Periódicamente aparecen artículos
en prensa, ampliamente difundidos en las redes sociales sobre las bondades
del modelo social escandinavo en contraposición a las políticas neoliberales
causantes de todos los males que se aplican en nuestro país.
Sucede a menudo que las políticas
intervencionistas que los gobernantes aplican en nuestro país se confunden con
las políticas verdaderamente liberales, que procuran facilitar la creación de
riqueza para el mejor bienestar de todos los ciudadanos. Unas políticas que
favorecerían la responsabilidad de los ciudadanos, que procurarían asegurar un
mínimo de ingresos para todos, por ejemplo a través de una Renta Universal
Garantizada para que todos tuvieran las mismas oportunidades (poco que ver con
la Renta Garantida Ciudadana que se acaba de aprobar en el Parlament de Catalunya)
y que luego fuera cada ciudadano, a través de su iniciativa privada y de su
esfuerzo el que se costeara el nivel de vía que desee. De eso ya hablaremos
otro día.
Es un hecho que los modelos sociales de los países nórdicos son caros
y demandan ingresos tributarios elevados; sus presiones fiscales rebasan el 50%
(y hasta el 60%) de sus bases imponibles. Aún así, dicen que sus ciudadanos se
vanaglorian del llamado pragmatismo escandinavo, sacrificios a cambio de
garantías en la obtención de sus suculentos dividendos, que les lleva a
mantener, en estado de transformación perpetua, sus modelos del bienestar. Eso
si, a diferencia de lo que sucede en nuestro país, con transparencia y rigor en
las cuentas.
A los padres españoles les gustaría que
su Gobierno les tratara como a los suecos que gozan de una de las bajas por
paternidad más placenteras, prolongadas y gratificantes, económicamente, de
todo el planeta. También les gustaría que sus hijos pudieran disfrutar de un
sistema educativo, uno de los de mayor prestigio internacional, como el de los
finlandeses. Todos soñamos con que nos sucediera lo que a los noruegos, que han disfrutado del incremento
de la riqueza familiar más súbita y espectacular, así como del mayor apoyo
social al pago de impuestos. ¿A quien no le gustaría vivir en Dinamarca, que acaba
de ser reconocida como mejor lugar para vivir? (Si se valoran parámetros como
el acceso a Internet, la confortabilidad de las viviendas, la Sanidad o la
libertad de expresión, entre otros).
Que bonito ¿verdad? ¿No sienten algo o mucho de sana envidia de
sus vecinos lejanos (lo digo por aquello de que también son monarquías) de los
países nórdicos y escandinavos?
¿Tendrán los nórdicos,
tanto los ciudadanos como sus dirigentes, un ADN privilegiado que les permite
alcanzar estas altas cotas de bienestar? ¿Cómo lo consiguen?
¿De donde vienen los
grandes ingresos público-privados que permiten mantener ese sistema de
protección social?
Porqué no se publicita que en los países
nórdicos no siempre se ha vivido como en las recientes décadas y que sólo lo
lograron años después de convertirse en “estados ricos”, con economías que permiten
prácticamente la independencia económica.
Una vez se consigue suficiente riqueza
para ser independiente económicamente (o al menos ser poco dependiente), uno
puede decidir gastarse el dinero en “caprichos” o en invertir para mantener el
mejor estado de bienestar posible; pero no es posible mantener el estado de
bienestar sin conseguir antes los medios económicos suficientes. No es ético
aspirar a vivir del esfuerzo de los demás: ni robándoles, ni estafándoles, ni intentando
obligarles a una solidaridad forzada obligándoles a que repartan lo que con su esfuerzo
y legalmente han conseguido. No incluyo en este grupo a los que se han enriquecido
ilegalmente, han defraudado al no pagar los impuestos progresivos que les
corresponden, etc. A estos, habría que perseguirlos, hacer que devolvieran lo
robado, pagaran la multa correspondiente y asegurarse de que sirvieran de
ejemplo para que todos supieran que delinquir no es fácil ni sale gratis y así disuadir
a otros, de actuar ilegalmente o incívicamente. Por mucho que se popularice, nunca
será justo pensar: “¡Mira cuánto gasta el vecino!. Yo quiero que se reparta el
dinero para que los dos podamos gastar igual”.
Suiza, otra economía “libre”, usa otro
sistema distinto al nórdico. Deja el dinero en manos de los ciudadanos para que
mejore el nivel de vida privado y también el comunitario. Tanto el modelo
nórdico como el suizo parecen mejores que el español, y cualquier liberal estaría
encantado de adoptarlos para sustituir al intervencionismo español. Pero
adoptarlos “enteros”, no solo en lo referente al gasto e intentando que el
dinero lo ganen otros, y repartirlo después entre todos.
¿Como consiguen los
países nórdicos ese mercado de trabajo tan próximo al pleno empleo?
Al tener prácticamente pleno empleo los
POCOS que no tienen trabajo, durante el corto periodo en el que buscan otro,
pueden disfrutar de un subsidio por desempleo adecuado.
¿Como consiguen unas pensiones de indudable valor
patrimonial, tan diferentes de las españolas?
¿No será por la ayuda determinante del Fondo
Soberano Noruego, el más rico del mundo, con casi un billón de dólares, que
sólo invierte en empresas con sello ecológico y buenas prácticas en los negocios
y que destina la mayor parte de sus beneficios a sufragar el retiro de sus
mayores?.
¿De donde ingresa el
dinero este gran fondo? ¿Los ingresa con la ayuda del turismo, del ladrillo o
de la agricultura? ¡No! Los ingresa principalmente
por la venta del petróleo que lleva extrayendo del mar del Norte en inmensas
cantidades desde hace unas pocas décadas y que vende a otros países no tan
respetuosos como ellos con el medio ambiente.
Los gobiernos escandinavos han
establecido unos planes de estímulo que no han escatimado recursos. Los “salvavidas”
han sido tan numerosos como confortables y han merecido la pena. Sus recesiones
han sido puntuales, manejan superávits fiscales, sus economías crecen y tienen
sus deudas bajo control. Sin dejar de abanderar las clasificaciones sobre
innovación, competitividad, equidad de género y riqueza per cápita (exceptuando
el dato artificial de los paraísos fiscales) y con una ausencia total de
conflictividad laboral en sus calles.
¿Todo es tan bonito como
lo cuentan?
¿Porqué no reparamos en que, con objeto
de restablecer el actual déficit laboral y posibilitar crecimientos a medio
plazo superiores al 2%, se han establecido férreos controles de inmigración,
instaurados por los partidos conservadores de la coalición gubernamental, pero
también secundados por el partido socio-liberal?
Y si comparamos su clima a lo largo de
todo el año, su gastronomía, su variedad de paisajes, la simpatía y ganas de
vivir de sus ciudadanos, su tasa de suicidios, sus fiestas, etc. con lo que
podemos disfrutar en nuestro país. Eso también es calidad de vida aunque no se
cuantifique.
Los modelos nórdicos pueden parecer muy
bonitos, pero hay que explicar toda la película, no sólo la parte que le
interesa a cada uno.
En España, todos deseamos disfrutar
servicios públicos de calidad....pero cuando nos hablan de cuidarlos, de
usarlos con prudencia (sin abusar) y por supuesto de pagar mas impuestos, de
eso nada,....y así nos va. Es muy difícil salir de la dicotomía:
- Unos aseguran que no pueden pagar su
parte de la “fiesta” porque ni siquiera ganan para poder llegar a fin de mes, aunque
tienen el mismo derecho que todos a recibir “servicios dignos y de calidad”... Gritan:
¡Que paguen mi parte los que tengan dinero! Si los políticos que “redistribuyen a su
clientela” estafan, miro hacia otra parte, mientras a mi me den parte del
pastel.
- Otros dicen: yo que he trabajado sin
descanso y he ahorrado, llevando una vida frugal, para procurarle un cierto bienestar a mi
familia y asegurarme una vejez tranquila; ahora salen otros que, con la excusa
de que “hay que vivir la vida”, se han gastado todo lo que ganaron e incluso se
endeudaron y ahora quieren apropiarse de mi granero y del que les quiero dejar
en herencia a mis hijos. ¡Pues no me da la gana!. Hermanos si, pero no tontos.
Y entre unos y otros, simplificando
mucho, se perpetúa la dicotomía tan difícil de resolver.