miércoles, 14 de diciembre de 2011

Saber tomar decisiones

¿Hay gente gafada? ¿Existe la buena suerte?
Todos hemos oído alguna vez que hay personas que están gafadas y otras que tienen buena suerte. Aunque esta afirma­ción no tiene ninguna base científica, la realidad es que nos sorprendería comprobar hasta qué punto mucha gente se lo  cree.
Todos nosotros, en el ejercicio de nuestra libertad, tenemos la capa­cidad de analizar los hechos, evaluar las distintas opciones que existen y, finalmente, elegir aquella decisión que consideramos más adecuada.
Esto es muy fácil de decir, pero, en la práctica, a la mayoría de las personas les falta seguridad o confianza en si mismos a la hora de tomar decisiones. Es muy probable que todos conozcamos a perso­nas que se ponen auténticamente enfermas cuando tienen que tomar decisiones importantes; se “agobian” e incluso pueden llegar a bloquearse hasta el extremo de quedarse paralizadas. El tener que elegir, les puede sumir en la angustia y en la inquietud.
Tomar decisiones es consustancial a nuestra condición humana, pero hay quien se pasa toda su existencia intentando evitar esta opción. Prefiere, incluso, dejar su vida en manos de los demás, antes que asumir la responsabilidad, y la oportuni­dad, de decidir.
Algunos no toman decisiones porque les resulta imposible controlarlo todo. Y es cierto que, por mucho que lo intentemos, no podemos tener todo bajo control, pero sí que somos responsables de la mayoría de las cosas que nos suceden.
Si lo pensamos detenidamente, veremos que podemos ele­gir la manera de enfrentamos a las distintas circunstancias y avatares de la vida, y es ahí donde radica una de las claves de la felicidad.
A veces, nuestra posibilidad de elección es pequeña, ¡pero existe!, y lo último que debemos hacer es bloquearnos antes de haber evaluado todas las opciones.
Recordemos que una persona «resiliente» (positiva, perseverante, luchadora, capaz de superar adversidades y ser más feliz) verá siempre una salida, por pequeña que sea.

Es precisamente al decidir, al elegir, cuando nos vamos formando como personas con capacidad para disfrutar de la vida y nos convertimos en una persona «resiliente».
Un ejemplo es lo que le ocurrió al piloto de motos Isidro Esteve, campeón de España de enduro, de raids, y participante en el rally París-Dakar, al que un terrible accidente lo postró en una silla de ruedas. Su historia es un ejemplo maravilloso que demuestra que no son solo las circunstancias las que determi­nan cómo nos sentimos; es verdad que estas pesan, y mucho, pero lo que de verdad influye en nuestros sentimientos es la forma en que nos enfrentamos a las situaciones.
Muchos se habrían hundido con mucho menos de lo que le ocurrió a Esteve; habrían dicho que el accidente representaba una catástrofe que les había truncado toda su vida, destrozando su presente y robándoles el futuro.
Que alternativa tomar: pastilla azul o roja.
Es posible que algunas personas justifiquen esta actitud de derrota, de queja y de un sufrimiento tan inútil como estéril; sin embargo, nuestro hombre consiguió transformar un hecho dramático en una experiencia positiva. En su libro titulado “La suerte de mi destino”, Isidro se nos muestra como una persona fascinante, feliz y «resiliente».
Es verdad que hay quienes parecen tener lo que podríamos lla­mar «mala suerte». Todos conocemos a personas maravillosas que han hecho lo imposible por salir adelante y, después de todo ese esfuerzo, les sobreviene una catástrofe; por ejemplo, una enferme­dad grave, la muerte repentina de un ser querido o la ruina econó­mica. Pero incluso en esos casos, en los que la vida nos coloca ante situaciones muy duras, difíciles de resolver o incluso imposibles, porqué su solución depende poco o nada de nosotros mismos, podemos elegir la forma de enfrentarnos a ellas.
Podemos hundirnos o levantarnos; podemos tirar la toalla o luchar con todas nuestras fuerzas y con lo mejor de nuestra inteligencia; podemos desesperarnos o buscar alternativas que nos ayuden a recuperar la confianza y la ilusión al lado de las personas que nos quieren y nos apoyan de verdad, no sólo de palabra.
Esta es la diferencia entre dejarse hundir lentamente en el fango o escoger ser feliz en nuestra vida futura.
Pero, para ello hay que ser valiente y tomar decisiones difíciles y arriesgadas. Hay que apostar por el futuro.
Recordemos que toda crisis supone una oportunidad. Nuestro futuro será muy diferente dependiendo de las decisiones personales que decidamos tomar y llevar a la práctica.
©JAS2011

PD.- 
Mente clara: buenas decisiones
Mantener nuestro espíritu lleno de alegría nos hace libres
El juego del poder no consiste en ganar dinero, sino en tomar buenas decisiones.
Para tomar buenas decisiones:
No tomarse libertades indebidas, informarse bien, pedir sabiduría (consejo a quien sabe), no posponer la decisión y poner manos a la obra. Evaluar los resultados y hacer cualquier cambio necesario.

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