miércoles, 22 de febrero de 2017

¿Debemos acoger más refugiados o no?

El domingo pasado el colectivo “Casa nostra, casa vostra” organizó una manifestación en Barcelona bajo el lema “Prou excuses. Acollim ara!” (Basta de excusas, acojamos ahora).
“Casa nostra, casa vostra” (nuestra casa, vuestra casa) es una campaña que nace de un gran grupo de personas independientes que trabajan en el mundo de la comunicación y que, el pasado 9 de mayo de 2016, curiosamente el día de Europa, coincidieron en los campos de refugiados de la frontera de Grecia con Macedonia haciendo proyectos profesionales o de voluntariado.
A la vuelta, vieron claro que tenían que denunciar lo que habían visto y que tenían que hacer algo para cambiar la situación de las personas refugiadas y migrantes. Poco a poco, fueron sumando complicidades de muchas personas que querían dar respuesta a la llamada "crisis migratoria" que vive el Mediterráneo.
Cuando notaron que el proyecto estaba creciendo, se dieron cuenta enseguida que la tenían que compartir y que tenían que abrir el proyecto para que la sociedad civil y las entidades pudieran participar en el mismo.
Ahora, “Casa nostra, casa vostra” son un grupo de personas independientes y un conjunto de entidades del país. Son cultura y son sociedad civil. Son arquitectos, periodistas, obreros, abogados, autónomos, personas en paro, intelectuales y estudiantes. Y comparten una profunda preocupación por la situación que viven miles de personas migrantes y desplazadas a la fuerza, dentro y fuera de la Unión Europea.
Quieren acoger a personas que huyen de las guerras, del hambre, de la persecución política, por motivos de orientación sexual o por sus creencias. Pero también quieren acoger aquellas personas que ya están aquí y siguen teniendo dificultades para desarrollar una vida digna. A todas estas personas les quieren decir: “nuestra casa es vuestra casa”. 
Que nadie tome estas declaraciones en sentido literal, porque de ser así, todos los refugiados que la UE ha asignado a España par que las acoja en sus territorios durante el 2017 (16400) estarían ya acogidos y sobrarían el triple de plazas para acoger más inmigrantes. Y eso sólo en Catalunya, donde no se si la gente es más solidaria pero si es donde se montan más manifestaciones para sensibilizar sobre este problema. Lo que realmente quieren muchos de los que trabajan en temas relacionados directa o indirectamente con la inmigración y los refugiados —subvencionados con parte de los impuestos que pagan los contribuyentes españoles— es que las instituciones catalanas y del Estado dediquen inmediatamente más medios materiales y profesionales. Como los ingresos fiscales no aumentan, ello representa desviar hacia esta causa medios que se dedican a otros menesteres. 

En su web anuncian que ya son 73591 las personas que han firmado el manifiesto y piden que una parte mayor de los impuestos que se recaudan en el Estado se transfieran a sus organizaciones (.org) para que puedan atender por su cuenta y con poca coordinación a nivel global (ni estatal ni mundial) a estas personas migrantes-refugiados y a salvaguardar sus “derechos”, para que ningún ciudadano insolidario se los quite.
El recorrido de la manifestación quiso simbolizar que la ciudadanía salía del centro de la ciudad y acababa llevando su clamor hasta el Mediterráneo, el mar donde el año pasado murieron 5.000 personas, que no pudieron ser salvadas por los fuerzas de salvamente que sufraga el estado directa o indirectamente.
Había siete bloques encabezados por grandes pancartas.
La pancarta del primer bloque decía: “Prou excuses. Acollim ara!” (Basta de excusas. ¡Acojamos ahora!) y la llevaron un grupo de personas refugiadas y migrantes.
La pancarta del segundo bloque pedía: “No més morts. Obrim fronteres!” (no más muertos. Abramos las fronteras) y la sostenían representantes de organizaciones sociales que trabajan en temas relacionados con la migración y los refugiados.
En la pancarta del tercer bloque proclamaba: “Catalunya, terra d’acollida” (Catalunya, tierra de acogida). 
En el cuarto bloque se manifestaban un grupo de personas migradas.
En el quinto bloque los jóvenes. 
En el sexto la Xarxa Educativa (Red educativa), que en los últimos meses ha difundido en las escuelas el clamor por la acogida de refugiados movilizando a la comunidad educativa e intentando movilizar a las familias. 
En el último bloque se colocaron el resto de los ciudadanos que quisieron sumarse a la manifestación profusamente difundida por algunos medios y los canales de televisión locales y autonómicos. El fin de semana anterior ya se había celebrado el gran concierto pels Refugiats en el Palau San Jordi retransmitido por TV3.
La marcha bajó por la Vía Laietana, continuó por la calle doctor Aiguader y llegó al parque de la Barceloneta. Allí, había una escenografía realizada por la Fura dels Baus, mientras en el puerto estaba atracado el velero Astral, de Proactiva Open Arms. El grupo Barcelona Gipsy Balkan Orchestra puso la música y se habilitó un escenario donde se realizaron los parlamentos. Además de la intervención de los coordinadores de la campaña “Casa nostra, casa vostra”, hablaron dos personas refugiadas: Dara Ljubojevic, que llegó a Catalunya durante la guerra de los Balcanes, y Meera M. Zaroor, procedente de Siria hace tres años. La marcha estuvo dinamizada por diversas colles castelleres, el grupo de percusión Blocquilombo de Girona, los tabales del club Esplai Bellvitge de Fundesplai, una colla de diables La Malèfica del Coll y la Batukada de Batucargol Gràcia. Toda una manifestación festiva a la que acudieron según la organización 150000 personas que pidieron al Parlament de Catalunya que instara al Govern de Catalunya a que por unanimidad “realizara las acciones necesarias” para acoger un mínimo de 4.500 personas refugiadas ya que el Gobierno de España se comprometió a acoger 10.772 en un plazo de dos años, y “por ahora la tasa de cumplimiento apenas llega al 10%”.
La manifestación también reclamó “herramientas efectivas para mejorar” la acogida de las personas refugiadas una vez establecidas en Catalunya con “medidas concretas en sanidad, educación y vivienda” especiales para ellos.
¡Ya está!. La “mani” fue todo un éxito. Multitudinaria y super-transversal.
Ahora toca trabajar, concretar, buscar y encontrar a alguien que ponga los recursos necesarios y los mantenga el tiempo necesario preservando a la vez la paz social, porque no olvidemos que por mucho que se venda la imagen de que todos somos muy acogedores y progres —el que diga lo contrario es tildado directamente de xenófobo, racista y otras palabras aún más gruesas—, a la hora de la verdad, todos nos preocupamos “primero por los de casa”, aunque también digamos —es lo políticamente correcto— que hay que atender a los demás, pero con el dinero que paguen otros si puede ser.
¡Cuánto se echa en falta, en estas ocasiones una verdadera democracia participativa!
¡Que bien iría, para este tema y para otros muchos, que se preguntara a “todos los ciudadanos” al estilo suizo, ¿qué es lo que realmente opina? ¡Mójese! ¿Qué quiere que se haga en su país, con sus recursos y con su dinero?. ¿De donde quiere que se quite la partida que se va a destinar a este tema?
Si sólo “enfocamos el objetivo” en un colectivo concreto o en un asunto concreto, siempre obtendremos una información incompleta y sesgada. Y entonces, ¿saben cual será el principal perjudicado de cualquier decisión que se tome?. Los que necesitan la ayuda real.
Ya sabemos que España ha sido y es un país de emigrantes y Catalunya una tierra que, a lo largo de su historia y por diversas razones, ha acogido muchos inmigrantes. Tantos a acogido que se dice que actualmente menos del 30% de residentes tienen abuelos nacidos en Catalunya. Pero ¿porqué nadie —político, dirigente, líderes de sociedad civil— responde a los interrogantes que les preocupa realmente a los españoles y catalanes de hoy en día?. 
Es un hecho que este problema migratorio actual tiene aspectos muy diferentes si e los compara con los grandes movimentos migratorios del pasado. En poco se parecen los emigrantes de hace 70 años con los actuales y poco se parece la situación en términos de bienestar de las sociedades en las que esos refugiados quieren emigrar. 
Busquen y miren como iban vestidos los refugiados de nuestra guerra civil que intentaban llegar a Francia o Méjico y como van vestidos los refugiados sirios actuales.
Miren con que medios llegaban los emigrantes del sur de España a Catalunya en los años 60. Con pocas ropas y con menos dinero. Investiguen que medios se les facilitaban para que pudieran subsistir los primeros meses en la tierra de acogida: Ni sanidad, ni techo, ni trabajo seguro, ni abogados, ni psicólogos, ni por supuesto ninguna ayuda monetaria. Porqué tanta gente se niega a recordar que en nuestra Guerra Civil las personas morían igual de cruentamente que en cualquier otra guerra actual y recién acabada la guerra pasaban al menos tanta hambre como en las actuales.
Algunos dirán: son otros tiempos y no estamos tan mal como antes. Es verdad, aunque al mismo tiempo en todos los medios nos quejamos a diario porque muchos niños no tienen que comer en su casa, no pueden calentarse porque son pobres energéticos y no pueden pagar la electricidad o el gas, con sus padres sin empleo, en riesgo de pobreza extrema, etc. En cada caso sólo focalizamos en una “necesidad” y pocas veces analizamos el cuadro completo.
¿Sabemos cuantos subsaharianos entran cada día por las vallas de Ceuta o Melilla? 
En el último asalto a la valla de Ceuta entraron 500 subsaharianos y resultaron heridos 25 inmigrantes y 11 guardiaciviles. En 2015 entraron de forma irregular 11624. En 2016 entraron 5445 y 70 personas murieron ahogadas. Hay que contar estos entre los refugiados-inmigrantes acogidos o estos se cuentan aparte?
¿Qué capacidad tenemos de acoger a la gente que intentan saltar la valla, llegan en patera a las plazas andaluzas o son rescatados en tránsito marítimo?.
¿Sabemos cuantas personas se rescatan y acogen en España cuando intentan cruzar el Mediterráneo? 
¿Sabemos cuantas personas entran por los aeropuertos o por las fronteras con visados vacacionales y cuando expiran se quedan en nuestro territorio?
¿Sabemos cuantos emigrantes asiáticos están “camuflados” en nuestro país disfrutando del estado del bienestar y sin aportar o aportando poco a la Seguridad Social?
¿Porqué nadie habla de la hambruna en Sudán del Sur donde están afectados más de 4 millones de niños?
¿Construiremos edificios autoabastecidos de doscientas plantas para poder acogerlos? ¿Con que capital? ¿Acogeremos a uno cada uno en nuestra casa (varios millones)?
Se habla de que unos países o regiones son más solidarias que otras, pero ¿realmente es así?. Por ejemplo, Alemania es el país que más refugiados a acogido y el que primero abrió sus fronteras; pero ¿las abrió para todos, por orden de llegada? ¿Qué “tipo” de inmigrantes refugiados ha acogido Alemania? ¿Todos los que han querido o solo los que tenían medios para pagarse una estancia y cualificación académica y laboral suficiente para cubrir un puesto de trabajo disponible? ¿Lo saben con seguridad?
Además de gritar: ”¡Esto inhumano, hay que hacer algo!”, hay que investigar, obtener respuestas serias y convincentes y contarlo a la ciudadanía para que decida y actúe con conocimiento de causa. 
No sirve de nada pedir que se atienda a los necesitados del mundo si no se tiene un plan global y eficiente para hacerlo. ¡Hay que hacer algo! grita la gente sensible. Pero ¿el que?, porque hacer, ya hay muchas personas e instituciones que hacen mucho. Aunque no lo parezca se gasta mucho dinero y mucha energía humana, aunque tengamos la sensación de que no se resuelve nada, que siempre estamos igual o peor que antes.
¿Es lógico que por un lado denunciemos que en nuestro país hay demasiadas personas al borde de la pobreza y por el otro que queramos fronteras abiertas para que todo el que crea que lo necesite venga a disfrutar de nuestro, cada vez más escuálido, "estado del bienestar"?. 
Además, estos recién llegados contarán con un “Programa estatal” que dura de 18 a 24 meses con la colaboración de 4 entidades (Cruz Roja, etc.). Se les da vivienda, comida, se les busca trabajo (boca oreja). Este periodo se pretende complementar con un “Programa catalán de refugi” que les facilita el poder acceder a los servicios sociales hasta tres años más después de haber agotado la prestación estatal.
Y estos refugiados-emigrantes que quieren ser acogidos en nuestro país, ¿dónde piden que se les instale? ¿Quieren instalarse en la capital (Barcelona) y capitales principales o se acomodan a establecerse en cualquier pueblo del territorio (45 municipios se han ofrecido), en el que faltan niños y gente joven y donde sería más fácil compartir los recursos que precisan y demandan (principalmente sanidad y escuelas)?
Parece que en Barcelona ciudad hay más de 3000 personas sin techo, algunos están atendidos puntualmente en albergues y otros, por múltiples circunstancias, están en la calle porque parece que no admiten la ayuda que se les brinda. Aún así, todos vemos personas pidiendo limosna en la calle, escarbando containers de basura o depósitos de ropa para reciclar. Conocemos a personas que no pueden pagar el alquiler o la hipoteca y se les desahucia, pobres energéticos, pobres alimentarios… Pobres, pobres, pobres. Pobres severos y otros que temen serlo en el futuro próximo. Con este panorama, ¿Cómo se resuelve el miedo de los residentes, que viven en condiciones de exclusión social o próximos a ella? ¿Cómo se cambia el criterio de las personas que ven a las personas acogidas como competidores en la búsqueda de trabajo, en el acceso a los recursos sanitarios y educativos, y la sensación de que puedan esconderse entre los recién llegados, posibles terroristas?
El tema es complejísimo y no basta con expresar la solidaridad verbal. Cada uno debería empezar por colaborar personalmente con “sus medios privados” por resolver los problemas que observa a su alrededor. Después sería el momento de ampliar el circulo de competencia con los medios que sobraran, porque acoger en nuestro territorio a toda la humanidad que vive peor que nosotros es una utopía. Sólo pedir que “otros” pongan más medios (privados o públicos) para resolver los problemas del mundo sirve para poco y además enfada a muchos contribuyentes que pagan sus impuestos, cuidan su entorno, mientras ven como muchos estafan y roban a tutti plen mientras viven a cuerpo de rey y no devuelven nunca lo robado. Y encima les mienten, les dicen que "la justicia es igual para todos" y que lo de "Hacienda somos todos" no hay que tomárselo al pie de la letra, mientras les piden que colaboren más y más con las mil y una causas benéficas, para que se pueda investigar y avanzar en la búsqueda de soluciones a enfermedades, etc.
Todos los consumidores pagamos impuestos indirectos, algunos además pagan impuestos pagan de forma directa. Bastantes menos ayudan de forma directa a quien tiene necesidad en su entorno o colabora con alguna ONG o www.xxxxxx.org. También hay quien habla y pide con vehemencia a los demás que sean solidarios y colaboren, mientras ellos mismos no dan ni hacen nada porque se excusan con que no tienen nada que dar. Todos sabemos que esto es una burda excusa porque en la mayoría de los casos es mentira. Todos tenemos algo con lo que colaborar aunque no sea dinero. El comportamiento de este último tipo de personas son los que ofenden a los anteriores que colaboran poco o mucho pero sin alardear de ello. Hagan una relación de todas las personas y organizaciones que les “piden su aportación” desde que salen de su casa a lo largo del año. Y a algunos todavía les parece poco. Nunca es suficiente. ¿No será que está mal enfocado todo este tema de la solidaridad-acogida-guerras?
Un tema para reflexionar.
No dejen de hacerlo y compartir sus conclusiones razonadas y factibles, sin confundirlas con los deseos que todos tenemos de vivir en un mundo mejor y más justo. 
©JuanJAS

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