jueves, 18 de julio de 2019

Festina lente

Siempre ha sido bueno ser resolutivo. Siempre ha sido bueno ser mentalmente ágil, tener buenos reflejos y fluidez de movimientos. El problema es que en los últimos años demasiadas personas confunden ser eficiente con ser hiperactivo y llevar un ritmo frenético.
Como ahora ya no se transmite el conocimiento con dichos, refranes ni frases hechas, los jóvenes carecen de este conocimiento que tan útil ha sido a los humanos durante los últimos siglos. Los que peinan canas recordarán aquello que seguro les recomendaron, cuando eran jóvenes y aprendices, más de una vez: “Vísteme despacio que tengo prisa”. 
Los latinos decían “Festina lente”: "Apresúrate despacio"; un oxímoron que viene a significar lo mismo. 
Cuando se elogiaba el trabajo lento y bien hecho con mucha paciencia, esta frase tenía todo su significado. Ahora, todo el mundo tiene prisa, aunque no tengan demasiado claro a dónde quieren llegar ni cual es el fin que persiguen con tanta impaciencia.
Montaigne advertía que “quien quiere estar en todas partes no está en ninguna”. Tal vez la multitarea, el picar titulares o bocaditos de comida cuando las tripas rugen, todo ello sin profundizar en contenidos, nos ayuda a evadirnos de la realidad; a intentar estar en otro sitio diferente al que me hace sentir incómodo. No importa cual, con tal de que no sea donde estoy ahora, porque no me gusta lo que hago, donde trabajo, donde ni como vivo… 
Al acercarse el verano muchos preguntan: ¿Cuando te vas? Como si “irse” fuera imperioso en estos días. ¿Dónde va la gente?. ¡Dónde va Vicente! 
Lo importante es “cambiar de lugar”. No importa a donde ir, ni porqué ir a ese lugar y no a otro, en este momento u en otro, … Muchos están impacientes por “irse” sin pensar que allá donde vayan siempre continuarán estando “ellos y sus problemas no resueltos”.
Demasiada gente llevan tanto tiempo corriendo estresados que no tienen tiempo para pensar que quieren y como conseguirlo; y menos para ponerse a hacer lo que deben, si algún día quieren llegar a conseguir lo que una vez creyeron que querían. Ni siquiera aciertan a buscar un mentor ni ha investigar como otros han conseguido lo que ellos piensan que quieren tener o llegar a ser. Claro que ningún viento es favorable ni no se sabe a donde se quiere ir. Solo aciertan a mantenerse activos y así tener una disculpa para no enfrentarse a su realidad.
La vana impaciencia reina en estos tiempos: “¡Tengo prisa!”. 
¿Para hacer que? ¿Para conseguir que? ¿Para llegar a dónde? 
¡Vísteme despacio que tengo prisa!