jueves, 26 de noviembre de 2015

¿Le sobra dinero?

Si tiene dinero en el bolsillo o puede usar la tarjeta de crédito, ¿Que hará este fin de semana?Los comerciantes nunca han parado de buscar formas atrayentes de vender productos a los consumidores. Los españoles siempre hemos tenido ínfulas de grandeza y hemos sido presa más fácil para los embaucadores y vendedores de sueños.  Tal vez la semilla se plantó durante la colonización de América que dio al Reino de España la oportunidad de gastar mucho más oro del que nunca antes hubiera podido imaginar, embarcándose en todo tipo de empresas megalómanas. En décadas más recientes, los políticos nos dijeron que éramos europeos en todo y que teníamos los mismos derechos que todos. Se callaron que lo que no teníamos era dinero ni forma lícita de conseguirlo. El oro que una vez, el Reino de España tuvo a espuertas, se había perdido en guerras, ampliar fronteras y mantener sueños de grandeza; practicamente nada se había invertido en empresas creadoras de riqueza para el futuro. Con la excusa de echar un capote a los políticos, los bancos vieron negocio y nos dieron dinero en abundancia. Perdón, la letra pequeña que nadie se molestó en leer decía que el dinero, en realidad era un préstamo por el que había que pagar altos intereses y el dinero finalmente había que devolverlo, eso si, en comodísimos plazos que cualquiera podía pagar. Era tanta la ilusión y tan ausentes las advertencias de los embaucadores —disfrazados de políticos y banqueros— que la mayoría cayó en la trampa. Lo per de todo fue que se implantó en las mentes de la ciudadanía, que todo lo que hacían los políticos y dirigentes era por el bien de las gentes honradas que, ya tocaba, porfín podrían disfrutar del mayor periodo de paz y prosperidad nunca visto antes en España. Tan fuerte fue el implante que aún hoy, después de todo lo que ha pasado y de sufrir más de siete años de crisis, se siguen oyendo comentarios del tipo: 
“Por suerte el Gobierno ha permitido este día de rebajas (Black Friday), ¡para ayudar a los pobres!. Así todos podrán ir a comprar ahorrando mucho porque muchos productos de marca estarán rebajados en las grande superficies”.

Aún hoy, muchos siguen considerando al “asesor personal” que su banco, graciosa y gratuitamente le ha adjudicado, a su partido político de toda la vida como “de los suyos”, sin importar las tropelías que hayan podido cometer mientras les contaban cuentos chinos y se forraban con nuestro dinero, y muchos no han aprendido nada de los errores pasados y se han mantenido incultos financieramente y cada vez menos activos en la evaluación crítica de la sociedad que les rodea y de la que forman parte, ajenos totalmente a la presión mediática para activar el consumo, que nos provoca una opresiva carga de ambiciones materiales y de deseos de poder. Estamos completamente habituados a vivir en la premisa de que quien no tiene, quien no compra el mejor " lo que sea", no es nadie. La presión en niños y en adultos es tan grande, que olvidamos que tener mucho dinero no nos hará felices. Todos sabemos que el dinero, en sí mismo, no tiene ese poder, pero lo olvidamos. Como mucho, gastar dinero comprando algo "super" nos provocará una sensación de felicidad momentánea que rápidamente desaparecerá. Además tiene efecto secundario: necesitaremos repetir el gasto en cantidades cada vez mayores para poder sentir un instante de felicidad similar en el futuro. 
Debemos aprender a distinguir entre nuestras necesidades puramente subjetivas y nuestras necesidades objetivamente válidas. Al menos los adultos, deberíamos tener claras cuales son “nuestras necesidades básicas verdaderas” y luchar por conseguir suficiente dinero para satisfacerlas. 
Si observamos a nuestro alrededor, en nuestra sociedad encontramos muchas personas claramente infelices: solitarios, angustiados, deprimidos, destructivos y dependientes. Una vez cubiertas las necesidades básicas de subsistencia, acumular más dinero tiene muchas contraindicaciones y sólo sirve para comprar una cierta seguridad psicológica. Recuerden lo que le sucedía a Carlos I cuando tenía que dedicar ingentes cantidades de recursos a mantener sus fronteras. Acumular dinero llevado al extremo produce avaricia e incrementa el egoísmo.
Por otra parte, la forma en la que gestionamos, el poco o mucho dinero que conseguimos ganar, puede hacernos infelices de manera progresiva o elevarnos a un estado de satisfacción profunda. Según mi experiencia, lo mejor para lograr una vida equilibrada y satisfactoria es esforzarse lo antes posible en ganar algo de dinero —cuanto, depende de las posibilidades de cada uno— y después: ahorrar algo, gastar algo y regalar algo. Así de simple y a la vez así de difícil.

1. Ahorrar algo
Es fundamental dedicar parte de lo ganado, desde el primer día, a ahorrarlo. No importa cuánto ganes. Gasta menos de lo que recibas y ahorra el resto. Ese es un gran paso para lograr la sensación de tranquilidad y confianza en tu futuro. Si todos las personas de tu alrededor hicieran lo mismo, tanto mejor para todos, por tanto haz pedagogía dando ejemplo.
Cuando crecen los ahorros, crece nuestra sensación de satisfacción. Con una buena base de ahorro, podemos encontrar maneras de hacer que el dinero gane dinero por sí mismo. Nuestros ahorros pueden multiplicarse gracias al interés compuesto, en el que el propio interés gana interés, por ello es importante empezar a ahorrar desde niño, comiendo menos chuches, destrozando menos juguetes y guardando más monedas en la hucha. Importante conservar el hábito de adolescente, de joven,... toda la vida.
Ahorrando algo, nos ponemos en el lado correcto del interés compuesto, y el interés compuesto es para el dinero lo que los esteroides son para los músculos: ¡Se hacen más grandes!
Contrasta esta situación con la opuesta: gastar más de lo que ganamos o recibimos. El que despilfarra y así lo hace, en lugar de acumular ahorros, acumula deuda, y esa es una manera segura de tener la sensación de que algo está mal. El problema de la deuda personal es lo que nos coloca en el lado equivocado del interés compuesto. Si contraemos deudas,   respetamos los acuerdos y cumplimos los compromisos, estamos "pagando" más de lo que consumimos en vez de recibiendo más dinero del guardado y los esteroides nos muestran sus efectos negativos, trabajando en contra de nosotros.

2. Gastar algo
La vida es para vivirla. ¿Cuál es el sentido de estar vivo si no vivimos, sentimos amor, placer y felicidad? No estoy hablando sólo de la factura de la luz o de la compra semanal. Podemos ir de fiesta, disfrutar de un par de semanas en un lugar idílico y relajarnos de vez en cuando. Tal vez tengamos que dejar de fumar para conseguirlo. En la vida hay que elegir para tener lo mejor entre lo posible.
Disfrutar y simplemente "vivir", es una poderosa manera de crear recuerdos felices, para volver a cargar las pilas, para compartir nuestro tiempo con nuestros seres queridos. En definitiva, vivir, vivir realmente, es una gran manera de tejer ese hilo subyacente de la felicidad que todos merecemos. 
Recordemos que la satisfacción ilimitada de los deseos no produce bienestar, no es el camino de la felicidad ni aun del placer máximo. El sueño de ser los amos independientes de nuestras vidas debió haber terminado cuando empezamos a comprender que todos éramos engranajes de una máquina burocrática, y que nuestros pensamientos, sentimientos y gustos los manipulaban el gobierno, los industriales y los medios de comunicación para las masas que ellos controlan. 
Vivir implica gastar algo de dinero para conseguir bienestar, pero la clave para la felicidad duradera a través del gasto es tener en cuenta la primera regla y ahorrar algo antes de que nos pasemos un poco.

3. Dar algo
El mundo puede ser un lugar muy agradable cuando adoptamos una actitud de generosidad. No hay nada como la satisfacción interior que nos da el ayudar a alguien. El poder de la generosidad. Un regalo bien pensado y útil puede dar tanta o incluso más felicidad al donante que al destinatario.
Pensemos que podemos dar y regalar muchas más cosas que el dinero: amor, compañía, consejo cuando nos lo pidan, información, tiempo útil, etc. Debemos de cuidar de no "dar o regalar" impulsivamente cada vez que nos lo pidan. No pasará mucho tiempo sin que alguna ONG bienintencionada nos pida algo para solventar un problema a un tercero. Ahí está verdaderamente el problema. La mayor parte de las veces el "problema de ese tercero" se acrecienta con los donativos y ayudas bienintencionadas de la gente. La mejor ayuda que se le puede dar a alguien es "entender verdaderamente" lo que necesita para desarrollarse y conseguir mejorar por si mismo. Sólo después de comprenderlo se puede estudiar conjuntamente como llevar a cabo el proyecto y recoger los fondos necesarios.  Ahí si podemos contribuir siempre estando seguros de conservar la primera y segunda regla, de lo contrario, el hábito de donar podría llegar a restar nuestra felicidad interna. 

Si piensan que no es vendría mal leer más sobre finanzas personales, como ahorrar, como invertir sus ahorros a nivel muy sencillo y como retornar a la sociedad (no olvidemos la cercana) parte de lo conseguido, no dejen de consultar la Web: The Montley Fool. Hay mucha lectura interesante sobre finanzas personales. Tengan la seguridad de que si consiguen incorporar este “estilo de vida” como hábito, vivirán más confortablemente y colaborarán a que haya menos distancia entre ricos y pobres en nuestra sociedad.
©JuanJAS 

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