miércoles, 30 de octubre de 2019

Los piquetes llegan a la universidad

Ayer empezó la huelga universitaria de duración indefinida impulsada por el SEPC. Parece que el mencionado piquete (menos de 200 ¿estudiantes?) bastó para materializar el paro en el campus de la UPF en la Ciutadella sobre un total de 15.000 matriculados en la UPF. En otras universidades catalanas, como la de Barcelona o la Autònoma, sin piquetes de por medio, el seguimiento del paro fue casi nulo.
Hace ya demasiados días que algunos estrategas del ¿independentismo? buscan relevancia internacional ocupando entidades, tratando de bloquear aeropuertos, puertos, estaciones, vías de comunicación… y, ahora, intentando paralizar y hasta los institutos.
Personalmente me gustaría más que la nación catalana obtuviera reconocimiento internacional porque tuviéramos excelentes profesionales que dirigieran grandes y exitosas empress, porque nuestras universidades lograran muchas patentes y algún premio Nobel investigara en sus dependencias, porque lograran ocupar puestos relevantes en el rango internacional de universidades, etc. Me encantaría que Catalunya alcanzara reconocimiento internacional por el elevado nivel de formación alcanzado por nuestros estudiantes. 
Estaría muy orgulloso de que Catalunya obtuviera reconocimiento internacional como el que obtuvimos en 1992 con los JJOO de Barcelona. Reconocimiento internacional por nuestra alta capacidad de trabajo, de organización, innovación y liderazgo. Admiración por nuestra alta renta per-cápita, por la alta calidad de nuestros servicios, etc.
Recibir reconocimiento internacional por acciones que alteran el normal funcionamiento del país y perjudica a la mayoría de ciudadanos que vivimos en Catalunya y estimamos el país en el que nacimos, no me parece el mejor modo de conseguirlo. Hay otras formas de hacer visible el conflicto sin incurrir en estos grandes costes presentes (y sobre todo futuros) para todos, que provocan estas acciones “antisistema” de una minoría.
Por poner sólo tres ejemplos, no me parece el mejor modo de conseguir reconocimiento internacional:
-El que las instituciones públicas dediquen el grueso de su esfuerzo a finalidades distintas de las que se pretendían lograr cuando fueron constituidas. 
-Cuando los ciudadanos no pueden desarrollar sus viajes, ya sean laborales, familiares o particulares, sin contratiempos, más allá de los derivados de las irregularidades del servicio.
-Cuando los estudiantes que esperan poder cursar sus estudios en la universidad, aquejada de problemas de infradotación que perjudican su eficiencia, ven peligrar la calidad de sus estudios y de sus becas para poder terminarlos con éxito.

Fomentar desconfianza y la desobediencia generalizada, que algunos alientan desde el Govern, lejos de conseguir desestabilizar la democracia española, erosiona los principios legales, de autoridad y de respeto a las normas de convivencia ciudadana que sustentan las sociedades democráticas, incluida la catalana. 
Desde el punto de vista político, las acciones vandálicas provocan un perjuicio, no para los organizadores de las protestas y para sus patrocinadores, sino para los que de forma pacífica reclaman que el Govern de la Generalitat “dialogue de todo” con el Gobierno español. Así no conseguirán nunca “ampliar la base de apoyos y simpatizantes” sino reducirla.
Por más que lo repita cierta propaganda extremista-independentista, ni todos los que no comulgan con su doctrina son fascistas, ni la desconsideración de los derechos del conjunto de los ciudadanos rendirá a medio o largo plazo los frutos soñados. La vulneración de la ley tampoco les llevará a la tierra prometida, Porqué ¿cómo será la vida en esa reclamada tierra maravillosa llena de ciudadanos que no respetan las normas sociales?.
TODOS deben cumplir la ley: los ciudadanos, los manifestantes, los policías y los gobiernos. Y se debe comprobar que la cumplen “TODOS ellos” sin disculpar ninguna mala praxis solo 
por el echo de colabora con los “mios”.
Por mucho que los sentimientos estén exaltados, debemos cuidar de que la confusión conceptual no nos nuble el entendimiento y, respetando la pluralidad trabajar para que la sabiduría nos ayude a que la razón prevalezca sobre los impulsos viscerales.
Tenía razón el rector de la UPF, Jaume Casals, cuando señaló que era injustificable la ocupación de la universidad por el reducido piquete de un sindicato que vanamente se arroga la representación del pueblo catalán para interrumpir la actividad académica. Ahora sólo falta que “se haga lo necesario” para que los estudiantes que van a la universidad a estudiar puedan seguir haciéndolo en las mejores condiciones posibles. De ellos depende el futuro de nuestro país.