jueves, 2 de febrero de 2017

El futuro del trabajo: ¿Peligro u oportunidad?


Lo que se entendía por “trabajo” en las últimas décadas del siglo pasado ha pasado a la historia y evoluciona a una velocidad de vértigo, aunque muchos no sean conscientes de ello o no quieran serlo. Hoy en día, las personas que tengan “trabajo remunerado”, mejor o peor remunerado, que lo celebren, que lo cuiden, que se des-endeuden lo antes posible y que ahorren para cuando llegue la necesidad de “recolocarse” o “reinventarse”, y no les quede otra que valerse por si mismos fuera del paraguas de una empresa u organización. 
Me cuentan personas de más de 50 años que sus padres, hace sólo 60 años, iban al bar o a la plaza del pueblo para intentar que un “capataz” los contratara para trabajar una semana o un día en el campo, en la obra o en la fábrica. 
Con el bum de la industrialización —más tarde de los servicios— abundó la oferta de trabajo por encima de la demanda, y mucha gente pensó que bastaba con conseguir un trabajo que duraría toda la vida, a menos que cometieras un descalabro o quisieras cambiar a otro para prosperar. Unos se acomodaban, realizaban el esfuerzo justo para consumir tranquilos y llegar a fin de mes, y otros se formaban y se esforzaban en progresar hasta que, a una determinada edad pensaban que era momento de atemperar el ritmo o incluso parar la carrera ya que “tenían suficiente” para poder acomodarse hasta esperar la jubilación.
Esta concepción de entender el trabajo ha vuelto a cambiar, y como un pez que se muerde la cola, va regresando aceleradamente al sistema de plaza y capataz, vestido con versión 2.0.
A finales del año pasado el WEF publico un artículo con el título: ¿Para el año 2030, seremos todos nuestro propio jefe?
¿Qué respuesta darían ustedes a esa pregunta? Piensen en ello porque el tema es importante para todos y más para los jóvenes.
Todos sabemos, desde hace una década, que los trabajos son más precarios, peor remunerados y de más corta duración. Cada vez es más significativa la demanda de mano de obra según ‘proyectos’, desvinculándolo de personas y de horas. Los ofertantes ofrecen contratar a personas, equipos, organizaciones o alguna maquinaria, porque precisan hacer un producto, un diseño u ofrecer un servicio durante un tiempo determinado y con un coste concreto. Lanzan la demanda a la red y preguntan: ¿Quién, con las garantías y avales adecuados, acepta el reto?
Las implicaciones de este nueve sistema, que ya vamos teniendo con nosotros son tremendas: el capital marca la pauta y los derechos de los trabajadores desaparecen porque, en la mayoría de los casos, la oferta de trabajo es muy superior a la demanda.
Los trabajadores y profesionales deberán dar un giro a su conceptualización profesional y esa forma de vida profesional requerirá una amplia red de contactos que aumente la posibilidad de aceptar trabajos —al principio tal vez a beneficio negativo— y excelencia en el desempeño reconocida por trabajos anteriores realizados exitosamente, porque cada vez habrá más competencia. Además la disponibilidad deberá ser total, trabajar muchas horas a la semana, independiente del estado anímico o físico del sujeto (ya se dice que los autónomos no se ponen nunca enfermos) y el término “conciliación de la vida privada y la laboral” se olvidará por falta de uso. Una posibilidad podría ser que los profesionales se asociaran cooperativamente y que cada uno se ocupara de una faceta o turno de disponibilidad.
Un reto a perseguir será que cada uno se dedique verdaderamente a lo que le guste y lograr obtener beneficios con la práctica de sus hobbies personales. Ya hace años que se ven ejemplos de gente que ganan dinero, vendiendo sus fotos, detectando tendencias, probando juguetes, viajando y vendiendo relatos de su experiencia, fotos, videos, etc. y esto se va a multiplicar en las próximas décadas y extender a otras ocupaciones.
Los que profesionalicen sus hobbies necesitarán actualizar su formación y sus equipos y conseguir que la amortización sea rapidísima para poder sustituirlos por “lo último” o pagar por acceder al uso de lo que se necesite en cada momento, incluido el trabajo. Habrá que auto-preocuparse también de montar estructuras personales que sustituyan a figuras perdidas como ‘subsidio de paro’ y ‘pensiones’.
En este nuevo paradigma de sistema de trabajo que se avecina, el cultivo de la inteligencia emocional y su adecuada aplicación será fundamental porque si no se cuida habrá profesionales brillantes y trabajadores que se queden a un lado por falta de contactos y visibilidad. Por suerte, las nuevas tecnologías y plataformas como www.upwork.com (Las categorías de Freelancers se pueden ver en: https://www.upwork.com/i/freelancer-categories/) facilitarán este tema.
Los que no sean capaces o no se atrevan a arriesgarse a abrazar el nuevo paradigma de empleo, y sin embargo sean muy trabajadores y cumplidores, seguirán encontrando un trabajo ‘convencional’, aunque seguramente precario y sub-remunerado, que permitirá ir viviendo precariamente. 
El resto de personas,… si no se establece la “renta básica universal”, no se como sobrevivirán.
A muchos les parecerá ciencia ficción este escenario, pero si hace 10 años les hubiesen pronosticado que iban a estar como están ahora ¿qué hubieran dicho? 
Los cambios no sólo se producen continuamente sino que cada vez se aceleran más.
©JuanJAS

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