España está volviendo a ir bien
Conozco un ingeniero industrial con un master, buenos conocimientos de inglés y francés, que firmó un contrato como auxiliar de laboratorio en una empresa multinacional; eso sí, le dijeron que pronto, si todo iba bien, se lo harían de técnico. Este caso pasó hace 35 años. Casos similares han pasado siempre que la oferta de trabajo ha sido muy superior a la demanda. En esos casos podríamos encontrar a un doctor en astrofísica que trabaje de barrendero o a un mñedico que guardias incluidas cobre un sueldo similar al que cobra una dama de compañía. Lo que sea para no morirse de hambre si no se opta por pedir a la puerta del super.
Nadie se acuerda del paro de 1997 prácticamente tan alto como el de ahora |
Eso no quita que cuando
una persona titulada en arquitectura, que ha realizado prácticas en un país
europeo, con un master de gestión, y con Inglés perfecto, está “vendiendo
cocinas”, es que algo sucede en el sistema en el que nos movemos que no
funciona bien; al margen, claro, de ser tremendo para quien lo padece:
consideración profesional, valoración personal, remuneración, ... Y mucho peor cuando esa situación aparece
regularmente en el tiempo: Hace treinta y cinco años en el caso del ingeniero y
hace dos años en el caso del arquitecto.
Cuando se dice que la
tasa de ocupación entre los titulados universitarios es mucho más elevada que
entre los no universitarios, ¿cuántos casos como el descrito se estarán contando?
¿También este caso es una muestra más de que España se está recuperando?
En fin, ‘España está
volviendo a ir bien’ ... según nos dicen.
¿Recuperación?, ¿Qué recuperación?
El FMI pide a España que suba los tipos reducidos
de IVA, la tributación medioambiental y el impuesto sobre los carburantes.
Además, insta a que se revise la eficiencia del gasto en educación y sanidad. Y
todo ello para conseguir una reducción sostenida del déficit público y la
deuda, cuyo excesivo tamaño sigue dejando a la economía española "muy
vulnerable a las perturbaciones exteriores".
El FMI considera que la
carga tributaria se trasladaría más sobre el consumo que sobre el trabajo, lo
que a su juicio resultaría más favorable para el crecimiento.
El FMI reclama un ajuste
estructural del orden del 0,5% del PIB al año, es decir, unos
5.500 millones de euros. Con este ritmo de ajuste se podría
lograr un equilibrio adecuado entre el mantenimiento de la recuperación
económica y la sostenibilidad a largo plazo de las finanzas públicas.
El FMI denuncia el abuso
de la contratación temporal en España. Aunque la institución destaca el robusto
ritmo de creación de empleo y aplaude las reformas emprendidas, la mayor parte
de los nuevos empleos son de carácter temporal, y la dualidad del mercado de
trabajo acentúa especialmente la volatilidad del empleo e inhibe la inversión
en capital humano y la productividad de los trabajadores. La contratación
indefinida debería ser más atractiva para el empresario, ofrecer mayor
seguridad jurídica a las empresas en materia de despido y permitir una mayor
flexibilidad en las condiciones de trabajo.
El FMI piensa que la
moderación salarial y una mayor flexibilidad del mercado laboral han
contribuido a que la economía española recupere competitividad y genere empleo
a buen ritmo. Aún así es prioritario fomentar la creación de empleo entre dos
colectivos muy sensibles: los parados de larga duración y los jóvenes de baja
cualificación.
El FMI piensa que la
recuperación española es sólida y los desequilibrios se están reduciendo. El
rebrote del consumo privado, de las exportaciones y de la inversión, ayudado
por las reformas aplicadas, sigue siendo el principal motor del crecimiento.
Las
medidas del Banco Central Europeo han supuesto un viento de cola decisivo para la recuperación de la economía
española, que incluso califica de "impresionante". "Se ha visto
beneficiada por impulsos favorables, tales como la política monetaria
acomodaticia del BCE y la relajación fiscal. Pese a un prolongado período de
incertidumbre política interna, el crecimiento del PIB real y la generación de
empleo siguen estando muy por encima de la media de la zona del euro". Se
prevé que la cuenta corriente registre su cuarto año consecutivo de superávit,
contribuyendo así al actual proceso de reequilibrio de la economía. Los
balances del sector privado, incluidos los del sistema bancario, han seguido
mejorando, se ha incrementado el acceso al crédito y los precios del sector
inmobiliario han repuntado.
Las áreas donde más se
precisa mejorar son: aumentar la productividad de la economía, aumentar el
tamaño de las empresas, la unidad de mercado, la educación y los bajos niveles
de inversión en I+D .
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El informe del FMI no
dedica ni una sola palabra a la creciente tasa de pobreza; ni al ascendente
número de personas en riesgo de exclusión social; ni al subempleo; ni a los
salarios medios que en términos reales llevan años decreciendo; ni al colapso
anunciado en el sistema de pensiones; ni a una competitividad basada en la
reducción de costes laborales; ni a que la sociedad española se está escindiendo
en dos:
a.- La parte que cree que
ahora si porque necesita creerlo y de momento no le han echado del trabajo.
b.- La parte que ha
quedado en la cuneta y ahí se va a quedar porque no es necesaria.
De todo eso y de cosas
parecidas, ni pío; pero no por cuestiones ideológicas o para oprimir a ‘las
clases populares’, sino porque ningún otro planteamiento tiene cabida en sus
esquemas de trabajo.
Lo anterior puedo
entenderlo porque es ‘su forma de hacer’, lo que no comprendo es que una
institución como el FMI diga que la recuperación de la economía española es
impresionante teniendo en cuenta como se ha producido, y en base a qué se ha
producido tal aumento.
España tiene una
productividad por hora efectivamente trabajada muy baja, un nivel de fraude
fiscal enorme, una tasa de economía sumergida de país subdesarrollado, una
estructura de PIB dependiente.
El FMI dice lo que dice
porque es imprescindible que la confianza en España no empeore a fin de que no
se encarezca la deuda de España y España deba pagar más de los 30 mM€ de
intereses de su deuda que ya paga y para que esa ciudadanía española que está
en la cuneta no se asuste ante el panorama que España tiene ante sí y no salga
a la calle diciendo que ya está harta de lo que sucede. Y por eso, por ejemplo,
el FMI recomienda que hay que contratar gente en las condiciones que sea a fin
de que el paro descienda y a los parados no les de por pensar en “cosas
inconvenientes”. Y por eso cada vez se habla con más normalidad y más
habitualmente de la renta básica o equivalentes.
Pero el FMI acierta en
una cosa: el problema de España es de ingresos mucho más que de gastos, lo que
sucede es que para que esos ingresos aumenten los gastos bajarán porque la
renta personal disponible es la que es … y nada apunta que vaya a aumentar para
una gran mayoría.
Lo de siempre: más dinero
para unos poquísimos y migajas para mantener callados a los parias y a pagar
los mismos de siempre, los que no pueden escaparse, porqué lo que es ganas,
tienen y muchas.
Formación y trabajo
En las áreas subdesarrolladas,
si tienen hijos por razones culturales y en las zonas desarrolladas —cada vez
hay mas ancianos y menos natalidad— menos mal que las razones principales para
tener hijos son emocionales, porque si las parejas se guiaran por razones más
racionales, visto el futuro que parece
les espera a la próxima generación —subempleo y un estándar de vida reducido a
lo básico—, se les pasarían las ganas de procrear.
Las parejas jóvenes que
subsisten con uno o dos hijos pequeños, se preguntan: ¿Realmente habrá dentro de unos años alguna
carrera universitaria que sirva para encontrar trabajo?
El otro día estuve viendo
un listado de trabajos con riesgo de ser automatizados y sentí un ligero
escalofrío pensando que decidiría estudiar si ahora tuviera que volver a elegir
estudios y carrera profesional. Es brutal. Tal vez elegiría algo vinculado con
la educación o con el cuidado a personas dependientes. No sé. ¡Superdifícil
elección!
Parece que la tendencia es
que las compañías diseñen recorridos formativos sobre temas que les interesan y
que encarguen a las universidades que preparen cursos y los impartan. Por
supuesto, quien esté interesado en algo deberá esforzarse en aprenderlo en plan
autodidacta. Sigue siendo válido mantenerse empleable y para ello recordar que
lo importante es saber hacer aquello por lo que alguien esté dispuesto a pagar,
sin que importe mucho como se ha obtenido el conocimiento o cuanto tiempo u
esfuerzo ha costado. Esta especialización del aprendizaje comportará
seguramente una reducción y concentración de centros universitarios.
Los grados y masters
convencionales o generalistas —muchos solo sirven para llenar líneas de currículo—
pienso que se irán extinguiendo al igual que el método de enseñanza
tradicional: un aula llena de alumnos y se sustituirán por grupos muy reducidos
conducidos por expertos en lo concreto que se enseñe. Los temas generales pueden
encontrarse en la nube. Las dudas también podrán resolverse por Internet, en
abierto o en plataformas de pago, ayudadas por videoconferencias, proyecciones
holográficas, interactuación, etc.
Un futuro difícil y a la
vez apasionante.
Reparto del tiempo de trabajo
La automatización y digitalización de procesos (entre otras innovaciones, impresión 3D, nanotecnología...) podrían reducir drásticamente la demanda de factor trabajo en el futuro.
Ante estos se oyen voces que claman por el “reparto del trabajo” o el reparto de las horas trabajadas por cada trabajador. Defienden que la reducción de la jornada laboral no es solo un medio para crear empleo, sino también la semilla de un modelo distinto de sociedad. El tiempo entre el trabajo obligatorio y la vida personal, entre la economía y la sociedad nos plantea la cuestión mas radical: el sentido de la modernidad tecnológica, la relación y el equilibrio entre los medios y los fines de nuestra existencia personal y colectiva. Mucho mas que una cuestión económica el reparto del trabajo es un dilema de civilización. El problema del tiempo moderno se puede abordar desde sus múltiples flancos: económico, sociológico, cultural, político, histórico, antropológico, psicológico e incluso filosófico… La tesis de liberar el tiempo de la servidumbre del trabajo es tan fuerte y sencilla de entender como políticamente compleja de aplicar: la revolución tecnológica de la información permite, y a la postre exigirá, reducir y reorganizar la jornada laboral, provocando una nueva distribución del tiempo entre el trabajo el tiempo necesario obligado y la vida, personal, familiar y social, el tiempo libre o disponible, reducir el tiempo de la economía y aumentar el que la sociedad y las personas necesitan para producirse y desarrollarse a si mismos.
Conceptualmente esta propuesta redistributiva puede encontrarse solidaria y hasta elegante, pero lo cierto es que no funcionaría porque lo que sucede es que cada vez se precisa menos factor trabajo y cada vez se va a necesitar menos y por ello, ¿qué repartir si con el empleo a tiempo parcial y temporal se cubre el trabajo que se necesita durante el tiempo que se necesita y además basta con pagar solo por ese trabajo?
Además el reparto del trabajo reduciría la productividad. Esto cuesta de entender con claridad a las personas que no han actualizado el concepto “productividad” a la situación actual.
Hasta los años 80 el concepto de “productividad” estaba vinculado con el de “producción”. Manteniendo la cantidad de operarios o de tiempo trabajado, se aumentaba la productividad para que aumentase la producción. A partir de los 80, cuando debido a la tecnología “generación de PIB” y “necesidad de factor trabajo” dejaron de estar vinculados, ese concepto de productividad comenzó a cambiar.
Hoy el objetivo es producir la cantidad que ahora sea conveniente producir del bien que se precise y con la calidad mínima adecuada. Antes, si 10 trabajadores en una hora producían 1.000 unidades y se intentaba reducir costes aumentando la productividad por trabajador —por ejemplo de 100 a 400— produciendo 2.000 unidades con sólo 5 trabajadores. El problema actual es que no se puede aumentar la producción hasta el infinito porqué no hay suficiente demanda. El problema viene cuando no son necesarias 2000 unidades, ni siquiera 1000, sino sólo 500 unidades y hacerlo con sólo un trabajador. Así la productividad se habrá mejorado hasta 500; es decir, la tecnología y su organización asociada ha desvinculado cantidad producida de productividad. (Como eso es muy difícil de aplicar a los servicios, la introducción de la tecnología está siendo lenta, pero cuando se introduzca la productividad se disparará. Por ejemplo, piensen en la telemedicina. ¿Se imaginan el aumento de eficacia del sistema global si el médico del CAP te pudiera visitar por teleconferencia, sin salir de casa para un simple resfriado o gripe, o para renovarte la receta electrónica).
Los que proponen el “reparto del tiempo de trabajo” permanecen anclados en la antigua concepción de la productividad, pero: ¿qué tiempo de trabajo se va a repartir si lo que se produce cambia y el objetivo es reducir el uso de factor trabajo?. Tengan en cuenta además que el reparto del tiempo de trabajo reduciría los salarios, con lo que el poder adquisitivo de los trabajadores se reduciría y como consecuencia debería aumentar muchísimo su productividad para reducir los costes lo suficiente para poder bajar los precios de los bienes y servicios de forma que estos trabajadores los pudieran comprar.
Pero incluso en procesos productivos mucho más reglados el reparto del tiempo de trabajo tampoco funcionaría. Cambios de turnos, conexión y desconexión en períodos de tiempo mucho menores, ... es al revés: jornadas un poco más largas con apoyo tecnológico adecuado mejoran la productividad y ... no sólo no reducen los salarios sino que pueden incrementarlos.
Hay que buscar otra solución, pero los cantos de sirena del “reparto de trabajo” hoy ya no funcionaría.
©JuanJAS
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