El lector, en el momento en que empieza a leer un libro, abre la puerta a un mundo distinto. Entra en contacto con un tema especial, observa aspectos de la vida desconocidos y se transporta al universo fantástico de la imaginación. La evolución y el desarrollo de la lectura han cambiado la organización misma de nuestro cerebro y nuestra vida intelectual.
El pensador chino Confucio (Maestro Kong), ya de niño, tenía muchas ganas de aprender. Tantas que, para poder seguir leyendo cuando anochecía, hizo un agujerito en la pared para que entrara un rayo de luz desde la habitación contigua y así poder seguir leyendo. Quinientos años antes de Cristo, dijo:
El pensador chino Confucio (Maestro Kong), ya de niño, tenía muchas ganas de aprender. Tantas que, para poder seguir leyendo cuando anochecía, hizo un agujerito en la pared para que entrara un rayo de luz desde la habitación contigua y así poder seguir leyendo. Quinientos años antes de Cristo, dijo:

Aristóteles filósofo griego, 350 años antes de Cristo, dijo:
“La sabiduría es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad”.
Desde entonces ha llovido mucho, pero pensadlo y responderos: En la actualidad, ¿Siguen vigentes estas citas?
Al leer se aprende y el aprendizaje es siempre una rebelión ...
Cada nueva verdad que descubrimos al leer un buen texto, revoluciona lo que antes creíamos.
Will Rogers era un humorista, comentarista y actor estadounidense. Su columna periodística era leída por millones de personas; se caracterizó por una escritura simple, elegante y punzante. Una de sus anécdotas relativas a la lectura fue: “Hay tres clases de personas: Los que aprenden leyendo, unos pocos que aprenden por la observación inteligente y el resto que pastan la hierba dentro del cercado que otros han puesto por ellos”.
Leer nos hace civilizados
Podemos descubrir que los libros son joyas de valor incalculable, no sólo porque nos abren la mente sino también el corazón. Son vida y sabiduría. Son una ventana al mundo y se pueden convertir en nuestros “tutores de resiliencia”. Sí, tienen la capacidad de “curarnos” y enseñarnos a ver la realidad de una manera distinta y más sabia. Aquí podríamos recordar el “mito de la Caverna” de Platón, pero esto será tema para otra entrada.
Por otra parte soy consciente de que el condicionamiento pesa mucho. El estado natural del cerebro humano, como sucede en la mayoría de los primates, tiende a la distracción. Basta con que aparezca cualquier estímulo interesante y nuestro cerebro sentirá interés por él, olvidándose de lo que estaba haciendo. Sin embargo, leer un texto requiere de una capacidad de concentración intensa, en una sola tarea, durante un periodo de tiempo, sin interrupciones.

Por diferentes razones la humanidad se ha pasado más años sin leer que leyendo, pero ya que actualmente tenemos posibilidad de hacerlo… ¿porqué, mucha gente, desaprovecha esta gran oportunidad? Tal vez sea porque para “civilizarnos” hace falta un esfuerzo notable, motivarse y auto-exigirse a uno mismo, para ser capaces de encontrar y comprender el sentido de las cosas en la cultura a la que pertenecemos. Deseos y responsabilidades, motivarnos y exigirnos, descubrir y adquirir rutinas, no son fácilmente compatibles. Aguantar la lectura de un texto largo hasta el final, aplazando el disfrute inmediato, no es fácil hoy en día, porqué, ahora, reina la cultura del beneficio inmediato y con el mínimo esfuerzo.

Vemos que leer es necesario para aprender, adquirir conocimientos y así comprender mejor lo que sucede a nuestro alrededor; pero, abducidos por el omnipresente reinado de los medios audiovisuales, parece que cada vez menos personas leen. La cultura del “logro a través del esfuerzo” está cada vez más demodé y hace falta más energía para sentarse a leer, acompañado a lo sumo por una música relajante, que para echarse en el sofá a consumir cualquier producto audiovisual.

No se puede olvidar que los niños están iniciando su aprendizaje y que todo lo que vean, escuchen y vivan en los primeros años, pesará mucho sobre la formación de su carácter futuro. El hecho de ver ciertas imágenes, conversaciones y sonidos, en la TV o en un juego de acción o violencia, puede provocar en los niños comportamientos cargados de temor e inseguridad. Incluso, pueden incluir demostraciones de impulsividad y comportamiento agresivo en su conducta. Se tornan desobedientes, gritan en exceso y muestran una marcada inclinación a repetir, en su relación con los demás, lo que han visto en las pantallas. Los pequeños se ven afectados aunque no estén frente a la pantalla, ya que reciben influencia con solo que el aparato esté encendido y oigan los mensajes al fondo, en la distancia.Además, tanto consumo multimedia, les torna menos creativos; conviven menos con la familia y sus amiguitos; se tornan perezosos para leer y se reduce su rendimiento escolar. Cundo crecen, la misma TV, les satura de noticias y espectáculos banales, tertulias en las que todos gritan, supliendo su falta de argumentos, descalificándose mutuamente, hablando todos a la vez, sin escucharse. Aún con todas estas actuaciones deplorables, parece que “los de siempre” son famosos y por ello salen por la tele a opinar de todo aunque no tengan ni idea de lo que hablan. ¡Faltaría más!. ¡Todo el mundo tiene derecho a decir la suya! Responden airados, cuando se les hace notar lo inadecuado de todo ello. Estas actuaciones de los “mass media” forman una nueva sociedad de analfa-betos funcionales. Puede que sepan leer, pero no saben narrar, dialogar, pensar y menos crear algo. Su función se limita a un consumo pasivo manipulado.
El tiempo que los padres pasan con sus hijos y la forma como se comunican con ellos, son de suma importancia. Más que la cantidad, importa la calidad. Deberían aprovechar el tiempo que están con ellos para impartirles, no sólo conocimientos, sino valores y principios que les ayudarán a crecer y formarse con cimientos sólidos. Y la mejor manera de hacerlo es actuando ellos mismos de acuerdo con estos valores cuando están en presencia de los niños.
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"Si leer libros es tan importante, porqué no se ve nunca a nadie haciéndolo en la TV" |

Si los padres se hablan con cariño, si ríen, si leen, si mantienen conversaciones educadas e inteligentes entre ellos, los niños lo aprenderán. Si les llaman a gritos, si lo primero que hacen al entrar en casa, con el móvil en la mano, es encender la TV para ver programas estridentes y están todo el rato apretando botones y no leen un libro, periódico o revista ni por casualidad, los niños aprenderán a hacer lo mismo.
Cuando alguien empieza a entrenar una nueva habilidad, es difícil que obtenga un placer o se sienta gratificado; de ahí que tengamos que tener paciencia y ser perseverantes.
Cuando alguien empieza a entrenar una nueva habilidad, es difícil que obtenga un placer o se sienta gratificado; de ahí que tengamos que tener paciencia y ser perseverantes.


Los humanos somos la única especie conocida que tiene la habilidad de leer y escribir. Es decisión nuestra no perder esta habilidad que nos da conocimiento y placer, y nos hace más humanos. Es necesario enseñarla a los niños para que se formen activos, comprometidos con su entorno y con una visión del mundo más amplia. Lo van a necesitar para vivir en el futuro que les espera.
-continuará-
©JAS2012