y no nacionalistas lo entiendan, que si el Gobierno central sigue jugando la carta de asfixiar a Catalunya económicamente, sólo logrará cohesionar al independentismo catalán además de perjudicar al resto de españoles, que dejarán de recibir tanta “solidaridad”. Recuerden todos que de donde no hay, no puede manar. 
Todos deberíamos entender bien que el Gobierno español también peca de “nacionalismo” (no de patriotismo, que es otra cosa) cuando se limita a aplicar respuestas legalistas, que son insuficientes, y no hace política práctica. No lo ha hecho hasta ahora, pero en el futuro inmediato no le queda más que cambiar de estrategia y ser flexible –sin ceder en lo esencial– acordando temas concretos que supongan gestos reales de entendimiento. No puede seguir enrocándose diciendo “Catalanes, como uno de los 40 puntos que ustedes reclaman es un “referéndum acordado”, no negocio nada con ustedes”. Lo razonable sería que cambiara su discurso y dijera: “Cito a los representantes que designe el Govern de la Generalitat para hablar de los 39 puntos restantes”. Si los catalanes no acudieran, todos sabríamos quien no quiere negociar. Si las dos partes quisieran negociar realmente, para resolver el grave problema que tenemos en Catalunya y también en España (no lo olviden) acudirían todos y llegarían a acuerdos. 
Si después de ello se preguntara a los catalanes…
¿Quién quiere que negociemos el punto del “referéndum acordado”?... 
¿Piensan que seguiría habiendo tantos manifestantes en las calles?.
¡Exacto!

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