sábado, 23 de abril de 2016

El trabajo, ya hace años que… ¡ no es lo que era!

Hace 30 años, un licenciado estaba mejor tratado y ganaba más que uno que no lo era. Hoy en día hay una gran diferencia entre generaciones. Una persona del mismo sexo y preparación, que haya entrado en la empresa 20 años antes, hace prácticamente el mismo trabajo, a veces con menos ganas, y puede llegar a cobrar la quinta parte o menos que el madurito y además con pocas posibilidades de mejorar si no desaparece el “tapón”. Estos, por la cuenta que les trae, se aferran a la silla de forma titánica y mucho más en las grandes empresas con influyentes sindicatos.
Hoy en día se puede encontrar a “superhombres” que han estudiado dos carreras, dos máster, con experiencia en el extranjero, que han conseguido un puesto de trabajo con responsabilidad sobre cientos de empleados, ganando unos 1500 € netos y ¿trabajando? horas y horas. 
Parece que lo que se va a imponer son las condiciones laborales de esclavaje debido a los avances tecnológicos y porqué cada vez más se impondrá un modo de trabajo focalizado en el autocontrol, la autorresponsabilidad, la automotivación, la autoformación para que “nadie se lleve tu queso”, etc.
El empleador podrá actuar tipo máquina: ‘¡Hay que hacer esto, tienes que hacerlo tu, y apáñate. Lo quiero mañana por la mañana!’. Si a esto añadimos la creciente externalización de casi todo y la oferta de trabajo por subasta a través de Internet: “hay que lograr / desarrollar / obtener … tal cosa; ofrezco X dólares. ¿Quién lo hace?”, van a quedar muy pocos trabajadores fijos y aún menos con remuneraciones elevadas, a no ser que aporten una enormidad de valor o sean imprescindibles para aportar muchísimo valor añadido.
Lo cierto es que la demanda de trabajo es muy inferior a la oferta de trabajo y cada vez lo va a ser menos. La tecnología cada vez sustituirá más trabajo. Cierto que el poco trabajo humano que quede deberá generar cada vez más valor, pero también habrá más personas capaces de trabajar proporcionando capacidad de trabajo generadora de muy alto valor. Siempre la oferta será muy superior a la demanda. El subempleo crecerá, la sub remuneración aumentará y las exigencias laborales se dispararán. El paro estructural, aquellas personas desplazadas del mercado de trabajo de tal modo que ya ni siquiera son oferta de trabajo porque han dejado de ser necesarias, se multiplicarán.
La realidad es que un creciente número de horas de trabajo están dejando de ser necesarias y como cada vez hay menos dinero que tirar, van a ir dejando de ser remuneradas: menos “enchufados”, meno cargos de confianza, menos empleos públicos para comprar voto cautivo que no generan ningún valor añadido, etc. El consumo cada vez caerá más, la recaudación fiscal disminuirá y los ingresos de la Seguridad Social descenderán. 
Los políticos lo niegan y lo camuflan con su gran aparato mediático, pero lo único cierto es que en Occidente la población media nos enfrentamos a una caída espectacular en nuestro estándar de vida, tanto por el lado personal –salarios, rentas, …– como público –modelo de protección social–.
En una gran mayoría de casos la ciudadanía vamos a tener que espabilarnos con poca ayuda del estado”, tanto a nivel económico por la caída de poder adquisitivo que ello supone, como a nivel psicológico porque la mayoría de las personas hemos vivido y estamos acostumbrados a otra cosa. Pasar de peor a mejor es placentero, pero pasar de mejor a peor como los jóvenes actuales, les supondrá un suplicio que no tendrán más remedio que sufrir. No soy adivino para saber cuan largo y difícil será la travesía por el desierto y por ello siempre recomiendo a todo el que tenga oportunidad que le pregunte al político que tenga más cerca o allí donde admitan sus preguntas, ¿Qué están haciendo los dirigentes para suavizar la dureza del camino? 
Por cierto, ¿que están haciendo ustedes personalmente y sus familias?
Espero que no sea esconder la cabeza bajo el ala.
Se admiten sugerencias concretas. ¡No sean tímidos y escriban!
©Juan JAS