martes, 10 de diciembre de 2019

No todos los casos son iguales: El caso Brexit

Después de la votación sobre el Brexit se impuso en UK una incertidumbre económica que tuvo un precio elevado: bajada del empleo, de la inversión de las principales empresas y también de su productividad. Desde entonces, a los directivos de las empresas les ha tocado dedicar parte de la jornada a prever qué ocurrirá el día después.
Pero la sensación de incertidumbre, con el tiempo, se ha ido apaciguando. El Brexit, que es la manifestación institucional más inequívoca de la crisis que sufre la gobernanza multilateral, ha tenido la capacidad de crear un mito identitario para un país que se había quedado sin "proyecto colectivo". Pero la posibilidad de que este mito no fuera sólo una utopía dependía y depende, ante todo, de algo que apenas tiene otro país: una capital global como Londres. 
Se mintió hace dos años a los votantes sobre las consecuencias del Brexit y parece que Boris Jhonson suele faltar a menudo a la verdad en sus declaraciones, pero sus contrincantes no han sido capaces de pactar para llevar a cabo un proyecto mejor que el que él propone. Así las cosas, el mentiroso/incapaz sale reforzado porque los otros no consiguen cristalizar nada positivo. Eso pasa en otros lugares más cercanos, con la diferencia de que el Reino Unido tiene un GranLondres con sus casi 9 millones de personas.
El 44.9% son blancos-británicos, el 2.2% de blancos irlandeses y el 12.2% de blancos de varias partes del mundo. Los asiáticos son el 20.9% (6.6% indios, el 2.7% de Pakistán, el 2.7% de Bangladesh, 1,5% chinos, 1,3% de los árabes...). El 13.3% tienen ancestros negros absolutos y solo el 2.3% de ellos son de ascendencia negra mixta. (El 7,0% africanos negros, el 4,2% del Caribe negro)
Londres es una ciudad multirracial donde el 52% son mujeres y el 48% hombres. La edad estándar es de unos 40 años y el 37% de la población de Londres se basa en inmigrantes. La densidad de población en Londres es de 5.590 personas por metro cuadrado.
En Londres, se hablan más de 300 idiomas, entre los cuales el 77.9 por ciento de la población habla inglés como primer idioma. Parte de la población no sabe hablar inglés o prefirieren hablar sus idiomas maternos (1.9% hablan polaco, 1.5% bengalí, 1.3% Gujarati, etc.)
La gente de Londres tiene religiones variadas. El cristianismo 58.23% la segunda religión más alta que se sigue en Londres son los ateos. La tercera los musulmanes, 12,39%. Las religiones restantes que se siguen son el hinduismo, el judaísmo, el sijismo, el budismo, etc.
Y este conglomerado de personas son las que contribuyen a hacer de Londres un gran centro económico y la quinta área más grande del mundo, de acuerdo con su PIB.
Londres es la primera ciudad en la que se celebraron tres veces los modernos Juegos Olímpicos de verano, tiene 6 aeropuertos (Heathrow, Gatwick, Stansted, Luton, London City y Southend), el primer sistema ferroviario del mundo, que la conecta con otras ciudades prominentes y los conductores de taxis memorizan todas y cada una de las calles y rutas de edificios destacados.
Cuando llegue el día en el que las ciudades gobiernen el mundo, Londres se consolidará todavía más como uno de los centros de poder de nuestra civilización.
Wall Street y la City of London son las plazas financieras más preeminentes del mundo por la riqueza que despliegan cada día a través de los centenares de infraestructuras culturales de primer nivel que captan y acogen. Basta con vivir unos días en Londres, visitando más allá de los circuitos turísticos y mezclándoselo con sus gentes, para darse cuenta de que no hay otra ciudad europea, ni París ni Berlín, con una “potencia” comparable. Y esta es la principal fortaleza del país a la hora de encarar el punto y aparte del Brexit.
Una fortaleza clave sobre la que no se suele hacer el suficiente hincapié y que no tienen otros “paises”.
Ultimamente, los medios de comunicación nos insisten en que a la hora de votar, las emociones se acaban imponiendo a la razón y que es bueno que así sea. Yo discrepo totalmente, porque las emociones son muy importantes y necesarias, pero no hay que despreciar la razón; y antes de emprender un proyecto, sería bueno preguntarse o que los líderes/expertos nos explicaran de forma que todos pudiéramos entender:
¿Tenemos las capacidades, experiencia y habilidades necesarias para llevar a cabo nuestro proyecto? 
¿Cuáles son nuestras debilidades, amenazas, fortalezas, oportunidades y ventajas competitivas?
¿Es el momento adecuado para llevarlo a cabo, la gente y los medios me apoyan y cuento con la técnica y la financiación necesaria?
¿Demuestran los números (no los sentimientos) que el proyecto es factible y rentable para los accionistas/ciudadanos?
¿Cómo evolucionará el proyecto a partir de la nueva época? ¿Tiene opciones de viabilidad teniendo en cuenta los detractores (internos y externos) con los que tendrá que competir/luchar?
¿Cuáles son mis alternativas en caso de que el pruyecto no dé los frutos esperados?
Si esto es fundamental para que un simple negocio tenga éxito, ¿Cuanto más necesario será tener una respuesta clara a estas preguntas cuando el proyecto es un “nuevo estado”?
Mediten, que falta hace.