Zygmunt Bauman nos ha dejado a los 91
años después de haber publicado 57 libros y más de 100 ensayos. Desde su primer
trabajo acerca de el movimiento obrero inglés, los movimientos sociales y sus
conflictos han mantenido su interés. Sus obras de finales de los 80 y
principios de los 90 analizan las relaciones entre la modernidad, la
burocracia, la racionalidad imperante y la exclusión social.
Zygmunt Bauman se pregunta en su último
libro: ¿la riqueza de
unos pocos nos beneficia a todos?. Está claro que la riqueza acumulada por las clases más ricas no se ha filtrado en absoluto
hacia abajo ni nos ha hecho más ricos al resto, ni nos ha hecho más seguros y
optimistas respecto a nuestro futuro y el de nuestros hijos, ni tampoco nos ha
hecho más felices.
Keynes escribió que “La avaricia es un vicio,
la práctica de la usura es un delito, y el amor al dinero, por el dinero mismo,
es detestable…” Puede que así sea o no, pero hoy en día, la desigualdad es una
evidencia. No sólo entre países, sino dentro de todas las sociedades. Hoy, el
país más rico, Qatar, alardea de tener una renta per cápita 428 veces más alta
que el país más pobre, Zimbabue.
¿Porqué no valoramos los fines por encima de
los medios y preferimos lo que es bueno a lo que simplemente es útil?.
Después del terrible atentado del 11-S, George
W. Bush, animó a los norteamericanos a superar el trama y volver a la
normalidad, diciéndoles: “¡volved a ir de compras!”. Nos han hecho creer que el
camino de la felicidad es ir de compras.
Estos días en que atardece pronto, las calles
están desiertas y los centros comerciales llenos a rebosar. Lógico, porque desde
la cuna hasta la tumba los medios nos educan y nos entrenan para usar las
tiendas como farmacias llenas de medicamentos que curan o al menos mitigan
todos los males y aflicciones de nuestras vidas y de nuestras relaciones con
los demás. Como también nos han ensañado a medicar nuestros problemas Por su parte las farmacias las usamos para
medicar los problemas
Vivimos en una gran farmacia global. Todo se
cura consumiendo. Si no consumes corres el peligro de que el resto de la manada
te excluya. Lo mismo sucede cuando alertas sobre los perniciosos efectos del
consumismo desbocado. El hombre y la mujer son los únicos mamíferos que
tropezamos repetidamente en la misma piedra, y por ello sirve de poco constatar
por uno mismo que la euforia que proporciona el consumo es puntual y tiene
efectos cada vez menos duraderos, cuanto más se practica.
El mundo parece estar bien protegido, no
contra las catástrofes, sino contra sus profetas. Si avisas modestamente que no
vamos bien o planteas otra forma de hacer las cosas, pronto dejan de
escucharte, de leerte y te excluyen del grupo por “raro”.
Los regalos, son más valorados cuanto más de
moda y más caros se venden en la boutique de moda y por ello no son bien vistos
los que se resisten a los cantos de sirena de las marcas y osan pasar el tiempo
enfrascados en alguna actividad que no que no implique “comprar” algo.
https://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/las-arrugas |
Por suerte hay muchas formas de distraerse y hasta
divertirse aprendiendo algo. En los fríos días hibernales siempre recuerdo con
cariño aquellos ratos de mi niñez en los que mi abuela me explicaba un cuento. Automáticamente
pienso en lo bien que lo hubiera pasado con mi madre, si ella hubiera tenido
los medios que Internet nos brinda en la actualidad. En una sola página web podemos encontrar cuentos cortos, cuentos narrados, con dibujos, clásicos, ideas y
recursos,… Todo lo necesario para divertirse
con los niños, al tiempo que se les educa en casa utilizando cuentos breves y
con valores en múltiples formatos multimedia y con indicaciones sobre cómo
aprovecharlos al máximo, e incluso cómo crearlos.
¡Que felices hubieran
sido nuestras abuelas si hubieran tenido los medios que tenemos ahora!..., y lo
bien que lo hubiéramos pasado nosotros. Los tiempos han cambiado y seguro que los
niños también lo han hecho, pero no se si tanto como parece. Tal vez también
tenga que ver que los mayores no sabemos aprovechar adecuadamente los medios
gratuitos con los que contamos.
¿Vale la pena correr como
hámsters para ganar dinero para comprar cosas que pensamos que necesitamos a la
vez que descuidamos cosas realmente más necesarias?
¿Qué piensan ustedes?
©JuanJAS
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