Una investigación de
la American Academy of Pediatrics afirma que
existe una correlación entre el tiempo que pasan los niños
utilizando gadgets como smartphones, tablets u ordenadores, y la cantidad de
ocasiones en las que no entregan sus deberes en clase.
Para muchos padres, la
advertencia de la asociación de pediatras supone una llamada de alarma, una
necesidad de plantearse un cambio de hábitos, un arma en la lucha para despojar
a sus hijos de sus gadgets y racionar estrictamente el tiempo de uso.
Otros van más allá y
utilizan estas conclusiones para demonizar el uso de gadgets electrónicos,
convertidos de repente en el nuevo maligno que distrae a los niños, les impide
terminar los deberes y les lleva a ser una especie de “idiotas
conectados”, en niños con peores notas o con menores posibilidades de éxito
futuro.
¿Cuál es la realidad?
A mi entender, el estudio
viene a decir que:
-Los gadgets electrónicos
son muy atractivos,
-Los utilizamos muy mal –
muchas veces simplemente para “apagar a los niños” y que dejen de molestarnos,
-Si se permite a los jóvenes
que los usen durante todo el día, obviamente lo harán y eso no es bueno para
nadie. Sea niño, joven o adulto.
El verdadero problema es que
la educación está espantosamente mal definida. Si la definiésemos, los gadgets no serían un enemigo del aprendizaje, sino uno de sus
más poderosos aliados, y los deberes serían un anacronismo absurdo, porque el
tiempo fuera del colegio estaría destinado a otras actividades que completasen
el desarrollo.
La idea de “los deberes primero" porque los gadgets son para jugar es profundamente absurda.
Los gadgets son, por un
lado, la llave de los contenidos, mucho más de lo que puede serlo un libro de
texto, porque el conocimiento ya no está en los libros de texto sino que
residen distribuidos por toda la red y hay que aprender —principalmente en la
escuela— a extraerlos como parte del proceso educativo.
Queramos o no, los jóvenes y
todos nosotros vamos a vivir rodeados de gadgets el resto de su vida, por lo
que deberíamos aprender a usarlos y a extraerles el máximo valor.
Los gadgets también permiten
acceso a un entorno de relación en el que resulta fundamental que los niños
aprendan a desempeñarse desde pequeños.
Si en lugar de esto, nos
dedicamos a prohibir su uso en los colegios y las aulas, a no utilizarlos para
tareas para las que serían ideales, y a restringirlos por si acaso los niños no
hacen sus deberes conseguiremos formar unos inadaptados a su tiempo.
Cada día, alguna institución
del siglo pasado se empeña en que “las cosas tienen que seguir siendo como
antes” y emite un “sabio dictamen” que, algunos malinterpretan y difunden su
“error” esparciendo el “miedo a lo nuevo” y considerando a los gadgets “la
fuente de todos los males de la humanidad”.
Siempre ha pasado. Lo nuevo
da miedo porqué requiere adaptación a nuevas formas de vivir, pero hay que
actuar con sentido común.
¿Porqué no nos planteamos lo
siguiente?:
·Los gadgets son una parte importante del
entorno actual. Cuanto antes aprendamos a utilizarlos con responsabilidad —cada
uno según nuestras necesidades—, para saber solucionar problemas con ellos o en
ellos. Cuando mejor entiendan los jóvenes cómo y por qué funcionan y qué usos
les pueden dar, mejor preparados estarán.
· Los gadgets dan acceso a infinitas
actividades, son brutalmente atractivos y adictivos, y su uso, como todo, tiene
que hacerse con sentido común. Tan malo es que un niño no sepa hacer la O con
un canuto cuando le pones un dispositivo en las manos, como que esté todas las
horas del día con la nariz pegada a una pantalla. Hay otras actividades que son
muy importantes, y una parte fundamental de la educación consiste en enseñar a
priorizar.
· Los gadgets no son un “apaganiños” ni un
sustitutivo de la educación. Es un hecho que lo niños demandan mucha atención
de sus mayores, por ello hay que “educarlos” en lugar de atontarlos, dejándoles que aporreen un
gadget que les devuelve sonidos y colores variados como si fuera un dardo
tranquilizante, para que no molesten.
· Los gadgets sirven para acceder a
información y utilizarla para consolidar conocimiento. Hay que enseñar a los
niños que los gadgets no son solo para jugar, sino que pueden y deben
utilizarlos cuando necesiten encontrar o aprender algo. Para ello hay que
enseñarles estrategias de búsqueda, a no quedarse siempre con el primer
resultado, a verificar las fuentes, a aplicar razonamientos críticos… a pensar
en un entorno conectado.
·Los gadgets son la puerta al entorno
social, que hoy en día funciona en conexión permanente; pero hay que enseñar a priorizar,
a que no se cae el mundo por no contestar un whatsapp mientras están cenando,
dando un paseo, manteniendo una conversación o viendo una puesta de sol. Los
entornos sociales son complejos y están definiéndose continuamente: aprender a
utilizarlos y a aplicar las prioridades adecuadas es un reto para todos,
jóvenes y adultos. Cuanto antes empiecen a entenderlo los niños, mejor. Si no
los educamos en ello, nos encontraremos con que se comportarán como salvajes en
la red, compartirán cosas que no debían compartir, harán barbaridades, etc.
·Los gadgets permiten leer libros. Si no ves
a tu hijo leer ningún libro, plantéate que los lea en su dispositivo, que es
como se leen los libros hoy de manera cómoda y eficiente. Enséñales a pedir
libros y comics, a leerlos, a marcar las partes que les han gustado, a
compartirlos… a leer con las ventajas que tiene hacerlo en un dispositivo
electrónico. No se preocupen, no se van a quedar ciegos por ello.
El papel solo
es un anacronismo incómodo, que un niño no se sienta atraído por él no es
ningún sacrilegio: mientras lea, que lea en un dispositivo o donde
buenamente quiera, pero que lea algo más que simples titulares o whatsapp’s .
·Los gadgets deberían ser un recurso para
los niños en el colegio, y los pupitres deberían tener cargador USB. Si el
colegio de tus hijos no lo entiende y se empeña en que los niños se sigan
educando “como se hacía en el siglo pasado”, plantéate cambiarlos de colegio o cómo
vas a completar esa parte fundamental de su educación.
·Los gadgets no son perniciosos. Lo que es
pernicioso es permitir que un niño se pase todas las horas del día jugando con
ellos y tirado en un sofá y sin hablar con nadie. O que priorice la
comunicación a través del dispositivo a la comunicación en persona con las
personas que le rodean. O que esté tan maleducado que no entienda que cuando va
a casa de sus abuelos, no puede ignorarlos completamente y pasar todo el tiempo
sumergido en la pantalla. Educar mal a los hijos, haciendo dejación de
responsabilidad o permitirles que hagan todo lo que les dé la gana es
pernicioso. Los gadgets no lo son, solo son una parte más del entorno y cuanto
antes se familiaricen con ellos, mejor.
Siempre que caiga en
nuestras manos un aparentemente “sesudo estudio” antes de interpretarlo y
efectuar alguna correlación, usemos el adecuado sentido crítico. Mientras la
educación no se adapte a los tiempos actuales —y en este momento está
espantosamente inadaptada— veremos todo tipo de correlaciones engañosas:
“¡socorro los smartphones distraen a los niños en clase y hay que prohibirlos!”
Obviamente, mientras no los
integremos de verdad en el proceso educativo y no eduquemos en su uso, permitir
que en una clase los veinte o treinta niños estén con el smartphone en la mano
es una receta para un desastre seguro, con niños que desconectan de la clase y
se dedican a otras cosas sin prestar la más mínima atención.
No, las cosas no son tan simples como “smartphones sí,
smartphones no”. Las cosas empiezan por “smartphones, por supuesto”, porque son
un elemento fundamental del ecosistema en el que hay que educar a los niños, y
siguen por “y ya que smartphones sí, adaptemos los métodos para que les
extraigan partido, y eduquemos en su uso”. Solo entonces, cuando la transición
esté completa (o cuando menos avanzada, porque completa, en realidad, no lo
estará nunca), podremos hablar de correlaciones significativas.
Por cierto, recordemos que esta educación en el uso de
los gadgets vale también para los adultos. No vale con comprarse el modelo más
grande, caro y sofisticado. Hay que aprender a usarlo para que nos sirva a
nosotros —y no al contrario— y el protocolo adecuado para usarlo en sociedad.
©JuanJAS
La
Academia Americana de pediatría publica recomendaciones para el uso de gadgets,
incluyendo una herramienta interactiva planificación del uso de los medios de
comunicación, para ayudar a las familias equilibrar vida digital y real
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