Las “opiniones” son libres, los “hechos” sagrados y los medios de comunicación deberían separar claramente unos de otros para que sus “consumidores” no los confundieran.
Acabo de expresar un deseo que cada vez se hace menos realidad porque pululan por la WWW —periódicos digitales, falsos perfiles en redes sociales, etc.— multitud de personajes dispuestos a convertirse en bufones de la corte para gozo de los homos aburridus que cambiarían su existencia por diez minutos de fama. Tal vez nos merezcamos esa proliferación de especímenes, porqué ya se sabe que si los comerciantes llevan un producto al mercado es porque se vende. Al menos los compran los que reniegan del saber, los que han perdido la curiosidad, el afán de aprender, el placer de la belleza y les basta con unos chutes diarios del mediático de moda, que lejos de informar, se dedica a emponzoñar.
Mucha gente está harta de que los medios insistan machaconamente en monotemas. Cuando hay una manifestación y se quema un container, el mismo video de medio minuto -el único video que hay porque sólo un container han quemado- lo exhiben, por todos los canales de TV, 200 veces. El efecto en la audiencia es que piensen que ha habido una batalla campal y que en la ciudad el desorden es generalizado. Cuando ha habido un caso de violencia de género, se repite una y otra vez la misma secuencia, salen a pasear todos los lacitos de diferentes colores por las redes y parece que todos los hombres son unos criminales y matan a sus mujeres. Del tema catalán, no digamos. Se repite lo mismo hasta la extenuación aunque no haya noticia ni novedad ninguna. Todo propaganda. Mucha opinión interesada y poca información contrastada.
Muchos afirman orgullosamente” ¡No me interesa!.
Cada uno tiene sus razones para esa falta de interés, aunque uno de los rasgos distintivos de la posmodernidad es la pérdida de influencia de lo colectivo sobre la vida de cada ciudadano particular. Las personas se vuelven más independientes y ya no se sienten apegadas a las instituciones tradicionales, ni a los movimientos sociales. Eso las vuelve escépticas y las aleja de expresiones que se basan en la fe, como la religión y la política. Cada vez más nos aislamos en nuestra pequeña zona de confort y nos preocupamos de resolver nuestros problemas personales. Egoístamente intentamos que, si los demás no pueden ayudarnos, al menos nos molesten lo menos posible. Sólo nos politizamos cuando sentimos que las políticas económicas del gobierno nos están afectando en nuestra vida privada. No consideramos lo que afecta a la sociedad, aunque sepamos que de rebote o colateralmente también acabará afectándonos en lo privado y mucho menos nos molestamos en actuar o al menos en buscar la opción mejor para nuestros intereses. A veces desojamos la margarita y a última hora elegimos que papelito ponemos en la urna envueltos en un mar de dudas y de desconfianza hacia todos y hacia todo.
También pensamos que lo virtual no tiene repercusiones físicas ni tangibles en nuestro comportamiento y parece que no nos preocupa que los “medios” nos hagan bailar al son de la moda que ellos dictan. Y la gente baila y baila hasta que nos cambian el disco —ponen siempre el que ellos quieren— y con una facilidad pasmosa cambiamos de baile sin pedir ninguna alternativa, porque si alguien se atreve a hacerlo, la masa te afea: “esto es lo que se hace en todos los sitios modernos”. Es que, ¡tú no estás a la moda!. Por cierto, esta mañana la bolsa empezó con una bajada importante y a media mañana ya no se notaba nada. Giuseppe Verdi nos explicó en “Rigoletto” que “la mujer es voluble, cual pluma al viento, cambia de palabra y de pensamiento. Siempre un amable y hermoso rostro, en el llanto o en la risa, es falso”. Hoy podríamos cambiar el sustantivo mujer por redes sociales o sociedad virtual y no diríamos ninguna mentira.
Tal ha pasado con el último atentado en París, que no ha sido ni el primero, ni el más grande, ni el más horrendo, ni el más sanguinario, ni el único perpetrado por la misma organización terrorista, ni el más cercano a nuestros domicilios, ni el más de nada. Parece mentira la facilidad con que consiguen apoderarse de la voluntad de todos aquellos que pretenden ser libres y sin embargo son rodeados por el hedor —o perfume, dependiendo del olfato de cada cual— de la ignorancia y simpleza vocacional. Parece que hemos olvidado lo que nos explicaron en el colegio: “en la cultura y en el aprendizaje hay formas de vida más placenteras, aquellas que nos aproximan a otros bajo la invisible fuerza de la empatía”. No es la ignorancia que destilan algunas publicaciones lo que me preocupa u ofende, en realidad, todos somos ignorantes incapaces de entender la magnificencia de la vida. Es la manía de mentir, de construir relatos perversos e indocumentados, sin citar fuentes, que sólo nacen con el objetivo de hacer daño. Con el objetivo de alimentar los prejuicios, la desconfianza e incluso el odio como gasolina vital. ¡Ya basta!
Cada uno puede consumir lo que desee, difundir lo que quiera e ignorar lo que no le guste, por suerte hay mucho donde escoger y variedad en los resultados de las decisiones que toma cada uno. Ojalá todos nos esforzáramos en leer algo más que la primera línea de titulares, antes de “saltar”. Ojalá buscáramos varias fuentes, meditáramos críticamente y construyéramos nuestro criterio de forma más razonada y menos emotiva. Ojalá aprendiéramos más del pasado para no repetir errores en el futuro.
En todo caso deberíamos tener claro que quien no es capaz de condenar inequívocamente lo malvado, lo pérfido, lo rastrero, lo perverso y lo hipócrita, se halla carente de orientación y sometido al imperativo de repetir ciegamente lo que “otros” le induzcan.
Volviendo al tema actual que ocupa los medios y a las noticias teñidas por el color “azul blanco y rojo”, el cristal coloreado es cortesía de Facebook, vayamos un poco más allá…
¿Qué ocurre exactamente en Siria?
¿De qué huyen más de cuatro millones de refugiados?
Comparto un vídeo que ha publicado #WHYSYRIA y explica la crisis Siria. (Pulsen la frase anterior para verlo). Nos cuenta la historia de la zona, que a muchos no nos contaron en la escuela y otros tal vez han olvidado. Seguro que tendremos más inputs para poder entender el conflicto mucho mejor. Claro, si tienen ganas y curiosidad por entenderlo. Les llevará menos de 10 minutos y 15 mapas. ¡Animo!, ¡Inténtenlo!
Parafraseando a Petete: El blog te enseña, el blog entretiene y yo te digo contento…
hasta la entrada que viene.
©JuanJAS
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