Nos pasamos la vida mirándonos al ombligo. Nos preocupamos por cosas que nos parecen importantes en sí mismas, sin percatarnos que pueden tener lecturas muy diferentes dependiendo de la perspectiva en la que se enmarquen.
Si un mismo hecho, como por ejemplo la, tan explotada mediáticamente este mes de septiembre, “situación catalana” se analiza en clave personal, familiar, regional, nacional, europea o mundial, arroja unos resultados totalmente diferentes. Lo que es totalmente factible y deseable desde un punto de vista personal, puede tornarse una quimera desde un punto de vista estatal y tiene muy poca importancia desde un punto de vista internacional.
Es muy dudoso que la independencia sea deseada por la mayoría de la población de Cataluña, que durante 30 años tuvo una gran afluencia de la inmigración extranjera y la migración interna de los españoles de otras regiones.
Las encuestas de opinión pública en los últimos años siempre señalaron a un máximo del 25% de independentistas.
Hubo un aumento en el número después de la laminación del Estatut entre los independentistas catalanes políticos más interesados, pero la gente común de la calle, están en gran parte cómodos con el hecho de que son ciudadanos de Cataluña y España. Piensan que España y Catalunya se necesitan porqué tienen muchas más cosas en común que diferencias y que los únicos ganadores son los políticos ladrones-manipuladores. Para todos estos un referendum no tiene sentido, porqué lo que muchos querrían realmente, aunque no sean catalanes ni vivan en Catalunya, es “independizarse" de toda esta casta de políticos que sólo recortan el bienestar de los trabajadores y el patrimonio de las clases medias y siguen permitiendo lo que mayormente ha perjudicado al país, que son la corrupción generalizada y mediocridad de sus dirigentes y las prácticas poco o nada democráticas y menos éticas, de las mal consideradas “élites empresariales y civiles”.
Este malestar se hace más patente cuando, al pincharse la burbuja, se desvaneció el espejismo, el falso bienestar económico se redujo y reapareció nuestra paupérrima economía productiva real. En este momento salieron a la luz todos los “demonios” adormecidos en las pasadas épocas de bonanza. No es que la "voluntad de ser" como nación catalana no existiera antes, es que estaba anestesiada por el falso lujo reinante.
Hubo un aumento en el número después de la laminación del Estatut entre los independentistas catalanes políticos más interesados, pero la gente común de la calle, están en gran parte cómodos con el hecho de que son ciudadanos de Cataluña y España. Piensan que España y Catalunya se necesitan porqué tienen muchas más cosas en común que diferencias y que los únicos ganadores son los políticos ladrones-manipuladores. Para todos estos un referendum no tiene sentido, porqué lo que muchos querrían realmente, aunque no sean catalanes ni vivan en Catalunya, es “independizarse" de toda esta casta de políticos que sólo recortan el bienestar de los trabajadores y el patrimonio de las clases medias y siguen permitiendo lo que mayormente ha perjudicado al país, que son la corrupción generalizada y mediocridad de sus dirigentes y las prácticas poco o nada democráticas y menos éticas, de las mal consideradas “élites empresariales y civiles”.
Este malestar se hace más patente cuando, al pincharse la burbuja, se desvaneció el espejismo, el falso bienestar económico se redujo y reapareció nuestra paupérrima economía productiva real. En este momento salieron a la luz todos los “demonios” adormecidos en las pasadas épocas de bonanza. No es que la "voluntad de ser" como nación catalana no existiera antes, es que estaba anestesiada por el falso lujo reinante.
Los que por trabajo, turismo o familia hemos viajado mucho por España y por el mundo, sabemos que la península ibérica tiene cosas preciosas, interesantes y viven en ella, como en Catalunya, buenas y malas personas. Pero al relacionarse con sus gentes se detecta una especie de animadversión o reparo por todo aquello que suene a catalán. No se sienten cómodos con lo que suena a catalán y a la vez no les gusta ni oír hablar de prescindir de Catalunya. Cuando los políticos tienen un problema que resolver y no saben como o no les conviene hacer lo necesario para solventarlo, sacan del armario "el problema catalán" y ya tenemos la "anestesia" preparada. Nadie se acuerda de reclamarles sus obligaciones y la mayoría cae en el chiste fácil de echarle la culpa a los catalanes.
Diría que ahora estamos en un momento álgido de reivindicación nacional y de reivindicación de la vuelta al trabajo productivo bien hecho y de los valores y la ética, si no fuera porqué echo en falta en la función a los “ciudadanos de la Tarta”. A una parte considerable de la élite: la universidad, la prensa, la parte empresarial.
¿Dónde están los "intelectuales" españoles?
Aquellos que se han venido auto proclamando adalides de la democracia durante los años de la “transición” y de la recuperada democracia. Los que defendían la libre expresión y participación de los ciudadanos. De repente se han quedado mudos. No utilizan sus blogs, ni sus páginas en las redes sociales, ni por supuesto los grandes canales multimedia para hacer oír sus opiniones y defender la democracia.
¿Por qué temen hablar claro con “datos contrastados” y cultivarnos con sus pensamientos ilustrados?
Lo que si abundan son los indocumentados o exaltados que hacen un gran ruido y torpedean o al menos dificultan, el entendimiento del “hecho diferencial catalán” a las personas sensatas, reflexivas y dialogantes de toda España.
¿Dónde están los intelectuales libres, documentados y progresistas que parece que siempre han luchado por la libertad y bienestar de la ciudadanía?
O tal vez sólo eran…. ¿"fachada" disfrazada? ..... inflándose de "tarta".
Los medios de comunicación colaboran extraordinariamente a estos diferentes resultados de los análisis, porque suministran a los ciudadanos sólo parte de la información, muchas veces incluso inexacta y además, exacerban los sentimentalismos que provocan reacciones más o menos viscerales, incluso en las personas más equilibradas.
Además los medios mayoritarios y más influyentes, como si estuvieran perfectamente conjurados, ocultan a la ciudadanía la mayoría de las noticias que verdaderamente importan o pueden influir a gran escala y se dedican a “cotorrear” con la “última noticia de moda” aunque no sea la más importante. Como ejemplo: les hago la siguiente pregunta:
¿Cuál es la moneda más importante del mundo?
El “petróleo crudo” es la moneda estándar del mundo. No es el yen ni la libra ni el dólar. No hay, en todo el mundo, otro producto más comercializado que el petróleo.
Pues bien, el pasado jueves, 06 de septiembre, cuando en Catalunya estábamos ilusionados con la “mani del 11 de setembre” y las autoridades españolas, totalmente ajenas a este importante evento, seguían desojando la margarita, “pido el rescate, no pido el rescate”, fuera de nuestro ombligo pasaba una cosa que afectará nos afectará grandemente. Afectará a nuestra economía, a nuestra política y a nuestras vidas, más de lo que nunca lo hubiéramos pensado.
El 6 de septiembre pasado las autoridades chinas declararon oficialmente: “Nuestro sistema bancario está listo, todos nuestros sistemas de comunicación están listos, todos los sistemas de transferencia están listos y, a partir de hoy cualquier país del mundo que quiera comprar, vender o negociar con petróleo crudo puede hacerlo usando de la moneda china y no el dólar estadounidense”
Esto va a afectar nuestros sistemas económicos y monetarios más de lo que imaginamos y muy bien podría ser el catalizador que haga caer al dólar como moneda de reserva mundial, y cambiar todo el panorama de cómo funciona el mundo de la compra de energía.
Irónicamente, desde el 6 de septiembre, el dólar de EE.UU. cayó de 81.467 a 79,73 en el índice de precios. Y mientras los analistas se centran en lo que viene ocurriendo en la Eurozona, y mientras se esperan medidas por parte del Banco Reserva Federal respecto a la caída del dólar, no es casualidad que el dólar empezara a perder fuerza el día mismo del anuncio de China.
China no es un país productor de petróleo, pero China y Rusia firmaron un nuevo acuerdo comercial el 7 de septiembre por el que la Federación Rusa acordó vender petróleo a China en las cantidades que esta última deseara cobrando en "Yuanes".
Estos dos actos de los dos adversarios más poderosos de la economía y el imperio estadounidense, representan un movimiento para atacar la fortaleza económica principal que mantiene a USA como superpotencia económica. Cuando el resto del mundo empiece a pasar por alto el dólar y compre petróleo en otras divisas, el pueblo estadounidense sentirá todo el peso de su deuda y la disminución de su estructura manufacturera.
El mundo cambió hace tan sólo dos semanas, mientras los políticos estadounidenses se regodeaban en su propia magnificencia en sus convenciones partidarias y nosotros en España y Catalunya a los nuestro. El 6 de septiembre fue testigo de un gran golpe al imperio estadounidense y al dólar como moneda de reserva mundial y ni en Wall Street dijeron ni una sola palabra, ni los medios de comunicación mayoritarios difundieron la noticia: China, junto con Rusia, tienen ahora el objetivo de convertirse en los controladores de la energía y por lo tanto, los controladores de una nueva petro-moneda.
Es bueno que nos miremos nuestro ombligo, pero cometeríamos un gran error si dejáramos de contemplar a nuestro entorno y al mundo globalizado en el que vivimos e intentar comprender como nos afectan sus movimientos.
©JAS2012
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