viernes, 1 de enero de 2016

Deseos para el próximo año


Hoy que empieza el año nuevo quiero compartir con ustedes esta reflexión.
Todos tenemos muchos tipos de inteligencia —a veces la emocional la tenemos un poco oxidada—; también tenemos una herramienta muy potente, que es la comunicación. Aprovechemos esta habilidad humana para comunicarnos más y hagámoslo con honestidad, sinceridad y humanidad.
La función principal de la inteligencia es dirigir bien el comportamiento, aprovechando para ello su capacidad de asimilar, elaborar y producir información. Nuestra inteligencia nos permite tener ideas buenas y no tan buenas para afrontar los retos que se nos presentan en la vida. La buena noticia es que podemos mejorarla, porque el cerebro humano tiene una fantástica plasticidad y cada nueva cosa que aprendemos lo rediseña de alguna manera.
El físico Werner Heisenberg, escribió: «La realidad no nos enseña nada. Tan sólo se limita a responder nuestras preguntas. Si no le pedimos nada, no nos dirá nada», por tanto no debemos perder ocasión de practicar para enseñar a nuestra inteligencia a encontrar posibilidades. 
Nuestro entorno se parece a un almacén de pirotecnia, que espera que le acercamos una cerilla para iluminar el cielo con palmeras encendidas o para producir una catástrofe. Lo que necesitamos conseguir es el talento, que nos permita utilizar bien nuestras habilidades y capacidades para dirigir nuestra acción hacia una vida exitosa.
Todos conocemos a alguien que asegura que «Soy como soy y no puedo cambiar». Los amantes de las fábulas nos contarán la de «La rana y el escorpión» para dar pátina intelectual a su afirmación. Nos recomendarán que no tratemos de engañarnos con un posible “tonto y malo” creyendo que es o puede ser diferente, porqué hay personas que sacaran sus peores instintos sin importarles las consecuencias de sus actos ni dañar a quien le tendió la mano. 
Personalmente pienso que tienen razón, pero no toda. Para mi, el corolario debería leerse «Somos aquello que somos, más el conjunto de nuestras posibilidades». La buena noticia es que la mayor parte de nuestras destrezas son aprendidas y siempre podemos continuar aprendiendo otras nuevas. Aprendiendo lo que nos hace mejores y desaprendiendo lo que nos resulta un lastre. Sólo hace falta dejar de echarle la culpa de todo lo malo a los demás, incluso a nuestros genes o a nuestra primera educación, y entender que ¡querer es poder! y asumir que aunque sea difícil elegir y controlar lo que nos sucede en la vida, es sólo responsabilidad nuestra elegir como responder a cada situación. 
Depende de nosotros elaborar un proyecto personal y trabajar con ilusión y perseverancia, haciendo lo que sea necesario para ser más brillantes, ingeniosos, creadores y inteligentes. ¿Más que quién? ¡Más que nosotros mismos!. El objetivo no es competir con los demás, nos basta con mejorar nosotros mismos. 
Cuando empecemos a reflexionar para elaborar nuestro proyecto personal para este año que hoy comienza, podemos ayudarnos de una lista de propósitos generales. Lista que repasaremos y practicaremos en el día a día para aligerar la mochila que todos llevamos llena de cosas, muchas veces no tan importantes como parecen, y para adquirir el hábito de valorar lo que de verdad vale la pena. A menudo lo tenemos cerca nuestro y no le hacemos el caso de que deberíamos. 
Sería fantástico que leyerais mi lista con calma y reflexión y la completarais con vuestra experiencia. Sabéis lo mucho que aprecio las ideas críticas y razonadas reflexiones que me regaláis.
Un abrazo virtual para todos vosotros y ¡Feliz Año 2016!
© JuanJAS



Lista de propósitos para el año 2016


1. Dejar de necesitar un ultimátum de los gordos para empezar a priorizar en serio y atender primero las cosas importantes en lugar de las que parecen urgentes o nos gustan más que hacer.
2. Valorar la gente que consigue el milagro de que todo parezca fácil y normal, porque se han preparado toda la vida para ser extraordinarias en circunstancias normales.
3. Recordar que hay dos tipos de personas, las que aprenden tanto de la derrota como del poder y la gloria. Estimar las que son generosas, nos regalan sus tesoros sin miedo, comparten sus ideas y nos enseñan. Admirar las que llegan al lugar de los elegidos sin perder la mirada tierna ni el acariciar compasivo.
4. Entender que nada cura más que saberte y sentirte amado, apreciado y valorado.
5. Aprender a conservar cerca de ti las personas que amas y valen la pena, y huir de los que te hacen la vida imposible. A estas, mejor soltarlas —en ocasiones, obligarlas a marchar— teniendo presente que incluso en ocasiones extremas, en que a pesar de todo el mundo cambia, la mala gente no deja de serlo e incluso puede empeorar.
6. Entender que el miedo a cosas o pensamientos absurdos y banales o a los pequeños problemas de la vida diaria, no nos pueden paralizar. Tan sólo hay que ocuparse, de los problemas que vamos hallando, con algo de resiliencia.
7. Expresar más a menudo nuestros sentimientos a la gente que nos importa, sobre todo los buenos y agradables. No ahorramos nunca un beso ni perdernos ninguna ocasión de reír, llorar o hacernos un abrazo sentido.
8. Tener presente que nunca ofende el que quiere sino el que puede. Por ello no hay elogio mayor que ser acusado de ingenuo por un cínico, de sensible por un tronco, de honesto por un falso y mentiroso, de sincero por un hipócrita, de honesto y transparente por un maquiavélico manipulador, de equilibrado por un irreflexivo.
9. Aprovechar cualquier ocasión para aprender de personas increíbles y mejorar como personas.
10. Recordar que en la vida encontramos vivencias buenas y malas. Cuando el mar está calmado tenemos que actuar con responsabilidad y aprovechar la bonanza para mantener cerca de nosotros personas pacientes, fieles a sus ideas pero dialogantes, resistentes y luchadoras, empáticas, inteligentes, que buscan mejorar como personas, que encuentren soluciones y las compartan con nosotros. Cuando el viento se gire y encontremos dificultades o desgracias, tendremos la ocasión de valorar la madurez de las personas que nos rodean. En estos momentos es cuando necesitaremos cerca de nosotros personas que estén dispuestas a hacer lo que sea necesario para ayudarnos a mantener el optimismo y seguir desarrollando nuestras potencialidades.



Fábula de la rana y el escorpión:

Una vez, un escorpión pidió a una rana que le ayudara a atravesar el estanque llevándolo a hombros.
-No —le dijo la rana—, porque me picarás con el aguijón y me matarás.

-¿Como quieres que lo haga? —Le respondió el escorpión—. ¿No ves que entonces yo también me ahogo?
El argumento convenció a la rana, que permitió que el escorpión le subiera a la espalda y comenzó a atravesar el charco. Cuando estaban en la parte más honda, el escorpión picó a la rana, que, mientras se moría, le preguntó:
- Pero ¿por qué lo has hecho?
- ¡No lo he podido evitar! —le respondió el escorpión ahogándose—. ¡Es mi carácter!.



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