Actualmente, por cuarta vez en la historia humana, el mundo se encuentra al borde de una nueva revolución industrial. Avances en producción y tecnología están a punto de liberar un valor sin precedentes; no sólo para la economía mundial, sino también para toda la humanidad.
A diferencia de las tres anteriores, esta Cuarta Revolución Industrial debe definirse como una revolución que abarca más que avances tecnológicos.
La cuarta revolución industrial está interactuando con otros factores socioeconómicos y demográficos que crean una tormenta perfecta de cambio de modelo de negocio en todas las industrias, afectando de forma importante en los mercados de trabajo. Aparecerán nuevas categorías de puestos de trabajo, desplazando en parte o totalmente a otros que conocemos actualmente. Las habilidades requeridas tanto en las viejas como en las nuevas ocupaciones cambiarán en la mayoría de las industrias y transformarán la forma de trabajar y dónde hacerlo. También puede afectar a los trabajadores masculinos y femeninos de forma diferente y transformar la dinámica de la brecha de género de la industria. En el informe “The future of Jobs” del WEF —el futuro de los empleos—se puede leer información específica sobre la magnitud relativa de las tendencias de la industria y la geografía, y el horizonte de tiempo esperado para su impacto en las funciones de trabajo, los niveles de empleo y habilidades que se requerirán para ser empleable.
La Cuarta Revolución también impulsa una revolución en nuestros valores; una revolución en la que las empresas utilizan su ciencia, su escala y su inteligencia para abordar los desafíos más grandes del mundo.
¿Cuáles son esos desafíos? Tal como el psicólogo Abraham Maslow escribió en 1943, la sociedad se define, desde su base, por la búsqueda de alimentos, agua y seguridad. Estas son nuestras necesidades más básicas; los precursores esenciales a los que Maslow llamó la más profunda búsqueda de “la actualización propia… para convertirse en todo lo que uno es capaz de convertirse”. En otras palabras, antes de que la humanidad pueda alcanzar su verdadero potencial, el mundo debe enfocar su atención en satisfacer las necesidades más esenciales de los seres humanos.
Estas necesidades, ya apremiantes, serán aún más profundas en las próximas décadas. En 10 años, 1,8 mil millones de personas vivirán en regiones donde el agua potable será difícil de conseguir. En 15 años, el 40 % de las personas en la Tierra no tendrán viviendas adecuadas. Y hacia el año 2050, la población mundial alcanzará los nueve mil millones, lo que provocará que la demanda de alimentos aumente en un 60%.
Estos son desafíos trascendentales. Pero también nos presentan una oportunidad increíble y única para redefinir el rol de las empresas en la sociedad.
En lugar de aspirar a la innovación por la innovación misma, es momento de enfocar nuestros esfuerzos innovadores en satisfacer las necesidades de la humanidad. Todas las empresas tienen un rol que cumplir. Ya existen compañías que trabajan para que sea más fácil purificar el agua, para ayudar a los agricultores a sembrar cultivos más resistentes a las sequías, para generar viviendas que utilicen la energía de manera más eficiente y que sean más económicas, y muchas cosas más. A una velocidad sin precedentes (y a una escala amplia y global) las empresas privadas están brindando tecnologías transformadoras y están facilitando avances que transforman nuestra realidad, ayudando a que las personas vivan vidas más largas, saludables y productivas.
Esta innovación no es caridad. Se basa en el reconocimiento de que la empresa tiene un rol único e indispensable para impulsar el progreso. El propósito más puro de las empresas, después de todo, es resolver problemas y satisfacer demandas. Y, de hecho, las compañías de todo el mundo están descubriendo con mayor frecuencia que les puede ir bien no solo mientras hacen algo bueno, sino por hacer algo bueno.
Las empresas invertirán muchos miles de millones para incorporar el valor de la naturaleza y de la sociedad en todo lo que hacen, al mismo tiempo que enfocan el poder de nuestra ciencia y la pasión de sus trabajadores a desarrollar soluciones para los desafíos más significativos del mundo. Al colaborar con nuevas y más profundas maneras de fortalecer la salud de las personas, el planeta y las empresas, estiman que sus inversiones les permitirán recuperar cada dólar gastado, y obtener mil millones más.
Si todos seguimos intentando llegar más lejos, buscando nuevos modos de responder a antiguos interrogantes sobre cómo satisfacer las necesidades más básicas de la humanidad, mil millones más de mujeres y hombres tendrán la capacidad (de hecho, serán liberados) para ir más allá de solamente alimentar y proveer un techo para sus familias. Tendrán el poder para intentar alcanzar sus más altas aspiraciones y mejorar sus vidas, las de sus seres queridos y las de las comunidades a su alrededor.
Este es el verdadero potencial de la Cuarta Revolución Industrial. Y la medición de su éxito se reducirá a saber si los equipos directivos hacen algo más que simplemente redefinir la función de la tecnología en las empresas. Deben redefinir el rol de la empresa en la sociedad. Si lo hacen, el desarrollo más importante de la Cuarta Revolución Industrial no será la impresora 3D ni la Internet de las cosas. Será el progreso que los avances como estos logran para toda la humanidad.
Les recomiendo leer el informe y por extensión todos los que publica el World Economic Forum si quieren formarse una idea de por donde irá el mundo en los próximos años.
¡Buena lectura!
©JuanJAS
The Future of Jobs
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