lunes, 6 de enero de 2020

Cuando perdemos la conciencia de las cosas, no sabemos qué estamos haciendo

“Las cosas tienen un valor y conseguirlas requiere un esfuerzo”.

Cuando los niños son más inocentes es difícil explicárselo, pero cuando ya son mayores ya saben quien es el “Tió”, el “Papa Noël” y los “Reyes Magos”, y si siguen recibiendo regalos, deberían ser conscientes de que el dinero no cae del cielo. Cuando los mismos padres dicen: «No les compres nada porque tienen de todo», sería bueno ser más moderados y coherentes, ya que a muchos niños se les acumulan tantos regalos que ni los miran una vez abierto el paquete. ¿Por qué tanto dispendio?
¿Hay una parte de mala conciencia de los padres?, de los que han vivido la escasez de pequeños y de los que no paran mucho por casa…
Los hijos/nietos deberían aprender a ser felices porque sus padres vivan experiencias con ellos compartiendo tiempo de calidad, en lugar de dedicarse a jugar con su móvil.
Si tienes unos padres que se gastan más de lo que tienen y para los que es muy normal pedir créditos o préstamos (a bancos o a familiares) y estar endeudados hasta las cejas, es muy fácil que los hijos repliquen este comportamiento. La cultura financiera de unos padres es muy inferior a la de otros, y un conocimiento que no se tiene (a veces incluso se desprecia) en una familia es difícil trasladarlo a los descendientes. 
Vivimos en un sistema económico determinado (capitalismo), que no es el único. Desde la izquierda más izquierdista se ha criticado la educación financiera en la escuela porque la consideran adoctrinamiento, pero el dinero no es malo en si mismo. Existe la creencia limitadora según la cual una persona que tiene mucho dinero es porque se ha aprovechado de los demás y es avariciosa. Hay personas así y no se debería alabar esta conducta, como tampoco debería hacerse con los “influencers-estrellas” poco éticos que se aprovechan de los estudios de mercado para “sacarles” el dinero a algunos de sus incautos e influenciables seguidores.
Hay buenas y malas personas, pobres y ricas. Si tienes una buena cultura financiera y una buena formación, el hecho de ser rico no necesariamente significa que explotarás la gente sino que puedes haber ganado dinero con tu inteligencia, trabajo legal, voluntad de ahorro y cultura financiera. Para fomentar estos buenos hábitos es por lo que las escuelas deberían introducir temas financieros. La principal limitación es que no se ha formado financieramente a los maestros y difícilmente uno puede enseñar lo que no sabe.
Todos los pequeños han nacido para ser millonarios en besos, abrazos y cuidados, pero no en billetes de 500€. 
Madonna dice en su famosa canción: "You know that we are living in a material world" (sabes que vivimos en un mundo material) y eso quiere decir que los pequeños entrarán en contacto, tarde o temprano, con el dinero y con la economía en general.
En buena medida, los padres son responsables que no crezcan con el signo del € en la mente, sino con el convencimiento de que, en la vida, lo que de verdad no tiene precio es su valía como persona. Deben explicar a los pequeños que no se puede comprar todo lo que se vende en todas las tiendas por donde se pasan ni todo lo que ven en el móvil, tablet o TV; y que las cosas tienen un valor, y que conseguirlas requiere trabajo y voluntad, y que no hacerlo conlleva frustración y eso se lo hará pasar muy mal. 
No se puede vivir como si los billetes cayeran del cielo porque del cielo solo cae la lluvia de vez en cuando y a veces mancha/contamina por las partículas que hay en suspensión atmosférica.
Las nuevas generaciones, se mueven en un entorno muy digital, que los lleva a un entorno de inmediatez: Todos vimos como gritan: ¡«Quiero las cosas y las quiero ya»! o ¿“Para que voy a esperar a Reyes si Amazón Prime me lo trae en un día y además gratis”?. Perdemos la conciencia de lo que estamos gastando y de lo que estamos comprando porque ya no tocamos las compras ni tocamos el dinero y así el ahorro desaparece completamente de nuestras vidas.
En medio de la euforia comercial navideña, deberíamos regalar a los mayores y a los jóvenes formación en consumo responsable, en cultura del esfuerzo, en educación financiera, en ahorro precoz ...
¡Para meditar y actuar!