Han fallado todos los pronósticos,
las encuestas, las opiniones de la mayoría de académicos, periodistas,
tertulianos y la opinión pública adoctrinada por los anteriores: Donald Trump
es presidente electo de Estados Unidos.
¿Qué confianza podemos
tener en todos estos personajes y medios que nos sirven la información que,
según ellos, debemos conocer?. ¿Cuándo haremos el esfuerzo de buscar variadas
informaciones en origen y hacer lectura crítica de las mismas?
Es cierto que Trump nunca
había sido elegido para cargo público alguno. Tampoco sirvió en el ejército ni
trabajó en la Administración pública. Sin embargo, Trump no sólo será
presidente de USA; se ha llevado también la Cámara de Representantes, el Senado
y podrá nombrar a un miembro del Tribunal Supremo y, posiblemente, a otros dos
que por razones de edad podrían dejar dos sedes vacantes en los próximos años.
Aunque puede que la
mayoría de votantes lo han hecho “no a favor de Trump” —un multimillonario que
no ha pagado todos los impuestos que debía, sin experiencia en las tareas de
gobierno y que nos proyectaron en los medios como misógino, xenófobo,
mentiroso, nacionalista a ultranza, y muy desconfiado de los medios de
comunicación— si han votado contra la
política del establishment de Washington, han rechazado a las elites y a la
globalización.
En los medios españoles, de Mr. Trump se ha dicho
casi todo, y casi todo negativo. Resumiendo: El país más importante del mundo
ha puesto al mando a un auténtico psicópata, a la persona que debería salir en
las enciclopedias cuando buscas la definición de “populismo“
y a alguien que muchos pensamos que sería un mal chiste, que olvidaríamos en
poco tiempo. Además, el resultado de las elecciones le ha conferido un poder
prácticamente omnímodo: no solo será el presidente de USA, sino que además,
tiene al Partido Republicano, que si no es su partido, sí ha funcionado como su
“partner in crime” y ha mostrado un utilitarismo verdaderamente
preocupante, con mayoría tanto en el Congreso como en el Senado. Poca broma:
este psicópata populista, machista, homófobo, racista, chulesco e inmoral que
ridiculiza el problema más importante de nuestro tiempo, el cambio climático, y
que asegura que revisará todos los tratados internacionales de su país tiene
ahora, entre otras muchas cosas, el control del botón nuclear. Y no solo lo
tiene: es que ya se ha interesado por él.
Es muy triste caer
en la ley de Godwin, pero este anuncio alemán se ha convertido posiblemente en uno
de los mejores de todos los tiempos. Esto es como cuando ves a alguien que se
equivoca terriblemente, lo sabes, estás plenamente seguro de ello, lo has visto
antes… y ahora vas, y lo multiplicas por 324 millones. Hillary Clinton, la que
descabalgó a un Bernie Sanders que posiblemente podría haber tenido muchas
mejores posibilidades de ganar, solo ganó, por muy poco, en voto popular: gran
consolación, como cuando un equipo pierde un partido de fútbol, pero ganó en
posesión de balón…
En muy poco
tiempo, el mundo anglosajón ha ¿cometido dos enormes errores?, uno a cada lado
del charco: el Brexit y la elección de Donald Trump. Ambos van a tener
consecuencias muy importantes sobre el mundo que conocemos, ambos cuestionan el
funcionamiento de la democracia y demuestran que el populismo es su auténtico
cáncer, y ambos pueden ser considerados auténticos pasos atrás en el progreso,
síntomas preocupantes del mundo que se nos viene encima. De verdad… no es para
tomárselo a la ligera.
La inmensa mayoría
de lo que hemos leído, escuchado y visto en los medios de comunicación
españoles ha sido totalmente tendencioso en contra de Donald Trump; incluso lo
que de él se ha dicho de positivo está cargado de negatividad, como por ejemplo
que sólo ha atraído a los trabajadores subempleados blancos o a los blancos que
trabajan, pero que ven peligrar su empleo.
¿Porqué no vamos algo
más allá de este análisis?.
¿Alguien ha
seguido la larguísima campaña electoral norteamericana directamente en medios
de comunicación americanos?.
Fox ha apoyado a Trump y CNN (Clinton News
Network, según la han calificado algunos), New York Times, Washington Post, han
apoyado tradicionalmente a los demócratas. Trump ha colgado en
Internet todos sus discursos, cosa que Hillary no ha hecho.
¿Cuántos españoles
hemos leído en fuente lo que ha dicho Trump, para poder opinar críticamente,
lejos de quedarnos en la parte histriónica de la noticia difundida urbi et orbe
por los medios españoles?
¿Cuantos hemos
comentado con amigos, conocidos o saludados norteamericanos o que tengan
familiares o compañeros de trabajo residentes en ese gran país que hayan
recibido sus valoraciones sobre lo que estaba pasando en su país y sobre los
distintos puntos de vista que cada uno expone?
¿Cuándo dejaremos
de vocear, repetir y amplificar la voz que nuestro “amo” nos dicta por los medios
que graciosa y gratuitamente pone a nuestro alcance, sin esforzarnos en
contrastar nada?
Seguramente la
aparición de personajes como Mr. Donald Trump en USA. Mme. Marine Le Pen en
Francia, Herr Norbert Hofer en Austria, Frau Frauke Petry en Alemania, y sólo
por citar algunos nombres, sean consecuencia de la combinación de una serie de
factores con un denominador común: el retroceso en el estándar de vida de una
parte creciente de la población junto a unas expectativas que, en el mejor de
los casos, suponen el estancamiento cuando no el retroceso en esos estándares.
Lo que esos
líderes políticos hacen es, por un lado, hablar sin medias tintas de esos
problemas que afectan a personas de a pie; por otro, ofrecen soluciones
sencillas y las comunican con un discurso fácil de seguir, siempre que se
escuche o lea, claro. Además ponen sobre la mesa temas importantes que los
demás políticos no han hecho y parece que no van a poder hacer; y por encima de
todo, denuncian como nulo el papel que las instituciones nacionales e
internacionales están desempeñando en la solución de la problemática que afecta
al hombre de la calle.
Claro que existen
diferencias entre Mr. Trump y Mme. Le Pen porque existen diferencias entre USA
y Francia, y porque el escenario del día a día de USA y Francia es diferente;
pero hoy cada vez son más las semejanzas que las diferencias entre los
problemas de las ciudanías USA y francesa.
Pónganse en el
lugar de un trabajador de la planta de
Indianápolis que se entera que Carrier trasladará su producción a México.
En mítines y debates, Trump menciona Carrier
y promete castigar a esta empresa y a las que hagan como ella con un arancel
del 35% para los aparatos de aire acondicionado que en el futuro fabrique en
México.
Mr. Trump habló a una
parte de la población que ha perdido lo que tenía o que puede perderlo y que
sabe que seguramente no lo va a recuperar. Mr. Trump habló a esa trabajadora
que sabe que va a dejar de percibir 22 $ por una hora de trabajo y un seguro
médico porque la fábrica donde trabaja se va a ir a un lugar donde va a pagar
entre 3$ y 6$: entre el 86% y el 72% menos. Y ¿qué expectativas tiene esa
trabajadora?, desde luego no encontrará un empleo con las mismas condiciones
que ahora.
Pueden decir que algo similar
ya sucedió en los 80 y que entonces no apareció ningún Mr. Trump. Cierto, pero
entonces las expectativas eran muy distintas y entonces los discursos
patrióticos del Presidente Reagan tenía mucho más recorrido del que ahora podrían
tener discursos semejantes. Ya entonces empezó a hablarse de los ‘trabajadores
pobres’, de los working poor; pero ahora estos son legión.
¿Los errores del
candidato Trump?, muchísimos, y de calado. De alguna forma su discurso dice
pretender detener y revertir la globalización, y eso es imposible porque la
globalización fue, en su momento, consecuencia de la evolución de la dinámica
histórica; y parece que ignora que, desde el fin de su Guerra Civil, mucho de
su PIB USA lo ha obtenido gracias a la globalización. Pero cuenta con una cosa
a su favor: sabe que ninguno de los otros dos candidatos en el otro partido, ni
nadie en el suyo, le va a decir a esa trabajadora de Carrier que sí, que eso va
a pasar porque es imposible que pase otra cosa, porque cualquier medida
orientada a evitar el cierre de la fábrica en la que esa trabajadora trabaja
llevaría a un aumento de costes que reduciría la competitividad de esa fábrica
lo que forzaría, bien a su cierre o bien a su robotización total, por lo que más
temprano que tarde, esa trabajadora está condenada a perder su empleo. ¿Es
demagógico lo que Mr. Trump dice? Si lo es, y también lo es lo que sus
contendientes callan, aunque parece que la gente prefiere las mentiras piadosas;
prefiere no saber, taparse los ojos para no ver la cruda realidad y quedarse
inmóvil sin actuar porqué albergan la esperanza — dicen que es lo último que se
pierde— que negando la realidad, las malas proyecciones no se materializarán.
Como los niños que gritan “no me ves” mientras se tapan los ojos.
Algunos alertan
que cuando analizan lo que los partidos políticos populistas proclaman, lo que
sus líderes dicen hoy, ven algo similar a la Depresión y la situación en la que
se hallaba la clase obrera que catapultó a la cima del Parlamento alemán a
Adolf Hitler y al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. Los USA del 2016 no
son la Alemania de 1933, pero las carencias y las expectativas de la clase
obrera alemana en 1933, extrapoladas y adaptadas al 2016 es posible que tengan
bastantes semejanzas con lo que están sintiendo muchos trabajadores pobres
estadounidenses, franceses, austríacos y alemanes; y eso no se disipa con un
discurso de concordia, buenas palabras, verdades a medias y grandes promesas
incumplidas que solo sirven para frustrar esperanzas.
El establishment está
vendiendo que USA está de fábula, pero no es cierto, y bastantes personas están
francamente mal. La tasa de desempleo que se está divulgando no es la
verdadera, esta sí lo es: http://www.bls.gov/news.release/empsit.t15.htm
y es bastante diferente a ‘la oficial’. Independiente de la política de la
Administración que acompañe a esa Presidencia, la postración, la pobreza, la
falta de expectativas de parte de la población USA va a seguir estando ahí.
Mr. Trump será el
próximo presidente USA y supongo-espero que una cosa es lo que el candidato
Trump dijo en sus mítines como parte de una brillante estrategia para ganar la
carrera electoral y otra muy distinta lo que pueda firmar sentado en el
despacho oval en la Casa Blanca. Ya vimos en su aceptación de la victoria, tras
recibir la ritual llamada de la perdedora, que el discurso no tenía nada que
ver con las continuas mentiras, procacidades, amenazas y proyectos para romper
los compromisos norteamericanos en el mundo que resaltaron muchos medios
pro-demócratas.
Puede que se
demuestre, una vez más, que el fin puede justificar los medios y que se puede
abusar en una campaña para ganar y, a continuación, lanzar un mensaje de unidad
para curar las divisiones que han producido estas elecciones de manera bastante
radical. Trump ha recibido el voto de la mayoría blanca que está perdiendo el
poder gradualmente debido a la existencia de minorías cada vez más numerosas,
pero en su discurso de madrugada dijo que servirá a todos los norteamericanos,
de todas las razas, religiones y creencias. Las promesas fueron generosas y
optimistas: Doblará el crecimiento económico, pondrá a trabajar a muchos
ciudadanos para construir infraestructuras y los americanos estarán “orgullosos
de su presidente en dos, cuatro u ocho años”.
Habrá que ver si
sus ideas sobre la revisión de la existencia de la OTAN, su simpatía por los
que pretenden disminuir la importancia de Europa, sus convicciones sobre el
proteccionismo, su populismo y su xenofobia se traducen en una política de la
primera potencia del mundo. Ha recibido el voto desencantado por la pérdida de
puestos de trabajo en estados castigados por la crisis y también el voto
nacionalista blanco para no perder la supremacía de los WASP, los “white
anglosaxon protestants”, que no podían soportar a un presidente negro en la
Casa Blanca y supongo que tampoco soportarían a una mujer gobernando la nación
más poderosa del mundo.
La victoria de
Trump tendrá consecuencias en la dirección que van a tomar los Estados Unidos y
en las relaciones internacionales, pero el problema más gordo no es ese. El
problema más gordo lo siguen teniendo el grueso de los americanos y por ello no
es nada estrambótico que Mr. Trump haya obtenido casi los mismos votos y más compromisarios
que Ms. Clinton: La mayoría de estadounidenses han tomado la decisión: “Mejor
probar algo diferente aunque pueda conllevar daños colaterales exteriores, que
aguantar más de lo mismo —grandes expectativas defraudadas— que les ha llevado
a la mala situación en la que están”. Esperemos que la suerte nos acompañe a
todos.
©JuanJAS
1 comentario:
Magnífico, de punta a punta. Gracias por el zarandeo. Hacía falta.
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