La agencia ha situado la
perspectiva del rating de Reino Unido en 'negativa', lo que es reflejo del
"riesgo de las perspectivas económicas, la actuación fiscal y externa y el
papel de la libra como una divisa de reserva", así como de "los
riesgos de la integridad económica y constitucional de Reino Unido si se
produce otro referéndum sobre la independencia de Escocia".
En opinión de la agencia,
el resultado del referéndum sobre el 'Brexit' es un "hecho
trascendental" que llevará a un marco político "menos predecible,
estable y efectivo" en Reino Unido.
S&P ha indicado "Hemos
reevaluado nuestro punto de vista de la evaluación institucional de Reino Unido
y ya no la consideramos una fortaleza". La nota "también refleja los
riesgos de un marcado deterioro de las condiciones financieras externas"
del país en vista de su "extremadamente alto nivel de requisitos de
financiación externa".
La agencia considera que
la pertenencia de Reino Unido a la UE ha reforzado a la libra como divisa de
referencia, al margen de la importancia de Londres como centro financiero.
Desde su incorporación a la Comunidad Europea, hace 43 años, Reino Unido ha
atraído una sustancial inversión extranjera directa, que ha ayudado a
solidificar su papel como centro financiero global.
La agencia considera, por
otra parte, que el voto favorable a la permanencia de Reino Unido en la UE
registrado en Escocia e Irlanda del Norte "crea cuestiones constitucionales
más amplias" para todo el país.
S&P señala también
que, a pesar de la incertidumbre derivada del 'Brexit', Reino Unido
"continuará beneficiándose de su economía grande, diversificada y abierta".
S&P advierte de que
podría rebajar aún más esta calificación si la libra perdiera su status como moneda de referencia
mundial, si las finanzas públicas se deterioraran o si el Producto
Interior Bruto (PIB) per cápita se "debilitara marcadamente" más allá
de sus expectativas. Asimismo, esta nota podría rebajarse si tuviera lugar otro
referéndum sobre la independencia de Escocia o si surgieran otros asuntos
constitucionales significativos y se creara incertidumbre institucional,
financiera y económica.
Por su parte,
la agencia Fitch Ratings también ha rebajado este lunes hasta el nivel
'AA' (desde 'AA+') la calificación crediticia de Reino Unido, con perspectiva
negativa. Fitch argumenta como motivo de esta rebaja "el resultado del
referéndum del pasado 23 de junio, que tendrá un impacto negativo en la
economía, las finanzas públicas y la continuidad política de Reino Unido".
La agencia es de la
opinión de que "la incertidumbre tras el resultado del referéndum
provocará una abrupta ralentización en el crecimiento del PIB a corto plazo
conforme las empresas comienzan a aplazar su inversión y consideran cambios en
el entorno legal y regulatorio".
Las agencias de
calificación de riesgos, agencias de clasificación de créditos, agencias de
calificación o agencias de rating (AR)
son empresas que, por cuenta de un cliente, califican unos determinados
productos financieros o activos
ya sean de empresas, estados o gobiernos regionales (estados federados, comunidades autónomas), etc. Los “mercados” crearon estos
entes –las “agencias de calificación”– que califican los activos a fin de
servir de guía para que los inversores conozcan el estado de esos activos y
decidan si invierten en ellos, mantienen su inversión, o se alejan de ellos.
Las notas o
calificaciones de las AR valoran el riesgo de impago y el deterioro de la
solvencia del emisor. Para ello utilizan modelos econométricos
en los que usan distintas variables como la deuda acumulada, la
velocidad en devolverla, etc., que les sirven para valorar el potencial
económico del sujeto analizado. Es decir, estos datos informan, por ejemplo, de
si una inversión en un determinado producto financiero (letras del tesoro, bonos,
acciones, etc.) es arriesgada, analizando la posibilidad de
que el inversor cobre los intereses y de que recupere el dinero una vez vendido
el producto.
Los inversores, emisores,
bancos de inversión, intermediarios y gobiernos son los que usan las
valoraciones del riesgo de créditos. Para los inversores, las agencias de calificación
de riesgos aumentan el abanico de alternativas de inversión y proporcionan
medidas de riesgo relativo fáciles de usar. En general esto incrementa la
eficiencia del mercado, al reducir los costes tanto para el que presta como el
que toma prestado. A su vez, esto aumenta la disponibilidad total de capital
riesgo, lo que conduce a un crecimiento más fuerte. Además esto abre los
mercados de capitales a categorías de buscadores de préstamos que no podrían
acceder a este mercado de otra manera, como gobiernos pequeños, empresas que
empiezan, hospitales o universidades.
Normalmente cuando una
entidad (gobierno, empresa, banco...) quiere emitir deuda o solicitar
financiación, encarga a una agencia que la evalúe. Esta evaluación sirve a los
inversores y prestatarios de orientación para marcar el tipo de interés al que
concederían la financiación. Es por ello que en el mercado suelen coincidir los
días en que los países solicitan deuda con los anuncios de calificación por
parte de las agencias.
La mayoría de los
ingresos de estas AR provienen de los pagos de que les hacen los emisores de
créditos. En este modelo de negocio, aunque los suscriptores a los servicios de
las agencias de calificación reciben informes más detallados que analizan a los
emisores de deuda, estos servicios representan una fuente de ingresos menor y la mayoría de las calificaciones están
disponibles gratuitamente para todo el mundo. Los partidarios de este otro
modelo dicen que si las agencias solamente se basaran en las suscripciones como
fuente de ingresos, la mayoría de las emisiones de bonos aparecerían sin
calificar, ya que el interés de los suscriptores se centra en las grandes emisiones
y es bajo para casi todas las demás emisiones. Los partidarios de este modelo
también arguyen que, aunque las agencias afrontan un claro conflicto de intereses con los emisores de bonos que
califican, el modelo basado en las suscripciones también puede presentar
conflictos de interés ya que un sólo suscriptor puede también representar una
proporción importante de los ingresos de una agencia de calificación y la agencia
puede sentirse obligada a publicar calificaciones que apoyan las decisiones de
inversión de ese suscriptor.
Teniendo todo esto en
cuenta…
¿El criterio de
evaluación de estas agencias es imparcial y correcto?
¿Hay algún organismo
imparcial que audite a esas AR?.
¿Las principales AR —Moody's,
S&P,
Fitch,
Japan Credit Ratings, R&I, A.M. Best— forman un
oligopolio?
Con las subprime quedó
muy claro el papel de las AR: calificaban como superfabuloso un activo que sólo
entendían quienes lo habían fabricado; inmediatamente ese activo era objeto de
inversión y era vendido y comprado hasta el infinito y en cada transacción se
generaban comisiones de muchas cifras porque las AR cobraban en función de la
cantidad de esos activos que se compraban y en función de la cotización que
alcanzaban tales activos: recuerden que en Junio y Septiembre del 2010 España
mantenía la calificación AAA. Luego cuando el descalabro de Leheman Brothers,
algunos admitieron con la boca pequeña que se habían equivocado en la
calificación; pero el esquema de funcionamiento de las AR continuó igual.
Se ha creado un sistema en
el que los “Mercados de Capitales” se dicen a sí mismos lo que quieren y necesitan
y las AR retransmiten el mensaje. El funcionamiento es perfecto y a la vez
sirve como aviso: si el productor del activo no hace lo que “conviene a los Mercados”
en cada momento, o se cree que puede no hacerlo, la calificación del activo
cae, la financiación de ese productor declina, los problemas para financiarse o
para refinanciarse aumentan, y tal financiación se encarece. España tiene actualmente
una calificación de Baa2: dos escalones antes del bono basura; es un aviso.
¿Por qué el sistema de
funcionamiento de las AR ha seguido igual?
Porque conviene a quienes
lo crearon, porque es para ellos. Aunque los medios de información de masas
periódicamente nos sirvan grandes titulares protagonizados por algunas de las
tres grandes AR —S&P, Moody’s y Fitch tienen el 90% del negocio de
calificación mundial— estas no hablan para los ciudadanos de apie, porque no fueron
diseñadas para ello. Para hablar a las ciudadanías están los políticos, y son
las agencias las que hablan con ellos. Si el esquema funciona, si los
inversores oyen lo que necesitan oír ¿para qué cambiarlo?.
Ahora conviene a “los mercados”
que la deuda de UK y su Libra esterlina bajen de nivel, un poco. Ahora
conviene, mañana,… los “mercados” sabrán lo que les conviene. El resto de la
gente seguiremos “in alvis” como sucedió el pasado viernes 24 de junio: mientras algunos celebrábamos nuestra
onomástica y la mayoría descansaban después de una alegre verbena, otros, a primera hora, compraron en la bolsa —después
de conocerse la de bacle del Brexit— buenos títulos y muy baratos. La mayoría seguían
durmiendo la mona y otros, paralizados por el resultado inesperado del
referéndum inglés, se hundían en el fango.
Los días en que se
recibían duros pagando sólo cuatro pesetas, o te daban crédito sin aval
solvente, se fueron para siempre si es que alguna vez existieron. Hoy en día, hacer
dinero en los “mercados” es infinitamente más difícil que perderlo, porqué hay
que trabajar más duro que los demás lo cual es físicamente agotador; ser más
inteligente que los demás y tener mucha paciencia con una estrategia y un modo
de pensar a largo plazo, lo cual es mentalmente agotador. Parece que no hay atajos, al menos yo no lo
conozco.
Bob Maynard —gestor
del fondo de pensiones del Estado de Idaho— aconseja a los que pretenden invertir
sus ahorros:
Antes de nada, cualquier
inversor debe definir —la mayoría no lo hacen— cuál es su ventaja en el
mercado. Debe entender qué tipo de inversor es, con el fin de minimizar los
errores y tener éxito. Tanto en el mercado como en la vida es útil definir nuestras
limitaciones y:
- Comenzar con un
horizonte temporal de largo plazo.
- Ajustar la estrategia
en el corto plazo para sobrevivir a dislocaciones extremas de mercado.
- Controlar el
apalancamiento.
- Evitar grandes errores.
- Centrarse en empresas
orientadas a los accionistas.
- Construir y mantener
una cartera diversificada por tipo de activos, pero no de forma excesiva.
- Controlar los costes
y...
tal vez la parte más
difícil de esta estrategia, en muchas ocasiones resistir los nervios y no hacer
nada.
Confieso que pasado el
susto inicial, seguí el último consejo y continué disfrutando del fin de semana
largo en la costa.
©JuanJAS